¿Te has preguntado alguna vez para qué sirven los cables submarinos? La respuesta es que se utilizaron y se utilizan para comunicarnos, y más del 99% de los datos que usamos actualmente sigue fluyendo a través del mar. En su invención y puesta en marcha aparecen nombres legendarios de expertos, como un sobrino-nieto de Isaac Newton, Faraday, Kelvin, Samuel Morse y también famosos empresarios como Siemens. Estos cables sirvieron para facilitar la expansión de un invento que cambió el mundo: el telégrafo. Ampliar su recorrido era relativamente fácil por tierra, ya que la conexión se podía establecer mediante postes, pero por el mar todo era muy distinto y también muy complejo.
Vamos a explicar cómo surgió la idea de unir Estados Unidos y Europa con un cable a través del Atlántico, quiénes lo hicieron y cómo se usaron algunos de los barcos más potentes y más grandes del mundo para llevarlo a cabo.
A mitad del siglo XIX Europa era el continente más importante y Estados Unidos estaba en plena ebullición económica. Sin embargo, las noticias tardaban como poco 12 días en llegar de un lado a otro del Atlántico. Los negocios eran difíciles de expandir fuera de las fronteras y la información tardaba tanto en llegar que muchos acuerdos internacionales sólo podían firmarse como mínimo tras dos semanas de espera.
Conectar el telégrafo a través del océano Atlántico
En esos momentos en Europa ya se había usado el cable submarino fabricado por Siemens para unir Francia y Gran Bretaña en 1850, y dos pioneros intentaron conectar América con el viejo continente para facilitar la comunicación, de modo que la información ya no tardara entre 12 y 15 días en llegar, sino que su recepción fuera casi inmediata. Uno, Cyrus Field, quiso lanzar al fondo del Atlántico un cable, que como mínimo debería tener 3200 kilómetros, que es la distancia mínima entre la costa estadounidense y la irlandesa. Otro, P. Collins, pretendía establecer estos lazos a través del mar de Bering, uniendo Asia y América del Norte a través de la tundra siberiana.
Una vez que en Europa se había fabricado un cable que podía soportar la presión acuática, era necesario embarcar los kilómetros de cable e ir lanzándolo al fondo del océano. Pero era tan pesado que se necesitaron dos enormes buques, la mayor fragata norteamericana del momento, la USS Niágara, y el buque de guerra más grande de Gran Bretaña, el HMS Agamenón. Tras mucha planificación y adaptación de los inmensos barcos para el trabajo de transportar unos 2000 metros de cable, se decide que ambas naves debían ir lanzando la mitad del cable desde sus dos puntos de origen y encontrarse a mitad del Atlántico para conectarlos.
En 1857, con serias dificultades, al final se consigue ir lanzando el cable hasta que en un momento, a unos 500 km de la costa, se suelta y se pierde en el fondo del mar. Un año después se vuelve a intentar, con poco éxito y sólo a la tercera vez se consiguió, era el año 1858. Sin embargo, el cable no fue capaz de transmitir bien la información y dejó de funcionar a los pocos días. Ese mismo año se retoma la idea, pero con cambios importantes, ahora sólo un buque, el Great Eastern, cinco veces mayor que cualquier otro entonces a flote, debía transportar el enorme peso del cable. Sin embargo, falla la primera vez y sólo la segunda alcanza el éxito, ya en 1866. Este cable es el que se mantuvo en exclusiva hasta la aparición de los satélites de comunicación.
En la actualidad
En estos momentos una enorme cantidad de datos de la red van por cable submarino, ya que es más rápido y fiable. La fibra óptica de nueva generación permite depositarlos hasta una profundidad de 8.000 m. Pese a que da la sensación de que la conexión a Internet y las comunicaciones internacionales son siempre inalámbricas, en realidad lo que las aseguran son unos 400 cables submarinos que enlazan diferentes continentes para llevar la conectividad de red de un sitio a otro y que, a su vez, se conectan con toda una infraestructura de torres, antenas y centros de datos a nivel local.
Son cables que recorren aproximadamente 1,2 millones de kilómetros del mundo y se colocan en el fondo del mar. Cuando se instalan en las zonas más próxima de la costa, se entierran para que no se vean o no resulten dañados. Mientras que cuando están en alta mar, se depositan directamente sobre el lecho marino.
Ejemplos de potentes cables submarinos son MAREA, que se extiende a lo largo de 6.400 kilómetros conectando Virginia Beach (Estados Unidos) y Bilbao (España), y BRUSA, con más de 10.100 kilómetros de longitud, que une las ciudades de Río de Janeiro y Fortaleza (Brasil) con la de San Juan (Puerto Rico) y Virginia Beach.
Más información
CAIMARI, Lila. El mundo al instante: noticias y temporalidades en la era del cable submarino (1860-1900). Redes, 2015, 21, 40, p. 126-145.
CALVO CALVO, Ángel. Los cables submarinos: una rama emergente en la ingeniería civil en el siglo XIX. Quaderns d’història de l’enginyeria, 2002-200, 5, p. 200-212.
FERNÁNDEZ, Yubal. Así es el mapa de todos los cables submarinos que le dan forma a Internet. Xataka, 2018.
GARCÍA, Rocío. Cables submarinos que conectan Internet: mapa y listado. AZAdsl Zone, 2023.
Historia del cable submarino y los buques cableros españoles, 2007.
Quién se ocupa de colocar los cables submarinos que conectan el mundo a Internet. Maldita.es, 2020.
Reblogueó esto en ausevor.
Me gustaMe gusta