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Posts Tagged ‘Europa’

Esta semana traemos una entrada que puede sorprender. Nos acercamos a la historia marítima a través de unos personajes conocidos desde hace años. Son los pequeños juguetes llamados playmobil o, más familiarmente, clicks. La exposición «Un mar de siglos» del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA), con sede en Cartagena, estará abierta hasta el mes de agosto. Hace un recorrido que se inicia en la Prehistoria y atraviesa tanto la época fenicia como la romana, pasando después a la Edad Media y al siglo XIX, hasta llegar a nuestros días.

Tiene dos peculiaridades que la hacen distinta de muchas otras: una es que la historia marítima es el objeto principal y también el motivo de la exposición. También se recrea en siete escenarios protagonizados por las figuras playmobil, que son las que se utilizan para exponer la relación entre el mar Mediterráneo y las distintas culturas que lo han habitado a lo largo de los siglos.

Debido al nivel de descripción y de detalle, los visitantes pueden descubrir e identificar elementos propios de la navegación o del modus vivendi en las costas de cada época o civilización. Obviamente, no se trata de una exposición comercial, sino que son auténticos dioramas creados por coleccionistas e instituciones, que de manera altruista pretenden difundir y atraer, en un primer momento a las nuevas generaciones, para conocer y reconocer pasajes de la historia con un fin lúdico y educativo. Pero, además, también atrapan al resto provocando sensaciones que van desde la nostalgia a la admiración.

Parte del diorama que representa la época fenicia. ARQUA

Uno de los primeros pueblos conocidos por ser grandes navegantes fueron los fenicios. Su ímpetu comercial les llevó por todo el Mare Nostrum, llegando incluso a las islas británicas. Recientes trabajos han sacado a la luz muestras de dos tipos de naves, de uso y porte distinto, que utilizaban. Unos eran grandes barcos mercantes (gaulos o gauloi), utilizados en el comercio a grandes distancias. Los otros, conocidos por su nombre griego como hippos o hippoi, eran para la guerra, pero que también se utilizaban para el comercio a menor escala, como los pecios encontrados en Mazarrón.

Pecio Mazarrón 2, restos de un barco fenicio. Fuente

Cuando el imperio romano dominaba el Mediterráneo, el Mare Nostrum se convirtió en un gran mercado por el que podían transitar libremente productos desde todas partes del Imperio. En este contexto, los puertos se convirtieron en una de las principales vías de comunicación e intercambio comercial y cultural de la creciente Roma. Los barcos que realizaban estas grandes rutas solían transportar en su interior mercancías como el vino galo e hispano, el trigo egipcio, los tejidos orientales, el aceite del valle del Guadalquivir o los salazones del área del Estrecho. En la escena de la exposición aparece una corbita, la nave mercante por excelencia, pero también otras que, a pesar de ser de menor tamaño, fueron igual de importantes, como las pequeñas embarcaciones fluviales (naves caudicariae) utilizadas para el transporte final por el río Tiber hasta Roma.

Naves romanas. ARQUA

Durante la Edad Media, una vez que el imperio romano ha desaparecido, los barcos característicos de este período son la galera y la coca. La galera era una nave de combate heredera de las tradiciones latinas previas, muy adaptada a navegar por el Mediterráneo. En ella se combinaban las filas de remeros con el uso de la vela latina. Su silueta era fácil de identificar, tanto porque se podían ver a los galeotes remando como porque era larga, estrecha y contaba con un bajo francobordo. La coca, de origen atlántico, fue el barco de transporte por antonomasia. Propulsada a vela, se trataba de una embarcación cuyo aparejo se componía de tres palos, cada uno de los cuales portaba una vela latina. Era de alto bordo, corta eslora y amplia manga, con una o varias cubiertas. Se dedicaban tanto al comercio como a la guerra y también se usaban para el transporte de caballos.

Durante la Edad Moderna la galera se sigue usando como nave de guerra. De hecho, el siglo XVI puede calificarse como el más importante para la Monarquía Hispánica en el devenir de estas embarcaciones, convertidas en un elemento fundamental en la política naval mediterránea, y cuyo máximo exponente fue la conocida batalla de Lepanto. Pero una vez que se llega a América se abre un enorme océano que es necesario cruzar para alcanzar el nuevo continente. Así, la galera fue sustituida por carabelas, carracas y galeones, para evolucionar tiempo después como fragatas y navíos.

Ya en el siglo XIX el Mediterráneo es surcado por grandes barcos de vapor, pero también por pequeñas embarcaciones de pesca y de recreo. Algunos transportaban pasajeros dentro del propio mar, otros sólo lo cruzaron para dirigirse a los océanos Atlántico e Índico. Muchas de estas naves fueron magníficamente dibujadas por Rafael Monleón y por Antonio Pinto Basto. Existen igualmente, importantes colecciones, recogidas por oficiales ilustrados, en las que se pueden encontrar alusiones textuales a todas ellas.

Diorama que representa el siglo XIX. ARQUA

Los playmobil son juguetes que disponen de colecciones muy variadas, con una gran diversidad de elementos en cada una de ellas, lo que los hace idóneos para la creación de pequeños mundos temáticos. Desde la década de los 70, han acompañado en su crecimiento a varias generaciones. No sólo ofrecen diversión y entretenimiento, sino que también pueden ayudar a fomentar el aprendizaje y el desarrollo de habilidades en los niños, estimulando su creatividad y su imaginación. En este sentido, en el mismo museo, se imparten talleres y cuentacuentos sobre la Historia con playmobil.

Para acabar

Inicialmente puede parecer destinada sólo a los más pequeños, dado el uso de las conocidas figuritas, pero los escenarios son realmente dignos de poder admirar, ya que se puede ver la faceta marítima de estas importantes culturas.

También es otra manera de reconocer y tomar conciencia de la importancia del mar, no sólo a lo largo de la historia de la Humanidad, sino también en el presente y el futuro, para darse cuenta de la necesidad de conseguir un mundo más sostenible. Muy recomendable verla tanto en familia como de manera individual.

Nota: Las imágenes de la exposición han sido facilitadas por el ARQUA, el resto son del blog de la Cátedra de Historia y Patrimonio Naval.

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La historia naval de la primera mitad del siglo XX es muy distinta a la de épocas anteriores. Dos guerras mundiales protagonizaron un panorama que inicialmente se presentaba como halagüeño. Son múltiples los acontecimientos que tuvieron lugar en el período de entreguerras. Por ello vamos a ir explicando en sucesivas entradas algunos de los más impactantes, y no sólo porque en ellos se ganaran o perdieran batallas navales, sino porque el desarrollo de los hechos fue distinto y se sucedieron acciones relevantes dignas de ser conocidas fuera de los ámbitos bélicos.

SMS Moltke en Scapa Flow (B. Forbes Collection). Fuente

El fin de la flota alemana de la I Guerra Mundial

Esta semana dedicamos la entrada a tratar uno de los hechos más sorprendentes que tuvieron lugar durante la Primera Guerra Mundial (I GM). Sucedió en el puerto de Scapa Flow (Islas Orcadas, al norte de Gran Bretaña). Esta localidad era la base de la flota británica y tras firmarse el tratado de paz por el que Alemania perdía la guerra, se acordó que ésta entregaría toda sus buques de guerra.

Imagen de época de Scapa Flow en la que se pueden ver algunos de los buques alemanes. Fuente

Así, en las afueras del puerto estaban reunidos más de 70 buques alemanes, tripulados por una pequeña parte de la dotación habitual, a la espera de que los responsables de los países aliados decidieran su destino y cómo se iban a repartir entre los vencedores. Entre ellos había 10 acorazados, 13 cruceros y 44 destructores.

Localización de la flota alemana retenida en Scapa Flow. Fuente

Como esta decisión tardó en llegar, a la flota alemana allí reunida le dio tiempo a reaccionar, y ante la mirada atónita de los marinos ingleses, los tripulantes germanos decidieron hundir sus propios barcos para evitar que cayeran en manos de los que ellos consideraban sus enemigos. A la orden de «Párrafo once. Confirmar», el 21 de junio de 1919, fueron hundidos casi todos, aunque los británicos consiguieron salvar unos cuantos. No era la primera vez que un hecho así acontecía (ni tampoco la última), pero sí que fue la mayor pérdida de barcos en un solo día ocurrida hasta ese momento.

Situación de algunos de los buques más grandes de la flota alemana retenida en Scapa Flow. Fuente

Pero esta historia verídica no acaba aquí. Años después los restos de los buques fueron izados del fondo. Durante las décadas de 1920 y 1930, muchos de los barcos fueron rescatados por contratistas comerciales, posteriormente desguazados y vendidos como chatarra. Los siete barcos hundidos que quedaron están clasificados como monumentos o sitios arqueológicos de importancia nacional que reciben protección.

Material para submarinos de la II Guerra Mundial

Triste fin que tendría un diabólico uso cuando Hitler adquirió parte de esos restos para fundirlos y con ellos poder construir los famosos U-boats, los submarinos que volaron más barcos aliados que ninguna otra máquina de guerra. Uno de ellos, que se supone hecho con algunos de los restos de la flota alemana de la I GM, el U 47, entró en el puerto donde años atrás estuvo retenida la flota germana y hundió uno de los barcos británicos allí fondeados, el acorazado HMS Royal Oak, que además era uno de los pocos que había sobrevivido a la batalla de Jutlandia (I GM).

Más información

ÁLVAREZ, Jorge. Cómo Alemania hundió toda su flota al final de la I Guerra Mundial. La Brújula Verde, 2020.

HEATH, Kevin, et al. Scapa Flow Underwater Salvage Sites Survey: Phase 2 Report. 2019.

KONSTAM, Angus. Scapa Flow: The defences of Britain’s great fleet anchorage, 1914-45 [Fortress title 85]. Osprey Publishing 2009.

MARDER, Arthur. From the Dreadnought to Scapa Flow: Volume II: To The Eve of Jutland 1914-1916. Seaforth Publishing, 2014.

McCARTNEY, Innes. SCAPA 1919: The Archaeology of a Scuttled Fleet. Bloomsbury: Osprey. 2019.

MOLLÁ AYUSO, Luis. El tesoro de Scapa FlowRevista General de Marina, 2018, 274, 1, p. 17-29.

OXLEY, Ian. Scapa Flow and the protection and management of Scotland’s historic military shipwrecks. Antiquity, 2002, 76, 293, p. 862-868.

VAN DER VAT, Dan. The Grand Scuttle: The Sinking of the German Fleet at Scapa Flow in 1919. Edinburgh: Birlinn Limited, 2012.

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Los nuevos descubrimientos y las expediciones a tierras incógnitas ampliaron la imagen convencional de la Tierra. En tiempos anteriores la mirada estaba en el Este, queriendo captar el mar Mediterráneo o alguna de sus zonas. Los magníficos y únicos portulanos así lo hicieron. Pero todo había cambiado radicalmente. La forma de realizar cartas náuticas en Mallorca, Génova, Venecia y Cataluña en el período inmediatamente anterior era la referencia para los cosmógrafos posteriores

Un nuevo continente de repente «apareció» para las embarcaciones ibéricas. Los viajes a América hacían necesario contar con la cartografía más adecuada para poder llegar de la forma más segura posible. Sin embargo no existían cartas náuticas para ello. El Atlántico estaba cambiando los principios básicos, por lo que la cosmografía ibérica del Renacimiento tuvo que adaptarse a los nuevos desafíos planteados por los descubrimientos oceánicos.

El portulano de A. Cresques, s. XIV, que representa el Mediterráneo. Fuente

El antecedente más cercano, la carta de Juan de la Cosa

Aunque una parte de la historiografía vincula la existencia de la primera carta que reflejó los nuevos descubrimientos con el cargo de Piloto Mayor de la Casa de Contratación, autores como Polo (2016) sostienen que la idea de generar un único mapa que fuera una compilación de los existentes, fue del obispo Fonseca, años antes. Juan Rodríguez de Fonseca era un hombre cultivado y conocedor de los avances científicos de su época, que desde 1493 había sido el organizador de las flotas de la corona, tanto militares como de colonización. Bartolomé de las Casas dijo de él que “era muy capaz para mundanos negocios, señaladamente para congregar gente de guerra para armadas por la mar”.

Cuando Colón volvió de su tercer viaje en 1499, proporcionó a Fonseca una copia de la derrota y de la costa que el Almirante descubrió, dibujada por él mismo. Ese mismo año le pidieron que confeccionara un mapa que incluyera todos los nuevos descubrimientos. Fonseca seleccionó a los expertos en cartografía que lo llevarían a cabo, Andrés Morales y Juan de la Cosa. Un año después estaba ya hecho un mapa, denominado de Juan de la Cosa, que es un claro antecedente de esa carta única que debía contener toda la información cartográfica nueva.

Carta de Juan de la Cosa, del año 1500. Fuente

El dominio náutico del Atlántico condujo a la conquista cartográfica del Nuevo Mundo

Con la «entrada» del nuevo continente en el mapa todo tuvo que variar. Había un océano a la izquierda, desconocido y tenebroso, que era necesario cruzar para llegar a América. Los esfuerzos se concentraron en reunir datos útiles y levantar cartas para el cálculo de las derrotas ultramarinas. Así nació la idea de confeccionar un mapa lo más amplio y actualizado, el Padrón. Los navegantes apenas tenían información útil para atravesar el enorme océano que los separaba de América. Llevar a cabo una carta inventario que contemplara todas las tierras descubiertas y las localizara de manera unívoca era más que necesario. Por lo tanto, la idea real de obtener un Padrón, que surgió en 1508, significaba contar con un modelo único para levantar las cartas de marear, y que todas formaran parte de un mismo plan. Así, Fernando el Católico encarga a Américo Vespucio, recién nombrado Piloto Mayor, la creación del Padrón Real, el mapa de la expansión ultramarina, donde deberían aparecer todas las líneas de costa descubiertas y los puntos identificados hasta ese momento.

Según esta orden real, todos los navegantes de Indias estaban obligados a informar al Piloto Mayor de todo lo que encontraran, ya fueran nuevas tierras o islas «para ponerlo» en el Padrón Real, con objeto de recogerlos y reunirlos, para que los navegantes estuvieran mejor informados en sus viajes. Estuvo activo hasta 1606.

Un navío dibujado en las aguas del O. Atlántico. Atlas Vallard. Fuente

De esta manera, cuando un nuevo barco zarpaba, se le proporcionaban las cartas que se copiaban del mapa maestro o Padrón. 

Mapa de Diego Ribero 1533. Fuente: Real Academia de la Historia.

Para acabar

Las monarquías ibéricas (tanto España como Portugal) entendieron perfectamente el poder de la cartografía a la hora de explorar, explotar y mantener su vasto imperio de ultramar. El Padrón Real se hizo para garantizar la seguridad de la navegación y sirvió para asegurar la estandarización de nuevos conocimientos geográficos. A la vez dio luz a una nueva forma de organizar la información espacial en la era moderna.

Más información

CEREZO MARTÍNEZ, Ricardo, et al. La cartografía andaluza originada en el padrón real[sic]. Universidad Internacional de Andalucía, 1991.

CUESTA DOMINGO, Mariano. El Padrón Real y la imagen de un mundo en crecimientoRevista General de Marina, 2022, vol. 283, no 8, p. 285-316.

GARCÍA REDONDO, José Mª. Cartografía e Imperio. El Padrón Real y la representación del Nuevo Mundo. Madrid: Ediciones Doce Calles, 2018.

POLO MARTÍN, Bárbara. ¿Cuándo y cuál fue el verdadero Padrón Real?Biblio3W Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, 2016.

PORTUONDO, María M. La ciencia secreta: la cosmografía española y el nuevo mundo. Chicago: The University of Chicago Press, 2009. 

SÁNCHEZ, Antonio. D’une carte inexistante à un empire colonial. La cosmographie de la Renaissance sous la Monarchie espagnole à partir du Padrón RealL’Atelier du Centre de recherches historiques. Revue électronique du CRH, 2017, 17.

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El origen del nombre de esta embarcación está en la costa de Liburnia, una zona del Adriático (hoy Croacia), cuya localización se puede ver en la imagen siguiente (mapa de Cluverio, s. XVI-XVII). Allí existían grupos de piratas que atacaban a los navegantes.

Los piratas croatas, según Plutarco, poseían una serie de características que los hacían difíciles de vencer, tales como su experta tripulación, valiente y fuerte, que estaba acostumbrada a los saqueos y secuestros; igualmente contaban con experimentados pilotos, así como con barcos rápidos y ligeros, que según las fuentes eran más de un millar. Sin embargo, pese a la dificultad de la empresa, en tan sólo tres meses, el general Pompeyo (s. I a.C.) llevó a cabo su cometido y capturó (o destruyó) más de 800 embarcaciones piratas (Meirat, 1964). Cuando los romanos se adueñaron de todo el Mare Nostrum estos ataques cesaron y fueron ellos mismos los que adaptaron estas naves para su flota imperial.

Dibujo de una liburna. Fuente: D’Amato 2016

La nave llamada liburna

Era un tipo de embarcación ligera, rápida y maniobrable. Su forma alargada y afilada en la popa, estaba equipada con el rostrum, un mástil y dos filas de remos. No es nada fácil establecer unas medidas o formas estándar sobre una base científica firme, debido a que se terminó usando el termino liburnae para referirse a una nave de guerra, fuera o no la liburna originaria. Algunos autores como Rankov afirman que el mayor tamaño pudo estar en los 20 m de eslora y los 4 m de manga. Medas afirma que la liburna puede ser una evolución de los antiguos leños.

Liburna birreme. D’Amato 2016. Museo de Arqueología de Nápoles.

Los romanos la usaron a partir del siglo I a.C., debido a que era muy efectiva y fue la protagonista en la etapa imperial, pero especialmente tras la batalla de Actium (en el Oeste de Grecia), donde Octavio Augusto derrotó a Marco Antonio (año 31 a.C). Un autor romano, Vegecio, lo narra así:

“Varias provincias en ciertos momentos tuvieron mucho poder sobre el mar, y de hecho hubo varios tipos de naves. Mas, tras luchar Augusto en la batalla de Accio, al haber sido vencido Antonio con ayuda sobre todo de las liburnas, se puso en evidencia, con la experiencia de tantos enfrentamientos, que los barcos de los liburnos eran más aptos que los demás. De hecho, los emperadores romanos construyeron su flota de forma parecida y tomando el nombre de la formación de estas” (Veg. mil. IV 33) [Texto citado por Berchez 2010].

Liburna esculpida en la Columna de Trajano

En otro texto de Vegecio, en su obra «De re militari», aparecen unos párrafos dedicados a estas naves. Según este escritor, en la batalla de Actium llegaron a batallar liburnas de hasta seis ordenes de remos. Las mas grandes llevaban una falúa auxiliar cada una, que se usaban para sorprender a las naves enemigas, dar aviso de su aparición y descubrir sus movimientos.

«Para que no fuesen avistadas, los pertrechos e incluso los materiales que usaban para carenarlas iban pintadas de color verde pardo, parecido al de la mar, conocido como «veneciano». La marinería y los soldados de estas embarcaciones se vestían también de este color, para que de día, ni de noche fuesen descubiertos».

Reconstrucción en 3D de una liburna. La parte en color es la que está expuesta en el puerto de Civitavecchia. Fuente

En el puerto de Civitavecchia (Italia) se puede admirar la reconstrucción de parte de la proa de una liburna.

Parte de una liburna en el puerto de Civitavecchia. Fuente

La madera

La liburna se construía con varios tipos de madera, pero sobre todo con la de ciprés, pino cultivado o silvestre y abeto. Los clavos se prefería que fuesen de cobre, en lugar de los de hierro, porque duraban más, pues el «hollín se come rápidamente los clavos de hierro por el calor y la humedad», mientras que los «de cobre mantienen su propia sustancia incluso en el mar” (Veg. mil. IV 34).

Montanus, oficial de una liburna de la flota de Rávena. Fuente: Mantas 2013

Diversas fuentes históricas corroboran que portaba una vela latina, tal y como aparecen en las naves representadas en monedas de Claudio y Domiciano.

Para acabar

Actualmente se está construyendo una liburna siguiendo la información existente sobre las antiguas naves que surcaban el Mediterráneo romano. Tendrá 37 metros de eslora y 7 de manga, y contará con dos órdenes de remos. El proyecto corre a cargo de dos carpinteros de ribera, Francesco Carmosini y su hijo Óscar, y cuenta con otros apoyos institucionales y empresariales. Una vez acabada la liburna, se exhibirá en el área inmediatamente adyacente al Museo delle Navi, cerca del aeropuerto de Fiumicino y a pocos metros de la dársena del puerto imperial de Trajano, creando un auténtico parque didáctico-científico en un área privilegiada para poder entender cómo fue el mundo marítimo en la antigua Roma.

Más información

BÉRCHEZ CASTAÑO, E. La liburna en el contexto de la flota romana. Liburna, 2010, 4, p. 69-87.

BORŠIĆ, Luka; DŽINO, Danijel & ROSSI, Irena Radić. Liburnians and Illyrian Lembs: Iron Age Ships of the Eastern Adriatic. Archaeopress Publishing Ltd, 2021.

D´AMATO, Raffaele. Buques de guerra imperiales romanos (27 a.C.-193 d.C). Oxford: Editorial Bloomsbury, 2016.

MANTAS, Vasco. O valor do poder naval na Antiguidade Clássica: o exemplo romanoSimpósio de História Marítima: o poder do mar na história, 2013, 11, p. 1-44.

MEDAS, Stefano. La navigazione tardo-arcaica in Adriatico: l’iconografia navale e la peculiarità della tradizione nauticaCuadernos de Prehistoria y Arqueología, 2016, 42, p. 143-166.

MEIRAT, Jean. Marines antiques de la Méditerranée. Paris: Fayard, 1964.

PITASSI, Michael. Roman Warships. Woodbridge: Boydell & Brewers, 2011.

RANKOV, Boris. Roman shipsheds and Roman ships. Memoirs of the American Academy in Rome. Supplementary Volumes, 2008, 6, p. 51-67.

RANKOV, Boris. Ships and Shipsheds. In: BLACKMAN, David & RANKOV, Boris (eds.). Shipsheds of the Ancient Mediterranean. Cambridge: University Press, 2013, p. 76-101.

ZANINOVIĆ, Marin. Liburnia militarisOpvscvla Archaeologica, 1988, 13,1, p. 43-67.

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Rodeada por el mar Egeo y situada en el golfo de Argos está Nauplia (o Nafplio), una zona marítima muy antigua que ha estado habitada desde los periodos heládico y micénico. Ya en el siglo VII a.C. se constituyó como una urbe independiente. Hacia el año 600 a.C. fue conquistada por una importante ciudad estado, Argos. A partir de ese momento se convirtió en su zona portuaria. Se conoce también como Napoli di Romania. En sus orígenes mitológicos había sido fundada por el hijo de Poseidón, el dios del mar.

Los venecianos la tomaron en 1460. Unos años más tarde cayó en manos turcas, para ser reconquistada por los venecianos en 1586, y en esos momentos se convirtió en el cuartel general de esta nación. Dependió de esta república hasta 1715 (cuando se llamó Napoli di Romania), y en unos años pasó de nuevo a dominio turco hasta 1822, cuando este imperio se rindió a los griegos, tras un largo bloqueo. En abril de 1826, la comisión de gobierno griega celebró aquí sus sesiones y la convirtió en su primera capital, ya que sólo a partir de ese momento Grecia se pudo convertir en una nación independiente.

Vista de Nauplia, con la isla al norte

A lo largo de estos diversos dominios territoriales se fueron levantando fortalezas e importantes edificios. Vamos a conocer algunos que han sobrevivido y que fueron de uso marítimo.

Nauplia en una ilustración de 1699. Fuente

El castillo del Mar: una construcción con forma de barco

Nauplia tiene en las cercanías una pequeña isla llamada Bourtzi, en la que se construyó el castillo del mar, a fines del siglo XV. Su primer arquitecto fue Antonio Gambello, originario de Bérgamo (Italia), y fue acabado por el ingeniero Brancaleone. Cuando pasó a manos de los venecianos, ya en el siglo XVII, se agregaron una torre y varios baluartes, lo que le dio el aspecto de barco que tiene hoy. Bajo dominio turco se mejoró su edificación y se rodeó el fuerte con una barricada submarina de piedras (porporella) para impedir la aproximación de grandes barcos. Se abastecía de agua gracias a un gran depósito circular, a modo de cisterna, que se encontraba en el sótano, debajo de la torre. Durante la fase revolucionaria griega, en el siglo XIX, el Bourtzi era conocido como la torre marina (Thalassopyrgos).

La isla vista desde la otra parte de la costa. Fuente

La cadena que unía ambas orillas

En la época de la primera ocupación veneciana se había construido un malecón donde ahora se encuentra la costa moderna, dejando solo un estrecho canal entre él y la isla. Allí se instaló una cadena móvil que conectaba la parte continental con la isla de Bourtzi y que se cerraba por la noche para proteger la ciudad de los invasores y de los piratas que llegaban por mar. Por eso el puerto se llamó Porto Catena (puerto con la cadena).

La Acronauplia

En estas tierras existe una península rocosa que estuvo habitada desde la prehistoria. Quedan evidencias de las antiguas murallas poligonales del siglo IV a.C. También hay restos fortificados de épocas helenística y bizantina. Se conoce además como Akronafplia.

Los bizantinos levantaron en ella el Castillo Dei Greci. Cuando los francos invadieron esta península en la Edad Media la dividieron de dos recintos, a los que llamaron castillos. En el centro estaba el Castello di Franchi, residencia de los líderes y cuartel general. También mandaron construir una muralla que separara ambas edificaciones y una torre cuadrada. Al este del primer castillo los venecianos unieron un nuevo reciento, el Castillo di Toro, que todavía puede visitarse.

El fuerte de Palamidi

Situado en la colina del mismo nombre, se comenzó en los inicios del siglo XVIII. Fue diseñado por Giaxich y Lasalle usando un sistema de baluartes autónomos que se apoyaban y defendían mutuamente, conectados entre sí por un muro. El fuerte de Palamidi se ha conservado en excelentes condiciones y actualmente está considerado como uno de los mayores logros de la arquitectura de fortificación veneciana.

Napoli di Romania, de François Dubuisson, 1698. Fuente: Gallica

Desde Palamidi comenzó la liberación de la ciudad frente a los turcos. El 29 de noviembre de 1822, una unidad de rebeldes griegos lanzó un ataque sorpresa y se apoderó del fuerte. Se iniciaba así la formación de Grecia como un país independiente.

Más información

FRULLINI, Stefano. Politics and Landscape in the Argive Plain after the Battle of Sepeia. The Journal of Hellenic Studies, 2021, 141, p. 1-26.

KIEL, Machiel. Corinth in the ottoman period (1458-1687 and 1715-1821). The afterlife of a great ancient Greek and roman metropolis. Shedet, 2016, 3, 3, p. 45-71.

ROEBUCK, Carl. Argos and the Argolid. From the End of the Bronze Age to the Roman Occupation. Gnomon, 1975, 47, p. 486-490.

ZÄH, Alexander, et al. Venezianische Baugeschichte von Nauplia 1686-1715. Südost-Forschungen, 2009, 68, p. 138-183.

ŽMEGAČ, Andrej. The Venetian fortress of Palamida, Greece. The Venetian fortress of Palamida, Greece, 2018, p. 113-129.

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Las Cícladas son un fascinante archipiélago que está constituido por un grupo de islas esparcidas por las aguas del Mar Egeo (Este del mar Mediterráneo). Su nombre deriva de la palabra griega cyclos (círculo) y tiende a identificar la posición alrededor de la isla de Delos, dedicada en la Antigüedad al dios Apolo. Algunas son muy conocidas, como Santorini y Mykonos.

Las Cícladas. Fuente

Las Cícladas fueron el lugar de nacimiento de una de las más importantes civilizaciones del Mediterráneo. Las islas tuvieron una cultura distintiva, tanto a principios como a mediados de la Edad del Bronce. Era esencialmente marítima y, aunque contaba con producción propia, también se encargaba de distribuir mercancías procedentes de otros lugares.

El comercio de cabotaje que practicaban hizo posible que algunos de los productos de elaboración cicládica llegaron a muchos otros puntos del Mediterráneo oriental, navegando incluso, según algunos autores, hasta las islas Baleares. A pesar de que el mar era un medio fundamental en las Cícladas, los isleños no dependieron completamente de la navegación, ya que buena parte de sus territorios eran suelos agrícolas muy fértiles, en los que cultivaban vid o trigo. La calidad de sus vinos era muy conocida y alabada.

Fragmento de obsidiana

Para el comercio y el transporte entre islas se usaban embarcaciones, de mayor o menor tamaño según el fin a que estaban destinados, y últimamente se ha descubierto que también tenían un uso ceremonial. Existen evidencias de asentamientos humanos desde el año 5000 a.C., muy probablemente eran viajeros procedentes de la zona de Anatolia (Turquía). Una de las materias primas más importantes de las islas era la obsidiana (o vidrio volcánico), que se utilizaba para cortar y se exportaba a todo el Egeo. Se intercambiaba además plomo, cobre y mármol, lo que condujo a una cierta prosperidad, que duró toda la Edad del Bronce. Vamos a conocer sus etapas:

  • Al principio de esta época (c. 3000-2200 a.C.) aparecieron pequeñas comunidades pesqueras y rurales en el archipiélago. El pescado era una fuente de alimentación importante, especialmente el atún y la perca.
  • En la Edad del Bronce media (c. 2200-1700 a.C.) se produjo un aumento del tamaño y la sofisticación de los asentamientos y se logró un urbanismo más regular.
  • En la Edad de Bronce tardía (c. 1700-1000 a.C.), la cultura de las pequeñas islas pierde su carácter distintivo y recibe una mayor influencia de la Creta minoica y, a partir del 1400 a.C., de la civilización micénica de la Grecia continental.

Las naves cicládicas

Esta cultura marinera usaba distintos tipos de naves. Lo que se conoce ha sido transmitido a través de los grafiti que dejaron en cuevas y refugios. Los investigadores concluyen que las pequeñas embarcaciones monóxilas (hechas con un solo tronco) se construyeron en las islas que contaban con pocos habitantes, mientras que los más grandes daban servicios a asentamientos más numerosos. La forma de avance utilizada eran unos remos.

Se ha hecho estudios acerca de los derroteros utilizados y parece que era habitual la navegación entre las islas y que en momentos propicios del año viajaban hasta los confines de su mundo conocido.

En la proa, según los dibujos, se situaba un prótomo (figura que adornaba la proa), que solían ser representaciones de peces, tal y como puede apreciarse en la figura siguiente.

Dibujos obtenidos de las fuentes primarias de época (grafitis). Fuente: Renfrew 2007

Dado que las islas estaban habitadas por pequeñas poblaciones, los barcos más grandes eran menos frecuentes, especialmente porque era necesario contar con un importante número de remeros. Las naves de menor tamaño eran mayoría, ya que las mercancías con las que se negociaba no requerían mucho espacio. Hay que recordar también que la navegación no era favorable en todas las épocas.

Así para las naves más grandes, de unos 20 metros de eslora, el tiempo para la navegación era corto, porque los remeros debían atender también sus labores agrícolas. Eso significaba que había dos periodos de unas dos semanas en los que era propicia, casi siempre con una navegación de cabotaje, que les permitía llegar a unos 200 kilómetros. Teniendo en cuenta que había muchas islas en las inmediaciones, era relativamente fácil ir de costa a costa hasta llegar al destino.

El nacimiento de un misticismo marinero

Existen indicios que nos hacen suponer la existencia de una religiosidad en el ámbito mediterráneo, surgida en torno a estas islas, y que se relaciona con las primeras expediciones de sus habitantes a través del mar que los rodeaba. Algunos autores afirman que en las Cícladas se practicaba el culto a una Diosa Madre, que garantizaba la fecundidad humana, de tierras y mares. Sin embargo, los hallazgos arqueológicos sólo han evidenciado de manera parcial estas prácticas religiosas. Son necesarios más trabajos de investigación y excavaciones para poder afirmar claramente su existencia.

Restos de las estatuillas encontradas. Fuente: Renfrew 2007

Más información

BROODBANK, Cyprian. Longboat and Society in the Cyclades in the Keros-Syros Culture. American Journal of Archaeology, 1989, 93, 3, p. 319-337.

Cícladas. World History Enciclopedia en español.

CLINE, E.H. The Oxford Handbook of the Bronze Age Aegean. Oxford: University Press, 2012.

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