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Por Marina Ortiz, Grado en Gestión de Información y Contenidos Digitales

En la década de 1930, en medio de la creciente tensión política y militar, el imperio de Japón emprendió la construcción de un gigante de acero que desafiaría todos los convencionalismos de la guerra naval. Este gigante fue el acorazado Yamato, una maravilla de la ingeniería de su época.

Con un tamaño que eclipsaba a cualquier otro buque de guerra y un armamento que era inigualable, no era solo un barco, sino un testimonio de la habilidad de sus creadores. La construcción de este coloso es un capítulo fascinante en la historia de la ingeniería naval, que demuestra el alcance del ingenio humano cuando se enfrenta a los desafíos provocados por los conflictos bélicos.

Acorazado Yamato. Fuente

El diseño

El diseño corrió a cargo de Keiji Fukuda y su equipo de ingenieros de la Armada imperial japonesa. Se construyeron dos acorazados de esta clase, el Yamato y el Musashi, y un tercero, el Shinano, que fue convertido en portaaviones durante su construcción.

El Yamato contaba con una eslora de 263 metros, una manga de 38,9 metros y un desplazamiento total de 65.027 toneladas. Era el acorazado más grande jamás construido. Su diseño tenía un objetivo claro: proporcionar potencia y protección. Para lograr esto, los ingenieros japoneses implementaron una serie de características novedosas.

Una de las más distintivas del Yamato era su casco bulboso. Este diseño ayudaba a reducir la resistencia hidrodinámica, lo que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 27 nudos, a pesar de su gran tamaño. Asimismo, también contaba con un sistema de aire acondicionado que se extendía por varias áreas del buque, aunque no llegaba a los alojamientos de la tripulación.

Planos de construcción del Yamato. Fuente

La coraza también era única. Su cinturón blindado tenía un grosor de unos 410 mm, lo que lo hacía prácticamente inmune a los proyectiles de la mayoría de los cañones navales de la época. Además, su cubierta blindada tenía múltiples capas, diseñadas para detonar proyectiles antes de que pudieran penetrar en el interior del buque.

Otra característica destacada era su sistema de propulsión. Contaba con cuatro conjuntos de turbinas de vapor, cada uno de ellos alimentado por una combinación de calderas de aceite y carbón, lo que le proporcionaba una potencia impresionante de navegación.

Ilustración del acorazado Yamato. Fuente

El Yamato, a pesar de su enorme tamaño y peso, tenía una sorprendente maniobrabilidad. Gracias a su sistema de doble timón y a su diseño hidrodinámico podía realizar giros y cambios de rumbo de manera eficiente, aunque el timón auxiliar delantero tuviese limitaciones en su capacidad para maniobrar el buque.

Vista aérea en la que se puede ver el acorazado japonés Yamato (centro inferior) y otros barcos, que maniobran mientras son atacados. Fuente

Armamento

El buque estaba equipado con nueve cañones de 460 mm, los más grandes jamás montados en un buque de guerra. Cada uno podía disparar proyectiles que pesaban más de una tonelada a una distancia máxima de 42 km. Además, llevaba numerosas piezas secundarias: doce cañones de 155 mm, veinticuatro de 127 mm y una gran cantidad de antiaéreos de menor calibre

Dada la potencia de su armamento principal, cualquier objeto montado sobre la cubierta podía sufrir daños cuando los cañones de 460 mm abrían fuego. Por esta razón todas las posiciones de artillería antiaérea estaban blindadas. Los hidroaviones de reconocimiento tenían su propio hangar cerrado

Plano parcial del Yamato. Triple torreta Tipo 94, 46cm/45cal. Fuente

Construcción

Durante la construcción del Yamato, en 1937, el imperio japonés llevó a cabo medidas excepcionales para mantener el proyecto en secreto y evitar que cualquier detalle llegara a las potencias extranjeras. Los astilleros de Kure, donde se construyó, estaban cubiertos para ocultar la silueta del buque. También estaban rodeados por redes de camuflaje para evitar la visión desde el aire. Además, todos los trabajadores tenían estrictas órdenes de no revelar ningún detalle del proyecto. Incluso después de su botadura, las especificaciones exactas del Yamato se mantuvieron en secreto hasta el final de la II Guerra Mundial y algunas se han conocido tras encontrar el pecio.

El Yamato en el dique seco hacia el final de su proceso de acondicionamiento. Fuente

Para acabar

El 8 de agosto de 1940, el Yamato fue finalmente botado, marcando el final de una de las construcciones de buques de guerra más impresionantes de la historia. Sin embargo, a pesar de su increíble poderío y su diseño innovador, tendría un destino trágico, sirviendo como un recordatorio de que incluso los gigantes más poderosos pueden caer.

El 7 de abril de 1945, en un intento desesperado por detener el avance de las fuerzas aliadas en Okinawa, el Yamato fue enviado en una misión de ataque. Sin embargo, fue interceptado por aviones y barcos enemigos. A pesar de su feroz resistencia, el acorazado fue alcanzado repetidamente por torpedos y bombardeado desde el aire. Finalmente, se hundió en aguas cercanas a la isla de Okinawa, llevándose consigo a la mayoría de su tripulación (unos 2000 hombres) y poniendo fin a la era de los acorazados como el centro del poder naval.

Localización del Acorazado Yamato. Fuente

A principios del siglo XXI se abrió el Museo Yamato cerca del antiguo emplazamiento de Kure, que contiene una enorme réplica 1:10 del acorazado, que mide 26,3 m de largo.​

Más Información

ALONSO, José L. y PEÑA, Juan M. El final de una eraENE, 2011. [Consultado en 18/06/2023]

ASAWAKA, Mariko & CALVITT, J. The Fog of War: American Perceptions of the Japanese Battleship Yamato. Paper presented at the annual meeting of the Florida Conference of Historians. Jacksonville University, 2004. [Consultado en 20/06/2023]

DICKINSON, W. David. I. J. N. Yamato. Warship International, 1975, vol. 12, no. 4, p. 294-318. [Consultado en 20/06/2023]

MATSUMOTO, Kitaro & CHICHAYA, Masataka. Design and Construction of the Yamato and Musashi. U.S. Naval Institute. 1953, vol. 79/10/608. [Consultado en 16/06/2023]

SKULSKI, Janusz. Battleships Yamato and Musashi. Bloomsbury Publishing, 2017. [Consultado en 16/06/2023]

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Les recordamos a nuestros lectores que durante este mes de agosto en el blog escogemos alguno de los temas ya tratados en las series temáticas (formadas por varias entradas) y repasamos lo más significativo. Esta semana está dedicada a los carteles anunciadores de viajes trasatlánticos de las compañías comerciales de transporte de pasajeros de los siglos XIX y principios del XX, que nos transportan a esa época y ofrecen información básica de cómo era aquel momento histórico.

Los últimos veleros

A mitad del siglo XIX la época de los grandes veleros se estaba acabando. El Cutty Sark, un mercante de la clase clíper que fue botado en 1869 para el transporte del té de China a Gran Bretaña, es el mejor ejemplo y uno de los más emblemáticos de su clase.

El Cutty Sark hoy convertido en barco museo situado en el puerto de Greenwich (Gran Bretaña). Fuente

Buques de vapor

Pronto empezaron a construirse los nuevos buques de vapor que sustituyeron a los de vela, pero de manera progresiva, ya que al principio aquéllos consumían gran cantidad de carbón, llevaban una maquinaria muy pesada y unas calderas de grandes dimensiones, que reducían considerablemente el espacio disponible para la carga. Conforme la tecnología naval perfeccionó su construcción, los buques de vapor fueron ganando terreno hasta ocupar todo el panorama mercante de la época. Gracias a ellos el tráfico marítimo mundial experimentó un gran crecimiento.

Las rutas transoceánicas

Con los nuevos avances aparecieron también una serie de rutas regulares que unían los continentes, dando lugar a viajes transoceánicos más rápidos y económicos. Por otra parte, para ampliar más este halagüeño panorama, con la apertura del canal de Suez en 1869 surgió la posibilidad de cruzar el mundo en menos de la mitad de tiempo, ya que evitaba la circunnavegación del continente africano para llegar al océano Índico.

El Great Eastern (1867). Fuente

Al principio, los viajes se hacían sobre todo con el objetivo de lograr una vida mejor, en solitario o con la familia. Las compañías comenzaron a buscar pasajeros usando unos carteles en los que se informaba de los desplazamientos, lugares, precios y fechas disponibles. La competencia por captar pasajeros se inició pronto, y en la pugna estaban una serie de empresas, algunas muy famosas. La White Star Line, dueña del Titánic y la Cunard son dos de las que mayor número de pasajeros europeos llevaron a otros continentes como América, Asia u Oceanía. Había otras muchas como la Compañía Trasatlántica Española (CTE) y la naviera Pinillos en España, Hamburg America Line (HAPAG) y Norddeutscher Lloyd en Alemania, entre otras (más compañías navieras aquí, p. 4).

Cartel de la empresa Cunard, anunciando dos de sus grandes buques. Fuente

Nuevos viajeros

Sólo cuando los grandes países receptores cerraron sus fronteras a la emigración, varió el tipo de pasajeros, dando paso a los cruceros de lujo. Ya en el siglo XX, las agencias de viajes comenzaron a buscar clientes con una fortuna lo suficientemente grande como para poder permitirse pagar enormes sumas de dinero por cruzar los mares en un trayecto de placer.

Como no eran muchos los pasajes de primera clase, éstos se completaban con otros de segunda y de tercera, más baratos y asequibles para quiénes viajaban por necesidad en busca de nuevos horizontes. En este tipo se enmarca el viaje inaugural (y también el último) del Titánic.

Precios de los pasajes de 1ª, 2ª y 3ª de la Compañía de Navegación por Vapor del Pacífico. Fuente

Algunos veleros que sobrevivieron

En pleno siglo XX también se conocen algunos intentos de mantener la navegación a vela, como el de Gustav Erikson, cuyas naves surcaron los mares del mundo incluso en las décadas de 1920, 1930 y 1940.  

Una muestra de la colección de carteles de G. Erikson, cuyos barcos de vela recorrieron el mundo en pleno siglo XX. Fuente

Pueden admirarse tanto las carteles de producción española como de otros países europeos, y algunas de sus características, en las distintas entradas hechas al respecto.

Más información

CARTER, Roberto. Windjammers de guerra: Los últimos días de una gran flota de vela. Señales, 2020, 133, p. 30-37.

MALONEY, Mary & DGRIMM, Stephanie. Cutty Sark: Globalization and Disruptive Technology in the 19th Century. SAGE Business Cases Originals, 2023.

RODRÍGUEZ GAMERO, Juan A. La vuelta al mundo en 80 carteles. Barcelona: Ecos, 2014.

SÁNCHEZ ALONSO, Blanca. La época de las grandes migraciones: desde mediados del siglo XIX a 1930Mediterráneo Económico, 2002, 1, p. 19-32.

VALDALISO, Jesús Mª. Entre el mercado y el Estado: la marina mercante y el transporte marítimo en España en los siglos XIX y XXTransportes, Servicios y Telecomunicaciones, 2001, 1, p. 55-79.

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La historia naval de la primera mitad del siglo XX es muy distinta a la de épocas anteriores. Dos guerras mundiales protagonizaron un panorama que inicialmente se presentaba como halagüeño. Son múltiples los acontecimientos que tuvieron lugar en el período de entreguerras. Por ello vamos a ir explicando en sucesivas entradas algunos de los más impactantes, y no sólo porque en ellos se ganaran o perdieran batallas navales, sino porque el desarrollo de los hechos fue distinto y se sucedieron acciones relevantes dignas de ser conocidas fuera de los ámbitos bélicos.

SMS Moltke en Scapa Flow (B. Forbes Collection). Fuente

El fin de la flota alemana de la I Guerra Mundial

Esta semana dedicamos la entrada a tratar uno de los hechos más sorprendentes que tuvieron lugar durante la Primera Guerra Mundial (I GM). Sucedió en el puerto de Scapa Flow (Islas Orcadas, al norte de Gran Bretaña). Esta localidad era la base de la flota británica y tras firmarse el tratado de paz por el que Alemania perdía la guerra, se acordó que ésta entregaría toda sus buques de guerra.

Imagen de época de Scapa Flow en la que se pueden ver algunos de los buques alemanes. Fuente

Así, en las afueras del puerto estaban reunidos más de 70 buques alemanes, tripulados por una pequeña parte de la dotación habitual, a la espera de que los responsables de los países aliados decidieran su destino y cómo se iban a repartir entre los vencedores. Entre ellos había 10 acorazados, 13 cruceros y 44 destructores.

Localización de la flota alemana retenida en Scapa Flow. Fuente

Como esta decisión tardó en llegar, a la flota alemana allí reunida le dio tiempo a reaccionar, y ante la mirada atónita de los marinos ingleses, los tripulantes germanos decidieron hundir sus propios barcos para evitar que cayeran en manos de los que ellos consideraban sus enemigos. A la orden de «Párrafo once. Confirmar», el 21 de junio de 1919, fueron hundidos casi todos, aunque los británicos consiguieron salvar unos cuantos. No era la primera vez que un hecho así acontecía (ni tampoco la última), pero sí que fue la mayor pérdida de barcos en un solo día ocurrida hasta ese momento.

Situación de algunos de los buques más grandes de la flota alemana retenida en Scapa Flow. Fuente

Pero esta historia verídica no acaba aquí. Años después los restos de los buques fueron izados del fondo. Durante las décadas de 1920 y 1930, muchos de los barcos fueron rescatados por contratistas comerciales, posteriormente desguazados y vendidos como chatarra. Los siete barcos hundidos que quedaron están clasificados como monumentos o sitios arqueológicos de importancia nacional que reciben protección.

Material para submarinos de la II Guerra Mundial

Triste fin que tendría un diabólico uso cuando Hitler adquirió parte de esos restos para fundirlos y con ellos poder construir los famosos U-boats, los submarinos que volaron más barcos aliados que ninguna otra máquina de guerra. Uno de ellos, que se supone hecho con algunos de los restos de la flota alemana de la I GM, el U 47, entró en el puerto donde años atrás estuvo retenida la flota germana y hundió uno de los barcos británicos allí fondeados, el acorazado HMS Royal Oak, que además era uno de los pocos que había sobrevivido a la batalla de Jutlandia (I GM).

Más información

ÁLVAREZ, Jorge. Cómo Alemania hundió toda su flota al final de la I Guerra Mundial. La Brújula Verde, 2020.

HEATH, Kevin, et al. Scapa Flow Underwater Salvage Sites Survey: Phase 2 Report. 2019.

KONSTAM, Angus. Scapa Flow: The defences of Britain’s great fleet anchorage, 1914-45 [Fortress title 85]. Osprey Publishing 2009.

MARDER, Arthur. From the Dreadnought to Scapa Flow: Volume II: To The Eve of Jutland 1914-1916. Seaforth Publishing, 2014.

McCARTNEY, Innes. SCAPA 1919: The Archaeology of a Scuttled Fleet. Bloomsbury: Osprey. 2019.

MOLLÁ AYUSO, Luis. El tesoro de Scapa FlowRevista General de Marina, 2018, 274, 1, p. 17-29.

OXLEY, Ian. Scapa Flow and the protection and management of Scotland’s historic military shipwrecks. Antiquity, 2002, 76, 293, p. 862-868.

VAN DER VAT, Dan. The Grand Scuttle: The Sinking of the German Fleet at Scapa Flow in 1919. Edinburgh: Birlinn Limited, 2012.

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Actualmente, cuando vemos un contenedor, nos parece habitual, pero cuando se inventó supuso una auténtica revolución en el transporte marítimo de mercancías. El interés comenzó a principios del siglo XX, cuando algunos transportistas comenzaron a plantearse lo que suponía cargar primero los productos en pequeñas cantidades o recipientes (sacos, cajas, barriles…) en su camión, transportarlos por tierra y luego llegar a puerto, volver a descargarlos para subirlos de nuevo en un buque, que al llegar a su destino tenía que volver a descargarse. Este proceso implicaba manipular la carga en pequeñas cantidades varias veces, lo que significaba invertir mucho tiempo y fuerza humana. Ello se traducía en cuantiosos costes que encarecían los precios y retrasaban su distribución.

Los inicios

El antecedente lejano del contenedor es el ánfora utilizada por fenicios y griegos. Posteriormente las mercancías, como dijimos anteriormente, se cargaban en pequeños recipientes. Ya en plena revolución industrial fue en la extracción minera del carbón donde nació la idea de conseguir mayor espacio de almacenamiento para el transporte. Las enormes cajas usadas eran de madera y servían para contener una enorme cantidad del mineral. Muy pronto se vio la necesidad de que estas cajas tuvieran una forma adecuada para poder apilarlas. Así en el siglo XIX se hicieron de hierro, ya que eran más resistentes y fáciles de transportar. Pero su manipulación todavía era bastante lenta, y peligrosa. También era fácil que se dañase o que pudiera robarse. Pero el mayor problema era que solo estaban navegando la mitad del tiempo, porque se invertía mucho tiempo en las tareas de carga y descarga en puerto.

Fuente Rodrigo, 2018

Fue ya en el siglo XX, y especialmente durante la II Guerra Mundial, cuando el desarrollo de los contenedores recibió un nuevo impulso. El ejército de los EE.UU. comenzó a utilizar unos grandes envases para acelerar las tareas de cargar y descargar, tanto maquinaria como suministros de guerra. Entonces se les llamaba ‘transportadores’, estaban hechos de acero y ya eran reutilizables.

El barco que compró McLean, el Ideal-X. Fuente

En 1955 fue un camionero estadounidense llamado Malcolm McLean quien les dio el empuje definitivo. Creía que estos nuevos sistemas de transporte de mercancías tenían futuro, y para ello compró una empresa de buques de vapor con la idea de transportar los camiones cargados a bordo. Esta idea estaba basada en que a menudo se producían daños durante la descarga y la recarga, con lo cual pensó que era bueno que también los propios camiones embarcaran. El Ideal-X fue uno de los primeros.

Pronto vio que los camiones pesaban mucho y que ello disminuía la posibilidad de cargar más mercancía. El siguiente avance fue construir sus vehículos en dos piezas (cabeza tractora y remolque). Así sólo se transportarían los remolques y utilizar cabezas tractoras para su posterior transporte por tierra. El primer barco zarpó con 58 contenedores a bordo desde Nueva York hasta Houston. Una vez allí, se cargaron en camiones y se entregaron a los destinatarios. En esos momentos el precio del transporte de una tonelada de carga se había reducido desde unos 6 dólares a unos 20 centavos. Estaba apareciendo un sistema que permitía utilizar al menos dos modos de forma integrada en la cadena de transporte, que hoy se conoce como intermodal.

Malcolm McLean, el inventor, frente a un portacontenedores. Fuente

Los contenedores marítimos se globalizan en las décadas de 1960 y 1970

A fines de la década de 1960, el gobierno de EE.UU. invitó a una empresa, Sea-Land Service, Inc., a enviar contenedores a Vietnam del Sur y McLean insistió en estandarizarlos para reducir la mano de obra y el tiempo invertido en el transporte por carretera. A mediados de la década de 1970, todas las líneas navieras utilizaban contenedores de envío más modernos. Era necesario acordar las medidas porque no todos los países usaban las mismas, lo que dificultaba el transporte internacional.

Posteriormente, ante esta necesidad, se adoptó la norma ISO-668 (hay una última versión del año 2022) y se fabricaron contenedores marítimos con tamaños estándar desde unos 33 m2 hasta 83 m2. Según esta, se fabrican conforme a unos estándares específicos que unifican, simplifican y mejoran la eficiencia de su utilización. También los hay especiales para líquidos y gases en forma de tanque, así como refrigerados (reefer), entre otros muchos.

Actualmente, están entrando en servicio buques portacontenedores con cada vez mayor capacidad de TEUs (unidad de medida de capacidad del transporte marítimo, que corresponde a la capacidad de carga de un container normalizado de 6,1 m de largo por 2,4 m de ancho y 2,6 m de altura), a título de ejemplo el Ever Given, conocido por su varada en el canal de Suez, puede manejar unos 20.000 TEUs.

Ya han entrado en servicio los primeros portacontenedores con capacidad superior a los 24.000 TEUs.


A pesar de que los contenedores han mejorado la seguridad del transporte de mercancías, a veces ocurren accidentes y caen al océano. Una muestra fue el Svendborg Maersk, de 346 metros de eslora, al que una tormenta sorprendió en el Golfo de Vizcaya. Tras este suceso informó que se habían perdido 520 contenedores. El número total estimado de las unidades que se pierden cada año no se conoce, pero está entre las 2.000 y 10.000.

Para acabar

Era una idea que hoy puede parecer simple, pero se trataba de conseguir un contenedor de medidas universales para que pudiera ser transportado en cualquier parte del mundo sin problemas de ajustes. Actualmente los containers son una realidad que permite una entrega más competente, segura y económica de los bienes transportados en buques, que actualmente suponen el 90% del transporte de mercancías de la economía mundial. Esta aparente simplicidad que han proporcionado los contenedores requiere, sin embargo, de la participación de profesionales cualificados.

Rutas actuales que siguen los grandes portacontenedores a lo largo del mundo. Fuente

Así la intermodalidad es la base de la logística de envíos. En el mismo momento que el que la carga llega a un puerto, ya está preparado todo un sistema para su descarga con grúas especializadas (portainers), lo que permite continuar su transporte en portacontenedores menores o el inicio del transporte terrestre. Hoy los puertos mas importantes del mundo están repletos de estas unidades, usadas por empresas como MSC, Grupo A.P. Moller-Maersk, CMA CGM, COSCO, Evergreen, entre otras muchas.

Más información

A brief history of shipping containers. Gateway Containers, 2015

ALVARIÑO CASTRO, Ricardo; AZPÍROZ, Juan José MEIZOSO FERNÁNDEZ, Manuel. El proyecto básico del buque mercante. Madrid: Fondo Editorial de Ingeniería Naval, 1997.

FRUEHAUF Trayler Historical Society. The first name in transportation [s. a.].

INFANTE PAEZ, Jair Duvan. Elemento de unión para contenedores de carga maritimos: uso de estructuras recicladas para construcción de edificaciones en altura. 2014. Tesis de Maestría. Universitat Politècnica de Catalunya.

LEVINSO, Marc. The box: how the shipping container made the world smaller and the world economy bigger. New Jersey: Princeton University Press, 2016.

LUBIANKO, P.; BONDZICH, S. & LADUTSKA, N. Containers, Their History and Role in Globalization. Proceedings of the 77th Student Scientific and Technical Conference. Belarusian National Technical University. Minsk: BNTU, 2021, p. 81-84.

NOTTEBOOM, Theo. Container shipping. The Blackwell Companion to Maritime Economics, 2012, p. 230-262.

RODRIGO DE LARRUCEA, Jaime. Manual del transporte en contenedor. Barcelona: Marge Books, 2018.

SLACK, Brian & FRÉMONT, Antoine. Fifty years of organisational change in container shipping: regional shift and the role of family firms. GeoJournal, 2009, 74, 1, p. 23-34.

TOMLINSON, John. History and impact of the intermodal shipping containerPratt Institute, 2009, 1, p. 1-8.

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Sobre este enorme barco se ha hablado y escrito mucho. En esta entrada queremos explicar el buque en su contexto y cómo fue su hundimiento, muy distinto al de su gemelo.

Cuando se construyó el famosísimo Titanic, el mundo occidental vivía una época de grandes logros tecnológicos que hacían pensar a algunos que las nuevas máquinas navales construidas eran invencibles. En el caso de los barcos mercantes, la publicidad de las navieras daba mucha importancia a su gran seguridad: afirmaban que sería imposible que se hundieran, gracias a su inmenso tamaño y a una compartimentación muy eficaz. Tenía un gemelo, el Olympic, que se realizó un poco antes. Ambos eran de la serie de los grandes transatlánticos de principios del siglo XX. Tras él se construyó otro bque inmenso, el Britannic, que tuvo un desenlace similar. Los tres eran propiedad de la compañía White Star Line.

Britannic en misión humanitaria

Tras el hundimiento del Titanic, las autoridades cambiaron la normativa de seguridad, y la naviera hizo las modificaciones oportunas en el Olympic y el Britannic. Sin embargo, la fragilidad de los buques frente al mar y también con las minas y torpedos, hicieron que dos de los tres trasatlánticos de la serie terminaran hundidos en el fondo del mar, que sus cascos se convirtieran en cementerios y que sus pecios tuvieran que esperar decenios hasta ser descubiertos.

En esta fotografía de 1915 se puede apreciar el tamaño del barco viendo las hélices y el timón del Britannic. Fuente

Si bien en la actualidad la mayor parte del tráfico marítimo está destinado al transporte de productos (cerca de un 90% se hace por esta vía), durante los primeros años del siglo XX, el de pasajeros era más importante. Este existía debido a la necesidad de unos de dejar su tierra natal y desplazarse a otra para mejorar su nivel de vida, pero también de otros más ricos, que viajaban por placer en estas enormes máquinas.

Cartel de la época en la que un buque transportaba emigrantes

Aunque el Britannic estaba inicialmente destinado al transporte de pasajeros, el inicio de la I Guerra Mundial en 1914 hizo que se convirtiera en barco hospital, bajo la bandera de la Cruz Roja, navegando entonces con las siglas HMSM (His/Her Majesty’s Hospital Ship, barco hospital de su majestad). Por ello su casco fue pintado en color blanco con grandes cruces rojas y franjas horizontales en color verde. En el interior se instalaron más de 3300 camas para heridos y también varios quirófanos.

En su última misión, en la que iba a recoger heridos en el Mediterráneo oriental, al pasar por el estrecho de Cea (o Kea, una isla de Grecia en el mar Egeo), se registró una fuerte explosión en su casco y en poco tiempo se hundió.

Localización del pecio en el canal de la isla griega. En el recuadro de la parte inferior izquierda, situación en el mapa a escala continental. Fuente Google Maps

A este gigante de los mares (270 m de eslora x 29 m de manga x 18,5 de puntal) tan sólo dos años después de su botadura lo terminó hundiendo una mina alemana que estalló cerca de la proa y que dejó una enorme abertura en su casco, mucho mayor que la del Titanic.

Un barco tan enorme se había hundido en menos de una hora, arrastrando con él la vida de 30 personas, aunque afortunadamente muchos otros se pusieron a salvo. Esta es una de las diferencias con el Titanic, que unos 1000 pasajeros se pudieron salvar en un corto espacio de tiempo, ayudados por pescadores griegos y por su propios compatriotas británicos. Tras el desastre de su buque gemelo, se habían añadido decenas de botes salvavidas. También hay que señalar que la temperatura en el Mediterráneo es mucho más alta que la del Atlántico Norte, lo que permitió que hubiera muchos supervivientes. Igualmente era una zona habitada, por lo que la ayuda llegó mucho antes.

El pecio del Brittanic. Fuente

En 1976 el famoso explorador marino Cousteau lo encontró hundido a 114 metros de la superficie.

Más imágenes en el Mail online

Más información

CULLIMORE, D. Roy; JOHNSTON, Lori A. Microbiology of concretions, sediments and mechanisms influencing the preservation of submerged archaeological artifacts. International Journal of Historical Archaeology, 2008, 12, 2, p. 120-132.

CHIRNSIDE, Mark. The Olympic-class ships: Olympic, Titanic, Britannic. Tempus Pub Limited, 2004.

GARZKE JR, William H. Hostage to Fortune, the Dramatic Story of the HMHS BritannicMarine Technology and SNAME News, 2003, 40, 3, p. 12.

MCCUTCHEON, Campbell. Hospital Ships & Troop Transport of the First World War. Amberley Publishing Limited, 2015.

MILLS, S. Exploring the Britannic: The life, last voyage and wreck of ‘Titanic’’s tragic twin. Adlard Coles, 2019, 272 p.

MURRAY, Louise. Exploring the Britannic wreck. Engineering & Technology, 2016, 11, 9, p. 54-57.

PAPATHEODOROU, G., et al. Ghostly images of the HMHS Britannic, the Titanic’s ill fated, sunken sister ship. Hydro Int, 2008, 12, p. 15-18.

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Es difícil encontrar ilustraciones de antiguas naves realizadas por sus contemporáneos. Aunque en este blog ya hemos hecho alusión a algunas, como las de Monleón, esta semana traemos otra importante colección de dibujos llevados a cabo por un oficial portugués, Antonio Pinto Basto, que dio la vuelta al mundo por orden ministerial, por lo que pudo ver cómo eran estas embarcaciones, en especial las asiáticas, que son a las que más tiempo dedicó. En una época convulsa, finales del siglo XIX y principios del XX, dibujó buques europeos y americanos fondeados en puertos extranjeros, costas, faros y litorales, así como escenas típicas en algunos lugares remotos, especialmente del lejano oriente. Todas las que utilizamos para ilustrar la entrada son obra suya.

Port Said 1881

La obra.

La monografía es un diario que narra los viajes realizados desde 1879 hasta 1946, y está publicado en 8 volúmenes profusamente ilustrados con más de 100 acuarelas.

El autor

Antonio Pinto Basto (Lisboa 1862-1946) había sido ayudante de campo de los dos últimos reyes de Portugal (Carlos I y Manuel II). Su nombre completo era António Aloísio Jervis de Atouguia Ferreira Pinto Basto. Su padre se dedicó al comercio marítimo y contaba con sus propios barcos. Su abuelo, Vizconde de Athouguia, fue Ministro de Asuntos Marinos.

Antonio Pinto Basto

Desde pequeño Basto tuvo pasión por el mar. Entró en la Escuela Naval Portuguesa con 18 años y en diciembre de 1881 se graduó con honores, siendo el primero de su clase. Dos años más tarde se convirtió en ayudante del rey Carlos I de Portugal. A principios del siglo XX, el Comandante Pinto Basto fue nombrado Capitán del yate real. Fue también comandante de las cañoneras Mandovi y Zaire y del crucero San Gabriel, con el que hizo su primer viaje alrededor del mundo (1909-1911) como su capitán.

Navío Africa

El crucero San Gabriel fue el primer buque de guerra portugués moderno que pasó por el Estrecho de Magallanes y llegó a los países del continente americano. Después continuó su viaje alrededor del mundo, visitando Asia y África, así como puertos en Japón, China, Macao, Hong Kong, Manila, Timor, las Indias Orientales Holandesas, Singapur, Ceilán, Goa, Mozambique, Sudáfrica, Angola, Santo Tomé y Príncipe, Freetown en Sierra Leona y Guinea portuguesa. Se detuvo en las islas de Cabo Verde antes de regresar finalmente a Lisboa en 1911.

Una parte de la tripulación del barco portugués

Mientras hacía el viaje por el mundo, en Portugal la monarquía fue derrocada (1910) y el capitán Pinto Basto, cuando llegó a Lisboa, tuvo que alzar la bandera republicana en su barco. Pero como era fiel a sus principios realistas y le unía una importante amistad con la familia real, solicitó su retiro de la Armada. Posteriormente fue nombrado gerente de la línea de vapor portuguesa Companhia Nacional de Navegacao, cargo que conservó el resto de su vida activa.

Navío Víctor Manuel utilizado como contenedor en Hong Kong

Su valor para la Historia Naval y Marítima

Este diario tiene una valor patrimonial excepcional para Portugal, porque recoge acontecimientos sociales y políticos vividos por el protagonista, pero consideramos que además se puede sumar otro, de especial relevancia para la Historia y el Patrimonio Marítimo, que en sus ilustraciones recoge los tipos de embarcaciones más importantes del momento y las dibuja, viéndolas desde su propio barco. Las naves asiáticas como los juncos, los dhows, las de pesca javanesas o las japonesas son muy relevantes, como también los son los navíos portugueses, ingleses, alemanes y estadounidenses que pinta.

Para concluir

No es fácil hallar un diario de viaje manuscrito como este. Su autor fue un capitán de la marina portuguesa, amigo de los dos últimos reyes de Portugal, a los que con mucha frecuencia acompañó en sus desplazamientos por mar. Una de sus características más destacables es que está ilustrado con magníficas acuarelas de temática marítima y naval. Son, por ese motivo, un testimonio de la evolución y también de la diversidad mundial de las naves que surcaban los océanos en épocas convulsas como el último cuarto del siglo XIX y la primera mitad del XX. Además, este diario recoge relatos de primera mano de los acontecimientos sociales y políticos que su autor vivió en Portugal en esa época. Su colección de paisajes marinos en acuarela es bien conocida y de interés tanto histórico como artístico.

Ha sido publicado varias veces, una de ellas en los inicios del siglo XX y otra en 1954 con un estudio biográfico de Luiz Teixeira, en Porto, en la Litografia Nacional. Una parte de sus escritos también salieron en Lisboa, a cargo de Edições Culturais da Marinha en el año 1990. El original está depositado en la Biblioteca Nacional de Portugal.

ANEXO: Los 8 viajes

En el diario se recogen ocho viajes, todos llevados a cabo entre fines del siglo XIX y la primera mitad del XX. Muy resumidamente son:

  • El primer viaje (1879-1892) se inicia a bordo del bergantín Real, en 1880, para a trasladar los restos mortales de Vasco da Gama.
  • El segundo (1892-1896) incluye el relato del primer viaje del rey Carlos a las cortes europeas.
  • En el tercero (1896-1902) iba el rey Carlos a Londres para asistir al funeral de la reina Victoria y también se dirigió a Francia (1902).
  • El cuarto viaje (1902-1905) se llevó a cabo por el Mediterráneo, iban como ilustres pasajeros lusos la reina Amelia, el príncipe Luis y el infante Manuel.
Corbeta acorazada inglesa HMS Bacchante. En ella viajaron como guardiamarinas los príncipes Jorge y Alberto
  • Quinto viaje (1905-1910), describe los desplazamientos oficiales reales y el inicio del derrotero del crucero S. Gabriel en diciembre de 1909.
La nave en la que hizo el viaje, el crucero San Gabriel
  • Sexto viaje (1910-1923), recoge la continuación del viaje iniciado, que termina el 20 de abril de 1991. Incluye relatos de la costa de África al servicio de la Empresa Nacional de Navegação, a partir de 1912, y episodios navales de la 1ª Guerra Mundial, como el apresamiento de navíos alemanes por parte del gobierno inglés en 1916.
  • Séptimo (1923-1931), continuación de relatos con familiares y amigos, como la celebración de centenario de la fábrica «Vista Alegre» (fundada por José Ferreira Pinto Basto en 1824) y textos sobre la instabilidad política en Portugal, como la Revuelta de febrero de 1927.
  • Octavo viaje (1931-1946), que incluye relatos de su vida personal y familiar, así como de sus actividades empresariales; incluyendo numerosas referencias a la situación social y política de su país.

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