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Posts Tagged ‘Edad Media’

Esta semana vamos a contar la historia de una fabulosa embarcación vikinga que ha llegado hasta nosotros por una serie de vicisitudes, casi todas muy positivas, que posiblemente en otro contexto hubieran sido las causantes de su desaparición. A pesar de todo, hoy se puede admirar y comparar, salvando las distancias, con el tesoro de Tutankamón. Con una diferencia, en este espacio funerario no hay oro, hay múltiples evidencias de la rica cultura vikinga, un hallazgo que hoy es patrimonio mundial.

La historia empieza en los inicios del siglo XX, época en la que el nacionalismo podía haber destrozado cualquier patrimonio. El hallazgo tuvo lugar en esos momentos en un lugar de Noruega, en la granja Oseberg (condado de Vestfold), cuando un agricultor descubrió un enterramiento tras un túmulo y lo comunicó a las autoridades. El pueblo noruego estaba entonces a punto de conseguir su independencia de Suecia, tras siglos de formar parte de otras naciones.

Localización del condado de Vestfold, donde se halla la granja Oseberg

El director del museo, Gabriel Gustafson, era sueco, pero esto no fue un impedimento para poder excavar el reciente descubrimiento. El dueño del terreno, una vez que fue consciente del valor del túmulo, exigió el pago de 12.000 coronas por los derechos sobre los restos hallados, cantidad que el museo pagó.

Tras excavar se encontró un enterramiento tradicional vikingo: los restos de dos personas en el centro de un barco, junto a una importante colección de objetos de uso habitual. Cuando se empezó a celebrar el descubrimiento, los arqueólogos se dieron cuenta de que había ocurrido algo ya conocido en otros lugares: había sido saqueado. Sin embargo, aunque los metales preciosos habían desaparecido, dejaron un rastro brillante de lo que fue la cultura vikinga: carros, baúles, ropa, telas, zapatos, herramientas…. Eran ajuares funerarios riquísimos.

El barco

El enterramiento data del año 834, aunque hay partes más antiguas. Estaba construido con el sistema nórdico (solapando las tablas del casco unas sobre otras) y era de roble. Tenía más de 21 m de eslora y algo más de 5 m de manga. En su tiempo el mástil pudo tener hasta unos 10 m de alto.

Cuenta con 15 pares de orificios para poder meter los remos en cada banda, tal y como se puede observar en la imagen inferior.

También se halló un ancla de hierro. El final de la proa y de la popa del barco estaban decoradas con complejas tallas de madera que dibujaban dragones y serpientes entrelazados (motivos que servirían para definir el característico estilo Oseberg).

Detalle de los motivos esculpidos en la nave

En tiempos vikingos

El barco de Oseberg fue utilizado como nave funeraria para dos mujeres. Se construyó una cámara inmediatamente detrás del mástil. En el interior, las paredes estaban decoradas con un fantástico tapiz y los restos mortales yacían en un lecho.

Sin embargo, la nave mortuoria estaba destrozada, a pesar de que el casco se podía adivinar, casi todo estaba aplastado y hubo que recuperar su antiguo aspecto, lo que les llevó a los expertos casi 20 años. Al poco tiempo del descubrimiento se decidió construir un museo para albergarlo, y en el año 1926 el edificio estaba ya acabado y listo para la exposición. En ese museo también estaban otros dos barcos vikingos muy importantes, el Gokstad y el de Tune. Actualmente está en marcha la construcción de un nuevo edificio patrimonial que abrirá sus puertas a partir del año 2026.

Fotografía que muestra cómo estaba el barco una vez que se desenterró. Fuente

Una vez armada, la nave se tuvo que trasladar desde el taller hasta el nuevo museo y muchos noruegos salieron a recibirla, llenando las calles y convirtiéndola en su insignia. Tuvo que ser muy emocionante poder presenciar cómo un pueblo se identificaba de esa forma con una pieza de su patrimonio marítimo.

Imagen del traslado del barco de Oseberg desde el taller hasta el museo. Fuente

Así, durante el siglo IX murieron dos mujeres importantes y fueron honradas con un magnífico entierro. Hay muchas interpretaciones sobre quiénes fueron, unas afirman que la mayor era una reina, otras que eran damas de la nobleza. En este océano del tiempo se han hallado además unas 200 piezas, que formaban parte del ajuar funerario, entre las que se incluyen:

  • Ropa, zapatos y peines.
  • Utensilios de cocina
  • Herramientas agrícolas
  • Tres trineos adornados y un trineo de trabajo
  • Un carrito
  • Cinco cabezas de animales talladas
  • Cinco camas
  • Dos tiendas de campaña.
  • Quince caballos
  • Seis perros
  • Dos pequeñas vacas

Para acabar

Todo un privilegio y un importantísimo hallazgo sobre un pueblo que nos ha transmitido mucho más que unos genes, que supo construir los mejores barcos de su época, que vio crecer a intrépidos y aguerridos navegantes, y que con este entierro mostró que las mujeres también podían ir al más allá, al Valhalla, en potentes embarcaciones.

Más información

BISCHOFF, Vibeke. The Oseberg ship: reflections on the choice of methodology when testing experimental archaeological reconstructions. Archaeonautica. L’archéologie maritime et navale de la préhistoire à l’époque contemporaine, 2021, 21, p. 289-294.

BISCHOFF, Vibeke. Viking-age sails: Form and proportion. Journal of Maritime Archaeology, 2017, 12, 1, p. 1-24.

BRAOVAC, Susan, et al. Chemical composition of the archaeological oak wood from the Oseberg ship. En European Workshop on Cultural Heritage Preservation, Berlin, Germany, September 26 to 28, 2011. Fraunhofer IRB Verlag, 2011. p. 156-163.

BURGE, Katrina. Queen (s) of the viking age. Agora, 2021, 56, 1, p. 27-32.

ERIKSSON, Andreas; THERMAENIUS, Erik. Investigating strains on the Oseberg ship using photogrammetry and finite element modeling. 2020. Uppsala University [Trabajo Fin de Grado en Ingeniería de los materiales].

NORDEIDE, Sæbjørg Walaker. The Oseberg ship burial in Norway: introduction. Acta Archaeologica, 2011, 82, 1, p. 7-7.

ROSENQVIST, Anna M. The stabilizing of wood found in the Viking ship of Oseberg—part I. Studies in Conservation, 1959, 4, 1, p. 13-22.

TANNER, Jeremy A. Faces across the North Sea: Viking art in Norway and England, AD 700-1300. Archaeology International, 2012.

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Esta voz, con el significado de «precaución tomada consistente en aislar a quiénes pueden padecer una enfermedad contagiosa para saber si están o no enfermos», se ha hecho muy conocida con la pandemia del Covid, pero ya existía hacía mucho tiempo y se empezó a aplicar en el ámbito marítimo durante la Edad Media. Se basaba sobre una lógica de aislamiento temporal de las personas, las mercancías y las embarcaciones que eran sospechosas de portar enfermedades nocivas para quienes habitaban en las localidades costeras circundantes.

“El triunfo de la muerte”, de Brueghel el Viejo, 1562. Museo del Prado

Durante siglos las epidemias diezmaron a las poblaciones. Los contagios venían, evidentemente, a través de los viajeros y navegantes, y los puertos eran los lugares donde mayor número de contagios se producían, ya que en ellos atracaban barcos procedentes de multitud de lugares. Con que un marino estuviera contagiado era suficiente para que la enfermedad llegara a la población en la que desembarcaba y con ello se generara el caos. Inicialmente no se sabía cuál era el origen transmisor de las epidemias, por lo que no se tomaban las medidas que hoy conocemos.

Difusión de la Peste Negra a través de los puertos mediterráneos en época medieval. Fuente

Un buen ejemplo es que durante el año 1347 llegó a Mesina (Sicilia) una flota genovesa de doce galeras que huía de la invasión tártara de Crimea. Esas naves portaban el virus de la peste negra (o bubónica) que en tan solo cuatro años fue la causa de la muerte de una tercera parte de la población europea. Convertidas en foco de propagación hacia el interior del territorio, la peste entraba por las grandes ciudades portuarias del Mediterráneo a través de las rutas comerciales, esparciendo la enfermedad por el continente.

Atención a los enfermos de peste por parte de la Iglesia. Museo del Prado

Basándose en las experiencias heredadas de antiguas culturas que intentaron acabar con las enfermedades contagiosas que les llegaban, algunas sociedades medievales, y en especial las del Mediterráneo, comenzaron a observar que entre el contagio y la aparición de los primeros síntomas había un periodo de tiempo, de ahí surgió la idea de aislar a los recién llegados y las mercancías que portaban. Hay varios puertos que se disputan el honor de ser los primeros en instaurar una cuarentena como tal (sin tener en cuenta el número de días que supusiera el aislamiento). Así, en 1374, se estableció un cordón sanitario en la ciudad de Módena (Italia) que duraba diez días. El término se convirtió en cuarentena cuando se empezó a aplicar un período de aislamiento de cuarenta días a los buques que llegaban desde puertos cuyas naciones eran conocidas por haber sufrido la peste y otras enfermedades similares.

Lazareto de Ancona. Fuente: Mungany

Se sabe que se estableció en 1377 en el puerto de Ragusa (Croacia, en el Adriático) por 30 días. También en Venecia, en el mismo siglo. Con los años, y la enorme cantidad de muertes, este periodo comenzó a ser mayor, y así, por ejemplo, los cuarenta días se establecieron en 1383 en Marsella.

Lazaretos

En Ragusa, en la epidemia ya citada de 1377, todas las personas que arribaban a su puerto debían instalarse durante un mes en una isla cercana antes de ingresar a la ciudad. Para ello se habilitaron edificios. Se trataba de un espacio complementario donde los pasajeros permanecían a la espera de que pasase el período de contagio establecido. Posteriormente Venecia también lo estableció y este sistema pronto se convirtió en un modelo para el resto de repúblicas y reinos europeos. El edificio veneciano se terminó en 1423 en la isla de Santa María de Nazaret, situada enfrente de la ciudad. Estos nuevos espacios fueron denominados desde entonces lazaretos. El nombre procede de San Lázaro, el patrón de los pobres y enfermos.

Una imagen de la ciudad de Ragusa en época medieval. Fuente

En Barcelona y Sevilla se dictaron medidas de cuarentena a partir de 1383, aunque en esos momentos no contaban con un espacio concreto, sujeto a unas normas espaciales, temporales y de disciplina, en el que se pudiese llevar a cabo dicho aislamiento.

Entre 1450 y 1470, ciudades como Ferrara, Milán, Florencia, Génova o Perugia terminaron creyendo que la instalación de un lazareto era la mejor medida preventiva. En el siglo XV este período de observación, o cuarentena, hizo nacer en el puerto de Marsella, en 1476, lugares de aislamiento temporales similares a los ya descritos.

Lazareto de Mahón. Fuente

Ya en el siglo XVIII, a los buques procedentes de algunos puertos africanos, tales como Túnez y Argel, se les imponían 50 días de aislamiento, aunque los plazos variaban según la enfermedad. Entre los años 1720 y 1723 la conocida como «plaga de Marsella» se inició después de que el barco Gran Saint Antoine atracara en uno de sus muelles, era la peste (Yersinia pestis).

Durante el siglo XIX entran en vigor las Providencias Generales de Sanidad, dictadas por Fernando VII en 1817, con la construcción de lazaretos para la cuarentena de navíos y toda clase de buques sospechosos de portar enfermedad supuestamente contagiosa en puntos como Cádiz, Vigo, Mahón y Pedrosa (Cantabria), entre otros.

Pasillos del lazareto de Mahón. Fuente

Los edificios que albergaron lazaretos existen aún en nuestros días, aunque ahora se asemejen más a un hospital que a una cárcel. En la actualidad, la cuarentena permanece como una medida de salud pública altamente regulada, nacional e internacionalmente, para impedir la expansión del contagio.

Más información

BONASTRA TOLÓS, Joaquim. Ciencia, sociedad y planificación territorial en la institución del lazareto. Barcelona: Universitat, 2006 [Tesis doctoral].

BONASTRA, Quim. Los orígenes del lazareto pabellonario. La arquitectura cuarentenaria en el cambio del setecientos al ochocientos. Asclepio: Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2008, 60, 1, p. 237-266, 2008.

CARMICHAEL, Ann G. Plague legislation in the Italian RenaissanceBulletin of the History of Medicine, 1983, 57, 4, p. 508-525.

CASSAR, Paul. Clinical case histories and post mortem reports from the Malta lazzaretto in the 18th century. Medi-Scope, 1989, 13, p. 9-13.

DUTOUR, Olivier. Paleopathology of human infections: old bones, antique books, ancient and modern moleculesMicrobiology Spectrum, 2016, 4, 4, p. 1-11.

LEDERMANN, Walter. El hombre y sus epidemias a través de la historia. Revista Chilena de Infectología, 2003, 20, p. 13-17.

MURILLO-GODÍNEZ, Guillermo. Breve historia de las epidemias y pandemias infecciosasMedicina Interna de México, 2021, vol. 37, no 6, p. 1045-1051.

OCANA QUEVEDO, Lorena. El Lazareto de Mahón. Medicina y Seguridad del Trabajo. 2007, 53, 207, p. 63-69.

RUIZ-DOMÈNEC, José Enrique. L’endemà de les grans epidèmies: De la pesta bubònica al coronavirus. Rosa Vents, 2020.

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El diezmo de la mar fue un impuesto aduanero portuario que suponía pagar el 10% de las mercancías que entraran o salieran por ellos. Primero fue una imposición temporal establecida por el rey Alfonso X, que luego se convirtió en permanente. También se le llamaba diezmo viejo. Se cobraba allí donde no estuviera establecido el almojarifazgo (otro tributo que se pagaba por las mercaderías que salían del reino, las que entraban en él o las que iban en tránsito de un territorio a otro). Existió una forma primitiva de éste cuando en 1192 Alfonso VIII concedió a la catedral de Burgos los impuestos del portazgo de las mercancías de los puertos de Santander y Castro Urdiales, aunque todavía no sabemos con certeza si realmente está vinculado con este tipo de diezmo.

Modelo de una nave del siglo XV conocida como la coca de Mataró. Maritime Museum Prins Hendrik de Róterdam (Países Bajos)

Este impuesto se pagaba inicialmente en toda la cornisa cantábrica y en Galicia, pero había excepciones que, unidas a la amplitud enorme del territorio, hicieron que la definición y el cobro de esta renta se complicasen bastante.

Feria medieval. Fuente

A finales del siglo XIII este tributo aparece asentado de manera definitiva en las cuatro villas marineras cántabras (puertos de Santander, Castro Urdiales, Laredo y San Vicente de la Barquera). El arancel permitió fijar en el tiempo la costumbre tributaria, a la vez que daba fe de la importancia cada vez mayor del tráfico marítimo en los puertos cantábricos. De qué estaba compuesto, cómo evolucionó y si fue igual en todos los puertos, es algo todavía difícil de afirmar de manera rotunda.

Con el tiempo los monarcas terminaron cediendo el cobro de los impuestos a ciertos nobles, a los que arrendaban la renta. Así, el rey Fernando IV otorgó en 1304 la mitad de los diezmos de la mar de los puertos de Santiago al prelado compostelano Alonso de Fonseca.

Dibujo medieval de un dromon. Fuente

A partir del siglo XV

Desde comienzos del siglo XV tendió a perder su carácter de renta exclusivamente impuesta sobre el comercio marítimo, ya que integraba los impuestos anteriores que se venían percibiendo en aduanas, cuyo objetivo era pagar por los productos que transitaban por vía terrestre entre Castilla y los reinos de Aragón y Navarra.

Parte de la vista de un puerto medieval. Romance de Alejandro. Fuente: Boodleian Library

Las Cortes de Burgos de 1453 definieron la recaudación que provenía de los diezmos del mar como una de las mejores rentas del reino, sin embargo en 1469 Enrique IV la otorga a la familia de los Velasco. Los extensos dominios de esta estirpe se hallaban emplazados en uno de los dos ejes comerciales más importantes de la Corona de Castilla: Burgos y los puertos cantábricos.

Rutas, puertos y ciudades con las que comerciaban las Cuatro Villas del mar. Fuente

Para acabar

La renta de los diezmos de la mar se fue transformando a lo largo del siglo XV como consecuencia de la acción de varias fuerzas e intereses de tipo mercantil, normativo y señorial. En época posterior se extendió a otras zonas de la Península variando su objetivo, ya que existen testimonios escritos de su cobro con ese mismo nombre en las costas del Reino de Valencia, pero en esta ocasión dirigido a los pescadores, quiénes debían entregar un porcentaje de sus capturas como impuesto real.

Más información

DÍEZ DE SALAZAR, L.M. El diezmo viejo y seco, o diezmo de la mar de Castilla (s. XIII-XVI) (Aportación al estudio de la fiscalidad guipuzcoana). San Sebastián: Grupo de Camino de Historia Donostiarra, 1983, p. 7-22.

FRANCO SILVA, Alfonso. Los condestables de Castilla y la renta de los diezmos de la mar. En la España Medieval, 1989, 12, p. 255-255.

GABIOLA CARREIRA, David. Los diezmos de la mar y el transporte comercial marítimo en las Cuatro Villas de la Costa de la Mar en el siglo XVIStudia Historica: Historia Moderna, 2018, 40, 1, p. 331.

RUBIO MARTÍNEZ, Amparo. La recaudación de tributos ordinarios por la mesa arzobispal compostelana en la tierra de Santiago: alcabalas, diezmos de la mar y alfolíesCuadernos de Estudios Gallegos, 2008, 55, 121, p. 197-233.

RUIZ, Teófilo F., et al. Prosopografía burgalesa: Sarracín y Bonifaz. Boletín de la Institución Fernán González. 1975, 54, 184, p. 467-499.

SALAS ALMELA, Luis. Poder señorial, espacio fiscal y comercio: los diezmos de la mar, las rutas comerciales burgalesas y la casa de Velasco (1469-1559). Ensayo de interpretación de un proceso secularRevista electrónica de Historia Moderna, 2016, 8, 33, p. 399-418.

VÁZQUEZ LIJO, José Manuel. Aproximación a la fiscalidad sobre la pesca en el Bardanza del Antiguo Régimen. El diezmo de mar y otras cargasCuadernos de Estudios Gallegos, 1999, 46, 111, p. 59-91.

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Estimados lectores, como ya hemos hecho en años anteriores, durante el mes de agosto no vamos a publicar nuevos contenidos, pero sí que se van a ofrecer semanalmente recopilaciones temáticas sobre las entradas ya publicadas. Este año, además, con la ayuda de dos colaboradores, en semanas sucesivas vamos a hacer accesible en inglés algunas de las entradas que más visitas han tenido a lo largo de estos once años de vida del blog. Así, esta semana está dedicada al tema de la legislación marítima, sobre el que anteriormente hemos escrito varios textos, que aquí compilamos, señalando los contenidos más importantes.

En este repaso acerca de las normas, leyes y tradiciones que se han publicado en el blog destacan varios textos de época antigua y medieval que han tenido una enorme trascendencia en la legislación actual, porque han sentado las bases de ciertos asuntos que desde hace siglos han preocupado a quienes se dedicaron a navegar por mares y océanos.

Un buque navegando en el portulano de Joan Martinez. Fuente

El derecho del mar comenzó a surgir en forma de texto escrito con los rodios, pero desde le primer momento se fueran gestando, al margen de los estados, una serie de normas que al final se hicieron consuetudinarias y arraigaron entre la comunidad de marineros, transportistas, patrones, cargadores y resto de personal marítimo. Esto no significa que en otras legislaciones no existieran alusiones directas a la navegación pero, como código dedicado al tema, el primero que conocemos es el establecido en Rodas.

La lex Rodia

Esta ley marítima data aproximadamente del siglo I a.C., y se terminó imponiendo como código en Bizancio cinco centurias después. Actualmente no tenemos el texto original escrito en Rodas, sino que lo que sabemos nos ha llegado por copias con adaptaciones posteriores de pueblos romanos y bizantinos.

Portada de la ley Rodia extraída de una antigua recopilación sobre Derecho Civil. Fuente: Gallica

El contenido de mayor interés está vinculado con el comercio, del que los rodios eran unos expertos y, en especial, lo referido a los daños sufridos en una embarcación en caso de que una tormenta ocasionara problemas con la carga que transportaba. La ley dictaba que si era necesario arrojar toda, o parte, de la mercancía al mar porque la nave estaba en serio peligro, el daño resultante (la “echazón”) debía repartirse entre los propietarios del barco y los dueños de las mercancías, en la proporción y medida del valor de los géneros.

Leyes de Olerón

Otro texto de enorme relevancia fue el código de Olerón. En la Edad Media se decidió documentar de manera más formal esta tradición y dejar evidencia escrita de ella, tanto para fijar su uso como para facilitar su conocimiento. Así, surgieron los roles de Olerón en el siglo XIII, con 24 capítulos que posteriormente irían ampliándose.

Una portada de las leyes de Olerón. Fuente

Este código normativo hace referencia al capitán, al que se denomina «juez en el mar», lo que le permitía que a la tercera orden de éste no cumplida, podía expulsar de la embarcación a quien no le hubiera obedecido. Contempla además asuntos tan importantes como los conocimientos que debían tener los pilotos («Todos los pilotos falsos y traicioneros serán condenados a sufrir la muerte más rigurosa e inmisericorde» dice el art. 25), y los obligaba a dar cuenta en caso de naufragio, así como a resarcir los bienes si tenían los medios, «y si no, pierden la cabeza» (arts. 23 y 24). Recoge igualmente parte de la ley rodia y trata acerca de la carga que transportaba el barco y de su posible pérdida.

Otro tema de especial relevancia eran los naufragios provocados, el castigo medieval establecido para los bandidos que no ayudaban en caso de peligro y que, por el contrario, los facilitaban (llamados los naufragadores). En el art. 39 de esta ley medieval se refiere un caso en el que los ribereños son llamados por unos pilotos para ayudarles a entrar en puerto y, en lugar de prestarle apoyo, hacen naufragar la nave. El castigo era obligarlos a meterse en el agua y sumergirlos hasta que estuvieran medio asfixiados. Luego se llevaban a tierra y se les lapidaba.

Pintura que representa un naufragio y cómo quedan las personas y los pertrechos. Fuente

Las Siete Partidas

Una extraordinaria fuente sobre el régimen y organización de la marina castellana incipiente es el corpus legislativo del rey Alfonso X conocido como las Siete Partidas, del siglo XIII. Aunque trata otros temas, hay apartados dedicados a la legislación marítima. Así, se encargó en un tiempo muy temprano de los puestos de mayor jerarquía como el de Almirante, al que en ese momento le seguían los cómitres (capitanes de las galeras), que ejercían cargos y atribuciones similares, pero limitadas a sus propias naves. Otra importante figura eran los pilotos (naocheros) y, por último, los marineros y sobresalientes (hombres de armas).

Según las Partidas, las naves debían estar provistas de todo género de armas ofensivas y defensivas, y pertrechadas con los géneros de consumo necesarios para salir a la mar.

Comercio en el puerto de Cartagena. Cántigas de Santa María de Alfonso X el Sabio. Fuente

Más información

ALONSO ROMERO, Fernando. Historias de naufragios en tres Finisterres europeos: Land’s End (Inglaterra), Dingle (Irlanda) y Finisterre (España)Cátedra Jorge Juan: ciclo de conferencias. FerrolServizo de Publicacións, 2001, p. 67-114.

DÜCTOR ROMERO, Laura. L’homme et la mer: le travail du matelot et le rôle du passager dans les naviresRevista Crítica de la Historia de las Relaciones Laborales y de la Política Social, 2014, 9, p. 153-157.

PORRAS ARBOLEDAS, Pedro Andrés. El derecho marítimo en el Cantábrico durante la Baja Edad Media: partidas y rôles D’Oléron. Instituto de Estudios Riojanos, 2005.

SÁNCHEZ-MORENO ELLART, Carlos. Lex RhodiaThe Encyclopedia of Ancient History. Edited by Roger S. Bagnall et al. Blackwell Publishing, 2013, p. 3970–3972.

SERNA VALLEJO, Margarita. Los Roles d’Oléron. El coutumier marítimo del Atlántico y del Báltico de época medieval y moderna. Santander: Centro de Estudios Montañeses, 2004.

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Una de las joyas de la cartografía náutica medieval es un atlas realizado en Mallorca, en el taller de cartografía de los Cresques (Abraham y su hijo Jehuda). Fue un regalo del rey de Aragón al monarca francés, motivo por el que posiblemente hoy esté depositado en la Biblioteca Nacional de Francia.

El atlas de los Cresques. Fuente

Consta de doce hojas iluminadas de gran riqueza. En cuatro de ellas se detalla información de cosmografía y navegación, incluyendo un calendario perpetuo construido para el año 1375. En las otras se recogen muchos de los archipiélagos del Atlántico, como Canarias, posiblemente las Azores, la costa africana y llega hasta Japón (algo insólito para la fecha, ya que tardaría siglos en incluirse definitivamente). También tiene una rosa de los vientos, que creemos que es la primera del mundo. La carta refleja, además, las costas, regiones y pueblos, y plasma de forma gráfica y científica los mejores conocimientos en astrología, Cosmografía, Medicina, Geografía y costumbres de las diferentes culturas del mundo conocido. Aparecen animales, figuras alegóricas, así como algunas embarcaciones de época enriquecidas con pan de oro.

Una de las imágenes que aparecen en el mapa de los Cresques, que representa las caravanas que cruzaban el desierto. Fuente Gallica

El mérito del conocido como Atlas catalán reside en la habilidad con la que los Cresques emplearon las mejores fuentes contemporáneas disponibles para modificar la tradicional imagen del mundo, no yendo más allá de la evidencia justificada (aunque hay algunas excepciones), anticipando los logros del Renacimiento. Con el mismo espíritu, eliminaron muchas de las leyendas tradicionales que habían sido aceptadas durante siglos y prefirieron omitir el norte y regiones del sur por completo, o dejar el sur de África en blanco, en lugar de llenarlo con los antropófagos («comedores de personas» o caníbales) y otros monstruos que adornaban la mayor parte de los mapas medievales. También eligieron retratar un número de personajes históricos como Mansa Musa (Musse Melly), uno de los emperadores de Mali o Kublai Kan (Holubeim), el temido gobernante de los tártaros (mongoles). Vamos a ver lo más destacable.

La historia de Mansa Musa

Fue el gobernante más rico de su tiempo. Merece la pena contar la historia de su peregrinación a la Meca en 1324, que causó sensación en Occidente. En la caravana iban, según las crónicas, unas sesenta mil personas entre militares y civiles. De éstos unos doce mil jóvenes y esclavos iban vestidos con túnicas de brocado o de fina seda, otros quinientos esclavos iban delante de él, cada uno con una vara de oro puro. Algunos autores afirman que iba repartiendo oro por los lugares que pasaba, aunque su cronista lo niega. Repartiera este preciado metal o no, hay que pensar que en esa época contemplar un desfile de tal magnitud y boato debía ser algo para recordar toda la vida.

Musa representado en el atlas de Cresques. Fuente Gallica

Gog y Magog

Tras los montes del mar Caspio se desarrolla una de las leyendas de mayor repercusión en la Edad Media: el encierro de Gog y Magog por Alejandro Magno. Aunque se suelen unir, no son dos personajes, ya que Magog es un país imaginario situado en los extremos del mundo conocido en ese momento (posiblemente las llanuras escitas) y su soberano se llamaba Gog. Ambos tuvieron un papel importante en las creencias cristianas sobre el final de los tiempos (algunos lo llamaron el «anticristo»), así como en la geografía desarrollada en las zonas de su influencia. De cualquier forma, este binomio aparece también tanto en los textos de la religión judía como en la musulmana.

El rey Gog. Fuente Gallica

El uxer

Una nave típica de estos momentos dibujada en la carta eran los denominados uxers. Éstos seguían un diseño genovés previo usado para transportar un gran número de personas, la caballería, los ingenios bélicos y las provisiones que requería la flota. Tenían una gran eslora con mucha capacidad para el transporte y vela para acompañar a las naves de alto bordo en su navegación, así como remos para viajar en conserva con las galeras, leños y saetías. Era una especie de galera de grandes dimensiones, al estilo de las venecianas, tan parecida a la «galera gruesa» que se cita como sinónimo en cédulas y privilegios expedidos en la segunda mitad del siglo XIV. El entrepuente se dividía con vallas, en el forro interno y en los propaos se colocaban argollas para estabular la caballería, y en la popa se abría una gran puerta (huis) para embarcar y desembarcar los caballos, y de ahí pudo surgir el nombre de la nave.

El uxer que aparece en el portulano de Cresques (S. XIV). Fuente Gallica

Para acabar

A pesar de que la historiografía últimamente se ha ocupado de este magnífico atlas, queda mucho por hacer, ya que la transcripción de los textos que acompañaban a las cartas que se publicaron presentan grandes diferencias, algunas están incompletas y tienen varios errores. No están interpretadas ni contextualizadas todas las escenas que encierra, que por otro parte son tremendamente significativas de la visión del mundo tardomedieval más avanzado, que en unos decenios daría paso a la época de los grandes descubrimientos para los europeos y también a uno de los movimientos culturales más importantes: el Renacimiento.

Más información

CORDIER, Henri. L’Extrême-Orient dans l’atlas catalan de Charles V: roi de France. Imprimerie Nationale, 1895.

GOODWIN, A. J. H. The medieval empire of Ghana. The South African Archaeological Bulletin, 1957, 12, 47, p. 108-112.

FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Francisco. La construcción naval en la corona de Aragón. Cuadernos del Instituto de Historia y Cultura Naval, 2015, 72, p. 33-65.

HERNANDO, Agustín. El Atlas Catalán de 1375: una representación del mundo en la Mallorca de la Baja Edad MediaParatge, 2018, 31, p. 23-38.

LIŠČÁK, Vladimír. Mapa mondi (Catalan Atlas of 1375), Majorcan cartographic school, and 14th century AsiaProceedings of the International Cartographic Association, 2018, 1, p. 69.

Mapamundi: the Catalan Atlas of the year 1375, edited and with commentary by Georges Grosjean. Zurich: Abaris Books, 1978.

ROSELLÓ VERGER, Vicenç M. Tides and the Catalan Atlas [1375]Catalan Social Sciences Review, 2015, 5, p. 87-106.

YOELI, Pinhas. Abraham and Yehuda Cresques and the Catalan Atlas. The Cartographic Journal, 1970, 7, 1, p. 17-27.

WINTER, Heinrich. Catalan Portolan maps and their place in the total view of cartographic development. Imago Mundi, 1954, 11, 1, p. 1-12.

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La famosísima torre inclinada de Pisa se construyó emulando la arquitectura de un faro. Es redonda, cuando la mayoría de las torres campanario son cuadradas, y para afirmar esta idea sus autores esculpieron una magnifica escena en la que dos barcos rodean un faro, basándose en la de los mosaicos romanos de otros puertos italianos. Sin embargo, es de época medieval, ya que se inició su construcción durante el siglo XII y continuó hasta el XIV.

La famosa torre de Pisa, situada en la plaza del Duomo. Fuente
Relieve de la torre de Pisa. Foto María Calvo

Pisa, la república marítima

Pisa hoy está alejada del mar más de 11 kilómetros, pero en otros tiempos estuvo mucho más cerca. De hecho, fue una de las repúblicas marítimas que florecieron al final de la Edad Media.

Localización geográfica de Pisa, un poco adentrada de la costa, en la actual Italia

El terreno pantanoso sobre el que se asienta hizo que la torre medieval se fuera inclinando con el tiempo. Es también la causa de que el antiguo puerto pisano desapareciera como tal, y de que la ciudad esté ahora más alejada del mar. Estudios científicos demuestran que la laguna se fue secando poco a poco hasta que el antiguo puerto tuvo que abandonarse por anegamiento, y hubo que construir otro cercano para que diera servicio al comercio marítimo.

La ciudad, en época antigua, tuvo una posición estratégica ya que dos ríos Arnus (actual Arno) y Auser (hoy Serchio) se unían en Pisa y fluían como uno solo hacia la costa, conectando así el interior con el mar. A lo largo de los siglos hubo una red de embarcaderos a su alrededor, aunque sólo tenemos noticia de un puerto marítimo, que Estrabón describió en el siglo I. Según él, como el río era difícil de navegar para los grandes barcos de alta mar, la ciudad construyó un puerto marítimo al que se le dio el nombre de Portus Pisanus.

Fuente: Kaniewski, 2018

La laguna en la que se asentaba ofreció un buen refugio para Portus Pisanus hasta el siglo V, cuando el acceso fluvial comenzó a desaparecer debido al desplazamiento de la costa. Alrededor del siglo XVI la laguna ya estaba completamente aislada del mar y se terminó transformando en un lago. El arsenal data del siglo XVI y fue construido por orden de Cosme I de Medici. Allí se «fabricaban» galeras y se gestionaba el transporte y el comercio. Cuando dejó de estar activo por traslado al puerto de Livorno de las actividades propias, las instalaciones se convirtieron en establos. Hoy es una importante institución patrimonial.

Instalaciones del antiguo arsenal de Pisa que hoy se utilizan como museo. Fuente

El arsenal de Pisa se ha convertido en un museo

Cerca del antiguo arsenal tuvo lugar uno de los mayores hallazgos, casi 40 barcos romanos con su cargamento, entre los que destacan ánforas e instrumentos a bordo. Estas naves estaban en el antiguo meandro del río Serchio y una parte naufragó tras una violenta inundación ocurrida hace unos dos mil años. 

Los restos de una de las naves halladas. Fuente

Este descubrimiento arqueológico reciente proporciona la evidencia de que Pisa en otros tiempos fue una ciudad costera. Se realizó a finales del siglo XX y es uno de los más importantes del mundo, tanto por la cantidad de objetos hallados como por su buen estado de conservación. Durante 20 años han trabajado unas 400 personas en las excavaciones y en su restauración. Hoy están en el museo de las naves antiguas, que se inauguró hace poco tiempo, concretamente en el año 2019, y que se encuentra muy cerca de la famosa torre de Pisa.

Logo del Museo

Algunos de los navíos más antiguos son griegos y otros fenicios, lo que proporciona nuevas pistas sobre los lazos comerciales de los etruscos, que vivieron allí antes que los romanos y que fueron sus principales proveedores, hasta que el imperio se decidió a construir sus propias naves. Todas las embarcaciones eran de uso comercial y tienen un tamaño muy variado, desde unos 7 m hasta casi 30 m. Junto a ellas también se encontraron vestigios orgánicos, tales como madera y cabos, propias de su uso.

La ausencia de oxígeno bajo las numerosas capas de arcilla permitió una buena conservación. 

Arcadas de las instalaciones del museo. Fuente

El descubrimiento de huesos de equinos alrededor de un casco puede ser una evidencia de que la navegación fluvial de la época se realizaba gracias a parejas de caballos que, desde las orillas del río, arrastraban las naves hasta el lugar de desembarco designado para descargar la mercancía que llevaban. Esta técnica se ha mantenido en el Mediterráneo durante siglos.

Una nota sensible de este impresionante yacimiento es que se hallaron los restos de un navegante que estaba enterrado junto a su perro.

Una de las salas del museo. Fuente

Más información

CAMILLI, Andrea. Il Cantiere delle navi antiche di Pisa: note sull’ambiente e sulla periodizzazione del deposito. Il Cantiere delle navi antiche di Pisa, 2004, p. 1000-1023.

CAMILLI, Andrea. Il contesto delle navi antiche di Pisa. Un breve punto della situazioneFOLD&R FastiOnLine documents & research, 2005, 31, p. 1-7.

CAMILLI, Andrea. Ricostruzione di un “giaccone” in cuoio di età augustea dallo scavo delle Navi di Pisa. 2016.

GIACHI, Gianna, et al. The wood of “C” and “F” Roman ships found in the ancient harbour of Pisa (Tuscany, Italy): the utilisation of different timbers and the probable geographical area which supplied them. Journal of Cultural Heritage, 2003, 4, 4, p. 269-283.

KANIEWSKI, David, et al. Holocene evolution of Portus Pisanus, the lost harbour of PisaScientific Reports, 2018, 8, 1, p. 1-14.

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