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Virgilio fue un importante poeta romano del siglo I a. C. El tema náutico aparece en repetidas ocasiones en una de sus obras más conocidas, La Eneida, la leyenda fundacional que canta las virtudes del pueblo romano y que contribuyó a cimentar una mitología propia.

Hemos localizado una edición del siglo XV que compila varias de sus obras, acompañadas de 88 pinturas en miniatura en el margen inferior de muchas de las hojas, por lo que esta semana veremos las magníficas ilustraciones marítimas que acompañan a este texto, atribuidas al artista florentino Apollonio di Giovanni (1415-1465).

Una hoja ilustrada del texto de La Eneida

La forma en la que los personajes de esta edición aparecen vestidos tiene su origen en el Concilio de Florencia (1493), al que acudieron multitud de prelados de la parte oriental del Mediterráneo. Esta situación influyó en el ilustrador, lo que se refleja en las pinturas, con vestimentas ricamente representadas resaltadas en oro, púrpura y rojo.

La Eneida

Para escribir esta obra se basó en la conocida figura legendaria del héroe troyano Eneas, al que vincula con la fundación de Roma. Muy resumidamente, el protagonista, huye de la destrucción de Troya con un grupo de supervivientes. Para ello reúne una flota y zarpa con ellos por el mar Mediterráneo. Eneas tiene un padre mortal, Anquises, príncipe de Troya (Dardanio) y una madre divina, Venus (Afrodita griega).

Recorrido de Eneas por el Mediterráneo. Fuente

Vamos a seguir el argumento con las ilustraciones de esta edición. Una vez en el mar, la diosa Juno les manda una horrible ventisca que acaba con algunas naves y hace que terminen fondeando en el Norte de África, en Cartago. Previamente habían recalado en las costas de Tracia, Creta y Sicilia, entre otras, tal y como se puede apreciar en el mapa anterior.

En esos momentos los vientos soplan de manera conjunta en la mar, lo que provoca que las embarcaciones se vean profundamente afectadas. Las velas quedan sin control y muchos tripulantes caen al agua. Se pueden ver galeras y barcos redondos a punto de naufragar. Los nombres de los vientos representados son Euro (Sureste), Nothus y Auster (Sur), Affricus (Suroeste), Boreas (Norte), Zephirus (Oeste) y Aquilón (Noroeste).

En La Eneida se narra de esta forma:

«Luego que estuvimos en alta mar, y desaparecieron todas las costas, sin que viésemos por dondequiera más que cielo y agua… Horribles tinieblas cubrieron las olas. Al punto los vientos revuelven la mar y se levantan enormes oleadas… Negros nubarrones envuelven el día, y una lluviosa oscuridad nos roba el cielo; de las rasgadas nubes brotan frecuentes relámpagos. Perdido el rumbo, andamos errantes por el tenebroso piélago… Todavía anduvimos errantes por el caliginoso mar durante tres días sin sol, y otras tantas noches sin estrellas; por fin, al cuarto día vimos por primera vez alzarse tierra en el horizonte«.

La influencia de los vientos es muy importante hasta que el dios Neptuno, montado en un carro tirado por seres mitológicos con cabeza de ave, cuerpo y cola de pez, llega para defender la flota y a sus tripulantes. A partir de su aparición se van retirando.

Una vez que consiguen llegar a Cartago, la reina Dido los recibe y se establece una relación amorosa con Eneas, hasta que una orden divina le incita a marcharse hasta las costas italianas.

El dios Júpiter, mandando a Mercurio como mensajero, ordena a Eneas que vaya a fundar la ciudad de Roma. En la ilustración aparece junto a Venus (madre de Eneas). La flota está fondeada y a salvo, de hecho hay una pequeña embarcación en faenas de pesca. En la costa se puede ver, en segundo plano, a Eneas y a su fiel amigo Acates.

Tras la partida del héroe, la reina Dido se suicida. La última parte narra la llegada de Eneas a la península itálica, tras haber recibido un mensaje directo de los dioses, que le indicaban que su destino era fundar la ciudad que posteriormente sería Roma. También se recoge la guerra que sostiene con Turno, rey de los rútulos (un pueblo del Lacio) y que con la victoria consigue la mano de Lavinia, princesa de este reino.

Para acabar

El mar y la navegación tienen en la Eneida una función narrativa muy importante. Comparten protagonismo con Eneas, porque la flota navega por el Mediterráneo y es atacada por vientos huracanados, posteriormente el héroe vuelve a embarcar y esta vez para dirigirse al continente europeo a fundar una gran ciudad. En el relato también se utiliza un riquísimo y preciso vocabulario para referirse a los temas marítimos, lo que ha dado lugar a que algunos investigadores crean que tuvo apoyo de expertos marinos de su época para escribir esta leyenda fundacional.

La edición comentada está digitalizada y depositada en la Biblioteca del Congreso de Washington.

NOTA: Según Virgilio, el linaje romano procede del hijo de Eneas, Ascanio, que habría fundado la ciudad de Roma. Para conseguir vincular a Eneas con Rómulo y Remo se inventaron la dinastía Albana, que los unía directamente. Así se justificaba que los citados gemelos fueran descendientes directos de Eneas.

Más información

ALVAR EZQUERRA, Antonio. El mar en la EneidaRevista de Estudios Clásicos, 2016, 43, p. 11-43.

BAUZÁ, Hugo Francisco. Virgilio y su tiempo. Madrid: Ediciones Akal, 2008.

FERNÁNDEZ, Tomás y TAMARO, Elena. Biografía de Virgilio. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea, 2004.

LÓPEZ, Vicente Cristóbal. Virgilio, Troya, Roma y EneasPolis: revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad, 1993, 5, p. 59-72.

RODRÍGUEZ-PANTOJA MÁRQUEZ, Miguel. Una lectura de temas épicos latinos: la» La Tempestad Literaria» en Virgilio y OvidioRevista de Filología de la Universidad de La Laguna, 1985, 4, p. 207-248.

SAINT-DENIS, E. Le rôle de la mer dans la poésie latine. Paris: Klincksieck, 1935.

VON ALBRECHT, Michael. Virgilio: Bucólicas, Geórgicas, Eneida. Murcia: Editum, 2013.

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Aunque existen indicios previos de personas que se dedicaban a sumergirse en el agua de manera más o menos profesional, tanto para usos civiles como militares, la primera vez que se formó un cuerpo de buceadores fue en el imperio romano. Se llamaban los urinatores (buzos o buceadores en latín).

Representación de los buceadores romanos. Fuente

Las primeras menciones se han hallado en el asedio a Numancia, también durante la guerra civil entre César y Pompeyo. En el año 48 a.C. mandaron a muchos buceadores a sacar a flote algunos de los barcos hundidos por las tropas de César. Cinco años después, durante los conflictos entre Octavio y Antonio, cuando las tropas comprobaron que no se podían comunicar con sus homólogos, decidieron comunicarse a través del río para no ser descubiertos por sus enemigos. En esa situación tuvieron que recurrir a un buzo, que debía de cruzar con un mensaje en una lámina de plomo.

Ánfora encontrada en un pecio en Cartagena (S. I-II) muy similar a la que pudieron recoger los urinatores. Fuente: CERES

Se siguieron manteniendo las operaciones anfibias por parte de los buzos durante el Imperio, ya que en el 196 d.C. se narra el uso de éstos como una de las medidas defensivas cuando Bizancio estaba bajo asedio. Su tarea consistió en cortar las anclas bajo el agua y mover los barcos enemigos. Al igual que las acciones bélicas, tenemos referencias a las labores concretas de pesca que llevaron a cabo los urinatores. Plinio el Viejo narra el uso de buceadores para la captura de diferentes animales marinos, como por ejemplo la obtención del murex vivo para la fabricación de la púrpura; la recolección de ostras y otros moluscos, esponjas o perlas, para lo que es necesario sumergirse y recolectarlas.

Molusco del que procede la denominada púrpura

Han quedado algunos de los utensilios utilizados para la pesca subacuática en esta época, y también contamos con iconografía y con ciertas fuentes literarias. El instrumental estaba formado por lastres de plomo, cuerdas, cuchillos, cuero, esponjas, arpones o tridentes. Se usaban unos u otros dependiendo del tipo de animal que se quería capturar.

Plomo para pescar del s. II a.C. Fuente: CERES

Su importancia

La importancia de los urinatores romanos radica en que fue la primera vez en la historia que se formuló una corporación legal que reunía a los mejores nadadores y buceadores para realizar trabajos de distinta índole, tanto en el ámbito militar como en el ámbito civil, en favor de la administración imperial.

Lápida en la que aparece el nombre del cuerpo de urinatores

Surgió bajo el principado de Augusto en el siglo I a.C., tras la aplicación de la Lex Iulia, que permitió al Senado romano ordenar la creación de diferentes cuerpos profesionales. Se hizo para responder a la necesidad de albergar un equipo profesional que pudiera atender a las emergencias producidas por los naufragios, el mantenimiento de los puertos y/o vías fluviales o la recogida de elementos caídos al agua.

Los urinatores se regían por la Lex Rhodia. Esta antiquísima norma regulaba los diferentes problemas derivados de los naufragios, el expolio y la sustracción de las mercancías de forma ilegal, entre otras. No se asimiló de manera inmediata, sino que tuvo que ser un proceso paulatino.

La Ley Rhodia obligaba a la recuperación de las mercancías tras un naufragio. Por eso los propietarios que perdían los objetos en el mar solían solicitar los servicios de esta corporación. Este tipo de contratos varió según la profundidad y la dificultad de su extracción, los urinatores obtenían una tercera parte del valor de la mercancía rescatada si ésta se hallaba hasta los 3.5 metros, mientras que si se encontraban hasta los 7 metros o más obtenían la mitad del valor de lo rescatado.

Diversos autores hacen referencia a la utilización de este cuerpo en los puertos y en las zonas que no tuvieran mucho calado, y también para la recuperación de los diferentes objetos caídos como ánforas. Igualmente sabemos que los ingenieros civiles romanos necesitaron de su apoyo para llevar a cabo la construcción de diferentes estructuras marítimas, como los diques, y que ayudaron a hormigonar y sellar los recintos hidráulicos en la construcción de las infraestructuras marítimas y portuarias.

Para acabar

Un magnifico precedente para los actuales buceadores profesionales y una interesante historia para contar sobre nuestro pasado marítimo.

Más información

DÍAZ SÁNCHEZ, Carlos. Análisis preliminar del cuerpo de urinatores en los puertos romanos. En: Arqueología de los paisajes fluviales: Ocupación, comunicación y explotación. Dykinson, 2020, p. 61-72.

OLESON, John Peter. The technology of Roman harbours. International Journal of Nautical Archaeology, 1988, 17, 2, p. 147-157.

RIETH, Éric. Pour une histoire de l’archéologie navale. Les bateaux et l’histoire. Classiques Garnier, 2019.

SCHLEGEL, H. UrinatoresMuséum d’histoire naturelle des Pays-Bas, 1866, 6, 1, p. 1-52.

TCHERNIA, Andr. Les urinatores sur l’épave de la Madrague de Giens in Navires et commerces de la Méditerranée antique. Hommage à Jean Rougé. Cahiers d’histoire, 1988, 33, 3-4, p. 489-499.

ZAMORA MANZANO, José L. El salvamento y la asistencia marítima en el derecho romanoRevue internationale des droits de l’antiquité, 3ª Série, 2001, 48.

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El Coliseo es el monumento más visitado de Roma. Se trata de una construcción de época imperial, levantada en el siglo I (iniciada en el año 70 y culminada en menos de un decenio) que es un anfiteatro. Las celebraciones por su inauguración duraron alrededor de 100 días y se cobraron decenas de vidas humanas y animales. Aunque se llamó anfiteatro Flavio, desde hace siglos se le denomina el Coliseo, debido a un monumento dedicado al Emperador Nerón, llamado el Coloso. La estatua de Nerón despareció, pero ha permanecido gran parte de este anfiteatro.

Sabemos que este monumento contaba con un toldo móvil enorme, que se podía ir abriendo o cerrando según el sol iba avanzando. Los textos antiguos han dejado constancia de que quienes lo manejaban eran antiguos marineros y que se conocía como velarium. Tanto en su momento como en la actualidad tal obra de ingeniería suscita asombro, especialmente por la dificultad de cubrir una superficie con una base elíptica tan grande, ya que casi alcanzaba los 200 metros

La obra fue fruto de un gran ingenio y está documentada por varios escritores romanos y se puede encontrar en monedas conmemorativas, pero no está claro cómo era exactamente. 

Un sistema de arboladura para el Coliseo

La tecnología usada para cubrir el anfiteatro tiene su origen en el sector constructivo naval, dado que el despliegue de esta enorme cubierta, de unos 23.000 m2, era gestionado por cien marineros de la flota amarrada en Capo Miseno, que estaban alojados en un cuartel cercano al Coliseo, tal y como dejó escrito Plinio. 

Aunque existen testimonios de su uso, los textos antiguos apenas detallan cómo funcionaba, por lo que algunos investigadores han tratado de resolver el enigma. Primero han intentado recoger todas las pistas dejadas en época romana y luego, con la perspectiva actual, han interpretado su funcionamiento mecánico.

Hemos encontrado dos posibles explicaciones acerca de cómo funcionaba el velarium de los anfiteatros.

a) Por una parte, se sostiene que la estructura contaba con un anillo circular interno y una serie de velas. El anillo central no debía ser demasiado pequeño, porque no cubría a todos los espectadores, ni era muy grande, por el peso. En este caso las lonas se podían sostener mediante anillas que discurrían sobre cuerdas paralelas que partían del soporte central y llegaban a la base de los postes, en una forma bastante similar a lo que ocurre en la arboladura de los barcos. Esto implicaba una sección de tamaño considerable y, por lo tanto, la necesidad de estiba e incluso de una tecnología constructiva adecuada.

Simulación de las velas con estructura en anillo en un teatro. Fuente

Una variación de esta posibilidad es la que ha propuesto Steve Burrows que, haciendo uso de su experiencia como constructor, mantiene que sería muy difícil, por el peso, que las velas se mantuvieran, y que la opción es que este toldo se situara a mitad del estadio, proporcionando sombra sólo a las clases privilegiadas, que estaban sentadas en las localidades inferiores.

b) una segunda explicación acerca de este enorme «toldo» es que cubría todo el círculo. Se basa en cuerdas que corren diametralmente, de modo que cada cuerda comienza desde la parte superior de un poste y se conecta a la base del poste diametralmente opuesto. Esta solución parece muy difícil de conseguir, entre otros motivos por el enorme peso del cordaje.

Un dibujo del Coliseo en el que se señalan las distintas alturas, con las divisiones sociales establecidas en esos momentos, que también representa cómo pudo ser el velarium. Fuente: d’Anna 2020

Fuera la opción a) o la b), era necesario que el anfiteatro contara con una infraestructura previa para sostener los miles de metros de tela del velarium. Se han señalado diversos soportes que podían facilitar el enorme despliegue.

  • Por una parte, han hallado los salientes donde se podían apoyar unos postes altos que sobresalían de la parte superior del anfiteatro (a modo de mástiles), Los enormes palos (a modo de mástiles) iban anclados firmemente a la pared exterior del edificio.
  • y por otra, unos orificios practicados en la piedra, que era posible que se utilizaran para meter por ellos las jarcias que sostenían el velarium.

Estas innovaciones eran aplicables en ambos casos.

Elementos de sujeción de jarcias y palos. Fuente

Hoy sabemos que esta cubierta, aunque protegía del sol, no se podía utilizar como resguardo de la lluvia porque el peso del agua hubiera hecho caer la estructura.

Modelo en 3D del Coliseum. Fuente

Sin embargo, y a pesar de que ha habido diversas investigaciones sobre el tema, la comunidad científica no se ha puesto todavía de acuerdo en decidir cuál fue el sistema exacto, el que durante decenios sirvió para resguardar a los espectadores del anfiteatro del implacable sol del Mediterráneo.

Fresco de Pompeya en el que se puede apreciar su anfiteatro y una especie de toldo

Para concluir

Uno de los monumentos mas visitados del mundo como el Coliseo contaba con un sistema para resguardar del sol a los espectadores, que estaba basado en algunas de las técnicas navales usadas en la arboladura de barcos. Sabemos que Roma levantó más de 200 coliseos a lo largo de su dilatado imperio y que en algunos de ellos se han encontrado los soportes que atestiguan que contaron con un velarium. La colocación de los mástiles en lugares estratégicos y fijamente anclados era muy importante en este tipo de edificios, y se tomó de la construcción náutica. Igualmente se hizo con el sistema retráctil de izado y arriado de las velas. Todo un logro de la ingeniería romana que vincula esta magnífica construcción con el mundo naval.

Dibujo del velarium del teatro de Pompeya. Fuente

Más información

ALFANO, Francesca Romana d’Ambrosio, et al. “Velaria” in ancient Roman theatres: Can they have an acoustic role?Energy and Buildings, 2015, 95, p. 98-105.

BOMGARDNER, David. The story of the Roman amphitheatre. Routledge, 2021.

CELLAI, Gianfranco, et alSerramenti e schermature per la riqualificazione energetica ed ambientale: Criteri per la valutazione e la scelta. EPC srl, 2013.

D’ANNA, Eugenio & MOLARI, Pier Gabriele. Il velarium del Colosseo: una nuova interpretazione. 2020.

GANGEMI, Fernando. Il velario dell’anfiteatro cumano. 2022.

JACOBELLI, Luciana. Gladiators at PompeiiGladiators at Pompeii, 2003, p. 1-128.

KRIZMANIĆ, Attilio. Amphitheatre in Pula; Velarium. Prostor: znanstveni časopis za arhitekturu i urbanizam, 2020, 28, 2-60, p. 202-219.

POLIDORO, Massimo. La aventura del Colosseo. Edizioni Piemme, 2016.

POMA, Mauro. Descubriendo el Coliseo: entre el mito y la realidad. Descubriendo el Coliseo, 2021, p. 1-103.

SDINO, Leopoldo, et alLa valutazione delle azioni di valorizzazione dei beni culturali: il caso studio della copertura del ColosseoValori e Valutazioni, 2018, 20.

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La famosísima torre inclinada de Pisa se construyó emulando la arquitectura de un faro. Es redonda, cuando la mayoría de las torres campanario son cuadradas, y para afirmar esta idea sus autores esculpieron una magnifica escena en la que dos barcos rodean un faro, basándose en la de los mosaicos romanos de otros puertos italianos. Sin embargo, es de época medieval, ya que se inició su construcción durante el siglo XII y continuó hasta el XIV.

La famosa torre de Pisa, situada en la plaza del Duomo. Fuente
Relieve de la torre de Pisa. Foto María Calvo

Pisa, la república marítima

Pisa hoy está alejada del mar más de 11 kilómetros, pero en otros tiempos estuvo mucho más cerca. De hecho, fue una de las repúblicas marítimas que florecieron al final de la Edad Media.

Localización geográfica de Pisa, un poco adentrada de la costa, en la actual Italia

El terreno pantanoso sobre el que se asienta hizo que la torre medieval se fuera inclinando con el tiempo. Es también la causa de que el antiguo puerto pisano desapareciera como tal, y de que la ciudad esté ahora más alejada del mar. Estudios científicos demuestran que la laguna se fue secando poco a poco hasta que el antiguo puerto tuvo que abandonarse por anegamiento, y hubo que construir otro cercano para que diera servicio al comercio marítimo.

La ciudad, en época antigua, tuvo una posición estratégica ya que dos ríos Arnus (actual Arno) y Auser (hoy Serchio) se unían en Pisa y fluían como uno solo hacia la costa, conectando así el interior con el mar. A lo largo de los siglos hubo una red de embarcaderos a su alrededor, aunque sólo tenemos noticia de un puerto marítimo, que Estrabón describió en el siglo I. Según él, como el río era difícil de navegar para los grandes barcos de alta mar, la ciudad construyó un puerto marítimo al que se le dio el nombre de Portus Pisanus.

Fuente: Kaniewski, 2018

La laguna en la que se asentaba ofreció un buen refugio para Portus Pisanus hasta el siglo V, cuando el acceso fluvial comenzó a desaparecer debido al desplazamiento de la costa. Alrededor del siglo XVI la laguna ya estaba completamente aislada del mar y se terminó transformando en un lago. El arsenal data del siglo XVI y fue construido por orden de Cosme I de Medici. Allí se «fabricaban» galeras y se gestionaba el transporte y el comercio. Cuando dejó de estar activo por traslado al puerto de Livorno de las actividades propias, las instalaciones se convirtieron en establos. Hoy es una importante institución patrimonial.

Instalaciones del antiguo arsenal de Pisa que hoy se utilizan como museo. Fuente

El arsenal de Pisa se ha convertido en un museo

Cerca del antiguo arsenal tuvo lugar uno de los mayores hallazgos, casi 40 barcos romanos con su cargamento, entre los que destacan ánforas e instrumentos a bordo. Estas naves estaban en el antiguo meandro del río Serchio y una parte naufragó tras una violenta inundación ocurrida hace unos dos mil años. 

Los restos de una de las naves halladas. Fuente

Este descubrimiento arqueológico reciente proporciona la evidencia de que Pisa en otros tiempos fue una ciudad costera. Se realizó a finales del siglo XX y es uno de los más importantes del mundo, tanto por la cantidad de objetos hallados como por su buen estado de conservación. Durante 20 años han trabajado unas 400 personas en las excavaciones y en su restauración. Hoy están en el museo de las naves antiguas, que se inauguró hace poco tiempo, concretamente en el año 2019, y que se encuentra muy cerca de la famosa torre de Pisa.

Logo del Museo

Algunos de los navíos más antiguos son griegos y otros fenicios, lo que proporciona nuevas pistas sobre los lazos comerciales de los etruscos, que vivieron allí antes que los romanos y que fueron sus principales proveedores, hasta que el imperio se decidió a construir sus propias naves. Todas las embarcaciones eran de uso comercial y tienen un tamaño muy variado, desde unos 7 m hasta casi 30 m. Junto a ellas también se encontraron vestigios orgánicos, tales como madera y cabos, propias de su uso.

La ausencia de oxígeno bajo las numerosas capas de arcilla permitió una buena conservación. 

Arcadas de las instalaciones del museo. Fuente

El descubrimiento de huesos de equinos alrededor de un casco puede ser una evidencia de que la navegación fluvial de la época se realizaba gracias a parejas de caballos que, desde las orillas del río, arrastraban las naves hasta el lugar de desembarco designado para descargar la mercancía que llevaban. Esta técnica se ha mantenido en el Mediterráneo durante siglos.

Una nota sensible de este impresionante yacimiento es que se hallaron los restos de un navegante que estaba enterrado junto a su perro.

Una de las salas del museo. Fuente

Más información

CAMILLI, Andrea. Il Cantiere delle navi antiche di Pisa: note sull’ambiente e sulla periodizzazione del deposito. Il Cantiere delle navi antiche di Pisa, 2004, p. 1000-1023.

CAMILLI, Andrea. Il contesto delle navi antiche di Pisa. Un breve punto della situazioneFOLD&R FastiOnLine documents & research, 2005, 31, p. 1-7.

CAMILLI, Andrea. Ricostruzione di un “giaccone” in cuoio di età augustea dallo scavo delle Navi di Pisa. 2016.

GIACHI, Gianna, et al. The wood of “C” and “F” Roman ships found in the ancient harbour of Pisa (Tuscany, Italy): the utilisation of different timbers and the probable geographical area which supplied them. Journal of Cultural Heritage, 2003, 4, 4, p. 269-283.

KANIEWSKI, David, et al. Holocene evolution of Portus Pisanus, the lost harbour of PisaScientific Reports, 2018, 8, 1, p. 1-14.

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La colleganza marítima era un contrato establecido en la República de Venecia en época medieval (aunque sus orígenes son más antiguos), para poder hacer frente a los enormes gastos del comercio internacional por mar. Existe una versión genovesa, la commenda, por la cual el socio capitalista aporta todo el capital y recibe el 75% de las ganancias. También tenemos constancia de que se usó en otros puertos y ciudades costeras (Ancona, Amalfi y Barcelona, entre otros), pero fue en Venecia donde tuvo mayor repercusión.

Vista de la ciudad de Venecia desde uno de los múltiples canales

Algunos historiadores la consideran una de las innovaciones comerciales clave de la época medieval. Para entender esta aportación es necesario conocer la mecánica del comercio a larga distancia, lo que supone, sus riesgos y también, por supuesto, sus ventajas. 

Rutas emprendidas por los mercaderes veneciano en el este del Mediterráneo. Fuente: Puga 2014

El comercio internacional en época medieval

Las naves, que frecuentemente eran galeras, salían de Venecia a fines de marzo y llegaban a otros puertos del Mediterráneo como Constantinopla, un mes después. Allí pasaban unas tres semanas comprando mercancías y regresaban a Venecia en el mes de julio. Los bienes adquiridos se vendían luego a comerciantes que viajaban a las ferias de finales de verano en Europa Central y Occidental. 

Estos viajes podían suponer enormes ganancias, más del 100% y, a veces, mucho más. Pero aunque se podían obtener grandes beneficios, también había enormes riesgos. Uno de ellos era la posibilidad de que durante el trayecto el socio padeciera alguna enfermedad grave o incluso su muerte, de que la nave naufragara o de que fuera atacada por piratas, lo que era frecuente. Igualmente existía el riesgo comercial sustancial asociado con la bajada de precio en los mercados. Un comerciante que llegara con un mes de retraso podría encontrar que la feria anual había terminado y verse obligado a vender sus productos a costo de liquidación. 

Por lo tanto, la suerte, el conocimiento del mar, las habilidades comerciales y el esfuerzo de los negociantes podían marcar la diferencia entre conseguir grandes ganancias o, por el contrario, tener enormes pérdidas.

La ciudad de Venecia en un portulano. Fuente

El contrato marítimo

La colleganza fue entonces una solución a tres de los problemas clave del comercio a larga distancia. Primero, porque requería grandes cantidades de capital en relación con la mayoría de las actividades comerciales privadas contemporáneas, como la agricultura o la manufactura. En segundo lugar, las garantías eran problemáticas porque el capital literalmente se podía perder, hundirse o desaparecer. En tercer lugar, las complejas circunstancias imprevisibles y los grandes riesgos involucrados hacían necesario equilibrar los incentivos para los comerciantes que hacían el viaje, usando el riesgo compartido entre ellos y los inversores. Aunque hubo muchas variantes de la colleganza, describimos solo las más conocidas. 

Contrato de colleganza marítima

Los socios

En este contrato están, por una parte, el comerciante viajero y por otra el que hace la mayor inversión (comerciante sedentario o comendador). En Venecia, el capitalista entregaba el efectivo o las mercancías al viajero, quien luego subía a un barco con otros mercaderes y partían al extranjero. En el puerto de destino, el comerciante vendía los géneros y utilizaba las ganancias para comprar otras pensando en revenderlas en Venecia. 

En la colleganza aparecen los nombres de las dos partes, se desglosa el capital aportado y se establece cómo se repartirán las ganancias. 

Fachada del Arsenal de Venecia. Fuente

El contrato a veces proporcionaba instrucciones específicas, por ejemplo un itinerario de puertos a visitar, aunque a menudo se dejaba al viajero un elevado grado de libertad de acción. Una vez que el socio viajero volvía con las mercancías a Venecia, se liquidaban las cuentas del viaje y se disolvía la relación. También era probable que la duración del vínculo entre los accionistas se extendiera en el tiempo y no a un solo viaje, especialmente si todo había salido bien.

La conexión demostró ser un instrumento muy flexible, capaz de adaptarse a las más diversas necesidades.

El famoso puente veneciano de Rialto

Para acabar

Este contrato fue muy importante porque permitía incluso a los comerciantes con poco poder adquisitivo, participar en el comercio a larga distancia y beneficiarse de él, ya que eran ellos los que se encargaban del traslado de las mercancías uniéndose a un socio más rico. Esto les daba la posibilidad de ir reuniendo suficiente capital para que en unos años pudieran convertirse ellos mismos en socios capitalistas.

De hecho, se podría argumentar que las innovaciones contractuales de la collegantia en Venecia, la commenda en Génova y de otros lugares costeros, así como otras innovaciones posteriores, tuvieron éxito debido a que las barreras sociales entre los más ricos y los que tenían un pequeño capital eran más difusas, lo que les permitió firmar acuerdos mutuamente beneficiosos. Los nuevos vientos del comercio parecía que estaban erosionando las restricciones feudales. 

Sin embargo, esta práctica no duró mucho. Puga y Trefler (2014) utilizan el declive de los contratos de collegantia, como una evidencia de un menor grado de movilidad social, que apareció en cuanto los más ricos empezaron a vetar el acceso a estos contratos, y también a las instituciones políticas, a quiénes no tenían tanto poder poder económico. Cerraban así la posibilidad de que los nuevos mercaderes que no poseían tanto capital, pero que estaban dispuestos a navegar por el Mediterráneo, llevaran las mercancías de otros, con el objetivo de ir poco a poco sumando más efectivo.

Más información

DUCALE, Eta. Le risorse: mercatura e moneta. En: RÖSCH, Gerhard. Storia di Venezia, 1992.

IACOPETTA, Mauricio. Class Diferences and the Commercial Revolution: An Equilibrium Selection Story. Economic Modellingo, 2021, 100, p. 1-41.

PUGA, Diego & TREFLER, Daniel. International Trade and Institutional Change: Medieval Venice’s Response to GlobalizationThe Quarterly Journal of Economics, 2014, 129, 2, p. 753–821.

VAN DOOSSELAERE, Quentin. Commercial agreements and social dynamics in medieval Genoa. Cambridge University Press, 2009.

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Ya dedicamos una entrada al transporte de caballos por mar durante la Edad Media y la Moderna. En esta ocasión nos vamos a centrar, gracias a un artículo publicado recientemente de Terrado y Lasheras, en conocer cómo era durante la Antigüedad el traslado marítimo de los caballos de carreras que actuaban en los juegos (ludi circenses).

Los equinos entrenados para los circos griegos y romanos procedían, por lo general, de regiones específicas (Grecia, Sicilia, Hispania y Capadocia, entre otras), y era habitual que los criadores los exportaran para las carreras que se realizaban en otros puntos de la geografía romana. Esto significa que su transporte era imprescindible y que éste se desarrollaba por vía marítima.

Su origen

Los primeros testimonios acerca del transporte equino los recoge Heródoto en su obra sobre las Guerras Médicas, donde se alude al traslado de caballería en barcos militares. La siguiente referencia es de Tucídides, quien menciona que la armada ateniense poseía una nave específica para transportar caballería durante el transcurso de la guerra del Peloponeso. Eran viejas triereis, unos barcos de guerra en los que se modificaba la disposición interna para el traslado de estos animales. De los doscientos remos que tenía el barco ateniense, se reducían a sesenta, y entre cada uno de ellos se colocaba un caballo. Suponía que se podían transportar como máximo treinta equinos por embarcación.

Detalle del mosaico de la plaza Armerina (Sicilia). Fuente

Otra forma de llevarlos de un lugar a otro era con liburnas o lembos, unas embarcaciones de origen ilirio empleadas entre los siglos IV y III a.C. para desembarcos bélicos y piráticos, de varias medidas y posteriormente muy utilizados por los romanos. Eran navíos militares ligeros y espaciosos, utilizados tanto en el mar como en los ríos. El más grande llevaba unos cincuenta remeros y podía transportar a más de treinta personas, además de dos caballos. Su objetivo no era el transporte de animales, pero constituye un ejemplo de las primeras adaptaciones para su traslado.

Una muestra aparece en uno de los relieves de la columna Trajana, donde se puede ver una barcaza de río, sin timón ni mástil, tripulada por un remero y transportando tres caballos en un contexto claramente militar.

Detalle de la columna Trajana. Fuente: Terrado 2017

Las naves construidas para este propósito

El barco destinado al transporte de caballos por excelencia era el hippagogós. El término es un adjetivo que a menudo aparece junto a la palabra naus o triereis, aunque desde el siglo V a.C. se utiliza a menudo como sustantivo, cuyo uso se prolonga hasta época bizantina (siglos XII-XIII).

Una buena muestra la hallamos en el mosaico de Althiburos (Túnez). Bajo el nombre de hippago aparece una embarcación simétrica de grandes dimensiones, sin mástil ni timón, que debía ser remolcada o propulsada con tres pares de remos. Se distingue la popa de la proa por la posición de los remos y en el casco se dispone una cuerda para amortiguar los golpes. En cubierta hay tres caballos, de los que se añaden sus nombres, Icarus, Ferox y Cupido, que solían ser muy habituales para estos animales destinados a las carreras circenses, puesto que hacen referencia a alguna característica especial (destreza y rapidez, indómito y estética). El mosaico es fundamental para conocer estas naves, de las que existen pocas evidencias.

Detalle del mosaico de Althiburos (Túnez) donde se puede apreciar una nave con caballos. Fuente

Los équidos se muestran además con sus respectivas riendas, cuyos colores indican el equipo (factio) al cual pertenecían, denotando así que eran corceles de entidad e individualizados tanto por su color de piel como por sus nombres. Durante la República Romana había dos equipos, el rojo (factio russata) y el blanco (factio albata). En el siglo I se añade la factio prasina, bando de los verdes y la factio veneta, que correspondía a los azules. Eran los cuatro más importantes y tenían gran peso en los juegos del mundo romano. Cada uno de estos equipos tenía sus jinetes (aurigas), que eran verdaderos héroes que hacían ganar grandes sumas de dinero y que acumulaban muchos honores.

Escena de circo romana. Fuente: Museo Arqueológico Nacional

Naves comerciales

Muchas de las embarcaciones representadas eran onerarias (para el comercio), pero iban tripuladas por militares, que eran los que se dedicaban a cazar y transportar animales para los juegos, aunque esas naves también se usaban para trasladar caballería en tiempos de guerra. Algunos autores mantienen que esta tipología de embarcaciones puede asociarse con los llamados cercuri en latín (kerkouroi en griego), que servían indistintamente para usos comerciales y militares, muy usadas en el Mediterráneo desde los siglos V al I a.C.

Para concluir

El transporte de equinos en barcos no era fácil y tuvo su origen en los traslados por mar de caballos y jinetes para los enfrentamientos bélicos. La experiencia adquirida fue la base que se usó posteriormente para los desplazamientos de los magníficos ejemplares de carreras de los juegos.

La importancia que con el tiempo adquirió el traslado de estos animales supuso la evolución de las embarcaciones utilizadas para ello, desde las antiguas triereis transformadas para este cometido, hasta la creación de una especializada para el transporte de caballos, el hippagogós.

Nota: En los textos y en la epigrafía aparecen diferentes denominaciones, además de la citada de hippagogós, algunas con variantes del mismo nombre, tales como hippegós, hippagines, hippagogus, hippegus, hippago, hippagogi, hippagi e hippagines.

Más información

ARCE, Javier et al. Los caballos de Símmaco. Faventia, 1982, 4, 1, p. 35-44.

Circus romanos, aurigas y caballos de carreras en la antigua Roma. Domus Romana, 2020.

TERRADO ORTUÑO, Patricia y LASHERAS GONZÁLEZ, Ada. Caballos para el circo: acerca de su transporte en época romana. Tarraco Biennal. LÓPEZ VILAR, Jordi. La glòria del circ curses de carros i competicions circenses. Actes 3r Congrés Internacional d’Arqueologia i Món Antic. Tarragona: Mutua Catalana, 2017.

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