En esta nueva página publicamos relatos que nos envían, todos relacionados con la Historia y el Patrimonio Naval. Incluimos el texto de la primera parte de cada uno de ellos, y lo acompañamos del fichero que lo contiene íntegro.
Iniciamos esta sección con una bonito relato sobre las sirenas, las musas del mar.
LAS SIRENAS DE CUNQUEIRO, por Luis Sanchez-Feijoo López
Cunqueiro era imaginación y fantasía. Defendía el ejercicio de la imaginación en la elaboración de la historia y consideraba que gentes sin ninguna imaginación se habían apoderado de la historia y amenazaban acabar con ella. Respecto a la imaginación de la gente de mar reflexionaba que si la imaginación del hombre se mide por las palabras es evidente que el hombre ha puesto mucha imaginación en las cosas de la mar, en el oficio marinero. Sorprende el número de palabras que ha creado para designar los palos, las velas, los cabos de los veleros de antaño, muchas veces nombres muy significativos y poéticos como la escandalosa o el amante. Todo un complejo léxico para el andar por la mar, lleno de aciertos y tantas veces sorprendente.
En cuanto a su fantasía nos cuenta que para la de sus historias hubo un tiempo en que solía imaginarse una selva, la antigua y lejana selva de Esmelle; nombre que está en la toponimia gallega y que a sus tres sílabas les atribuía, sólo con decirlas, la imagen de una oscura y dilatada soledad. Su selva estaba extendida como una enorme sombra, al borde de un camino que iba de Maguncia a Compostela, y la cruzaba un río.
Uno de sus múltiples temas preferidos, pues era un curioso indesmayable y enciclopédico, fue el mundo de las sirenas que nos dio a conocer con generosidad de datos y señas. Frente a su derroche de imaginación y fantasía está el erudito padre Feijóo que no creía en las sirenas, pero en cambio creía en los tritones, aunque su voz, decía, no haya sido oída modernamente.
Nada me gustaría más que haber podido ofrecer en su día a d. Álvaro éstas dos experiencias mías reales, en las que afirmo que vi sirenas, para que las incorporase a su haber literario. El lector puede creer o no en mi narración pero en todo caso opino que «E se non e vero, e ben trovato» y pretende ser una introducción para dejarnos ir de la mano del escritor en este tema al que aporto mis fantasías que como cerezas enlazo con la debida humildad. El generoso lector las diferenciará claramente y a buen seguro disculpará mi intromisión.
Me encontraba buceando en aguas gallegas acompañado por mi pareja de buceo participando en una operación de inutilización de minas submarinas alemanas fondeadas en la IIª Guerra Mundial, ambos con equipo respiratorio de mezcla de gases a circuito semicerrado, cuando al poco tiempo de inmersión me encontré metido en el centro de una esfera azul, ingrávido, perturbado y sin fuerzas físicas ni mentales.¡Ya estás intoxicado por anhídrido carbónico! avisaron mis entorpecidas y cerúleas neuronas a mis distorsionadas células grises, muchas de las cuales ya debían de estar violáceas.
Don Luis: Es un relato precioso. No sabía que escribiese tan bien y de temas tan fascinantes como las sirenas. Gracias por su cuento. Lo encontré buscando cosas de Cunqueiro. ¡Las redes sociales son una caja de sorpresas! (Carmen)
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