Entrada enviada por nuestro amigo y colaborador Garbo.
Estos seres fabulosos, que parten de la mitología griega, constituyen un universo que no tiene parangón, repleto de misterios y lagunas por resolver.
En el siglo VIII a.C., el poeta griego Homero introduce una completa descripción de estos seres mitológicos cuando escribe “La Odisea”; concretamente en dicha obra, la hechicera Circe, de lindas trenzas y soberana de la isla de Eea, pronuncia las siguientes palabras:
“Las sirenas […] encantan a cuantos hombres van a su encuentro. Aquél que imprudentemente se acerca a ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa ni a sus hijos pequeñuelos rodeándole, llenos de júbilo, cuando torna a su hogar; sino que le hechizan las sirenas con el sonoro canto, sentadas en una pradera y teniendo a su alrededor un enorme montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo. Pasa de largo y tapa las orejas de tus compañeros con cera blanda, previamente adelgazada, a fin de que ninguno las oiga; mas si tú desearas oírlas, haz que te aten en la velera embarcación de pies y manos, derecho y arrimado a la parte inferior del mástil, y que las sogas se liguen al mismo; y así podrás deleitarte escuchando a las sirenas. Y caso de que supliques o mandes a los compañeros que te suelten, atente con más lazos todavía. […].” (1)
Probablemente éste sea el relato más conocido, que se encuentra estrechamente ligado con la definición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), cuando afirma que “sirena” refiere a una “ninfa marina con busto de mujer y cuerpo de ave, que extraviaba a los navegantes atrayéndolos con la dulzura de su canto”.
Por lo tanto, en ambos enunciados prevalece la consideración de la Grecia clásica: mujeres aladas, a veces armadas con garras de felino, que acechaban a los navegantes entonando canciones de particular encanto, con sus voces agudas, desde rocas o islas. Este sonido hipnótico conseguía quebrar la voluntad de cualquier hombre por muy fuerte que fuese.
Por contraposición, desde la antigüedad, también se ha descrito a las sirenas como mujeres atractivas, con cola de pez, que peinan constantemente sus largos cabellos dorados a orillas del mar, rescatando a náufragos que, en su destino, se habían visto abatidos por fuertes temporales. Esta concepción se refleja en algunos de los cuentos de “Las mil y una noches”. Así, en el titulado “La ciudad de bronce”, leemos la siguiente descripción:
“[…], y las dos hijas del mar, que eran dos maravillosas criaturas de largos cabellos ondulados como las olas, de cara de luna y de senos admirables y redondos y duros cual guijarros marinos; pero, desde el ombligo, carecían de las suntuosidades carnales que generalmente son patrimonio de las hijas de los hombres, y las sustituían con un cuerpo de pez que se movía a derecha y a izquierda, de la propia manera que las mujeres cuando advierten que a su paso llaman la atención. Tenían la voz muy dulce, y su sonrisa resultaba encantadora; pero no comprendían ni hablaban ninguno de los idiomas conocidos, y contentábanse con responder únicamente con la sonrisa de sus ojos a todas las preguntas que se les dirigían. […]”. (2)
Pese a esto, Hans Christian Andersen, en 1836, en el cuento de “La Sirenita”, avanza un paso más, haciendo alusión a que estos seres pueden comunicarse con los hombres; es decir, son capaces de entender y hablar la lengua humana.
En la lengua inglesa se utilizan dos palabras distintas para delimitar el concepto de “sirena”. Por un lado, “siren” designa a estas mujeres pájaro características de la mitología griega, que veíamos en el primer párrafo del discurso; mientras que “mermaid” refiere a los seres acuáticos, dotados de hermosura, que inundan las leyendas medievales y los cuentos infantiles. Esta distinción semántica, por desgracia, no existe en español, lo que provoca cierta confusión entre los hispanohablantes, predominado esta segunda acepción como referente social.
En alguna ocasión nos hemos cuestionado sobre su existencia: ¿mito o realidad? Sea cuál sea la respuesta, estos seres enigmáticos han sido la clave de numerosos relatos, de gran cantidad de narraciones literarias, dando vida a muchas leyendas y tradiciones de antaño. Solamente la Ciencia podrá despejar nuestras dudas al respecto, definiendo la verdad.
En la actualidad existen grupos de trabajo que han centrado sus investigaciones en este tema, y han marcado las pautas que nos llevan a pensar que hay cabida para estos seres, que se encuentran a grandes profundidades en el mundo marino. No obstante, nuestra mente puede seguir hilando fantasías, imaginando aquellos bellísimos cuentos que permanecerán constantemente en nuestra memoria. Una tradición que, hoy por hoy, continúa siendo el fruto de nuevas generaciones, que siempre recordarán el pasado con inquietud.
Referencias utilizadas
(1) Homero. La Odisea. Educar.org, 13 de marzo de 2005. Canto XII, v. 37.
(2) Las mil y una noches. San Juan de Puerto Rico: Biblioteca Digital Ciudad Seva, 10 de noviembre de 2010. Capítulo X: “Historia prodigiosa de la Ciudad de Bronce”.
Enhorabuena!, me parece precioso. Siempre me ha parecido alucinante la historia de las sirenas.
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