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Archive for the ‘– Leyendas y mitos marineros’ Category

Durante el mes de agosto hacemos recopilaciones temáticas, basadas en las series que contiene esta bitácora. Esta semana tratamos los mitos y leyendas marineras.

Un dibujo del globo de Behaim, en el que se puede apreciar una enorme ballena frente a una nave en el océano. Fuente

Muchas veces lo que se narra está entre la realidad y el mito. Es decir, hechos reales se han llenado de misterio y han ido acompañados de sugerentes interpretaciones acerca de cómo tuvieron lugar y de qué forma se desarrollaron. Así, cuando llegan hasta nosotros, sólo la investigación científica puede determinar hasta qué punto acaecieron los hechos narrados y dónde se inicia la leyenda. Otros ya han sido descartados y se han convertido en mitos que a pesar de su interés, no pertenecen a la historia de la Humanidad. De cualquier forma, reales o no, son una parte muy importante de nuestro acervo cultural y siguen teniendo el favor de muchos lectores, que disfrutan leyendo estas magníficas crónicas.

Se han dedicado múltiples entradas a esta temática. Algunas de los más tratadas son los monstruos marinos y los animales fantásticos.

Los monstruos marinos

Una época clave en la representación de los monstruos de los mares fue la de los portulanos y las primeras cartas náuticas. La leyenda de muchos de ellos data de siglos previos, pero su inclusión en los documentos cartográficos se inició a fines de la Edad Media. También en los bestiarios medievales aparecían con cierta frecuencia junto a otros terrestres o con características mezcladas como los de los dibujos siguientes.

En España hubo un género único, que terminó irradiando su sistema a otras naciones, los impresionantes beatos, en los que de vez en cuando se podían ver animales marinos, que sin tener características monstruosas, dada la escena, podían apoyar la visión casi terrorífica que ya existía sobre el mar en época medieval.

Sin embargo, fueron las cartas náuticas las que mejor documentaron ese temor vinculado al mar que durante siglos caracterizó la conciencia europea, poblada de multitud de leyendas.

Entre los dibujos, algunos estaban basados en avistamientos de animales reales a los que la fantasía y el miedo habían transformado en monstruos. Otros eran sólo producto de la imaginación de navegantes y artistas.

Otros animales marinos

En este mundo mítico, ciertos animales que vivían en las profundidades marinas han sido reconocidos a lo largo de la toda la Historia, como el conocido monstruo del lago Ness, la temible serpiente marina, los calamares gigantes y también los magníficos narvales (que, a pesar de que realmente existen en las zonas polares, han estado cubiertos de un manto de misterio, confundidos con caballos, rinocerontes o el irreal unicornio, sin contar las propiedades atribuidas a su mágico diente).

Fotografía de la temida serpiente marina, que es un inofensivo pez remo gigante. Fuente

También otros que viven cerca del mar y nadan en sus aguas, como las iguanas de las islas Galápagos, fueron confundidas con monstruos que atraían la mala suerte y que representaban al mismo demonio, lo que supuso que durante siglos parecieran estar malditas y protagonizar narraciones fantásticas.

Las sirenas, los tritones y resto de figuras con características antropomorfas han estado apareciendo en mapas y cartas durante siglos, muchas veces a modo de aviso a los navegantes y otras para continuar infundiendo el miedo a lo desconocido.

Una sirena en el mapa de D. Gutiérrez (s. XVI)

Islas imaginarias

Una de estas narraciones destaca por su vínculo marítimo, la de San Brandán, que tuvo representación a fines de la Edad Media en manuscritos, de indudable valor artístico y estético. Brandón (el nombre del obispo que dio nombre a la leyenda, que dependiendo del idioma de los navegantes se llamaba Brandán, Borondón, Brandoni, entre otros) era un santo irlandés que vivió en el siglo VI. Lo que dio origen a este relato es el viaje que emprendió por el Océano Atlántico con otros monjes durante 7 años en busca del paraíso. En su derrota encontró diversas islas y en una de ellas dice la leyenda que celebró misa y encendió fuego, pero luego se dio cuenta de que la supuesta isla era una ballena, lo que ha dado lugar a muchas representaciones de este hecho fantástico.

En el profundo y oscuro océano, al que Homero se refería como el negro ponto, también se terminaron incluyendo islas que realmente nunca estuvieron allí. Muchas veces eran reales, pero esa no era su localización correcta (Taprobana, que tuvo otros nombres como Ceilán y que ahora es Sri Lanka) y otras fueron producto de la imaginación de ansiosos autores (Tule, también llamada Tile, o la isla de Brasil). En otras cartas incluso se pudieron situar y nombrar continentes irreales como Lemuria.

La imaginaria isla de Tile en el mapa de Prunes (1559). Fuente

Más leyendas

Igualmente hay muchas e interesante leyendas marítimas vinculadas a barcos fantasma, al nacimiento de lugares como Nueva Zelanda, Madagascar o Singapur, a grandes viajes de sus reyes míticos, príncipes, obispos y de osados navegantes como Piteas. La realidad se mezcla con la ficción en la derrota seguida por grandes exploradores como Marco Polo y Clavijo, entre otros muchos. Incluso con asesinatos de princesas acaecidos en islas conocidas.

Marco Polo partiendo de Venecia en 1271, en una representación procedente de un manuscrito iluminado de finales del siglo XV. Fuente: Bodleian Library

Más narraciones fantasiosas como la del estrecho de Anian, que posteriormente se descubrió que estaba mucho más lejos de lo que inicialmente se suponía, el estrecho custodiado por los monstruos Scila y Caribdis en la bella isla de Sicilia, del que ya hablaba Homero, la de la ninfa que se enamoró de un marinero y la de los delfines que salvaban a náufragos, son buenos ejemplos de ello.

Para concluir

Muchas de estas leyendas se convirtieron en la representación de la mentalidad de la Antigüedad, y de la sociedad medieval y moderna hasta el siglo XVIII, reflejando sus temores y su forma de entender el universo marino, habitado por monstruos. A pesar del terror que solía causar la mar, existían valientes navegantes que hacían frente a estos peligros y se convertían en auténticos héroes. También se solían situar reinos míticos al otro lado del Océano.

Ya, cuando la mentalidad ilustrada empezó a calar en la sociedad, comenzaron a surgir otras historias, que habían dejado atrás parte de esos miedos, pero que mantenían ciertas características, y donde la lejanía hacía volar la imaginación de los autores, pero también de lectores. Así siguen todavía escuchándose leyendas de barcos fantasma, de naufragios encantados que llevan tras de si una potente maldición, el monstruo del lago Ness sigue desatando polémica, los calamares gigantes y otros seres de las profundidades son objeto de estudios científicos. Igualmente la aparición de nuevas islas y las serias amenazas de que otras pueden desaparecer en un futuro relativamente cercano, siguen alimentando la imaginación de muchos y dando rienda suelta a diversas interpretaciones. Todos son textos, escritos para todo los gustos, donde el mar es el vínculo y el porcentaje de realidad que contienen va cambiando sensiblemente.

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Algunos entendidos en este tema lo primero que pensarán es que Isis, la diosa del Antiguo Egipto, no tenía relación con el mar. Y es así, pero en siglos posteriores, especialmente en la antigüedad clásica grecorromana, se generó una poderosa vinculación con el medio marino, de la que tenemos múltiples ejemplos en la literatura, en la arquitectura y en la epigrafía.

Isis (izquierda), Osiris (centro) y Horus (derecha)

La diosa egipcia

Isis fue sin duda una de las divinidades principales de la civilización egipcia, muy importante tras su matrimonio con su poderoso hermano Osiris. Se les vinculaba con dos de los grandes pilares de la civilización egipcia: el Nilo, fuente de vida, y el mundo de ultratumba. Fue, además, madre de otra deidad, Horus.

Localización geográfica del río Nilo, con algunos de los asentamientos más importantes

El tiempo la convirtió en una de las diosas más relevantes, que presentaba múltiples facetas con sus respectivos rostros. Por ello, los griegos se referían a ella como la de los diez mil nombres, la Gran Diosa, la Soberana de las Dos Tierras, Madre de los dioses, Maga llena de sabiduría

Isis en la ciudad de Alejandría

La fundación de la ciudad de Alejandría en el delta del Nilo fue importante en esta cristalización del mito isiaco. Sus nuevos gobernantes, los Ptolomeos, eran de ascendencia helena lo que supuso la llegada masiva de emigrantes griegos, que llevaron nuevos aires a Egipto. El centro de gravedad se trasladó, además, desde tierra adentro (donde desde hacía siglos estaban sus capitales) al Mediterráneo, desde principios del primer milenio a. C., lo que aportó nuevas perspectivas al culto de la diosa del Nilo.

La famosa reina Cleopatra puso especial énfasis en su vínculo e identificación con ella. El Templo de Filé es uno de los mejores ejemplos de este nuevo poder de Isis.

Así, el contacto con distintos pueblos mediterráneos, tanto europeos como asiáticos y la llegada de diversas tradiciones religiosas, trajo consigo la necesidad de entender a esas otras divinidades, lo que propició la identificación entre dioses de distinta procedencia. De ahí surgió la asimilación entre la diosa egipcia Isis y la fenicia Asherat, que luego sería Astarté.

Diosa fenicia Astarté

Una de las facetas más señaladas de la Isis alejandrina fue su poder sobre el mar y la benevolencia que mostraba hacia los navegantes. Alejandría, con sus dos puertos y su famoso faro, era una gran ciudad abierta al mar, de las más grandes de su época. Desde el siglo I a.C. existen testimonios que aluden a Isis como Pharia (la Isis del Faro). El auge de la ciudad, por lo tanto, supuso también un incremento en el prestigio de esta diosa, cuyo culto continuó difundiéndose por el Mediterráneo, incluyendo desde entonces la nueva vertiente marítima.

La antigua Alejandría, según una imagen del año 1681. Fuente

Isis en la mitología grecorromana

Los himnos griegos dedicados a ella son quizá la mejor forma de aproximarnos a la interpretación de la diosa fuera de Egipto. La fascinación que ejercía en muchos enclaves del Mediterráneo tuvo como consecuencia la fundación de numerosos templos, sobre todo en lugares costeros, que a menudo eran promocionados por grupos de fieles de manera privada, pero que pronto encontraron el respaldo de las autoridades (como, por ejemplo, en Atenas).

Diosa Isis romana ya muy cambiada y caracterizada. Museo de Viena

Un himno aparecido en Cime (ciudad griega situada en Asia Menor), fechado entre los siglos I-II d.C., es tal vez el mejor ejemplo, porque aparece como diosa de dioses, que asume múltiples poderes, entre otros el que aquí nos ocupa: diosa del mar (antes en poder de Poseidón), puesto que Isis declara que:

Yo establecí los caminos de las estrellas

Yo inventé la navegación

Yo aplaco el mar y desencadeno la tormenta

Yo soy la señora de la navegación

Yo hago innavegable lo navegable a mi antojo

Yo traje las islas del fondo del mar a la luz

Yo soy la señora de la tormenta

De hecho, fue esta vertiente de Isis uno de los rasgos que la hizo más popular. Santamaría afirma que fue desde la isla de Delos (archipiélago de las Cícladas del mar Egeo), desde donde el culto pudo haber entrado en la órbita romana. Más allá de estos himnos, Isis se había convertido en la patrona de la navegación, en la receptora de plegarias y exvotos de marineros, de tripulantes y pasajeros y del medio marino en general. Ya en la época tolemaica, era la diosa de la navegación por antonomasia, y así lo entendían quienes celebraban dos fiestas en su honor: el navigium Isidis para inaugurar la temporada de navegación y el sacrum Phariae.

Una recreación de la fiesta del navigium Isidis. Obra de Frederick Arthur Bridgman

Esta última, el sacrum Phariae, festejaba también a Serapis*, y tenía que ver con la llegada de la flota cargada de trigo egipcio al puerto de Ostia. Se celebraba a finales de abril. Varios medallones conmemorativos, como los de la época de Cómodo, representan la llegada de una flota, que es recibida por el emperador en el mismo puerto. Estas manifestaciones nos demuestran que Isis estaba muy ligada a los destinos del estado romano y a sus éxitos marítimos, que fueron muchos.

Lugares localizados de culto a Isis. El tamaño de los círculos marca el nº de santuarios existentes en el lugar marcado. Fuente: Santamaría, 2018

Isis en el Atlántico

Pero su influjo no quedó restringido a los confines del Mare Nostrum, sino que llegó al Atlántico, incluyendo las costas de Hispania (Baelo Claudia es uno de los casos estudiados), Galia y Germania, y a las islas británicas en su periplo más lejano.

Para concluir

No es extraño que a lo largo de la Historia, dioses y diosas hayan cambiado o ampliado sus poderes. Isis es un ejemplo paradigmático para la Historia y el Patrimonio Marítimo, pero la intervención humana ha sido la que, en su evolución, ha variado sus creencias, sus divinidades y los poderes que se les atribuían, dando como resultado un sincretismo religioso que forma un acervo cultural muy interesante.

* Serapis fue una divinidad creada en los primeros tiempos de la dinastía tolemaica, que aunaba en su persona deidades egipcias como Osiris y el buey Apis, y griegas como Zeus o Plutón, entre otras.

Más información

BRICAULT, Laurent. Isis, Dame des flots. Paris: Presses Universitaires de Liège, 2006. Serie Aegyptiaca Leodiensia, 7.

BRICAULT, Laurent. Isis Pelagia: Images, Names and Cults of a Goddess of the Seas. Leiden: Brill, 2020.

DEL REY SCHNITZLER, Luis. La diosa Isis, reina maga madre. Guía arqueológica de la Península Ibérica. 2017.

MALAISE, Michel. Les conditions de pénétration et de diffusion des cultes égyptiens en Italie: Études préliminaires religions. Brill, 1972.

MUÑIZ GRIJALVO, Elena. Isis, diosa del Nilo, y el mar. En La religión del mar: dioses y ritos de navegación en el Mediterráneo antiguo. 2012. p. 145-154.

SANTAMARÍA CANALES, Israel. Desde el río Nilo hasta el océano Atlántico: El periplo más lejano de la diosa Isis y su cultoBajo Guadalquivir y Mundos Atlánticos, 2018, 1, p. 173-192.

SANTAMARÍA CANALES, Israel. Isis, la diosa del mar. La vertiente marítima del culto isíaco en el mundo mediterráneo de épocas helenística y romana. 2019. Tesis Doctoral. Universidad de Cádiz.

VEYMIERS, Richard. Détourage et détournement, à propos d’un bas-relief dessiné par Pirro Ligorio. Revue Archéologique, 2018, 65, 1, p. 47- 76.

 

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Los narvales, a pesar de que realmente existen, son animales acuáticos envueltos en magia y leyenda. El largo apéndice que sale de su cabeza les ha hecho protagonizar muchos relatos en los que se interpretaba su vida, origen y capacidades. Como viven en las aguas del Océano Ártico, no son muy conocidos, lo que ha dado lugar a que estas historias se distorsionen, muchas veces sin fundamento alguno.

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Un narval auténtico en el mar

Los inicios de la leyenda

El unicornio, ese animal quimérico empezó a ser conocido gracias a la imaginación de los trovadores durante la Edad Media. Previamente, un galeno griego del siglo IV a.C., que fue médico personal del rey persa Artajerjes II, había comenzado a escribir sobre él. Recogía rumores referidos al cuerno de un extraño animal que vivía en la India, del que se obtenían enormes beneficios para la salud (era afrodisíaco y curativo). Según contaba este autor, procedía de un caballo de gran envergadura con un solo cuerno en la cabeza. Esta defensa le permitía enfrentarse a los elefantes. Muy posiblemente se refería a los rinocerontes. Ya en el siglo I, Plinio el Viejo, un naturalista romano, recogía estas historias y denominó monocerote al animal, cuyo cuerno molido, al ser bebido, «preservaba de las enfermedades y de los venenos».

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Un dibujo del supuesto unicornio. Fuente

Durante la Edad Media en Europa no tenían constancia de la existencia de los cuernos de rinoceronte, pero gracias a los vikingos sí que se conocían los del narval, por lo que la asimilación fue sencilla (el apéndice del narval se creía que era el cuerno del rinoceronte indio). Además, se decía, entre otras cosas, que el unicornio podía purificar el agua envenenada por la serpiente.

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Unicornio en una marca de agua de papel medieval español . Fuente: Valls, 1978

Fuera del viejo continente también existían mitos y leyendas sobre este animal, como en Persia, India, China, en algunos lugares de África, así como en las mitologías americanas.

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Tapiz sobre «la dama y el unicornio»

La leyenda de su origen terrestre

Hay un relato fantástico que habla de estos animales, los sitúa primero en tierra y luego en el mar, tras una persecución:

Los narvales eran animales blancos que vivían en un bosque cercano al mar. Era fácil distinguirlos por su cuerno helicoidal al que se atribuían poderes mágicos. Eran muy huidizos y las personas apenas sabían nada de ellos, con excepción de los poderes mágicos del cuerno que portaban en la cabeza. Un rey ordenó atraparlos a todos para conseguir su magia. La mayoría fueron exterminados y los pocos que quedaron se lanzaron al mar por el acantilado. Desde entonces viven allí. (Sintetizado del texto de Cuevas 2019)

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Ilustración de un libro del siglo XVI en el que se dibuja el supuesto antepasado terrestre del narval (Paré, 1582)

Ésta sería, posiblemente, la explicación de cómo un animal que en las leyendas habitaba en la tierra, pasó a ser acuático.

El «cuerno» del narval

No es nada raro que la primera vez que se ve un narval, aunque sea en una ilustración, se piense que la protuberancia que le sale de la cabeza es un cuerno. Sin embargo, está demostrado que es un diente.

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Un narval (parte inferior izquierda) en la obra de O. Magnus. Fuente

Estos apéndices eran frecuentemente utilizados por los vikingos para el intercambio de mercancías. De hecho, parece que su nombre actual deriva del que ellos mismos le dieron. Su otra denominación, la científica (Monodon monoceros según Linnaeus, 1758) está basada en el que Plinio le dio al supuesto unicornio.

Uno de los primeros autores en nombrarlo, dibujarlo y describirlo fue Olaus Magnus en el sigo XVI. Hablaba del peligro que suponía para los marineros y para la navegación en las aguas del Ártico.

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Narval en el mapa del mar de O. Magnus.

Durante el Renacimiento los gabinetes de historia natural solían adquirir un diente de narval para sus colecciones. Estudiosos como Ole Worm (1588-1654) llegó a algunas conclusiones científicas importantes, demostrando, por ejemplo, que el mítico «cuerno del unicornio» pertenecía en realidad a un mamífero marino: el narval.

Otro cuerno narval

Un apéndice de narval. Fuente: Valero

Benito Feijoo, ya en el siglo XVIII, le dedicó al narval el discurso XVIII en su obra Demonstracion critico-apologetica del theatro critico universal, Hace un repaso de los autores que han tratado el tema, y ya afirma que «el cuerno está como continuo del cráneo y encajado en la mandíbula». Aparte de su temprana afirmación del reconocimiento del diente, también aclara que el animal del que se habla vive en el agua «estos cuernos se hallan en las ondas (mar), no en las selvas», y añade «que los portugueses, que han viajado tanto, creen que el unicornio, si lo hay, es animal marino».

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El narval dibujado en la obra de BUFFON, G. Histoire naturelle, générale et particuliére. Cétacés. París, 1749-1804. Fuente: Gallica.

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Otra representación del siglo XVIII que diferenciaba el supuesto unicornio de mar del narval. Ransonnette, Nicolas. Illustrations de Superstitions orientales. Paris, 1785. Fuente: Gallica

Narval Gallica

Dibujo del siglo XIX, mucho más realista. Greville, R. Illustrations de An Account of the Artic Regions with a history. Edinburgh, 1820. Fuente: Gallica

Para concluir

Este magnífico y único animal marino, cuyas ilustraciones hemos tratado de recoger en esta entrada, ha formado parte de las leyendas como el unicornio que cura las enfermedades, que libra de los venenos y que mejora la salud. En época medieval se identificó con la pureza y la valentía. Su apéndice se confundió con el cuerno del animal terrestre que parece que dio pie al mito: el rinoceronte. Durante siglos autores y navegantes han hablado sobre él. Hoy sabemos que se encuentra en las zonas polares y que su famoso «cuerno» es un diente, como ya aclaraba Feijoo en el siglo XVIII.

Más información

BRUEMMERF.  The Narwhal: Unicorn of the SeaShrewsburySwan Hill Press, 1993.

CUEVAS GUINTO, M.A. Textos «bizarros». 2019.

GREVILLE, Robert Kaye. Illustrations de An Account of the Artic Regions with a history. Edinburgh, 1820.

IMPEY, O. y MAC GREGOR, A. The origins of museums: The cabinet of curiosities in sixteenth ―and seventeenth― century Europe. Oxford, Clarendon, 1985.

PARÉ, Ambroise. Discours d’Ambroise Paré,… asçavoir, de la mumie, des venins, de la licorne et de la peste, avec une table des plus notables matières contenues esdits discours, 1582.

PLUSKOWSKI,  A. Narwhals or unicorns? Exotic Animals as material culture in medieval Europe. European Journal of Archaeology, 2004,  7 , 3, p.  291-313.

VALERO DE BERNABÉ, Luis y DE EUGENIO, Martín. El Unicornio en la Heráldica Española. (s.f.)

VALLS Y SUBIRÁ, Oriol. La historia del papel en España. Madrid: Empresa Nacional de Celulosa, 1978.

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Hay muchos países cuya vinculación con el mar aparece hasta en sus leyendas fundacionales y un buen ejemplo de ello es Nueva Zelanda. Situada en Oceanía, cuyo nombre representa al dios del mar, y rodeada por las aguas del inmenso Pacífico, la tradición aborigen cuenta una historia que evoca elementos marítimos característicos, que con alguna variación ha sobrevivido hasta nuestros días. Incluso hay investigadores que opinan que este país forma parte de un nuevo continente junto a Nueva Caledonia, que llaman Zealandia.

Se compone de dos islas grandes, la Isla Norte y la Isla Sur, con algunas más pequeñas. Está ubicada en el borde entre dos placas tectónicas y forma parte del denominado «cinturón de fuego» alrededor del Océano Pacífico, por lo que la actividad volcánica está presente en su territorio.

Tiene una biología muy característica como producto de su extraordinaria geología. Hace 200 millones de años existía una única masa terrestre, llamada Gondwana. Este supercontinente inicial se separó y dos de los bloques terminaron constituyendo Australia y Nueva Zelanda, aislándolas del resto del mundo y dando lugar, como resultado de la evolución, a plantas y animales únicos.

Dibujo de un kiwi

Los maoríes, sus habitantes aborígenes, la denominan Aotearoa, que también era el nombre de la canoa del primer explorador que según algunas tradiciones llegó a estas tierras.

Familia aborigen en Dusky Bay. A voyage towards the south pole, and round the World (s. XVIII). Fuente BNE.

El nacimiento mágico de la islas 

Las leyendas maoríes cuentan que Nueva Zelanda surgió gracias al semidiós Mäui (el hijo pequeño del dios del inframundo), que literalmente pescó la Isla Norte. Lo que ha dado lugar a una narración que intenta explicar este mágico hecho.

Todo empezó porque los hermanos mayores de Mäui no querían que fuera con ellos de pesca, así que un día se escondió al fondo de la embarcación y no salió de ella hasta estar alejados de la costa.

Para pescar usó un hueso mágico que había heredado de su abuela y como cebo obtuvo sangre de su propia nariz. La primera pieza que cobró fue un enorme pez, que sacó con ayuda de sus hermanos, y que figuradamente representaba la que sería la Isla Norte. Maui advirtió que esperaran hasta que se hubiese apaciguado a Tangaroa, el dios del océano, antes de que comenzaran a cortarlo en trozos. Así, se cuenta que el accidentado litoral fue causado por los hermanos de Mäui, mientras usaban sus cuchillos para cobrar las partes de la presa.

Realmente esta parte norte del país parece un pez. Algunos de los mitos señalan que la canoa que usó Mäui se terminó convirtiendo en la Isla Sur y que con su ancla se formó el archipiélago de las Chatham, aunque hay variaciones a este respecto, ya que otras tradiciones afirman que el ancla es otra de las islas situadas al sur.

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Las islas Chatham están situadas a la derecha de las dos más grandes.

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Las piedras redondas de la isla Sur

También es conocido el origen legendario atribuido a las fantásticas piedras redondas de Moeraki (un pequeño pueblo de pescadores que parece detenido en el tiempo), en la isla del sur de Nueva Zelanda. Estas formaciones rocosas prehistóricas naturales se relacionan con las calabazas que arrastró la marea en el naufragio de una de las ancestrales canoas que llevaron a los maoríes a Nueva Zelanda. Para ellos son rocas sagradas y piensan que las señales que presentan las piedras son marcas de las redes de pesca de sus antepasados.

Así de sencillo de escuchar, pero difícil de explicar, la leyenda fundacional nos cuenta que una de las grandes islas neozelandesas era un pez y la otra un barco, mientras que el ancla terminaría formando alguno de los pequeños archipiélagos. Por otra parte, la que está basada en las piedras redondas, habla de una gran canoa que cruzó el mar para colonizar estas tierras del continente austral. Son algunas de las muchas historias del origen mágico de las tierras que siembran el inmenso Océano Pacífico, en las que el mar es el protagonista indiscutible.

Más información

COOK, J. A voyage towards the south pole, and round the World: Performed in His Majesty’s ships the Resolution and Adventure, in the years, 1772, 1773, 1774 and 1775. London: Printed for W. Strahan & T. Cadell, 1777.

Más leyendas

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A lo largo de la historia los portulanos y las cartas náuticas han recogido islas que parece que sólo estaban en la mente de algunos navegantes. Sobre ellas han ido surgiendo leyendas, fábulas, monarcas invencibles, princesas bellas e indefensas y un sinfín de cuentos que durante siglos han avivado la memoria y el sentir de muchos pueblos. Todo ello sin contar las expediciones que algunos reyes mandaron llevar a cabo para descubrirlas y colonizarlas, para mayor gloria de su reinado.

Isla de Brasil en un portulano anónimo renacentista

Algunas no han sido identificadas todavía, y por parte de los geógrafos se mantiene la duda sobre cuál de las islas o costas del entorno en el que se dibujaron podían ser. Otras han sido ya descartadas, y aparecen como islas fantasma.

india en el mapa de Ptolomeo

Taprobana en el mapa de Ptolomeo

Han sido varias las que han ido surgiendo en la cartografía, que las ha recogido especialmente durante los primeros siglos de la edad moderna. De todas ellas vamos a repasar las más conocidas: Tile, Brasil y San Borondón, todas aparecidas en el Océano Atlántico, como islas fantasma, y otras que parece que ya están identificadas, pero que al comparar las cartas antiguas con las actuales surgen ciertas dudas, como es el caso de Taprobana, esta vez en el Índico.

Taprobana en un portulano de 1580

Tile

Tile es una ínsula famosa desde la Antigüedad clásica, de la que escribió Piteas tras su viaje al Mar del Norte, y que dijo haber visitado.

Tile en Prunes

Isla de Tile en el mapa de Prunes (1559)

Los cartógrafos, interesados en incluir nuevas tierras descubiertas, tuvieron siempre en cuenta esta misteriosa isla, que a día de hoy no sabemos si se refiere a Islandia, Groelandia o a alguna parte de la costa noruega.

Tile en la carta de O. Magnus (1539)

San Borondón

Otra isla mitológica es San Borondón, pero esta tiene un origen medieval. Con un profundo vínculo con leyendas y fábulas de la época, la crónica habla de un obispo, San Brandón, que tras navegar en peregrinación por el Atlántico, fondeó en la costa y cuando se dio cuenta, ésta era un gran pez, no tierra firme. Es muy posible que San Borondón sea la fábula vinculada con la historia marítima más reproducida en época medieval.

Isla de Brasil

La situaban cercana a la costa oeste de Irlanda y ha sido colocada en los mapas desde el siglo XIV.

La isla de Brasil en pleno Atlántico. Joan Martínes (1589)

Vista un poco más alejada de la isla, en donde se ve que está relativamente próxima a la costa irlandesa

Según Barry Cunliffe, profesor de la Universidad de Oxford, Brasil es la más intrigante de todas las legendarias islas del Atlántico:

«La leyenda se remonta mucho más atrás, probablemente a los tiempos precristianos, apareciendo primero en el siglo VII en el texto irlandés conocido como «La aventura del hijo de Bran de Febal», que habla de la visita de Bran a esta isla del otro mundo sostenida por pilares de oro donde se hacían juegos, la gente siempre estaba contenta, no había enfermedades y siempre se escuchaba la música; verdaderamente una tierra de benditos».

Isla de Brasil en la carta de Joan Martines (1589)

Taprobana

Taprobana es una isla de la que se empezó a hablar también en época antigua. Se sitúa siempre en la parte sureste de la India. Los navegantes egipcios que se atrevían a viajar a las costas de la India escribieron sobre ella, y de hecho Ptolomeo la menciona y dibuja en su célebre mapa. Suele aparecer como una gran isla cercana al continente asiático.

Taprobana

La isla en la Geografia de Ptolomeo

Como actualmente sabemos que su tamaño, en comparación con la península indostánica, es bastante menor, choca encontrar una inmensa isla cerca de una pequeña costa sobresaliendo del continente asiático, tal y como lo dibujó Ptolomeo. Y aunque hoy casi todo el mundo admite que es el nombre de Ceilán, ha habido quienes han pensado que Taprobana podía corresponderse con la parte sur de la India o de las islas de Malasia.

Taprobana en Agnese

Taprobana en el portulano de Agnese (1541)

Sintetizando, maravillosas fábulas que hoy nos entretienen y que para algunos investigadores son un interesante material de trabajo y análisis sobre la mentalidad de estas épocas, la conexión, o falta de ella, con lo marítimo y también acerca de la forma de entender el mundo.

 Más información

La maravillosa historia de las islas fantasma que tuvieron que ser borradas de los mapas. BBC. 2018.

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Aunque el emperador Qin Shi Huang, el unificador de China, es evidente que vivió durante el siglo III a.C., tiene detrás de sí tantas leyendas que a veces cuesta trabajo desenmascarar la realidad de la ficción. Las expediciones navales que organizó, y especialmente sus propósitos, se mezclan entre lo mítico y lo histórico.

Qin-Shi-Huang_0, el primer emperador. Fuente

Qin-Shi-Huang, el primer emperador. Fuente

El primer emperador, el que unificó los sistemas de medidas, generó importantes infraestructuras para distribuir el agua entre sus súbditos y mandó levantar una parte de la gran muralla, tenía un sueño, la inmortalidad, que procedía de su gran miedo a la muerte. En la búsqueda del elixir que le permitiera ser eterno dedicó grandes esfuerzos, y parte de éstos fueron las expediciones navales que zarparon con la orden de conseguir la fuente de la inmortalidad. Otra de las grandes obras fue su impresionante mausoleo, hoy Patrimonio de la Humanidad, el que contiene los famosos y espectaculares 8000 guerreros de terracota, que deberían acompañarle y protegerlo cuando volviera a la vida.

Los guerreros de terracota que fueron enterrados con él para su protección

Los guerreros de terracota que fueron enterrados con él para su protección

Pero Qin tuvo sus sombras, y es también conocido porque quemó muchos de los textos de épocas previas y por asesinar a más de 400 intelectuales de su imperio.

Las islas de la inmortalidad

Según la leyenda, había tres misteriosas islas situadas a miles de millas al este de China. Éstas eran conocidas por los nombres de Penglai, Fangzhang y Yingzhou. Supuestamente, los inmortales vivían allí en palacios, todos los animales eran de color blanco puro, y también había hierbas que otorgaban la vida eterna y resucitaban a los muertos. Las islas estaban cubiertas de nubes, de manera que podían ocultarse a las embarcaciones que se aproximaran. Igualmente la magia podía provocar un viento que alejara a las naves de ellas, de tal forma que no pudieran acercarse.

Las expediciones marítimas

Qin organizó varios viajes para llegar a estas supuestas islas y conseguir la fuente de la inmortalidad.

a) Las primeras búsquedas

Al emperador Qin le llegaron noticias de estas hierbas. Por ello envió a buscarla a Lu Sheng, del estado de Yan, pero fracasó en su intento. El punto de su partida fue la actual ciudad de Qinhuangdao.

Posteriormente mandó a Xu Fu, un monje y astrónomo reconocido. Cuando regresó dijo que tras haber subido a la montaña Penglai, vio la hierba de la inmortalidad, pero los habitantes inmortales que allí vivían no le permitieron llevársela. Recomendó al emperador que debería llevar algunos artesanos diligentes para conseguir la hierba.

Jiaogulan – La hierba de la inmortalidad. Fuente

Jiaogulan, conocida como la hierba de la inmortalidad. Fuente

b) La segunda gran expedición

El emperador decidió que acompañaran al astrólogo 3000 niños y jóvenes junto a una serie de artesanos. Dicen que la expedición estaba formada por unas 60 embarcaciones.

La expedición en busca de la medicina de la inmortalidad Autor: Utagawa Kuniyoshi (c. 1839-1841. Fuente

La expedición en busca de la medicina de la inmortalidad. Obra de Utagawa Kuniyoshi (S. XIX). Fuente

Después de viajar durante un tiempo en el mar, Xu Fu regresó y dijo al emperador que había un dragón en el agua que le impedía alcanzar la montaña, aunque este pasaje no sabemos si es cierto.

Un dragón representado en un antiguo pendiente chino del siglo IV antes de C.

Un dragón representado en un antiguo pendiente chino (s. IV antes de C). Fuente

Sin embargo, Xu Fu, al no conseguir la hierba inmortal no se atrevió a ver al emperador de nuevo y se dirigió a lo que hoy es Japón. Se instaló allí y murió a los pies de la montaña Fuji. Hay muchas historias y registros históricos sobre él en Japón, incluso algunos investigadores especulan que fue el legendario Jimmu Tenno.

Una visión mas amplia de una d elas salas de la tumba de Qin en la que aparecieron los guerreros

Una visión más amplia de una de las salas de la tumba de Qin en la que aparecieron los guerreros

El viaje del emperador en busca del gran pez

Cuentan las leyendas que el propio Qin soñó con la bestia y quiso ir a matar al dragón del que Xu Fu le había hablado, y que cuando el barco llegó a una pequeña isla, se encontró con un gran pez y lo mató. Sin embargo, parece que la realidad fue diferente.

Una garza encontrada en el mausoleo de Qin

Una garza encontrada en el mausoleo de Qin

Tras el sueño consultó a los astrólogos. Ellos le dijeron que la verdadera faz de las divinidades del mar era invisible y que a menudo tomaban forma de enormes tiburones o dragones. “Ahora usted, emperador, reza, hace sacrificios y rinde homenaje cabal y respetuoso, pero aparecen estas crueles criaturas. Hace falta eliminarlas. Sólo tras eso, las divinidades bondadosas se presentarán”, le dijeron (fuente).

Entonces Qin dio la orden a todos los que pescaban en el mar de preparar redes para conseguir capturar los peces mas grandes y de tener listos arcos y flechas para matar tiburones. “Desde el norte de Langya hasta Laoshan y Chengshan no vieron aparecer ningún tiburón. Cuando llegaron a Zhifu, efectivamente aparecieron”. Aunque dispararon muchas flechas sólo lograron matar a uno. Luego vadearon la costa, viajaron hacia el oeste por el río. Cuando llegaron al embarcadero de Pingyuan, el emperador contrajo una enfermedad y moriría poco tiempo después. “En el mes séptimo, el día bingyin, Shi Huang murió en el terraplén de Shaqiu” (fuente).

Su muerte se mantuvo en secreto durante un tiempo, dejando un periodo para su traslado, con objeto de que pudiera reposar en su hermosa tumba.

Uno de los aurigas del emperador. Fuente.

Uno de los carros del emperador encontrado en su tumba. Fuente.

En definitiva, un gran emperador, con una vida llena de muchas luces y algunas sombras, que tuvo un sueño y lo persiguió durante toda su vida. Consiguió unificar China, pero nunca llegó a la tierra de la inmortalidad, falleciendo tras casi 40 años de reinado. La inmensa tumba que mandó construir fue descubierta muchos siglos después. Paradójicamente, su impresionante ejército de guerreros de terracota, conforme van apareciendo y recomponiéndose, parece que pueden levantarse y cobrar vida, otorgando  a su creador un lugar inmortal en la Historia.

Más información

El primer emperador. Beijing, 2005.

PAINE, L. The sea and civilization: a maritime history of the world. Atlantic Books, 2014.

Tratado de cosmología de la época

Videos de la UNESCO sobre el mausoleo de Qin

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