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Archive for the ‘– Leyendas y mitos marineros’ Category

Cuando los europeos llegaron a América se generaron mucho mitos, y algunos hacían referencia a lugares geográficos recién descubiertos. Con el paso de los decenios muchos quedaron olvidados, pero otros pervivieron, tanto en la mente de los pobladores como en la cartografía. Uno de ellos, reflejado en las cartas náuticas, es la idea de que California era una isla, que se remonta a los primeros tiempos, cuando los navegantes del viejo continente llegaron a la costa oeste de América del Norte. Otro era que en la parte septentrional de esta «isla» había un paso que comunicaba dos océanos: el Pacífico y el Atlántico. Estas ideas erróneas persistieron durante muchos años y sólo fueron desmentidas décadas más tarde.

Localización de California en el mapa actual. Fuente Google Maps

Su descubrimiento

Situada en el inmenso océano Pacífico, cuando los españoles llegaron allí en 1533 supusieron que era una isla enorme. No es nada raro, ya que tiene alrededor de medio millón de km2, un inmenso territorio difícil de valorar inicialmente. Pensaron, recordando Las Sergas de Esplandián, que estaban en los dominios de la reina Calafia, en el que vivían mujeres de extraordinaria fuerza, gran belleza, coraje y espíritu apasionado. También lo llamaron «isla de mujeres» o «ziguatan», término del que luego saldría el nombre de una localidad costera de la zona, Ziguatanejo. En esa época la distinción entre realidad y ficción, especialmente en un mundo recién descubierto, lleno de novedades, impresionantes paisajes y seres fabulosos, era mínima.

Parte del texto donde se nombra a la reina Calafia en la obra de Rodríguez de Montalvo, de la edición de 1588, p. 276

Aunque el mito de las amazonas tiene raíces griegas, es posible que las lecturas clásicas del autor de las Sergas, Rodríguez de Montalvo, se mezclaran con las primeras noticias de los viajes de Colón, dando origen a su novela.

Detalle del mapa de Meurs en el que se dibuja California como una isla. Fuente

Una vez que se pudo probar que era una península, durante varios decenios se siguió incluyendo en la cartografía como una isla, lo que prueba que los nuevos descubrimientos geográficos no siempre eran conocidos, ni se difundían rápidamente.

California, cartografiada como una isla, en el mapa de Visscher (1658). Fuente

Vínculo con el estrecho de Anian

Igualmente, existía la creencia de que en el norte de la supuesta isla de California había un paso, el estrecho de Anian, que daba entrada al Atlántico. Muchos navegantes, desde el siglo XVI, bordearon la costa pacífica californiana en busca de esta comunicación entre los dos mayores océanos del mundo.

Representación cartográfica de esa antigua creencia de que California era una isla y que el estrecho (Eretum) de Anian estaba situado en su parte septentrional. Fuente

La realidad, tal y como la entendemos hoy, es que hay un paso, pero mucho más arriba, a 48º al norte, de lo que algunos afirmaban. Tampoco comunica el Pacífico con el Atlántico, sino con el Océano Ártico, y se denomina estrecho de Bering.

Localización del estrecho de Bering. Fuente: Google Maps

Para acabar

La persistencia de estos mitos en la cultura popular, así como su representación en mapas y cartas náuticas, evidencia cómo las ideas erróneas perduran en el tiempo.

En el caso de California, es más que probable que la introducción del personaje de Calafia fuera un elemento circunstancial. La literatura caballeresca, llena de acción y personajes ficticios, acabó impregnando la mente de muchos de los navegantes que la habían leído u oído acerca de sus protagonistas. Eran descripciones de lugares exóticos que podían asemejarse a los nuevos espacios hallados. Estos nombres, primeros ficticios, posteriormente fueron asignados a lugares geográficos reales, quedando para siempre fijados a sitios concretos. Así, los conquistadores inspirados en este texto caballeresco, denominaron a dos impresionantes lugares del Nuevo Mundo: el río Amazonas y California.

Portada del libro de Brown (1954) sobre los nombres del territorio californiano. Fuente

Más información

BLASCO IBÁÑEZ, Vicente. La reina Calafia. Prometeo, 1923. [Novela]

CUTTER, Donald C. Sources of the Name «California». Arizona and the West. Journal of the Southwest, 1961, 3, 3, p. 233-244.

GIRÁLDEZ, Susan C. Las sergas de Esplandián, Granada, Constantinopla y América: la novela caballeresca como portavoz de la modernidad. Semiótica y modernidad. Actas del V Congreso internacional de la Asociación Española de Semiótica. La Coruña, 1994, p. 183-196.

LUIS JIMÉNEZ, Isidro, et al. Las amazonas, California, Rodríguez de Montalvo y las crónicas americanasPhilobiblion: Revista de Literaturas Hispánicas, 2015, 1.

MILLÁN GONZÁLEZ, Silvia Caterina. Geografías del mito de las Amazonas en las Sergas de Esplandián: tras los pasos de CalafiaHistorias Fingidas, 2017, 5, p. 73-107.

POLK, Dora B. The Island of California. A History of a Myth. Spokane: The Arthur H. Clark Company, 1991.

PISU, Alessio. La isla de California y la reina Calafia: dos espejismos amadisianos en el Nuevo Mundo. Anales de Literatura Hispanoamericana, 2022, 51, p. 135-147.

RODRÍGUEZ DE MONTALVO, Garci. Las sergas de Esplandián. El ramo que de los quatro libros de Amadis de Gaula sale llamado las Sergas del muy esforçado cauallero Esplandian, hijo del excelente rey Amadis de Gaula. Alcalá de Henares: Vda. y herederos de Juan Gracián, 1588. [La 1ª edición es de 1510, publicado en Sevilla por Jacobo de Cromberger, aunque hay autores que lo sitúan unos años antes].

SCRUGGS, Charles. Queen Calafia’s Paradise: California and the Italian American Novel. Western American Literature, 2010, 45, 2, p. 217-218.

VENEGAS, Miguel. Noticia de la California y de su conquista temporal, y espiritual hasta el tiempo presente (etc.). Madrid: Imp. Vda. Manuel Fernández, 1757.

WAGNER, Claudio. Los mitos en tiempos de la conquista españolaEstudios Filológicos, 2022, 70, p. 213-226.

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A pesar de lo poco conocida que es para la sociedad en general la vida de los pueblos costeros, así como sus costumbres, mitos y leyendas, algunas son tan importantes que traspasan esos límites. Así, la crónica de esos cuentos, diseminada y apenas difundida, suele ser muy apreciada por sus visitantes y turistas. Es el caso del Caleuche, el buque fantasma de la mitología chilota.

El barco fantasma. Fuente

Localización

Chiloe es un archipiélago situado en el océano Pacífico, al sur de Chile. Habitado desde el VII milenio según algunos investigadores, sus primeros pobladores vivían de la explotación de los recursos marinos y construían pequeñas embarcaciones. De hecho, se les llama pueblos canoeros y también habitantes «de los conchales». Allí vivieron chonos, mapuches y cuncos, entre otros.

Localización de la isla Grande de Chiloé. Fuente

El barco fantasma

El Caleuche es un barco fantasma que puebla las mentes de los habitantes de Chiloé. Muchos creen que existe, algunos lo asumen como parte de su cultura y de su identidad chilota, mientras que otros no se pronuncian. Tiene multitud de interpretaciones y variaciones, por lo que aquí recogemos sólo algunas de ellas. Puede aparecer y desaparecer a voluntad, igual que sus marineros, que se pueden transformar en seres marinos. Se piensa que el lugar de fondeo de la nave es la ciudad de los Césares, situada en algún punto de Los Andes. Esta urbe mítica fue buscada intensamente por los colonizadores españoles, ya que se decía que estaba repleta de oro y de plata. Si existió, su localización sigue siendo un misterio.

Cartel de la película del año 2000 sobre el barco fantasma. Fuente

El Caleuche, según las historias, podía recoger a los muertos y ofrecerles una nueva vida a bordo; también atraía, con su música, a marineros, que luego eran convertidos en esclavos; fue también morada náutica de los brujos; y en otras leyendas era un ser consciente que había tomado la forma de una nave o incluso se decía que proporcionaba riqueza a cambio de guardar silencio sobre su existencia.

Dibujo del buque fantasma. Fuente

El caballo marino

Asociado a la leyenda del barco fantasma está la del caballo marino, que recuerda a las de otros lugares como los kelpies y los hipocampos. Tiene un largo hocico, y cuatro patas en forma de aletas y una cola propulsora, similar a la de un pez. Se alimenta de algas marinas y sirve de transporte a los brujos, que sólo tienen que silbarles para que aparezcan. Son invisibles, por lo que sólo pueden ser vistos por sus jinetes magos. Algunos son más grandes y pueden trasladar a uno o varios brujos a través del agua. El Caleuche se utilizaba para que los magos pudieran seleccionar en el mar los equinos acuáticos que más les gustaran. Una vez elegidos se les ponía la marca de cada dueño, para que se pudieran distinguir.

Monstruo marino representado en un portulano. Fuente

Para acabar

Hay leyendas que, pese a que sabemos que no son reales, nos atraen. Se incrustan tanto en nuestro imaginario, que queremos que sean ciertas, y entre estas aparecen las que están vinculadas con el mar. Cuando ha pasado mucho tiempo desde su creación hasta nuestros días, se convierten en parte de la identidad de los pueblos, que, con algunas variaciones, las repiten de generación en generación. Forman parte de sus «vivencias» o de sus experiencias vitales, ya sea como imaginario, como relato con una enorme carga emocional, o como algo real en lo que algunos creen. Es el caso del Caleuche.

Monstruos marinos representados en un portulano. Fuente

Más información

ÁLVAREZ, Jorge. Las leyendas del Caleuche, el barco fantasma de la mitología de Chiloé. La Brújula Verde, 2016.

CÁRDENAS TABIES, Antonio. Abordaje al Caleuche. Santiago: Editorial Nascimento, 1980.

LE BARZ FOLCH, Sergio. Recopilación y estudio de mitos y supersticiones en el ámbito marítimo. TFG Universidad Politécnica de Cataluña, 2012.

MIRANDA, Kyrie. Cultural salvage at sea: el Caleuche and myths. Underwater Worlds: Submerged Visions in Science and Culture, 2019, p. 130-144.

NUÑEZ, David. El sustrato indígena de los seres mitológicos de ChiloéProyecto Bajo La Lupa, Subdirección de Investigación, Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, 2022.

PANDOLFI, Luca. Caleuche: mitología de una incomprensión: gente transformada, gente que se transforma: representaciones identitarias de los Williche de Chiloé. Quito: Editorial Abya-Yala, 2016.

PÁVEZ, María de los Ángeles. Artemio y el Caleuche. Santiago de Chile: Editorial Amanuta, 2016.

PÉREZ, Floridor. Mitos y leyendas de Chile. Santiago: Zig-Zag, 2007.

PETIT, Magdalena. Caleuche. Santiago: Cultura, 1946. [Novela basada en el mito].

TORRES RODRÍGUEZ, Raúl, et al. El «Trauco» y el «Caleuche» existen. Leyendas del mar. 1963.

TRIVERO, A. Los primeros pobladores de ChiloéGénesis del horizonte mapuche. Ñuke Mapuförlaget, 2005.

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En las islas Feroe existe una entrañable leyenda propia de las zonas costeras. Se desarrolla en Mikladalur, un pequeño pueblo litoral situado en Kalsoy, en el norte del archipiélago.

En ella se sostiene que las focas son personas que han dejado su lugar en la tierra y viven en el mar. Han cambiado su fisonomía y han envuelto todo su cuerpo con piel de foca. Estos seres mitad humanos mitad marinos sólo regresan a tierra un día al año, que coincide con la festividad del día de los Reyes Magos. La noche antes se reúnen en una cueva en las afueras del pueblo y allí bailan durante horas. Una vez que amanece se vuelven al medio marino.

Un joven de Mikladalur que conocía la leyenda decidió acercarse a la cueva para ver a estas criaturas. Tras observarlas se enamoró de una de las chicas que aparecieron tras despojarse de la piel de foca. Para no perderla, le robó su piel. Las historias sostienen que cada muchacha debe esperar pacientemente hasta que tenga de nuevo su vestimenta marina para poder regresar, y que ella debía estar siempre cercana a quien se la hubiera robado.

Como la protagonista no tenía su piel de foca, tuvo que plegarse a las condiciones que le impuso el chico, que lo que pretendía era tenerla siempre a su lado. Los años pasaron, ambos se casaron y tuvieron tres hijos. Ella tomó el nombre de Kopakonán.

El protagonista tenía la piel de foca guardada en un gran baúl cerrado, cuya llave iba siempre atada a su cinturón para que su mujer no lo abandonara. Como era pescador, un día en la barca se dio cuenta de que no llevaba la llave y cuando volvió a su casa comprobó que su mujer se había ido, ya que encontró su piel de foca y regreso al mar.

Monumento levantado para recordar esta leyenda

Aunque la esperó un tiempo, pronto entendió que no regresaría y su sentimiento de pena se transformó en ira. Decidió, cegado por el odio, reunir a un grupo de hombres e ir a matar a todas las focas que encontraran. Esa noche tuvo un sueño, en el que su mujer le advertía de que si llevaba a cabo la matanza, sería el inicio del fin de los hombres de la localidad, que acabarían muertos, ya fueran ahogados o despeñados.

Pero el odio pudo más que la advertencia y salieron a matar a cuantas criaturas marinas encontraron. A la noche siguiente todos aparecieron muertos. Parece que Kopakonán se enteró y volvió a las costas de Mikladalur para lanzar una maldición en ese lugar que tanto daño le había hecho:

«Todos los hombres de Mikladalur están condenados a morir en el mar«

Para acabar

Esta leyenda marítima plantea temas vinculados con la bondad y la desgracia, el bien y el mal, así como la frágil relación de la humanidad con el medio natural. La idea que tenemos de la foca como un ser vivo confiado permite generar esa dualidad en la protagonista, cuyo fondo parece que está en el imaginario de muchos pueblos marítimos del mundo (como los selkies en la Europa nórdica). La tradición oral ha permitido que llegue hasta nuestros días y, de hecho, cuando algún hombre se ahoga en las islas Feroe, siempre hay alguien que nombra la maldición de la mujer foca.

Más información

ÁRNADÓTTIR, Tóta. Kópakonan í nýggjari føroyskari myndlist og bókmentumFrændafundur, 2018, 9, p. 219-232.

DARWIN, Gregory. On Mermaids, Meroveus, and Mélusine: Reading the Irish Seal Woman and Mélusine as Origin Legend. Folklorem, 2015, 126, 2, p. 123–141.

FRANCO CRESPO, Juan. Sellos que sellan. Leyendas feroesas: la mujer foca. Educación y Biblioteca, 2008, 166, p. 28-31.

PUHVEL, Martin. The seal in the folklore of northern Europe. Folklore, 1963, 74, 1, p. 326-333.

SIMONSEN, Kim. The Royal Society of Northern Antiquaries and VU Hammershaimb’s Collections of Faroese Folk Legends. En Grimm Ripples: The Legacy of the Grimms’ Deutsche Sagen in Northern Europe. Brill, 2022, p. 338-358.

Filmografía

La canción del mar (2014), de T. Moore.

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Virgilio fue un importante poeta romano del siglo I a. C. El tema náutico aparece en repetidas ocasiones en una de sus obras más conocidas, La Eneida, la leyenda fundacional que canta las virtudes del pueblo romano y que contribuyó a cimentar una mitología propia.

Hemos localizado una edición del siglo XV que compila varias de sus obras, acompañadas de 88 pinturas en miniatura en el margen inferior de muchas de las hojas, por lo que esta semana veremos las magníficas ilustraciones marítimas que acompañan a este texto, atribuidas al artista florentino Apollonio di Giovanni (1415-1465).

Una hoja ilustrada del texto de La Eneida

La forma en la que los personajes de esta edición aparecen vestidos tiene su origen en el Concilio de Florencia (1493), al que acudieron multitud de prelados de la parte oriental del Mediterráneo. Esta situación influyó en el ilustrador, lo que se refleja en las pinturas, con vestimentas ricamente representadas resaltadas en oro, púrpura y rojo.

La Eneida

Para escribir esta obra se basó en la conocida figura legendaria del héroe troyano Eneas, al que vincula con la fundación de Roma. Muy resumidamente, el protagonista, huye de la destrucción de Troya con un grupo de supervivientes. Para ello reúne una flota y zarpa con ellos por el mar Mediterráneo. Eneas tiene un padre mortal, Anquises, príncipe de Troya (Dardanio) y una madre divina, Venus (Afrodita griega).

Recorrido de Eneas por el Mediterráneo. Fuente

Vamos a seguir el argumento con las ilustraciones de esta edición. Una vez en el mar, la diosa Juno les manda una horrible ventisca que acaba con algunas naves y hace que terminen fondeando en el Norte de África, en Cartago. Previamente habían recalado en las costas de Tracia, Creta y Sicilia, entre otras, tal y como se puede apreciar en el mapa anterior.

En esos momentos los vientos soplan de manera conjunta en la mar, lo que provoca que las embarcaciones se vean profundamente afectadas. Las velas quedan sin control y muchos tripulantes caen al agua. Se pueden ver galeras y barcos redondos a punto de naufragar. Los nombres de los vientos representados son Euro (Sureste), Nothus y Auster (Sur), Affricus (Suroeste), Boreas (Norte), Zephirus (Oeste) y Aquilón (Noroeste).

En La Eneida se narra de esta forma:

«Luego que estuvimos en alta mar, y desaparecieron todas las costas, sin que viésemos por dondequiera más que cielo y agua… Horribles tinieblas cubrieron las olas. Al punto los vientos revuelven la mar y se levantan enormes oleadas… Negros nubarrones envuelven el día, y una lluviosa oscuridad nos roba el cielo; de las rasgadas nubes brotan frecuentes relámpagos. Perdido el rumbo, andamos errantes por el tenebroso piélago… Todavía anduvimos errantes por el caliginoso mar durante tres días sin sol, y otras tantas noches sin estrellas; por fin, al cuarto día vimos por primera vez alzarse tierra en el horizonte«.

La influencia de los vientos es muy importante hasta que el dios Neptuno, montado en un carro tirado por seres mitológicos con cabeza de ave, cuerpo y cola de pez, llega para defender la flota y a sus tripulantes. A partir de su aparición se van retirando.

Una vez que consiguen llegar a Cartago, la reina Dido los recibe y se establece una relación amorosa con Eneas, hasta que una orden divina le incita a marcharse hasta las costas italianas.

El dios Júpiter, mandando a Mercurio como mensajero, ordena a Eneas que vaya a fundar la ciudad de Roma. En la ilustración aparece junto a Venus (madre de Eneas). La flota está fondeada y a salvo, de hecho hay una pequeña embarcación en faenas de pesca. En la costa se puede ver, en segundo plano, a Eneas y a su fiel amigo Acates.

Tras la partida del héroe, la reina Dido se suicida. La última parte narra la llegada de Eneas a la península itálica, tras haber recibido un mensaje directo de los dioses, que le indicaban que su destino era fundar la ciudad que posteriormente sería Roma. También se recoge la guerra que sostiene con Turno, rey de los rútulos (un pueblo del Lacio) y que con la victoria consigue la mano de Lavinia, princesa de este reino.

Para acabar

El mar y la navegación tienen en la Eneida una función narrativa muy importante. Comparten protagonismo con Eneas, porque la flota navega por el Mediterráneo y es atacada por vientos huracanados, posteriormente el héroe vuelve a embarcar y esta vez para dirigirse al continente europeo a fundar una gran ciudad. En el relato también se utiliza un riquísimo y preciso vocabulario para referirse a los temas marítimos, lo que ha dado lugar a que algunos investigadores crean que tuvo apoyo de expertos marinos de su época para escribir esta leyenda fundacional.

La edición comentada está digitalizada y depositada en la Biblioteca del Congreso de Washington.

NOTA: Según Virgilio, el linaje romano procede del hijo de Eneas, Ascanio, que habría fundado la ciudad de Roma. Para conseguir vincular a Eneas con Rómulo y Remo se inventaron la dinastía Albana, que los unía directamente. Así se justificaba que los citados gemelos fueran descendientes directos de Eneas.

Más información

ALVAR EZQUERRA, Antonio. El mar en la EneidaRevista de Estudios Clásicos, 2016, 43, p. 11-43.

BAUZÁ, Hugo Francisco. Virgilio y su tiempo. Madrid: Ediciones Akal, 2008.

FERNÁNDEZ, Tomás y TAMARO, Elena. Biografía de Virgilio. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea, 2004.

LÓPEZ, Vicente Cristóbal. Virgilio, Troya, Roma y EneasPolis: revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad, 1993, 5, p. 59-72.

RODRÍGUEZ-PANTOJA MÁRQUEZ, Miguel. Una lectura de temas épicos latinos: la» La Tempestad Literaria» en Virgilio y OvidioRevista de Filología de la Universidad de La Laguna, 1985, 4, p. 207-248.

SAINT-DENIS, E. Le rôle de la mer dans la poésie latine. Paris: Klincksieck, 1935.

VON ALBRECHT, Michael. Virgilio: Bucólicas, Geórgicas, Eneida. Murcia: Editum, 2013.

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Esta semana dedicamos la entrada a contar una historia que funde orígenes monárquicos con monstruos marinos, y que se ha utilizado para justificar el liderazgo genético de una familia procedente de las tribus de los francos. Es una crónica basada en mitos, tradiciones y leyendas marítimas.

Los «bárbaros«

A los pueblos que invadieron el oeste de la actual Europa, acabando con el imperio romano, se les llamó bárbaros. Aunque los denominaron así en conjunto, no eran un grupo homogéneo, ya que procedían de diferentes lugares, tanto del Este del continente europeo como del Oeste de Asia. Tenían en común su vida nómada, la necesidad de asentarse y de conquistar nuevas tierras, su religión animista y una ferocidad que, a los ojos de los romanos, era casi inaudita.

Distribución geográfica de los pueblos que habitaron Europa y parte del Norte de África durante los siglos V y VI. Fuente

Eran pueblos francos, alamanes, bretones, lombardos, visigodos, suevos, vándalos y alanos, entre otros muchos. Su contacto con Roma, mayor o menor, los cambió radicalmente.

Límites geográficos de la dinastía merovingia (color rojo). Fuente

Dependiendo del autor que escriba sobre ellos, podemos leer que eran un pueblo de agricultores y ganaderos o una tribu de guerreros intrépidos deseosos de conquistar nuevas tierras y hacer fortuna con la guerra. Es muy posible que una mezcla de ambos los describa mejor.

El rey de los francos

Pero nuestra intención es narrar aquí una leyenda sobre el origen de uno de los dirigentes de este pueblo: Meroveo, rey de los francos (siglo V). Su influencia ha sido tal que, pasados más de quince siglos, se sigue usando su nombre para contar historias literarias y justificar ancestrales herencias nobiliarias.

Meroveo, rey de los francos. Fuente

Los francos procedían de territorios germánicos (Panonia) y habían llegado a los límites del imperio romano. Con el tiempo los atravesaron, ocupando tierras de la actual Bélgica. Estos asentamientos comenzaron a dificultar la navegación establecida entre Britania y las tierras romanas del continente, lo que ocasionó continuos enfrentamientos.

Los pasajes relativos a los orígenes de la dinastía merovingia tienen varias versiones, la más antigua es la Historia Francorum de Gregorio de Tours (siglo VI). A pesar de ser una fábula, es verdaderamente interesante, en particular lo referente a la leyenda sobre la vida de Meroveo, que tenía dos padres, Clodion “el Cabelludo” (jefe de los francos y segundo rey de esa dinastía) y el Quinotauro, un monstruo marino, una especie de Minotauro de las profundidades. La reina, cuando estaba embarazada, fue a bañarse un día al mar y este monstruo marino la violó. La leyenda cuenta que el violador era un pariente de Neptuno.

Monstruo marino dibujado en el Código de Carlomagno. Fuente

La otra fuente es la Crónica de Fredegario del siglo VII, que sigue con la misma idea (III, cap. 9). Así, según nos cuenta, Meroveo tenía sangre real y también divina. Era un ser anfibio, de madre terrestre y medio-padre marino. Una de sus características era su inmensa fuerza, que parecía proceder de su cabellera y que generó una dinastía de “reyes melenudos”. Entre los pueblos semitas existía la costumbre de que la fuerza residía en los cabellos (Sansón es un buen ejemplo). Otra es que «llevaban una mancha de nacimiento que los distinguía de todos los demás hombres (…) y atestiguaba su sangre divina sobre el corazón o entre los omóplatos” (Baigent, 2016).

Meroveo y Childerico dibujados en una de las crónicas. Fuente

Para acabar

La legendaria historia de que la sangre real llegue a través del mar permite que se genere un mosaico de interpretaciones compuesto por registros históricos reales, literatura olvidada y mitos antiguos procedentes de múltiples pueblos. Sobre este relato han surgido muchos otros, que han dado lugar a poemas épicos, novela histórica, poesía y algunas interesantes películas.

Joyas con forma de abeja halladas en la tumba del rey merovingio Childerico, hijo de Meroveo. Fuente

Más información

BAIGENT, Michael; LEIGH, Richard & LINCOLN, Henry. L’Énigme sacrée (Tome 1). L’histoire de la France et de notre civilisation remise en question. Pygmalion, 2016. [El original es de 1988. En español hay varias ediciones, una de ellas publicada por Planeta Deagostini, 2005].

CALLIGARO, Thomas; KAZANSKI, Michel M. & PÉRIN, Patrick. The Grave of King Childeric I († 481/482). In: Royal Insignia of Late Antiquity from Mšec and Řevničov. Magnificent Finds from the Migration Period from Central Bohemia. Rakovnic: Muzeum T.G.V. Rakovnik, 2022, p. 72-79,

CHIFFLET, Jean-Jacques. Childerici I, Francorum regis, sive Thesaurus sepulchralis Tornaci Nerviorum effossus et commentario illustratus. Ex off. Plantiniana B. Moreti (Antverpiae), 1655.

DARWIN, Gregory. On Mermaids, Meroveus, and Mélusine: Reading the Irish Seal Woman and Mélusine as Origin Legend. Folklore, 2015, 126, 2, p. 123-124. p. 126.

DONÀ, Carlo. Meroveo, Basina e il mito dinastico dei Franchi. Rhesis. International Journal of Linguistics, Philology and Literature, 2014, 5, 2, p. 42-85.

HAWKES, Sonia. Merovingian renaissance. Antiquity, 1983, 57, 220, p. 131.

RIVERA QUINTANA, Juan Carlos. Breve historia de Carlomagno y el Sacro Imperio Romano Germánico: la desconocida historia de la Europa medieval y del emperador que la hizo renacer del oscurantismo y sentó las bases de la cultura de Occidente. Madrid: Ed. Nowtilus, 2009, p. 742-814.

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Durante el mes de agosto hacemos recopilaciones temáticas, basadas en las series que contiene esta bitácora. Esta semana tratamos los mitos y leyendas marineras.

Un dibujo del globo de Behaim, en el que se puede apreciar una enorme ballena frente a una nave en el océano. Fuente

Muchas veces lo que se narra está entre la realidad y el mito. Es decir, hechos reales se han llenado de misterio y han ido acompañados de sugerentes interpretaciones acerca de cómo tuvieron lugar y de qué forma se desarrollaron. Así, cuando llegan hasta nosotros, sólo la investigación científica puede determinar hasta qué punto acaecieron los hechos narrados y dónde se inicia la leyenda. Otros ya han sido descartados y se han convertido en mitos que a pesar de su interés, no pertenecen a la historia de la Humanidad. De cualquier forma, reales o no, son una parte muy importante de nuestro acervo cultural y siguen teniendo el favor de muchos lectores, que disfrutan leyendo estas magníficas crónicas.

Se han dedicado múltiples entradas a esta temática. Algunas de los más tratadas son los monstruos marinos y los animales fantásticos.

Los monstruos marinos

Una época clave en la representación de los monstruos de los mares fue la de los portulanos y las primeras cartas náuticas. La leyenda de muchos de ellos data de siglos previos, pero su inclusión en los documentos cartográficos se inició a fines de la Edad Media. También en los bestiarios medievales aparecían con cierta frecuencia junto a otros terrestres o con características mezcladas como los de los dibujos siguientes.

En España hubo un género único, que terminó irradiando su sistema a otras naciones, los impresionantes beatos, en los que de vez en cuando se podían ver animales marinos, que sin tener características monstruosas, dada la escena, podían apoyar la visión casi terrorífica que ya existía sobre el mar en época medieval.

Sin embargo, fueron las cartas náuticas las que mejor documentaron ese temor vinculado al mar que durante siglos caracterizó la conciencia europea, poblada de multitud de leyendas.

Entre los dibujos, algunos estaban basados en avistamientos de animales reales a los que la fantasía y el miedo habían transformado en monstruos. Otros eran sólo producto de la imaginación de navegantes y artistas.

Otros animales marinos

En este mundo mítico, ciertos animales que vivían en las profundidades marinas han sido reconocidos a lo largo de la toda la Historia, como el conocido monstruo del lago Ness, la temible serpiente marina, los calamares gigantes y también los magníficos narvales (que, a pesar de que realmente existen en las zonas polares, han estado cubiertos de un manto de misterio, confundidos con caballos, rinocerontes o el irreal unicornio, sin contar las propiedades atribuidas a su mágico diente).

Fotografía de la temida serpiente marina, que es un inofensivo pez remo gigante. Fuente

También otros que viven cerca del mar y nadan en sus aguas, como las iguanas de las islas Galápagos, fueron confundidas con monstruos que atraían la mala suerte y que representaban al mismo demonio, lo que supuso que durante siglos parecieran estar malditas y protagonizar narraciones fantásticas.

Las sirenas, los tritones y resto de figuras con características antropomorfas han estado apareciendo en mapas y cartas durante siglos, muchas veces a modo de aviso a los navegantes y otras para continuar infundiendo el miedo a lo desconocido.

Una sirena en el mapa de D. Gutiérrez (s. XVI)

Islas imaginarias

Una de estas narraciones destaca por su vínculo marítimo, la de San Brandán, que tuvo representación a fines de la Edad Media en manuscritos, de indudable valor artístico y estético. Brandón (el nombre del obispo que dio nombre a la leyenda, que dependiendo del idioma de los navegantes se llamaba Brandán, Borondón, Brandoni, entre otros) era un santo irlandés que vivió en el siglo VI. Lo que dio origen a este relato es el viaje que emprendió por el Océano Atlántico con otros monjes durante 7 años en busca del paraíso. En su derrota encontró diversas islas y en una de ellas dice la leyenda que celebró misa y encendió fuego, pero luego se dio cuenta de que la supuesta isla era una ballena, lo que ha dado lugar a muchas representaciones de este hecho fantástico.

En el profundo y oscuro océano, al que Homero se refería como el negro ponto, también se terminaron incluyendo islas que realmente nunca estuvieron allí. Muchas veces eran reales, pero esa no era su localización correcta (Taprobana, que tuvo otros nombres como Ceilán y que ahora es Sri Lanka) y otras fueron producto de la imaginación de ansiosos autores (Tule, también llamada Tile, o la isla de Brasil). En otras cartas incluso se pudieron situar y nombrar continentes irreales como Lemuria.

La imaginaria isla de Tile en el mapa de Prunes (1559). Fuente

Más leyendas

Igualmente hay muchas e interesante leyendas marítimas vinculadas a barcos fantasma, al nacimiento de lugares como Nueva Zelanda, Madagascar o Singapur, a grandes viajes de sus reyes míticos, príncipes, obispos y de osados navegantes como Piteas. La realidad se mezcla con la ficción en la derrota seguida por grandes exploradores como Marco Polo y Clavijo, entre otros muchos. Incluso con asesinatos de princesas acaecidos en islas conocidas.

Marco Polo partiendo de Venecia en 1271, en una representación procedente de un manuscrito iluminado de finales del siglo XV. Fuente: Bodleian Library

Más narraciones fantasiosas como la del estrecho de Anian, que posteriormente se descubrió que estaba mucho más lejos de lo que inicialmente se suponía, el estrecho custodiado por los monstruos Scila y Caribdis en la bella isla de Sicilia, del que ya hablaba Homero, la de la ninfa que se enamoró de un marinero y la de los delfines que salvaban a náufragos, son buenos ejemplos de ello.

Para concluir

Muchas de estas leyendas se convirtieron en la representación de la mentalidad de la Antigüedad, y de la sociedad medieval y moderna hasta el siglo XVIII, reflejando sus temores y su forma de entender el universo marino, habitado por monstruos. A pesar del terror que solía causar la mar, existían valientes navegantes que hacían frente a estos peligros y se convertían en auténticos héroes. También se solían situar reinos míticos al otro lado del Océano.

Ya, cuando la mentalidad ilustrada empezó a calar en la sociedad, comenzaron a surgir otras historias, que habían dejado atrás parte de esos miedos, pero que mantenían ciertas características, y donde la lejanía hacía volar la imaginación de los autores, pero también de lectores. Así siguen todavía escuchándose leyendas de barcos fantasma, de naufragios encantados que llevan tras de si una potente maldición, el monstruo del lago Ness sigue desatando polémica, los calamares gigantes y otros seres de las profundidades son objeto de estudios científicos. Igualmente la aparición de nuevas islas y las serias amenazas de que otras pueden desaparecer en un futuro relativamente cercano, siguen alimentando la imaginación de muchos y dando rienda suelta a diversas interpretaciones. Todos son textos, escritos para todo los gustos, donde el mar es el vínculo y el porcentaje de realidad que contienen va cambiando sensiblemente.

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