Por Alberto Camarero Orive, Universidad Politécnica de Madrid
I. El puerto de Ostia: Origen y evolución
Introducción
Lo que se conoce hoy en día como puertos imperiales romanos son en realidad tres infraestructuras portuarias diferentes, que se fueron construyendo a lo largo de cinco siglos para dar servicio a la capital de un imperio jamás conocido hasta entonces.

Los puertos imperiales romanos en la antigüedad. Mapa de Jan Theo Bakker. Fuente
Los tres puertos que lo componen, Ostia-Antica, Portus Augusti o Portus Claudio y Portus Traiani, tuvieron un gran protagonismo en el desarrollo del imperio, y hoy quedan embebidos en la malla de la ciudad de Roma, que ha ido creciendo y perdiendo sus referencias como ciudad portuaria.

Situación actual de los puertos imperiales romanos. Fuente
El puerto de Ostia Antica
La antigua ciudad de Ostia-Antica, situada en la desembocadura del río Tíber, y actualmente situada a unos 30 kilómetros al sudeste de la ciudad, desempeñó un papel fundamental como puerto de Roma durante el apogeo del Imperio. Fue fundado, según la leyenda, por Anco Marcio, el cuarto rey de Roma y último de origen sabino, en el siglo IV a.C. con el objetivo de extraer fácilmente sal del mar Tirreno. Con el paso de los años, Ostia se convirtió en un importante centro de comercio y actividad marítima, esencial para el suministro de la capital imperial. La ciudad, que surgió y desarrolló con el puerto, fue planificada y concebida según los cánones imperantes en Roma, con calles rectas y cruces en ángulo recto formando un patrón de cuadrícula.

El puerto de Ostia era conocido en su época como Portus, y su importancia superaba la de un nodo de llegada y salida de embarcaciones y mercancías. La grandeza de sus obras de ingeniería refleja la destreza de los ingenieros romanos en la construcción y en la organización logística.
Desde un punto de vista económico y comercial, fue el principal punto de entrada de mercancías importadas de todo el Imperio y de otras zonas más allá de sus fronteras. Las especias, sedas y mármoles llegaban desde India y Egipto, y el grano desde las provincias del norte de África, consideradas el granero de Roma. Todo ello pone de manifiesto la vasta y eficaz red comercial que los romanos establecieron en torno a sus puertos.
No fue solo un nodo portuario, sino también un centro de manufactura y comercio local, donde se instalaron talleres y fábricas que producían gran variedad de bienes, que se exportaban a otras partes del Imperio.
La primera infraestructura portuaria fue interior y era conocida con el nombre de Portus Tiberinus. Se trata del primer asentamiento portuario a lo largo del Tíber, en la ciudad de Ostia, que servía principalmente para el amarre de pequeñas embarcaciones fluviales que transportaban mercancías hacia y desde la ciudad de Roma. Esta parte del puerto estaba equipada con almacenes, denominados “horrea”, donde se almacenaban y guardaban diferentes productos como grano, aceite y vino; fundamentales para la alimentación de la creciente población urbana.

Detalle del puerto de Ostia Antica. Fuente: Foto del autor
En los siglos II y I a. C. la situación del tráfico portuario romano había alcanzado tales necesidades que el puerto fluvial de Ostia no era suficiente para cubrirlas, ni por tamaño ni por calado. Como complemento y solución temporal se usó el puerto de Puteoli, hoy Puzzoli, en la bahía de Nápoles, al sur, donde las mercancías se transbordaban de barcos de gran calado a barcazas y barcos menores que iban a Ostia, mientras que otras mercancías se desestibaban y transportaban a Roma por la vía Appia. Esta solución era cara y poco eficiente, por lo que se estudiaron diversas alternativas para solucionar esa situación. Fue Julio César (100 a 44 a. C.) quien concibió un puerto al norte de la desembocadura del Tíber, pero esto lo trataremos en la siguiente entrada.
En este momento, el puerto y la ciudad de Ostia eran una urbe de primer nivel, la envidia del Imperio. Los barrios costeros y el dominio marítimo ocupaban el sector de la ciudad situado entre las murallas republicanas, y el antiguo litoral se utilizó en un principio como zona de enterramiento, como atestiguan dos mausoleos monumentales de finales del siglo I a. C., el más conocido de los cuales es la tumba de Cartilio Poplicola. El desarrollo de este barrio, favorecido por la construcción, quizá ya en el siglo I d. C., de un dique de contención para protegerlo de los temporales marítimos, queda patente por el paulatino engrosamiento, en época imperial, de los complejos residenciales, comerciales y balnearios: entre estos últimos destacan, por su tamaño y magnificencia, las Termas de Porta Marina y las Termas Marittime. En la zona costera también surgieron edificios de carácter religioso, como la Sinagoga, donde se reunía la comunidad judía de Ostia desde mediados del siglo d. C. El barrio tuvo su apogeo en época tardo imperial, tras la monumentalización de la vía costera, que unía el sur del Lacio con Ostia y Oporto (Vía Severiana). Un edificio con fina decoración de mármol cerraba el paso entre el tramo extraurbano del Decumanus y la costa, situándose en una posición panorámica sobre el mar en la antigua presa.

Planimetría general de Ostia-Antica. Fuente: Foto del autor
Espacio arqueológico
Hoy en día, Ostia Antica, como se le suele llamar, es un lugar arqueológico de primer nivel, aunque bastante desconocido en comparación con otros yacimientos, y que ofrece una ventana única al mundo antiguo. Las ruinas de almacenes, tabernas, templos y teatros han sido meticulosamente excavadas, proporcionando una rica fuente de información sobre la vida cotidiana y la economía de la antigua Roma. Entre los principales hallazgos destacan los mosaicos y los frescos que adornaban las casas y los edificios públicos, y que dan testimonio de la riqueza y sofisticación artística de la época.

Podemos destacar el Teatro de Ostia construido bajo el emperador Augusto, y ampliado posteriormente, que tenía capacidad para aproximadamente 4.000 espectadores y los baños públicos (Termae), como las Termas de Neptuno, famosas por sus mosaicos de temática marina.

Conclusiones
Con todo, el puerto de Ostia fue mucho más que un espacio de transferencia de mercancías y pasajeros. Se le puede considerar como la primera infraestructura portuaria como tal. Fue un nodo fundamental en la red comercial del Mediterráneo y un motor económico para la ciudad de Roma. Sin su existencia, la capital del imperio no hubiera sido lo que fue. Además, una vista por sus ruinas nos enseña el ingenio, la capacidad organizativa romana y el grado de sofisticación de una civilización que dejó una huella indeleble en la historia de la humanidad.
Más información
Archaeological Guide Ostia Antica. Edited by Jürgen Dreyer, 2001.
KEAY, Simon y MILLET, Martin. Roman Towns in the Tiber Valley. 2003.
MEIGGS, Russell. Roman Ostia. Clarendon Press, 1973.
RICKMAN, Geoffrey. Roman Ports. Thames & Hudson, 1988.

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