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Archive for the ‘– Historia marítima’ Category

Durante la prehistoria, en el noroeste de la península Ibérica, se establecieron varios pueblos de procedencia indoeuropea, entre ellos los celtas, que, con el tiempo crearon una cultura propia hoy conocida como castreña. Mantuvieron muchos rasgos de los orígenes, pero también fueron creando su propia identidad, lo que permitió que presentaran unas características únicas. Actualmente algunos investigadores las están estudiando detenidamente.

Castro de Santa Tecla (Pontevedra). Fuente

Localización de los castros

Parece que los pueblos indoeuropeos establecidos en zonas costeras del norte de la Península presentan rasgos diferenciados con respecto a los que se adentraron en su interior. Como muchos grupos de la Edad del Hierro, basaban su sustento en labores agroganaderas, que en algunos casos completaban alimentándose de animales marinos, como moluscos y peces que hallaban en las zonas litorales.

Castros en el litoral cantábrico

Los actuales trabajos están sacando a la luz que una parte de los poblados estaban cercanos a la costa, algunos tanto que el mar ha terminado apropiándose de ellos. Unos yacen bajo las aguas e incluso hay varios que han sido destruidos. Otros, erigidos en promontorios, siguen orgullosos en pie mostrando una parte de sus cimientos y muros. Ambos nos parecen muy interesantes, porque los castros litorales desarrollaron un importante comercio con otros pueblos peninsulares como los de Tartesos, y de distintos lugares del Mediterráneo, entre ellos los pueblos fenicio-púnicos.

Expansión de los pueblos celtas. Fuente

Recientes investigaciones señalan que entre los pobladores celtas hubo asentamientos litorales de dos tipos: unos en la costa cantábrica, mirando al mar, y otros que, aunque estaban comunicados con ella, se establecieron en los márgenes de ríos y rías cercanos. Esta distinción generó diferencias entre los pobladores, especialmente en la alimentación y la forma de vida. Vamos a conocerla.

Castro de Baroña (La Coruña). Fuente

a) Poblados castreños situados en las orillas del mar

Los castros costeros, de los que ya han sido identificados más de 60 en la costa cantábrica, estaban situados a mar abierto, en peñascos, montañas y altos que les permitían dominar el horizonte. Establecieron fondeaderos para la navegación de cabotaje en las costas próximas, aunque hubo algunos puertos de mayor entidad. Estos poblados eran importantes centros de apoyo en las rutas marítimas.

Castro de Fazouro (Lugo). Fuente

Así, la alimentación cotidiana estaba fuertemente vinculada con los recursos aportados por las actividades de marisqueo y pesca en la costa más inmediata.

Vista aérea del castro de Baroña (La Coruña). Fuente

b) Castros cercanos a sistemas fluviales y a rías

Otros castros se establecieron en las orillas de ríos y rías, lo que les permitía tanto llegar al mar como adentrarse en el interior de la Península, conectando paisajes naturales marinos con otros fluviales y de montaña. Sus habitantes también se beneficiaron de los recursos marinos, que incluían en su dieta habitual, aunque no fueran una parte tan importante de su alimentación.

Restos del castro del monte do Facho (Pontevedra). Fuente

Para acabar

Aunque todavía quedan años para que las investigaciones ofrezcan una base de conocimiento más sólida, actualmente sabemos que, entre los castros establecidos en la zona norte de la Península en época antigua, se podían distinguir los que se levantaron cerca de ríos y mares, en los que la navegación y los recursos marítimos eran importantes, de los otros, situados en el interior, con una forma de vida basada en la agricultura. Los estudios también apuntan que podrían existir algunas diferencias, aunque de menor calado, entre los castros litorales marítimos y los situados en ríos y rías.

Más información

ARMADA PITA, Xosé Lois, et al. El yacimiento de Santa Comba (Covas, Ferrol): investigaciones arqueológicas en un enclave de la ruta marítima atlántica. Gallaecia: Revista de Arqueoloxía e Antigüidade, 2015, 34.

CAMINO MAYOR, Jorge. Los castros marítimos en Asturias. Real Instituto de Estudios Asturianos, 1995.

CAMINO MAYOR, Jorge y VILLA VALDÉS, Ángel. La bahía de Gijón y las rutas marítimas prerromanas en la costa cantábrica de la Península Ibérica. En Gijón, puerto romano: navegación y comercio en el Cantábrico durante la antigüedad:[exposición]. Gijón: Autoridad Portuaria, 2003, p. 45-59.

Castros y otros espacios arqueológicos. Turismo Asturias, s.f.

DA SILVA, María de Fátima Matos. La evolución cronológica de la cultura castreña y los modelos interpretativos socioculturales: Tentativa de síntesis. Arqueología y Territorio, 2008, 5, p. 49-77.

FERRER ALBELDA, Eduardo, et al. Espacios sagrados y comercio fenicio en los límites de la ecúmeneEstudios sobre Orientalística y Egiptología. Nuevas aportaciones de la investigación española, 2021.

FREÁN CAMPO, Aitor. El nacimiento del urbanismo castreño y la configuración de un nuevo pensamiento simbólico. Estudios humanísticos. Historia, 2017, 16, p. 13-31.

LÓPEZ VEIGA, Enrique. Historia marítima de Galicia. A Coruña: Ed. Hércules, 2024.

RODRÍGUEZ, C. y FERNÁNDEZ, C. Una aproximación al estudio de los yacimientos castreños del litoral galaico: dimensiones ambientales y económicas. Biogeografía Pleistocena-Holocena de la Península Ibérica. Santiago de Compostela, 1996, p. 363-375.

RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, Carlos y PÉREZ ORTIZ, Lucía. Caza y domesticación en el Noroeste de la Península Ibérica durante la Prehistoria. Datos arqueozoológicos. En A Concepção das paisagens e dos espaços na Arqueologia da Península Ibérica, Actas IV Congresso de Arqueologia Peninsular (2004), Promontoria Monográfica, 8. Universidade do Algarve Faro, 2007, p. 165-176.

SANTOS YANGUAS, Narciso. Los recintos fortificados como marco de desarrollo de la cultura castreña en el norte de la Península Ibérica. Espacio Tiempo y Forma. Serie II, Historia Antigua, 2006, 19. (Catálogo de yacimientos castreños astures).

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Al estudiar los corales antiguos, los que murieron hace miles de años, se descubrió que en épocas ancestrales los días eran más cortos. Resulta que algunas especies de coral desarrollan diariamente una capa que se va acumulando día tras día, lo que significa que tras su análisis podemos hacernos una idea de cómo fue la historia de la Tierra en un remoto pasado. Lo explicamos a continuación:

Los corales, por efecto de las mareas, desarrollan cada día una fina capa de carbonato cálcico. Estas se agrupan en franjas más grandes que corresponden al mes lunar, que a su vez se unen en otras más grandes anualmente. Tras conocer estos datos, los investigadores se dieron cuenta de que algunas especies que vivieron en el Paleozoico habían desarrollado hasta 420 capas para cada año, lo que significa que, si mantenemos los 365 días de nuestro calendario, cada uno de esos día tenía alrededor de unas 21 horas, tres menos que en la actualidad*. La otra opción es concluir que cada año tenía 420 días. Cualquiera de las dos propuestas es posible, y ambas nos muestran que ha habido importantes cambios.

Sección de 10 cm de la anchoveta, donde es posible observar micro-incrementos diarios utilizando microscopía óptica. Fuente

Una investigación científica que ha generado un área de conocimiento propia

Hay una disciplina científica, la esclerocronología, que estudia la historia de vida de los organismos que generan su propio exoesqueleto, que suele ser de carbonato de calcio, como es el caso de los corales. El crecimiento en estos organismos está regulado tanto por factores ambientales como la temperatura, salinidad, tormentas y por los propios de la especie, como su edad, sexo y morfología, entre otros. Cualquier modificación ejercida por dichos factores queda registrada en el esqueleto, mostrando la variación correspondiente, lo que facilita que se puedan averiguar los cambios en las temperaturas, los días y los ciclos de lluvia, entre otros.

Varios ejemplares en la barrera de coral australiana

En la especie de coral de la imagen, se han observado unas 400 estrías diarias por cada franja anual.

Vistas de los anillos de crecimiento. Fuente

Para acabar

Los antiguos corales son, pues, auténticas bases de datos naturales que nos ayudan a conocer cómo fue nuestro pasado en la Tierra y, además, proporcionan información para obtener un registro climático de hace miles de años.

Fondo coralino. Fuente

Más información

LANDAETA, Mauricio F., et al. Mismatch between shape changes, early growth, and condition for a temperate reef fish from an oceanic island. Marine and Freshwater Research, 2022, 73, 5, p. 624-636.

MARTÍNEZ, Ariadna. Los corales, testimonios de los cambios ambientales. Blog Super Science Me, 2018.

PLAZA PASTÉN, Guido. Aplicaciones de metodologías en la reconstrucción de historia de vida de los organismos marinos. Revista de Comunicaciones Científicas y Tecnológicas, 2018, p. 287-294.

SÁNCHEZ PÉREZ, Gabriel. Los corales y la duración del día. Blog Ciencia como nunca, 2015.

* Las cifras responden a estos cálculos: Un año tiene actualmente 365 días de 24 horas cada uno, lo que significa que son unas 8760 horas al año. En tiempos remotos esas 8760 horas, al dividirlas entre 365 días, dan un cifra similar a 21 horas.

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Por Marina Ortiz, Grado en Gestión de Información y Contenidos Digitales

Zheng He, originalmente llamado Ma He, nació en 1371 en la provincia de Yunnan (China), en el seno de una familia musulmana. Durante su niñez fue capturado y castrado. En medio de este caos, el joven Ma He demostró unas habilidades y un ingenio que captaron la atención del futuro emperador. Tal vez fue su resistencia, junto con su inteligencia y madurez, lo que permitió que el príncipe viera su potencial. 

Cuando Zhu Di se convirtió en el emperador Yongle, Ma He, quien ahora adoptaba el nombre de Zheng He, fue liberado de su cautiverio y, en lugar de relegarlo a un papel secundario en su corte, el emperador decidió darle la oportunidad de liderar las expediciones marítimas y comandar una gran flota, que más tarde serían conocidos como los Viajes del Tesoro.

Retrato de Zheng He. Fuente

Durante los siete viajes, realizados entre 1405 y 1433, navegó por el sudeste de Asia, el Océano Índico, el Golfo Pérsico y la costa Este de África. Las expediciones tenían múltiples propósitos, incluyendo la demostración del poderío y la riqueza del imperio Ming, la obtención de tributos de naciones más pequeñas y el establecimiento de lazos comerciales.

Los siete viajes de Zheng He. Fuente

Viajes por Asia

El primer viaje del Tesoro (1405-1407) fue una expedición monumental, con más de 300 barcos y una tripulación de alrededor de 27.000 hombres. Las embarcaciones iban cargadas de bienes para el comercio y llevaban regalos diplomáticos.

Partieron de China, navegando hacia el Sur, a lo largo de la costa de Vietnam y luego hacia el Oeste, a través del mar de China Meridional. Llegaron a Java y desde allí se dirigieron hacia el norte hasta Calicut en la India y Sri Lanka.

El viaje no fue solo una hazaña de exploración, sino también de diplomacia. Zheng He llevó consigo cartas del emperador Yongle para los líderes de los diversos reinos que visitó, estableciendo tributos y acuerdos comerciales, instaurando la reputación de la dinastía Ming como una potencia marítima.

La apariencia imaginaria de la Flota del Tesoro de Zheng He. Fuente

En el segundo (1407-1409) volvió a visitar los reinos del Sudeste Asiático y la India, con el objetivo de continuar con las relaciones establecidas y llevó de vuelta a sus países de origen a los embajadores que habían llegado a China. Pero no solo fortaleció las relaciones diplomáticas ya existentes, sino que también sentó las bases para la resolución pacífica de conflictos y para el desarrollo del comercio en la región. 

Un mapa del puerto de los viajes de Zheng He que detalla las características que sirvieron para ubicar sus barcos. Fuente

En su tercera expedición (1409-1411) la flota navegó por las conocidas rutas comerciales del Sudeste Asiático, haciendo paradas en Vietnam, Sumatra y Java. Posteriormente, cruzaron el estrecho de Malaca para adentrarse en el Océano Índico Oriental. El viaje culminó con su llegada a las costas de la India y Sri Lanka.

Impresión de un artista de la visita de Zheng He a la mitad sur del subcontinente indio. Fuente

Llega a África

En la cuarta travesía (1413-1415) Zheng He llevó a su flota más lejos que nunca, llegando a las Maldivas y Ormuz, en el Golfo Pérsico. También navegó hasta las costas de la actual Somalia y Kenia. Esta visita africana fue un hito, ya que por primera vez un emisario del Imperio Ming establecía contacto con estos reinos. En la actual Kenia capturaron una jirafa que llevaron como tributo. Los chinos se interesaron especialmente por esta jirafa y en 1415 enviaron una segunda jirafa a China, acompañada de una cebra y un orix.

Pintura en rollo de seda que representa una jirafa entregada como tributo al emperador Yongle. Fue uno de los muchos obtenidos por Zheng He. Fuente

El quinto viaje (1417-1419) es famoso porque llegaron a las ciudades africanas de Mogadiscio, Mombasa y Malindi. Allí tuvo ocasión de realizar intercambio de bienes con las sociedades africanas, pero algo más llamó la atención de los exploradores chinos: su rica y diversa fauna.

Uno de los aspectos más notables fue la variedad y cantidad de animales exóticos que la flota pudo llevar de vuelta a China. La llegada de estos animales marcó un hito en la historia natural del país, ya que proporcionaron a los naturalistas la oportunidad de expandir su conocimiento de la zoología mundial. 

Impresión de un artista de la Flota Ming preparándose para zarpar. Fuente

Los últimos viajes

Con el propósito de reforzar los lazos diplomáticos, el emperador Yongle decidió que los embajadores de Calicut, Malindi y de otros países, deberían ser escoltados de regreso a sus respectivas tierras, y el mejor para esta misión era Zheng He, que comandó la sexta expedición (1421-1422).

Pintura que representa a Zheng He de pie vestido de blanco. Los dos principales bienes comercializados durante sus siete grandes viajes (1405-1433) fueron la seda y la porcelana. Fuente

Durante el último de sus viajes (1431-1433) volvieron a visitar los puertos que ya habían frecuentado, tanto en el sureste asiático como en la costa este de África. Esta travesía final no sólo sirvió para consolidar la influencia y presencia china en los mares, sino que también reforzó el legado de Zheng He como un gran líder y explorador.

Estatua de Zheng He en China. Fuente

Para concluir

Aunque este fue el final de los viajes de la Flota del Tesoro, el legado de Zheng He sigue vivo. Estas expediciones marítimas demostraron la fortaleza, la riqueza y la influencia del imperio Ming, y el papel que jugaría su país en los siglos venideros. Estos viajes anticiparon el papel de China como potencia mundial y facilitaron un intercambio cultural sin precedentes, abriendo el país al mundo y el mundo a China. Por ende, el almirante Zheng He, haciendo uso de su valentía y estrategia, marcó un hito en las relaciones internacionales que aún hoy es perceptible.

Más información

FINLAY, Robert. The Voyages of Zheng He: Ideology, State Power, and Maritime Trade in Ming China. Journal of The Historical Society [en línea]. 2008, vol. 8, no. 3, p. 327-347 [Consultado el 28 de junio de 2023].

HOLMES, James R. Zheng He Goes Traveling—Again. Rethinking Our Notions of «Asia». 2016, 11, 2. [Consultado en 28/06/2023].

Los siete viajes de Zheng He. En: Enciclopedia de la Historia del Mundo [en línea]. 2019 [consultado el 28 de junio de 2023].

WARD, Sarah. Chinese Whispers: Zheng He’s Treasure Ships in the context of Chinese Maritime Policy in the Ming Dynasty. University of Southampton, 2006 [Consultado en 28/06/2023].

WEI, Yang. Admiral Zheng He’s Voyages to the West OceansMaritime Asia, 2014, 19, 2 [Consultado en 28/06/2023].

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Dejima (出島) fue el lugar donde los holandeses comerciaban en exclusiva durante una época en la que los japoneses se habían cerrado al mundo exterior. Sin embargo, esta pequeña isla jugó un papel crucial en la reapertura al mundo exterior durante la década de 1850.

La construcción de la isla

Durante el siglo XVII los shogunes tenían una enorme preocupación por la propagación del cristianismo que los portugueses estaban llevando a cabo. Para mantenerlos bajo control, en 1634 el shogun Tokugawa Iemitsu (徳川家光, 1604-1651) ordenó que se construyera una pequeña isla artificial en Nagasaki, donde los comerciantes portugueses podían estar aislados de su entorno. Sin embargo, la restricción de su libertad de movimiento no condujo a la esperada supresión del cristianismo. Tras una rebelión de los católicos, en 1638, el shogunato decidió poner fin al comercio portugués y prohibió la entrada de sus buques en aguas japonesas.

Nuevos habitantes

Dejima, construida con un gran coste, quedó deshabitada y sin uso, pero pronto se le encontró otra utilidad. En 1641 los comerciantes holandeses en territorio nipón fueron trasladados allí, para controlarlos mejor. De hecho, apenas se les permitía salir de la isla, además sólo dejaban entrar a unos pocos japoneses, cuidadosamente vigilados.

Isla de Dejima, con sus calles, casas y puerto. Fuente


Entre 1641 y 1856 fueron los únicos occidentales a los que se permitía desembarcar en Japón, creando una relación exclusiva entre los Países Bajos y el shogunato. Fue durante este período aislacionista cuando Dejima se convirtió en una ventana crucial, a través de la cual la medicina, la ciencia y la tecnología occidentales (incluida la tecnología militar) se introdujeron en Japón. Esto se conoció como Rangaku (蘭学, estudios holandeses).

Apertura de Japón

Hasta 1855 no existía ningún representante oficial de este país. Ese año se nombró un “Comisionado holandés”, que fue el primer diplomático occidental que hubo en Japón. Este nombramiento acabó desempeñando un papel central en la apertura nipona al mundo. Existía una profunda preocupación ante la posibilidad de que algunas potencias, como Gran Bretaña o los Estados Unidos hicieran uso de la fuerza militar para acabar con el aislamiento japonés, por lo que se encargó al comisionado que convenciera al gobierno para abrir sus fronteras.

Barco holandés del siglo XVIII en una ilustración japonesa. Fuente


Negociaciones

En 1853 el comodoro estadounidense Perry visitó Japón con una amenazadora flota de modernos buques de guerra, exigiendo que abriera sus fronteras, y anunció que regresaría al año siguiente para comprobar si lo habían hecho. Ante la amenaza, el shogunato encargó siete buques de guerra, un gran número de armas de fuego y libros sobre temas militares a sus aliados holandeses. Ellos respondieron ofreciendo el buque de guerra a vapor Soembing como regalo del rey Guillermo III en 1855. Los japoneses lo rebautizaron Kankō Maru (観光丸). También llegó un destacamento naval holandés para enseñar a los japoneses. Naturalmente, estos agentes debían ser tratados con respeto y dignidad, y debían moverse libremente, lo que terminó con las estrictas reglas de confinamiento de los holandeses en Dejima durante más de dos siglos.

Plano de Dejima en un mapa de Japón levantado por los holandeses en el s. XIX. Fuente: Niday Picture Library

Para acabar

El embajador holandés logró que se permitiera el comercio en Nagasaki y Hakodate. Y ya en 1857 se abrió a los comerciantes de otras naciones que terminaron habitando la ciudad. Mientras tanto, la posición única de los Países Bajos en territorio nipón se desvanecía rápidamente. Después de más de dos siglos, finalmente Dejima dejó de ser la base holandesa única y exclusiva en Japón.

Más información

MATSUI, Yoko. Les interlocuteurs japonais des commerçants hollandais a Dejima aux XVIle-XIIIe siècles. Interactions et translations culturelles en Eurasie (II), 2007, p. 147-161.

ORIO FERNÁNDEZ, Guillermo. Las Relaciones Diplomáticas entre los Tokugawa y los Países Bajos. [s.f.]

QUIRINY, Bernard. DEJIMA. Lire, 2022, 504, p. 69-69.

ROJAS, Luc. L’expérience de l’île de Dejima ou la naissance d’une culture de la circulation de l’information scientifique et technique au Japon (1641-1853)Revue Internationale d’intelligence Économique, 2010, 2, 2, p. 295-305.

SEIZELET, Eric. La rencontre du Japon et des institutions délibératives occidentales dans les dernières années de l’époque d’Edo (1603-1868). Revue Historique de Droit Français et Ètranger, 2021, 4, p. 453-481.

SOUYRI, Pierre-François. Jacques Proust, L’Europe au prisme du Japon, XVIe-XVIIIe siècle. Entre humanisme, Contre-Réforme et Lumières. Paris: Albin Michel, 1997, 313 p.

Nota: fotos antiguas de Dejima se pueden encontrar aquí.

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En la costa de Palestina se instaló, durante la Edad de Piedra, un pueblo cuyos habitantes consiguieron doblar su esperanza de vida gracias a los recursos pesqueros con los que contaban. Ya habían empezado a cultivar sus propios alimentos, dejando atrás la vida nómada. No serían más de 100 individuos. Tenían unas creencias primitivas basadas en el culto a los antepasados y a sus divinidades. Se ha hallado un monumento megalítico: un círculo formado por siete enormes piedras. Es posible que fuera el centro de culto del lugar. Estos humanos crearon uno de los primeros círculos pétreos conocidos. Actualmente están localizados más de 50.000 de estos monumentos en todo el mundo.

Atlit Yam, en el Este del Mediterráneo, aparece en este mapa en el que también se sitúan otros dos antiguos poblados de pescadores. Fuente

Hace unos 9.000 años se instalaron en la costa del Este del Mediterráneo, en Atlit-Yam, y vivieron allí durante más de cuatro milenios. Sabemos que eran pescadores, ganaderos y agricultores, y que cultivaban trigo, cebada, legumbres y lino.

Utensilios de pesca utilizados por los pobladores de Atlit. Fuente: Galili 2004

Actividades pesqueras

Se cree que la pesca se hacía en pequeñas embarcaciones. Aunque no han quedado restos de las naves, sí que tenemos evidencias de las herramientas utilizadas (anzuelos y otros utensilios, así como pesos para las redes, que se pueden apreciar en las imágenes superior e inferior), restos de pescado y algunas señales en los codos de los restos humanos hallados, que podían deberse a la frecuencia de la actividad de remar.

Pesos para redes utilizados por los antiguos pobladores de Atlit. Fuente: Galili 2004

La explotación del medio marino les permitió ampliar sus fuentes de alimento, que no estaban ligadas exclusivamente a la agricultura y a la ganadería. Los recursos marinos ofrecían un estilo de vida estable, minimizando los riesgos de hambruna propiciada por las fluctuaciones en los recursos terrestres (desastres naturales que afectaban a la disponibilidad de plantas y animales, como sequías o inundaciones).

Por otra parte, sus habitantes no dependían sólo de fuentes temporales de agua como las precipitaciones, ya que excavaron pozos para disponer de agua dulce de manera permanente.

Para acabar

Estos importantes avances conseguidos en Atlit-Yam nos proporcionan un ejemplo temprano de pesca autosostenible en la costa mediterránea, que permitió a sus habitantes tener una vida longeva.

A pesar de los avances logrados, tras cuatro milenios su tierra fue inundada y las fuentes de agua dulce se contaminaron, por lo que tuvieron que emigrar a otras zonas más seguras. Es más que probable que un tsunami iniciara este proceso. Los restos que han quedado, como siluetas fantasmagóricas en el océano, ayudan a conocer esta primitiva y exitosa forma de vida. De hecho, los restos de su poblamiento están hoy sumergidos en el fondo del mar, a unos diez metros de profundidad.

Dibujo que representa la localización actual del yacimiento de Atlit, en el fondo de la costa este del mar Mediterráneo. Fuente: Friesen 2022
The mystery of Atlit Yam. 2,37′

Más información

FRIESEM, David E., et al. Deep stratigraphy of submerged Neolithic sites: a micro-geoarchaeological approach to the study of coastal settlements in the Eastern MediterraneanAntiquity, 2022, 96, 390, p. 1606-1611.

GALILI, Ehud; WEINSTEIN-EVRON, Mina & RONEN, Avraham. Holocene sea-level changes based on submerged archaeological sites off the northern Carmel coast in Israel. Quaternary Research, 1988, 29, 1, p. 36-42.

GALILI, Ehud, et al. Atlit-Yam: a prehistoric site on the sea floor off the Israeli coast. Journal of Field Archaeology, 1993, 20, 2, p. 133-157.

GALILI, Ehud; LERNAU, O. & ZOHAR, I. Fishing and coastal adaptations at Atlit-Yam. A submerged PPNC fishing village off the carmel coast (Israel). Atiqot, 2004, 48, p. 1-34.

GALILI, Ehud, et al. Atlit-yam: a unique 9000 year old prehistoric village submerged off the Carmel Coast, Israel–the SPLASHCOS Field School (2011). Under the sea: archaeology and palaeolandscapes of the continental shelf, 2017, p. 85-102.

OGLOBLIN RAMIREZ, Isaac; GALILI, Ehud & SHAHACK-GROSS, Ruth. Underwater Neolithic combustion features: A micro-geoarchaeological study in the submerged settlements off the Carmel Coast, Israel. The Journal of Island and Coastal Archaeology, 2022, p. 1-23.

SKOGLUND, Pontus, et al. Origins and genetic legacy of Neolithic farmers and hunter-gatherers in Europe. Science, 2012, 336, 6080, p. 466-469.

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Uno de los mayores cementerios de barcos perdidos se halla en la costa Oeste de África, en Namibia. Se conoce como la Costa de los Esqueletos, debido a que en ella se pueden hallar muchos restos óseos de ballenas. La lista de naufragios empezó a partir del siglo XVI, cuando marinos portugueses y holandeses doblaban el cabo de Buena Esperanza, en el sur del continente africano, para dirigirse a la India y a las islas de las Especias.

La costa de Namibia se encuentra en ese trayecto y presenta una serie de condiciones adversas para la navegación. Se dan, por una parte una serie de fuertes vientos que soplan desde el interior del continente hacia el mar. Por otra, suele existir un constante e intenso oleaje en las playas, provocado por la fría corriente de Benguela. Esta dualidad genera una combinación de corrientes cambiantes, densas nieblas y vientos furiosos que son muy peligrosos para navegar por esta zona. Con naves pequeñas es posible desembarcar atravesando la marea, pero imposible volver a zarpar. 

En las playas se pueden ver los restos de varias embarcaciones, aunque por el momento no todas han sido identificadas. Entre los que sí se conoce su procedencia y nombre están el Eduard Bohlen, los restos del Otavi, hundido en 1945 y del MV Dunedin Star, que tenía destino a Sudáfrica desde Liverpool. A esto se pueden sumar el Montrose, Gethen, Suiderkus, Gertrud Woermann y el remolcador Sir Charles Elliot, hundido tratando de rescatar al MV Dunedin.

El carguero Eduard Bohlen, de 95 m de eslora, naufragó en el año 1909, hoy se puede ver semienterrado en la arena y a casi 400 metros del mar, lo que muestra el avance de la arena del desierto sobre la costa. Otro muy conocido es el Dunedin Star, un carguero británico que encalló en la costa tras una tormenta en 1942. Después de este accidente hubo varios intentos de rescate, que terminaron en un desastre. El Zeila se hundió en 2008 y sus restos actualmente sirven de refugio a gaviotas y cormoranes.

Restos del Zeila hoy convertidos en refugio de aves. Fuente

Además hay cientos de trozos de madera y hierro que todavía no se han identificado, y sirven para evidenciar lo crítica que fue la navegación por estas costas en siglos pasados. La zona se halla dentro de un parque nacional, reconocido como tal desde el año 1971.

Estos restos de naves tienen un nivel de protección legal, ya que se hallan bajo la declaración de la UNESCO (2004) para la protección del Patrimonio Cultural Subacuático, porque Namibia ratificó el acuerdo en el año 2011. Sin embargo, están a merced de los fuertes vientos, las mareas y las violentas tormentas de arena que se suceden a menudo en esta zona.

Más información

BLISS, Susan. Landscapes and landforms: Deserts: Namib desert. Geography Bulletin, 2018, 50, 1, p. 37-52.

COETZEE, Marina E. Geomorphological features of the Skeleton Coast National Park. SCIONA Proyect, 2021.

HARRIS, Lynn; JONES, Jennifer & SCHNITZER, Kate. Monuments in the desert: A maritime landscape in Namibia. Journal of Maritime Archaeology, 2012, 7, p. 111-140.

JONES, Jennifer J. On desolate sands: beached shipwrecks in the Namibian coastal landscape. In: HARRIS, Lynn. Sea Ports and Sea Power: African Maritime Cultural Landscapes, 2017, p. 89-100.

OWEN-SMITH, Garth. Namibia’s most valuable resource. Quagga, 1984, 7, p. 8-11.

WALSH, Ella, et al. Holocene fluvial depositional regimes of the Huab River, Skeleton Coast, NamibiaEarth Surface Processes and Landforms, 2022, 47, 7, p. 1820-1844.

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