Al comenzar el siglo XVI las galeras bogaban a tercerol (lámina superior). En este tipo de boga, que en catalán se denominaba a tres tires, los tres remeros de cada banco manejaban un remo cada uno, de desigual tamaño, asegurados a su respectivo escálamo. Es posible que esta boga fuese inicialmente con dos remeros y dos remos por banco (a dues tires) en el siglo XIV, pero en la segunda mitad de ese siglo, las galeras ya se armaban a tercerol.
Los tres remos de cada banco eran de diferente tamaño y de distinta longitud para ajustarse a la regla práctica de que la parte del remo de la postiza hacia dentro debía ser un tercio de la longitud total, mientras que de la postiza al final de la pala del remo medía dos tercios. Esta norma empírica, unida a otra que recomendaba que el remo debía formar, cuando entraba en el agua, el menor ángulo con la superficie del agua, eran dos importantes pautas que condicionaban el diseño de la galera, concretamente en la relación de la distancia de la crujía a la postiza y en la del trancanil a la línea del agua, de manera que se sacase el mejor rendimiento al esfuerzo de la chusma.
La coordinación de la boga de los tres remeros de cada banco requería práctica y oficio, por lo cual muchos de estos eran buenas boyas o esclavos que habían sido marineros. El aprendizaje de los forzados era duro, como lo demuestra el texto siguiente salido de la pluma de un cautivo de los turcos:
- “Lleváronme luego a un banco donde estaban dos rremadores y faltaba uno, y pusiéronme una cadena al pie de doze eslabones y enclabada en el mesmo banco, y mandáronme rremar, y como no sabía, comenzaron de darme de anguilazos por estas espaldas con un azote diabólico empegado”.
Los forzados y esclavos, y con frecuencia los buenas boyas, estaban encadenados en su banco con un ramal de cadena, la branca, de doce eslabones, que se sujetaba a un aro de hierro, la calceta o manilla, que rodeaba el tobillo del remero, precisamente el tobillo mas cercano a la banda. Así, en la escasa iconografía de forzados españoles que se conserva, se puede distinguir en qué banda, diestra o siniestra, bogaban, fijándose en que tobillo tienen la calceta, y recordando que bogaban de espaldas a la proa.
Aunque la galera llevaba en este período 24 bancos por banda, estaban preparadas para montar 26, si bien, normalmente, llevaban sin colocar dos bancos contiguos de cada banda, en cuyos huecos se montaban el fogón y el esquife, y situados simétricamente con respecto a la crujía. Este punto queremos destacarlo pues, en todas las reconstrucciones de galeras españolas del siglo XVI que conocemos, el fogón y el esquife van en huecos correspondientes a distintos números de banco en cada banda, lo cual, además de ser un error, no permite entender cómo se formaba la línea de defensa o baluarte, más tarde llamada bastión de retirada, que se formaba a popa del árbol, con empavesadas, jarcia, transpontines y ropa, en la línea fogón-esquife:
- “Don Pedro Capata que con cincuenta arcabuzeros estava al fogon hazia mucho daño con ellos a los enemigos, y no hazia menos Don Luis Carrillo Capitan de la guardia de Don Juan desde el esquife con otros tantos arcabuzeros y mosqueteros”.
Cuando las galeras tenían que realizar una empresa que requiriese poco tiempo pero mucha rapidez, reforzaban la chusma y desembarcaban el fogón y el esquife, amén de otros elementos, colocando los bancos en los huecos libres y dotándolos de remos y remeros.
Autor: Pedro Fondevila Silva
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Muy buen blog. Llegue de casualidad y ha sido una grata sorpresa.
Un saludo.
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Muchas gracias por sus comentarios. Un saludo.
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Gracias por ilustrarme. Leyendo «Corsarios de levante» de Pérez-Reverte, tuve que buscar información sobre el tema para comprender la situación, y este blog ha sido una excelente ayuda. Un cordial saludo.
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Gracias a usted, como siempre. Un cordial saludo.
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