Esta voz, con el significado de «precaución tomada consistente en aislar a quiénes pueden padecer una enfermedad contagiosa para saber si están o no enfermos», se ha hecho muy conocida con la pandemia del Covid, pero ya existía hacía mucho tiempo y se empezó a aplicar en el ámbito marítimo durante la Edad Media. Se basaba sobre una lógica de aislamiento temporal de las personas, las mercancías y las embarcaciones que eran sospechosas de portar enfermedades nocivas para quienes habitaban en las localidades costeras circundantes.

Durante siglos las epidemias diezmaron a las poblaciones. Los contagios venían, evidentemente, a través de los viajeros y navegantes, y los puertos eran los lugares donde mayor número de contagios se producían, ya que en ellos atracaban barcos procedentes de multitud de lugares. Con que un marino estuviera contagiado era suficiente para que la enfermedad llegara a la población en la que desembarcaba y con ello se generara el caos. Inicialmente no se sabía cuál era el origen transmisor de las epidemias, por lo que no se tomaban las medidas que hoy conocemos.

Un buen ejemplo es que durante el año 1347 llegó a Mesina (Sicilia) una flota genovesa de doce galeras que huía de la invasión tártara de Crimea. Esas naves portaban el virus de la peste negra (o bubónica) que en tan solo cuatro años fue la causa de la muerte de una tercera parte de la población europea. Convertidas en foco de propagación hacia el interior del territorio, la peste entraba por las grandes ciudades portuarias del Mediterráneo a través de las rutas comerciales, esparciendo la enfermedad por el continente.

Basándose en las experiencias heredadas de antiguas culturas que intentaron acabar con las enfermedades contagiosas que les llegaban, algunas sociedades medievales, y en especial las del Mediterráneo, comenzaron a observar que entre el contagio y la aparición de los primeros síntomas había un periodo de tiempo, de ahí surgió la idea de aislar a los recién llegados y las mercancías que portaban. Hay varios puertos que se disputan el honor de ser los primeros en instaurar una cuarentena como tal (sin tener en cuenta el número de días que supusiera el aislamiento). Así, en 1374, se estableció un cordón sanitario en la ciudad de Módena (Italia) que duraba diez días. El término se convirtió en cuarentena cuando se empezó a aplicar un período de aislamiento de cuarenta días a los buques que llegaban desde puertos cuyas naciones eran conocidas por haber sufrido la peste y otras enfermedades similares.

Se sabe que se estableció en 1377 en el puerto de Ragusa (Croacia, en el Adriático) por 30 días. También en Venecia, en el mismo siglo. Con los años, y la enorme cantidad de muertes, este periodo comenzó a ser mayor, y así, por ejemplo, los cuarenta días se establecieron en 1383 en Marsella.
Lazaretos
En Ragusa, en la epidemia ya citada de 1377, todas las personas que arribaban a su puerto debían instalarse durante un mes en una isla cercana antes de ingresar a la ciudad. Para ello se habilitaron edificios. Se trataba de un espacio complementario donde los pasajeros permanecían a la espera de que pasase el período de contagio establecido. Posteriormente Venecia también lo estableció y este sistema pronto se convirtió en un modelo para el resto de repúblicas y reinos europeos. El edificio veneciano se terminó en 1423 en la isla de Santa María de Nazaret, situada enfrente de la ciudad. Estos nuevos espacios fueron denominados desde entonces lazaretos. El nombre procede de San Lázaro, el patrón de los pobres y enfermos.

En Barcelona y Sevilla se dictaron medidas de cuarentena a partir de 1383, aunque en esos momentos no contaban con un espacio concreto, sujeto a unas normas espaciales, temporales y de disciplina, en el que se pudiese llevar a cabo dicho aislamiento.
Entre 1450 y 1470, ciudades como Ferrara, Milán, Florencia, Génova o Perugia terminaron creyendo que la instalación de un lazareto era la mejor medida preventiva. En el siglo XV este período de observación, o cuarentena, hizo nacer en el puerto de Marsella, en 1476, lugares de aislamiento temporales similares a los ya descritos.

Ya en el siglo XVIII, a los buques procedentes de algunos puertos africanos, tales como Túnez y Argel, se les imponían 50 días de aislamiento, aunque los plazos variaban según la enfermedad. Entre los años 1720 y 1723 la conocida como «plaga de Marsella» se inició después de que el barco Gran Saint Antoine atracara en uno de sus muelles, era la peste (Yersinia pestis).
Durante el siglo XIX entran en vigor las Providencias Generales de Sanidad, dictadas por Fernando VII en 1817, con la construcción de lazaretos para la cuarentena de navíos y toda clase de buques sospechosos de portar enfermedad supuestamente contagiosa en puntos como Cádiz, Vigo, Mahón y Pedrosa (Cantabria), entre otros.

Los edificios que albergaron lazaretos existen aún en nuestros días, aunque ahora se asemejen más a un hospital que a una cárcel. En la actualidad, la cuarentena permanece como una medida de salud pública altamente regulada, nacional e internacionalmente, para impedir la expansión del contagio.
Más información
BONASTRA TOLÓS, Joaquim. Ciencia, sociedad y planificación territorial en la institución del lazareto. Barcelona: Universitat, 2006 [Tesis doctoral].
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RUIZ-DOMÈNEC, José Enrique. L’endemà de les grans epidèmies: De la pesta bubònica al coronavirus. Rosa Vents, 2020.
Muchas gracias, formidable, como siempre.
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Gracias a usted, como siempre. Un saludo muy cordial
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