Entrada enviada por Andrés Antolino
En enero de 1945, último año de la Segunda Guerra Mundial, la resistencia de las fuerzas armadas alemanas en el frente oriental se vino abajo. El ejército ruso empujó al resto de las derrotadas tropas alemanas y a la población civil fugitiva hacia las franjas costeras del Báltico. La gente agotada buscó desesperadamente las últimas vías de escape a través del Báltico helado. El antiguo barco de placer Wilhlelm Gustloff les parecía que era la seguridad, pero pocas horas después de zarpar la embarcación se convirtió en una trampa.
El buque
A principios de 1938 el Willhelm Gustloff, el mayor trasatlántico de pasajeros que había existido, zarpó en su singladura inaugural. Este buque había sido concebido por la organización nacionalsocialista Kraft durch Fteude («La fuerza gracias a la alegría») encargada del tiempo libre, como un barco de crucero y estaba lujósamente equipado con todo aquello que se podía esperar de un navío de la época: contaba con agua corriente caliente en todas las cabinas, cine e incluso una piscina cubierta.
-
- La botadura de este barco de lujo tuvo lugar el 5-5-1937 con la presencia de Hitler.
Después de entrar en servicio, el Gustloff sólo hizo algunos cruceros por el Atlántico, Mar del Norte y Mediterráneo, todos ellos transportando turistas alemanes. Poco tiempo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, llegó a España transportando a la Legión Condor, que ayudaría a los sublevados a ganar la Guerra Civil. El convoy estaba compuesto, además del Gustloff, por el Robert Ley, Deutche, Stuttgart y Sierra Córdoba. Los cinco buques eran cruceros y llegaron a España el 24 de mayo de 1939 con grandes cantidades de material para las fuerzas nacionales, incluyendo, entre otros, medicinas y alimentos.
Poco antes de la invasión de Polonia, fue utilizado como buque hospital por la Kriegsmarine (nombre que recibió la marina alemana durante el régimen Nazi. 1935-1945). Estuvo anclado cerca de la ciudad de Danzig, en la Prusia Oriental, para el desarrollo de tareas médicas y sirviendo como alojamiento a soldados de la Segunda División de la Instrucción de Submarinos. También formó parte del convoy que movilizó miles de alemanes que fueron repatriados a Alemania desde las regiones que en ese momento iban siendo ocupadas por los soviéticos, de conformidad con el acuerdo germano-soviético de repartición de Polonia.
El Gustloff durante su estancia en Danzig en 1939.
La evacuación
A finales de enero del 1945 el frente oriental alemán se vino abajo y el ejército soviético aisló los territorios orientales de la parte occidental de Alemania con varias ofensivas grandes dirigidas hacia el norte. La única salvación era huir a través del Báltico. Uno de aquellos objetivos de fuga era la bahía de Danzig, ya que en la localidad de Gotenhafen se encontraba anclado el Gustloff. El 21 de enero, el gran almirante de la marina alemana había dado ya orden de que se preparara el barco para zarpar hacia el oeste.
Aunque existían planes para llevar a cabo la evacuación de civiles desde hacía meses, ésta fue muy tardía, propiciada en parte por la decisión de los líderes del ejército nazi de luchar hasta el final. Por ello, cuando se dio la orden de comenzar la evacuación, se encontraban en el puerto más de 60.000 refugiados que trataban de abordar las naves, creándose un estado de caos y confusión. Mientras los oficiales intentaban contabilizar a los pasajeros, mucha gente subía a bordo desordenadamente burlando la guardia, que se veía incapaz de controlar a la multitud. Algunos disparos al aire hacían recuperar el orden, pero no por mucho tiempo. Los niños deambulaban por doquier buscando a sus padres.
El 30 de enero de 1945, a las 12:30 horas, el Gustloff soltó amarras en un día con muy mal tiempo. Debido al pánico que se desató durante el embarque, no fue posible registrar el número exacto de pasajeros a bordo, pero es seguro que en el barco, que fue diseñado para acoger a 1465 turistas, se encontraban más de 10.000 personas. En su mayoría mujeres y niños, también había heridos, todos ellos refugiados que huían del ejército rojo. Sin embargo, también se hallaban a bordo aproximadamente 1000 cadetes de la Marina, que habían acabado su adiestramiento para combatir en los submarinos alemanes y debían ser incorporados al servicio lo antes posible.
Todo rincón bajo cubierta se empleó para albergar a gente atemorizada, pues la estancia a la intemperie, con temperaturas de -20 °C, era insoportable. Incluso la antigua piscina cubierta se empleó entonces para acoger pasajeros. Noventa y nueve auxiliares femeninas de la marina montaron allí un campamento provisional; sólo seis de ellas sobrevivieron a aquella noche. El tiempo era borrascoso y gélido; el agotamiento y los mareos contribuyeron a que los ánimos a bordo se tranquilizasen. El aire en los pasillos abarrotados era casi insoportable.
Para garantizar su seguridad en alta mar, al Gustloff le acompañaron dos buques de escolta, el torpedero Lowe y el caza torpedero T1. No obstante, el T1 tuvo que abandonar la escolta al poco tiempo debido a la fuerte marejada y los otros dos barcos debieron continuar solos. Sin embargo, la protección del Lowe era también completamente ineficaz, pues su sistema de detección de submarinos se había congelado y no funcionaba, de manera que en ningún momento existió la posibilidad real de descubrir a tiempo al submarino ruso S-13.
El ataque
El capitan del S-13, Alexander Ivanovich Marinesko (imagen), llevaba ya dos semanas en el Báltico a la búsqueda de un éxito que le evitase un proceso militar por falta de disciplina. Finalmente, aquel 30 de enero, a las 20:00 horas aproximadamente, recibió la noticia de que se había avistado un gran buque de transporte de tropas.
Al abrigo del mal tiempo inició la persecución y colocó su submarino cuidadosamente en una posición ventajosa. Al cabo de algo más de una hora dio orden de disparar cuatro torpedos. Tres de ellos salieron del S-13, el cuarto se quedó atascado y tuvo que ser desactivado a toda velocidad.
El primer torpedo alcanzó la proa del Wilhem Gustloff e inmediatamente se cerró el compartimiento estanco con todos los supervivientes, pues el barco amenazaba con hundirse de proa. El segundo dio en la piscina cubierta, pereciendo casi instantáneamente todas las auxiliares de la marina que se alojaban allí. El tercer torpedo dio en la sala de máquinas, destruyendo la vena de abastecimiento del barco. A partir de aquel momento a los supervivientes les quedaban 50 minutos antes del hundimiento.
El pánico a bordo era indescriptible, cerca de 10.000 personas intentaban ponerse a salvo. La cubierta estaba completamente helada, por lo que gran parte de la muchedumbre que lograba salir al exterior, resbalaba por el barco, que ya estaba escorado, y caía por la borda al mar gélido.
Los salvavidas alcanzaban escasamente para 2000 personas. Además, los mecanismos de los pescantes estaban helados, lo que dificultaba el descenso de los botes. Algunos botes salvavidas llegaron al agua a medio llenar, mientras otros amenazaban con hundirse a causa del sobrepeso. En aquél momento la temperatura del agua rondaba los 2º y la temperatura exterior era de -18º.
Tras disparar los torpedos el submarino S-13 permaneció sumergido en las proximidades, pues temía un ataque del buque escolta Lowe y prefirió permanecer escondido. Pero el Lowe se apresuró a salvar a los que se estaban ahogando y a enviar incesantes señales de socorro.
Otros siete barcos acudieron en breve al lugar de la catástrofe, pero el tiempo era muy escaso y el Báltico estaba demasiado frío como para poder sobrevivir durante mucho tiempo.
El hundimiento
El comandante del T-36 ordenó lanzar bombas de profundidad y dañó gravemente al S-13, pero no pudo impedir la huida del submarino. Hacia las 22:00 el Wilhelm Gustloff había desaparecido de la superficie marina. Con él se hundieron en las aguas del Báltico unos 9.343 hombres, mujeres y niños. Sólo sobrevivieron 1.239 personas, a la que corresponde como una de las mayores catástrofes náuticas de la historia.
Mil gracias por tus comentarios