Iniciamos aquí un tema, con varias entregas, sobre los grandes veleros que tuvieron su época de apogeo durante el siglo XIX. La primera de ellas contiene una breve explicación del tema, recogiendo el mayor de los ejemplares de esta clase que todavía está activo, y la siguiente ofrecerá, de manera detallada, cada una de las partes del aparejo y de la jarcia que componían estos preciosos buques, que han pasado a la historia con un inconfundible sabor romántico, de magníficas aventuras, de grandes expertos en el manejo de la vela y también de exploración de universos marinos y terrestres desconocidos.
Los últimos grandes veleros
Los grandes veleros recibieron el nombre genérico de clíper, voz de origen inglés que se aplica a los barcos de vela de alto bordo y gran finura de casco, aparejo de gran desarrollo, y mucho andar. Este tipo de embarcación parece que se originó con la “fiebre del oro” de California (1849-1856), cuando la comunicación con esta tierra, a través de la ruta del cabo de Hornos, se incrementó de forma considerable.
También tuvo su desarrollo gracias al descubrimiento de oro en Australia, lo que supuso una gran emigración a Melbourne y con ello la urgencia de desplazarse mucho más rapidamente al otro lado del globo.
Debido a la necesidad de satisfacer la demanda de viajes tan largos como los descritos y algunos otros que fueron surgiendo en esos mismos momentos, van apareciendo nuevas derrotas comerciales, llamadas carreras, por la intensa competencia por hacer estos recorridos en menor tiempo y ser los primeros en llegar con la carga a los mercados. De esta manera nacen:
-
- – la carrera del te a China,
-
- – la de la lana a Australia,
-
- – la del nitrato a Chile,
-
- – la del tasajo (carne ahumada, salada y deshidratada) a la Argentina y al Uruguay (en la imagen inferior), y, finalmente,
- – la del trigo a Australia.
Esta rivalidad, por ser los más rápidos y llevar la mayor carga posible, se va a traducir en un gran aumento del velamen y del número de palos (hubo incluso barcos de cinco palos con aparejo de fragata y hasta de seis con aparejo de goleta).
Para conseguir un mayor arqueo y un casco resistente, acorde con los esfuerzos de largas travesías al límite de la resistencia del aparejo, se empleó el acero para su construcción. La fabricación de este tipo de buques con enormes velas, los clipers, incapaces ya de competir con los de propulsión por vapor, acabaría en los años veinte del siglo pasado. Con ellos se desvanece el símbolo de una época de vida dura pero apasionante, donde todavía tenía espacio la aventura y existía la emoción de conocer nuevas tierras.
El mayor cliper que existe todavía: el Sedov
Para ilustrar este pequeño trabajo, hemos intercalado las imágenes del mayor velero, de los de la clase aquí descrita, que queda en el mundo. Se trata del Sedov de bandera rusa, una barca, es decir, un barco con aparejo de cruz en sus palos excepto en el mesana, el cual solamente lleva cangreja y escandalosa.
Este velero se construyó en Alemania, botándose al agua en Kiel en 1921. Se bautizó con el nombre de Magdalene Vinnen, nombre de la hija del armador Karl Vinnen. Se le dedicó a la carrera del trigo de Australia, logrando el record de hacer la derrota de Sydney a la isla de Wight (entrada al canal de la Mancha) en 92 días.
Pero el vapor había ganado y, en 1936, para conseguir mejorar el beneficio, su nuevo propietario, la compañía Norddeutcher Lloyd, utiliza el barco para el transporte de trigo y como buque escuela de los alumnos de oficial de la marina mercante alemana. Durante la II G. M., el buque navegó por el Báltico haciendo cabotaje. En 1945 pasó a Rusia como elemento de reparación de guerra, y allí se le rebautizó con el nombre de Sedov, en homenaje al explorador polar ruso Georgy Sedov (1877/1904), destinándolo a investigaciones oceanográficas. Hoy en día se utiliza como buque escuela, y parece que se le puede alquilar en sus períodos libres.
Nota curiosa: Fue durante la época de la fiebre del Oro cuando se extiende la costumbre de colocarse un pendiente en la oreja, como símbolo de haber doblado el cabo de Hornos o el de Buena Esperanza.
Pero el Nauta






Lei un libro de Verne LA ESFINGE DE LOS HIELOS y me vi obligado a entender algo de nautica. Los comentarios de ustedes son sobresalientes. Muy agradecido Ernesto Azua
Me gustaMe gusta
Muchas gracias. Un saludo.
Me gustaMe gusta
Hola, buenas noches.
Me llamo Pedro Schwarzbeck. Me gustó mucho su artículo y la información. Me interesa mucho este tema porque soy descendiente de un marinero de la marina mercante alemana de 1914. Mi abuelo llegó a México a bordo de uno de estos hermosos buques de vela. En una navegación de Hamburgo, Alemania a Santa Rosalía, BCS en México en 149 días. Llevaban coque ( carbón de piedra) a Santa Rosalía para usarlo como combustible para la fundición de cobre de la mina de propiedad francesa «El Boleo» , mina que dio pie a la fundación de Santa Rosalía.
El abuelo venía contratado como marinero de segunda encargado del primer mástil. El buque se llamaba El Reinbek, era uno de los 12 veleros de la flota que hacían esa ruta trayendo coque, y regresaban con nitratos de Chile o con maderas de EU. Esos veleros hacían la ruta rodeando por Cabo de Hornos. Cuando el abuelo navega a bordo del Reinbek, esa fue la última navegación del Reinbek y de los otros once veleros de la flota, pues al llegar a Santa Rosalía, la gran guerra europea o primer guerra mundial había estallado, y dichos veleros no pudieron regresar a Alemania, quedando retenidos y anclado en la rada por muchos años. El abuelo y otros muchos marineros de las doce tripulaciones, a los dos años de vivir en los buques anclado en Santa Rosalía, y en miras de que la guerra no terminaba, los jóvenes marineros, aburridos y llenos de vida y de espíritu de aventura, desertaron a la marina mercante, dejando a escondidas sus buques, se internaron en el país. Mi abuelo fuea Guaymas, Sonora primeto, cruzando el Golfo de California de polizón en una motonave junto con otro compañero, que era el carpintero del buque, y después de un año en Guaymas, Sonora, fue al Valle del Yaqui, Sonora al sur de Guaymas, y allí echó raíces y formó su familia, siendo uno de los pioneros del valle. Que ironía, del mar a la tierra, y de marinero a campesino. Hoy sus orgullosos descendientes somos mexicanos, Sonorense del municipio de Cajeme, Cd Obregón, Sonora.
Saludos afectuosos.
Me gustaMe gusta
Estimado señor, muchas gracias por el estupendo relato de la vida de su abuelo. Es una prueba más de que el mar y la navegación son de interés mundial, que unen (o separan) familias, naciones y a toda clase de grupos humanos. También sirven para plantar nuevas semillas en tierras distintas.
Reciba un cordial saludo desde el Mediterráneo.
Me gustaMe gusta
Hola Celia!! Muchas gracias a Usted por su atención.
Estoy totalmente de acuerdo con Usted sobre su comentario, que es una prueba más de que el mar y la navegación es de interés mundial, y que unen o separan familias, naciones y grupos humanos. El abuelo se separó de su familia tristemente, pero, por otro lado, si no es por esa separación y por esa navegación, y por esa nefasta guerra, ( para Europa), yo, ni nadie de mi familia estaríamos en este mundo. Si no hubiera estallado la guerra, el abuelo regresa a Alemania, se casa con la novia que tenía allá, y otra hubiera sido la historia.
Saludos cordiales desde el Valle del Yaqui, México.
Siga adelante con sus artículos tan interesantes, yo seré su asiduo lector. Mucho éxito.
Estoy organizando toda la información que tengo de esos buques, más las memorias que escribió el abuelo para su esposa, hijos, nietos y las nuevas generaciones, y tratar de escribir su historia, su vida en forma de novela para que los más jóvenes se interesen en saber esas historias de los navegantes de los últimos buques de vela a principios del siglo XX. No soy escritor ni tengo idea de como se escribe una novela, pero haré el intento.
Me gustaMe gusta
¡Excelente!. Esperamos conocer pronto su publicación. Un saludo marinero
Me gustaMe gusta