Autor: Pedro Fondevila Silva
Las banderas
Antes de entrar en materia, es obligado manifestar al lector que las banderas, que se van a describir, corresponden al período comprendido entre los años 1685-1827, margen de tiempo coincidente con el de la existencia de granaderos en la Infantería de Marina.
Durante la época de los Austrias, los capitanes, propietarios de las compañías, tenían la facultad de diseñarlas a su gusto. Cuando cambiaba el capitán se modificaba, por el nuevo, la bandera; aunque esta modificación estaba limitada por el mantenimiento del tamaño, del símbolo español: la cruz o aspas de Borgoña o de San Andrés, y de la moda imperante en cuestión de diseño de banderas. En 1685 la moda imperante era un dibujo a base de un jironado de ocho piezas, o un cuartelado en cruz, pudiendo llevar ambos una cenefa con variaciones del dibujo.
La imagen corresponde a un fragmento del cuadro titulado «Auto de fe en la plaza de Zocodover de Toledo». El campo de la bandera parece ser compuesto de jironados y cuartelados, y su tamaño corresponde a unos 2 x 3 m.. Este tamaño obligaba al alférez a sujetar el extremo con la mano izquierda e, incluso, a recogerla bajo el brazo, descansando la punta sobre el antebrazo. Los soldados que aparecen son piqueros y visten chambergo, coleto de cuero con rica valona, greguescos pardos y medias blancas. Ciñen la cintura con una faja roja (color distintivo de España) y llevan espada de taza.
Con la llegada de los Borbones se establecen normas más estrictas. Así, en la Real Orden, ya citada, de 1717 por la cual se crea el Cuerpo de Batallones de Marina, se determina en materia de banderas lo siguiente:
“Las banderas que deberán tener esos batallones, para cuando marchen o hagan el servicio en tierra, deberán ser tres, las de los Capitanes Comandantes de cada batallón moradas con las armas del Rey y a las cuatro esquinas cuatro anclas, y las demás, blancas con la cruz de Borgoña y a las cuatro esquinas las anclas”.
En la disposición anterior no solo se establece un diseño preciso de las banderas, si no que, además, se reduce el número de las banderas que pasan a ser tres para todo el batallón, (en este momento el batallón tiene seis compañías), cambiando la costumbre de los Austrias de que cada compañía tuviese su bandera, si bien es cierto que esa práctica ya se había modificado en 1694, dejando cuatro enseñas por tercio.
Como ya no había una bandera por compañía, sobre la cual pudiesen formar sus soldados, en vez de la antigua disposición de las enseñas, en único frente pero separadas, (cada una en el centro de su compañía), ahora, las banderas forman juntas en el centro del batallón, en el centro la “coronela” y a los lados las “batallonas”.
Progresivamente, a lo largo del período considerado, se va reduciendo el número de banderas. En 1762 se pasa de tres a dos (una coronela y una batallona) la cantidad de enseñas del batallón, y en 1802, debido a la importante reducción de efectivos del batallón (de unos 750 a apenas 350), se vuelve a reducir el número de enseñas a una (la coronela).
Volvamos, ahora, sobre el Batallón de Marina para las Galeras creado en 1728. En la Real Orden ya citada se determina:
“Las banderas que deberá tener este Batallón para cuando marche o haga el servicio en tierra, deberán ser la del Capitán Comandante o Sargento Mayor, blanca con las Armas del Rey, y a las cuatro esquinas cuatro ferros (rezones); y las demás blancas con la Cruz de Borgoña, y a las cuatro esquinas los ferros”.
No especifica la disposición el número de las banderas “sencillas” o “batallonas” (con la cruz de Borgoña), pero, aunque eran siete las compañías que formaban el batallón, la cantidad de banderas sencillas debió ser dos como el resto de los batallones de Marina y del Ejército. Esta bandera desapareció en 1748, al disolverse el Cuerpo de Galeras.
El diseño de las banderas del Cuerpo de Batallones de Marina no varió durante el período de existencia de los granaderos, no así su tamaño que, por diversas disposiciones, fue disminuyendo. A título de curiosidad, solo resta añadir que, durante el “trienio liberal” (1821-1823) se pretendió cambiar las banderas por la figura de un león, el cual, sosteniendo con una de sus garras el libro de la Constitución, debería exhibirse en lo alto de un asta. Solamente se conoce un caso de entrega a una unidad de este vexiloide, y al finalizar el trienio liberal fue anulada esta disposición.
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