Hay profesiones vinculadas con el mar que tienen sus peligros y sus peculiaridades, pero posiblemente la de Jerome Baker sea de las más desconocidas. No es farero, ni marino, ni ballenero, sino que se dedica a recoger icebergs perdidos.
Tras el accidente del Titanic, una comisión internacional decidió crear una patrulla que evitara que catástrofes como ésta volvieran a ocurrir. Esta profesión de recoger icebergs nació entonces.
Actualmente hay varias corrientes de opinión partidarias de trasladar icebergs, pero para otra función: llevar agua a zonas áridas.
Baker «abraza» icebergs con una cuerda para poder transportarlos lejos, con objeto de que no choquen con las plataformas petrolíferas, y los conduce hacia otros rumbos menos peligrosos. Viaja en un buque llamado Norseman, que tiene unas 4.600 toneladas y un casco de acero reforzado, que da servicio a la compañía Hibernia.
Trabaja para una petrolera, y su campo de acción se sitúa en el Hemisferio norte, en aguas canadienses.
En su día a día puede encontrarse con múltiples dificultades, entre otras el tamaño del témpano que debe remolcar. Con los que son «pequeños» es más fácil, porque con un potente chorro de agua se les puede ir digiriendo. Pero los más grandes, que también suelen ser los más peligrosos, hay que atarlos con cuerdas y remolcarlos hasta que una corriente se lo lleve lejos de las plataformas petrolíferas.
Su trabajo aparece explicado detalladamente en Fogonazos
Noticia original Smithsonian
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