¿Conoce la diferencia entre la fina capa de hielo en la superficie del agua que acaba de empezar a congelarse, y la que se ha vuelto a congelar y formar en grietas ya abiertas?. Parece lo mismo, hielo ¿verdad?, pero uno de ellos es mas fino y más peligroso.

El Ártico según Mercator (1595)
Los pueblos del Ártico tienen mas de 100 nombres para las distintas formas de generación del hielo marino, porque su supervivencia depende de ello, y por eso recibieron de sus antepasados un conocimiento de enorme importancia, que generación tras generación se ha ido aumentando, que es muy poco conocido y puede servir como parte de la respuesta a los cambios climáticos que se están produciendo.
El hielo marino
Los habitantes de las zonas polares se aventuran regularmente sobre el hielo, que lo ven como una parte de su entorno y como un espacio familiar. De hecho, lo usan como plataforma para la caza, el transporte, la formación y para la realización de actividades comunales.

Un precioso mapa del Ártico levantado por Barents, a finales del siglo XVI
El ciclo estacional por el que el hielo marino, o banquisa, se derrite y posteriormente se vuelve a congelar, forma parte de las vidas de las personas que viven en climas más al sur. Cuando ese ciclo se ve alterado por el calentamiento global, la vida y la cultura de estos grupos tienen que cambiar con él, desarrollando nuevas ideas y técnicas para sobrevivir. Estos hábitats de hielo establecidos forman parte de los ambientes culturales del polo, y sus habitantes han desarrollado vocabularios elaborados para muchas formas de hielo locales y sus procesos.
Llaman al hielo su «carretera de invierno” y la conocen con cientos de nombres, haciendo en ella senderos y marcas de navegación. Así, diferentes tipos de hielo, que son imposibles de distinguir por las personas que viven fuera del Ártico, tienen sus nombres específicos. Por ejemplo, el pueblo inuit del norte de Alaska tiene más de un centenar de palabras para los diferentes tipos de hielo marino y sus procesos de formación.
Los cazadores Yupik, en la isla San Lorenzo de Alaska, utilizan más de 10 palabras diferentes para distinguir entre tipos de hielo de reciente formación, como qenu (hielo granizado) y qenughhaghaq (hielo granizado del mismo modo que comienza a formarse), saagsiqu (hielo grasoso) y allungelquq (panqueque hielo), aygughnin (hielo recién formado construido contra el viento), saalqaaq (fina capa de hielo en la superficie del agua que acaba de empezar a congelarse), sallegpa (nuevo hielo que se formó muy rápidamente), sallek (hielo formando a baja temperatura en el agua tranquila) y sigiin (hielo nuevo vuelto a congelar en grietas ya abiertas). Y eso es sólo una pequeña muestra, ya que su nomenclatura completa sobre el hielo tiene más de 120 términos.

Inuit en su kayak en los territorios del Noroeste, en el año 1929. Fuente: Library and Archives Canada.
El conocimiento del hábitat polar como factor de adaptación global
La riqueza de lo que las gentes polares saben acerca de su ‘casa de hielo’ es asombrosa. Así como las personas en climas más cálidos pueden tener conocimiento de sus lugares cercanos, los recuerdos, las prácticas culturales y normas de comportamiento que rodean sus paisajes, ya sea en las casas de su calle, los árboles en un parque, o las ondulaciones de la cercana colinas, la gente del Ártico está profundamente familiarizado con sus paisajes de hielo.
Ellos han transmitido sus conocimientos seculares sobre el hielo marino a través de historias, un cuidadoso entrenamiento y de experiencias compartidas entre padres e hijos. Este conocimiento apenas fue conocido por generaciones de exploradores polares, oceanógrafos y especialistas en el clima, y ahora, como estas lenguas y tradiciones se debilitan o se pierden, este conocimiento cultural sobre el hielo se está dejando de transmitir.
En este contexto de cambios rápidos, el conocimiento local creado por los habitantes del Ártico es un activo de incalculable valor para las estrategias futuras vinculadas a la administración sostenible del ecosistema polar. La gente del Ártico adquirió experiencia notable en el mantenimiento de la diversidad cultural y biológica en su hogar de hielo, conocimiento que, si se preserva para las generaciones futuras, podría ayudar a la humanidad a adaptarse al cambio climático. Esta información aportada por los naturales demuestra que las ideas y observaciones pueden ser una herramienta clave para comenzar a dar una respuesta efectiva al cambio climático.
Fuente: KRUPNIK, I. The Cultural Icescapes of the Arctic (2014).
Mas información:
MORAL, C. del. Transportes marítimos inuits. Navegando entre hielos y sobreviviendo entre ellos. Hycmar. 2015.
Reblogueó esto en Mar Equinoccial.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en El blog de Juan Manuel Grijalvo…y comentado:
Me hace pensar en Kipling…
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en Farewelly comentado:
Cosas que encuentro por aquí y son interesantes.
Me gustaMe gusta