En la Historia hay veces que las batallas las ganan los sabios, y ésto fue exactamente lo que ocurrió a fines del siglo XVIII. Un general decidió que en la campaña para expulsar a los turcos de Egipto no sólo iba a llevar gente de guerra, sino que en sus barcos habría una exquisita tripulación: los mas sabios de todos los intelectuales de la Francia revolucionaria. Así nació la expedición científica que se conocería como la Comisión Francesa para las Ciencias y las Artes de Oriente, que Napoleón Bonaparte condujo hasta Egipto en 1798. Las crónicas hablan de que, además de ellos, embarcaron unos 50.000 soldados y marinos en más de 300 navíos.
La Comisión de sabios terminó descubriendo al mundo una de las maravillas del Patrimonio de la Humanidad.

Costa de File (Egipto), una isla situada en el Nilo, cerca de Asuan, famosa por sus templos
Este comité de intelectuales decidió llevar con ellos a los más brillantes de sus alumnos, aunque por orden del mismo Napoleónn no podían informar sobre el destino final. Sólo sabían que iban a Oriente. Los científicos mas reconocidos tuvieron fe en su general y los más jóvenes en sus maestros. La Comisión embarcó en mayo, y solo a fines de junio supieron su destino final: el Egipto de los faraones.

Un vista costera de El Cairo
Eran mas de 150, entre los que se encontraban astrónomos, naturalistas, historiadores, anticuarios, químicos, literatos, orientalistas, ingenieros, matemáticos, músicos, farmacéuticos, médicos, relojeros y dibujantes.
Entre los miembros mas conocidos estaban Monge, Saint-Hilaire o Vivant Denon. Otros menos famosos fueron Costaz, Chabrol, Devilliers, Jollois, Jomard, Lancret, Rozière, Saint-Genis y Savigny, entre otros (listado completo).

La isla de Filé, en medio del Nilo.
Aunque para el general francés la toma de Egipto fue un fracaso, su expedición de sabios fue el origen de una de las corrientes intelectuales mas duraderas en el tiempo, el interés por el mundo del antiguo Egipto, que terminó convirtiéndose en un área de conocimiento científica, la Egiptología. Aparte de ello, sus integrantes acabaron dirigiendo importantes museos e instituciones. A las siguientes generaciones nos dejaron la Descripción de Egipto, una inmensa y rica obra en varios volúmenes con miles de dibujos sobre el imperio de los faraones, desde hipogeos, frontones, murallas, paisajes, ríos, costas, mares, animales y barcos hasta las famosas pirámides.

Transporte de grandes bloques por el Nilo. El Kab (Egipto)
El mundo marítimo plasmado en el arte egipcio
De la magna obra hemos tomado las imágenes vinculadas con la Historia Marítima, para mostrar algunos de sus logros.

Nave a remos y vela egipcia. El Kab (Egipto)
El Antiguo Egipto, rico gracias a su fértil e impresionante río, ha plasmado en sus obras esa naturaleza fluvial, que en islas y puertos del Mediterráneo o del Mar Rojo se convirtió en riqueza costera y marítima. Podemos encontrar representaciones del transporte a través del caudaloso Nilo, de las riquezas que iban y que venían de los puertos mas importantes, cartografía y vistas de costa de islas (como Filé o Elefantina) que dominaban el horizonte. También aparecen esculpidas las naves que cruzaron el Nilo y llegaron a los confines del mundo entonces conocido (La India). Trascendiendo a la otra vida, existía la creencia de que el viaje al mas allá era en una embarcación y transcurría por el Nilo, lo que nos ha dejado impresionantes bajorrelieves, exquisitas pinturas y naves (a tamaño natural o en miniatura) enterradas con los faraones en las pirámides.
Todo un sistema de vida vertebrado por la naturaleza acuática de una civilización única y asombrosa, que se vio representada en sus obras artísticas, y que hoy podemos contemplar en la Descripción de Egipto.
Epílogo
Para estos ilustres viajeros, a pesar de que pasaron a la historia casi como héroes, su vida no siempre fue fácil, ya que tuvieron que adaptarse a una condiciones de trabajo muy distintas a las que tenían en su país de origen, pero la peor de las situaciones se generó cuando tras la derrota de Napoleón, los británicos amenazaron con quedarse con sus escritos, dibujos y experimentos.
«Estamos dispuestos a quemar nuestros tesoros con tal de que no caigan en las manos del enemigo», dijo Geoffroy Saint-Hilaire, uno de los jefes de la expedición. La determinación de los científicos franceses impresionó profundamente a las fuerzas británicas, que les dejaron llevarse lo que pudieran cargar con sus manos. Este límite permitió a los vencedores apoderarse de muchas grandes obras, incluidos dibujos de la famosa piedra de Rosetta. De hecho, Champollion, el primero que consiguió descifrarla, tuvo que trabajar con los trazos que sus compatriotas franceses habían hecho de la citada piedra (que hoy sigue en el Museo Británico).

Sección con escritura demótica de la piedra Rosetta. Dibujo. Fuente.
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Listado completo de los libros publicados sobre la Descripción de Egipto
Napoleón descubre Egipto. La revista de El Mundo, 134.
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