Hoy vamos a hacer hincapié en la faceta marítima de uno de los descubrimientos arqueológicos más interesantes de los últimos tiempos. Tiene tintes de enorme misterio y sus protagonistas son los hombres y mujeres del Norte de Europa que dieron origen al pueblo vikingo.

Síntesis del hallazgo
Investigadores suecos descubrieron hace unos años los restos de casi 30 individuos de diversas edades (desde niños a personas de edad madura). Al estudiar los cuerpos llegaron a la conclusión de que fueron asesinados y abandonados en los lugares en los que fueron muriendo. Estaban dentro de un fuerte circular situado a la orilla del mar Báltico, en la isla de Oland (Suecia) y vivieron allí durante el siglo V.


El lugar: Sandy Borg
Los pueblos del Norte levantaban unos campamentos que estaban rodeados de murallas circulares muy altas y gruesas (ring) para mayor seguridad de sus ocupantes. Dentro del recinto construían casas (cuyos tejados eran muy parecidos a un barco puesto al revés) en las que se alojaban. Eran, o al menos parecían, lugares seguros.

La matanza que se describe, y que tiene conmocionada a la comunidad investigadora, está vinculada con varios asuntos, y uno de ellos es precisamente cómo los que asesinaron a este grupo pudieron entrar en el fuerte. Hasta el momento se cree que eran conocidos y que les dejaron entrar.

Al analizar las pertenencias que había en las cercanías, descubrieron broches ricamente tallados, que por el lujo que desprenden debían ser de jefes de tribu o de clanes, y otra orfebrería que deja claro que quienes allí se reunieron tenían cierta fortuna, que les permitió adquirir joyas y adornos.

Cuando descubrieron en el interior del fuerte una gran cantidad de monedas romanas como los sólidos (solidus), que tenían un elevado porcentaje de oro (por lo que eran muy valiosas), comprendieron que varios miembros del grupo habían sido mercenarios del ejército de Roma, y que habían recibido una gran cantidad de dinero por sus servicios. Lo más curioso es que sus asesinos no se llevaron estas valiosas monedas, sino que las dejaron allí.

Los restos de este fuerte, del que hoy apenas quedan unas piedras que dejan ver lo amplio que era, nos da una idea de cómo era la muralla. Estaba situado en la costa de mar Báltico, lo que multiplica su valor, ya que permitía a sus pobladores obtener recursos alimenticios y facilitaba las comunicaciones. Pero el asesinato en masa, del que aún no sabemos mucho, tuvo un objetivo, que era acabar con el grupo de personas allí reunidas, aunque no robar, ni ocupar el fuerte. Estas evidencias marcan supuestamente un crimen de odio, sin otro fin que matar a quienes lo ocupaban. Otra pista que da una idea de este fin es que los cadáveres encontrados hace pocos años se quedaron allí, nadie los movió de su lugar y sólo el paso del tiempo, unos mil quinientos años, los semienterró.

Para acabar
Este pueblo, al que pertenecían las treinta personas asesinadas, es el antecedente de los vikingos. De ellos tomaron los lugares en los que habitar, las costas del mar del Norte, la forma de las casas en las que vivían y una de las maneras de obtener un sustento, trabajar para otros. En esa época no estaba mal considerado lo que hoy se conoce como ser mercenario; todo lo contrario, ya que se entendía como una forma de obtener experiencia. La guardia varega de Constantinopla es un buen ejemplo de esta práctica tan extendida en el mundo vikingo, que hoy no tiene tan buena fama y que probablemente les costó la vida a los habitantes de Sandy Borg.
Video de 28′ en inglés
Más información
ALFSDOTTER, Clara. Bad Death at Sandby borg: A Bioarchaeological Analysis of Intergroup Violence and Postmortem Agency of Unburied Corpses. 2018. Tesis Doctoral. Linnaeus University Press.
GUSTAVSSON, Petter. Sandby borg: En komparativ studie av Ölands folkvandringstida befästningsanläggningar. 2014.
HEDBERG, Ellinor. Ett hus i Sandby borg: Lipidanalys av jordprover. Universidad de Estocolmo. 4 de julio de 2020.
WOLLENTZ, Gustav. Prehistoric Violence as Difficult Heritage. In Landscapes of Difficult Heritage. Palgrave Macmillan, Cham, 2020, p. 229-260.
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