Esta semana vamos a contar la historia de una fabulosa embarcación vikinga que ha llegado hasta nosotros por una serie de vicisitudes, casi todas muy positivas, que posiblemente en otro contexto hubieran sido las causantes de su desaparición. A pesar de todo, hoy se puede admirar y comparar, salvando las distancias, con el tesoro de Tutankamón. Con una diferencia, en este espacio funerario no hay oro, hay múltiples evidencias de la rica cultura vikinga, un hallazgo que hoy es patrimonio mundial.
La historia empieza en los inicios del siglo XX, época en la que el nacionalismo podía haber destrozado cualquier patrimonio. El hallazgo tuvo lugar en esos momentos en un lugar de Noruega, en la granja Oseberg (condado de Vestfold), cuando un agricultor descubrió un enterramiento tras un túmulo y lo comunicó a las autoridades. El pueblo noruego estaba entonces a punto de conseguir su independencia de Suecia, tras siglos de formar parte de otras naciones.

El director del museo, Gabriel Gustafson, era sueco, pero esto no fue un impedimento para poder excavar el reciente descubrimiento. El dueño del terreno, una vez que fue consciente del valor del túmulo, exigió el pago de 12.000 coronas por los derechos sobre los restos hallados, cantidad que el museo pagó.

Tras excavar se encontró un enterramiento tradicional vikingo: los restos de dos personas en el centro de un barco, junto a una importante colección de objetos de uso habitual. Cuando se empezó a celebrar el descubrimiento, los arqueólogos se dieron cuenta de que había ocurrido algo ya conocido en otros lugares: había sido saqueado. Sin embargo, aunque los metales preciosos habían desaparecido, dejaron un rastro brillante de lo que fue la cultura vikinga: carros, baúles, ropa, telas, zapatos, herramientas…. Eran ajuares funerarios riquísimos.


El barco
El enterramiento data del año 834, aunque hay partes más antiguas. Estaba construido con el sistema nórdico (solapando las tablas del casco unas sobre otras) y era de roble. Tenía más de 21 m de eslora y algo más de 5 m de manga. En su tiempo el mástil pudo tener hasta unos 10 m de alto.

Cuenta con 15 pares de orificios para poder meter los remos en cada banda, tal y como se puede observar en la imagen inferior.

También se halló un ancla de hierro. El final de la proa y de la popa del barco estaban decoradas con complejas tallas de madera que dibujaban dragones y serpientes entrelazados (motivos que servirían para definir el característico estilo Oseberg).

En tiempos vikingos
El barco de Oseberg fue utilizado como nave funeraria para dos mujeres. Se construyó una cámara inmediatamente detrás del mástil. En el interior, las paredes estaban decoradas con un fantástico tapiz y los restos mortales yacían en un lecho.

Sin embargo, la nave mortuoria estaba destrozada, a pesar de que el casco se podía adivinar, casi todo estaba aplastado y hubo que recuperar su antiguo aspecto, lo que les llevó a los expertos casi 20 años. Al poco tiempo del descubrimiento se decidió construir un museo para albergarlo, y en el año 1926 el edificio estaba ya acabado y listo para la exposición. En ese museo también estaban otros dos barcos vikingos muy importantes, el Gokstad y el de Tune. Actualmente está en marcha la construcción de un nuevo edificio patrimonial que abrirá sus puertas a partir del año 2026.

Una vez armada, la nave se tuvo que trasladar desde el taller hasta el nuevo museo y muchos noruegos salieron a recibirla, llenando las calles y convirtiéndola en su insignia. Tuvo que ser muy emocionante poder presenciar cómo un pueblo se identificaba de esa forma con una pieza de su patrimonio marítimo.

Así, durante el siglo IX murieron dos mujeres importantes y fueron honradas con un magnífico entierro. Hay muchas interpretaciones sobre quiénes fueron, unas afirman que la mayor era una reina, otras que eran damas de la nobleza. En este océano del tiempo se han hallado además unas 200 piezas, que formaban parte del ajuar funerario, entre las que se incluyen:
- Ropa, zapatos y peines.
- Utensilios de cocina
- Herramientas agrícolas
- Tres trineos adornados y un trineo de trabajo
- Un carrito
- Cinco cabezas de animales talladas
- Cinco camas
- Dos tiendas de campaña.
- Quince caballos
- Seis perros
- Dos pequeñas vacas
Para acabar
Todo un privilegio y un importantísimo hallazgo sobre un pueblo que nos ha transmitido mucho más que unos genes, que supo construir los mejores barcos de su época, que vio crecer a intrépidos y aguerridos navegantes, y que con este entierro mostró que las mujeres también podían ir al más allá, al Valhalla, en potentes embarcaciones.
Más información
BISCHOFF, Vibeke. The Oseberg ship: reflections on the choice of methodology when testing experimental archaeological reconstructions. Archaeonautica. L’archéologie maritime et navale de la préhistoire à l’époque contemporaine, 2021, 21, p. 289-294.
BISCHOFF, Vibeke. Viking-age sails: Form and proportion. Journal of Maritime Archaeology, 2017, 12, 1, p. 1-24.
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BURGE, Katrina. Queen (s) of the viking age. Agora, 2021, 56, 1, p. 27-32.
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TANNER, Jeremy A. Faces across the North Sea: Viking art in Norway and England, AD 700-1300. Archaeology International, 2012.