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Posts Tagged ‘Vikingos’

Esta semana vamos a contar la historia de una fabulosa embarcación vikinga que ha llegado hasta nosotros por una serie de vicisitudes, casi todas muy positivas, que posiblemente en otro contexto hubieran sido las causantes de su desaparición. A pesar de todo, hoy se puede admirar y comparar, salvando las distancias, con el tesoro de Tutankamón. Con una diferencia, en este espacio funerario no hay oro, hay múltiples evidencias de la rica cultura vikinga, un hallazgo que hoy es patrimonio mundial.

La historia empieza en los inicios del siglo XX, época en la que el nacionalismo podía haber destrozado cualquier patrimonio. El hallazgo tuvo lugar en esos momentos en un lugar de Noruega, en la granja Oseberg (condado de Vestfold), cuando un agricultor descubrió un enterramiento tras un túmulo y lo comunicó a las autoridades. El pueblo noruego estaba entonces a punto de conseguir su independencia de Suecia, tras siglos de formar parte de otras naciones.

Localización del condado de Vestfold, donde se halla la granja Oseberg

El director del museo, Gabriel Gustafson, era sueco, pero esto no fue un impedimento para poder excavar el reciente descubrimiento. El dueño del terreno, una vez que fue consciente del valor del túmulo, exigió el pago de 12.000 coronas por los derechos sobre los restos hallados, cantidad que el museo pagó.

Tras excavar se encontró un enterramiento tradicional vikingo: los restos de dos personas en el centro de un barco, junto a una importante colección de objetos de uso habitual. Cuando se empezó a celebrar el descubrimiento, los arqueólogos se dieron cuenta de que había ocurrido algo ya conocido en otros lugares: había sido saqueado. Sin embargo, aunque los metales preciosos habían desaparecido, dejaron un rastro brillante de lo que fue la cultura vikinga: carros, baúles, ropa, telas, zapatos, herramientas…. Eran ajuares funerarios riquísimos.

El barco

El enterramiento data del año 834, aunque hay partes más antiguas. Estaba construido con el sistema nórdico (solapando las tablas del casco unas sobre otras) y era de roble. Tenía más de 21 m de eslora y algo más de 5 m de manga. En su tiempo el mástil pudo tener hasta unos 10 m de alto.

Cuenta con 15 pares de orificios para poder meter los remos en cada banda, tal y como se puede observar en la imagen inferior.

También se halló un ancla de hierro. El final de la proa y de la popa del barco estaban decoradas con complejas tallas de madera que dibujaban dragones y serpientes entrelazados (motivos que servirían para definir el característico estilo Oseberg).

Detalle de los motivos esculpidos en la nave

En tiempos vikingos

El barco de Oseberg fue utilizado como nave funeraria para dos mujeres. Se construyó una cámara inmediatamente detrás del mástil. En el interior, las paredes estaban decoradas con un fantástico tapiz y los restos mortales yacían en un lecho.

Sin embargo, la nave mortuoria estaba destrozada, a pesar de que el casco se podía adivinar, casi todo estaba aplastado y hubo que recuperar su antiguo aspecto, lo que les llevó a los expertos casi 20 años. Al poco tiempo del descubrimiento se decidió construir un museo para albergarlo, y en el año 1926 el edificio estaba ya acabado y listo para la exposición. En ese museo también estaban otros dos barcos vikingos muy importantes, el Gokstad y el de Tune. Actualmente está en marcha la construcción de un nuevo edificio patrimonial que abrirá sus puertas a partir del año 2026.

Fotografía que muestra cómo estaba el barco una vez que se desenterró. Fuente

Una vez armada, la nave se tuvo que trasladar desde el taller hasta el nuevo museo y muchos noruegos salieron a recibirla, llenando las calles y convirtiéndola en su insignia. Tuvo que ser muy emocionante poder presenciar cómo un pueblo se identificaba de esa forma con una pieza de su patrimonio marítimo.

Imagen del traslado del barco de Oseberg desde el taller hasta el museo. Fuente

Así, durante el siglo IX murieron dos mujeres importantes y fueron honradas con un magnífico entierro. Hay muchas interpretaciones sobre quiénes fueron, unas afirman que la mayor era una reina, otras que eran damas de la nobleza. En este océano del tiempo se han hallado además unas 200 piezas, que formaban parte del ajuar funerario, entre las que se incluyen:

  • Ropa, zapatos y peines.
  • Utensilios de cocina
  • Herramientas agrícolas
  • Tres trineos adornados y un trineo de trabajo
  • Un carrito
  • Cinco cabezas de animales talladas
  • Cinco camas
  • Dos tiendas de campaña.
  • Quince caballos
  • Seis perros
  • Dos pequeñas vacas

Para acabar

Todo un privilegio y un importantísimo hallazgo sobre un pueblo que nos ha transmitido mucho más que unos genes, que supo construir los mejores barcos de su época, que vio crecer a intrépidos y aguerridos navegantes, y que con este entierro mostró que las mujeres también podían ir al más allá, al Valhalla, en potentes embarcaciones.

Más información

BISCHOFF, Vibeke. The Oseberg ship: reflections on the choice of methodology when testing experimental archaeological reconstructions. Archaeonautica. L’archéologie maritime et navale de la préhistoire à l’époque contemporaine, 2021, 21, p. 289-294.

BISCHOFF, Vibeke. Viking-age sails: Form and proportion. Journal of Maritime Archaeology, 2017, 12, 1, p. 1-24.

BRAOVAC, Susan, et al. Chemical composition of the archaeological oak wood from the Oseberg ship. En European Workshop on Cultural Heritage Preservation, Berlin, Germany, September 26 to 28, 2011. Fraunhofer IRB Verlag, 2011. p. 156-163.

BURGE, Katrina. Queen (s) of the viking age. Agora, 2021, 56, 1, p. 27-32.

ERIKSSON, Andreas; THERMAENIUS, Erik. Investigating strains on the Oseberg ship using photogrammetry and finite element modeling. 2020. Uppsala University [Trabajo Fin de Grado en Ingeniería de los materiales].

NORDEIDE, Sæbjørg Walaker. The Oseberg ship burial in Norway: introduction. Acta Archaeologica, 2011, 82, 1, p. 7-7.

ROSENQVIST, Anna M. The stabilizing of wood found in the Viking ship of Oseberg—part I. Studies in Conservation, 1959, 4, 1, p. 13-22.

TANNER, Jeremy A. Faces across the North Sea: Viking art in Norway and England, AD 700-1300. Archaeology International, 2012.

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Estimados lectores, como ya hemos hecho en años anteriores, durante el mes de agosto vamos a ofrecer recopilaciones temáticas sobre entradas ya publicadas. Así, esta semana está dedicada al tema de la navegación vikinga, sobre el que anteriormente hemos escrito varios textos, que aquí compilamos, señalando los contenidos más importantes. Este año, además, con la ayuda de dos colaboradores, vamos a hacer accesible en inglés algunas de las entradas que más visitas han tenido a lo largo de estos once años de vida del blog.

Previo a la Edad Moderna varios pueblos dominaron los mares. En el océano Atlántico uno de ellos fue protagonista indiscutible durante la Edad Media: los vikingos. Sin embargo, no todos los habitantes de la península escandinava se consideraban vikingos, ya que era el nombre que tenían reservado a quiénes embarcaban y se hacían a la mar en busca de nuevos mercados y mejores tierras. A estos valientes, violentos y heroicos navegantes hemos dedicado varias entradas en el blog. La primera fue sobre los magníficos barcos que utilizaban, pero también sobre los nuevos territorios que colonizaron, hasta dónde llegaron (costas de la Europa continental, Irlanda, Inglaterra, Groenlandia, Constantinopla y Rusia, entre otros) y cómo algunos de sus herederos fueron nombrados reyes como en la Inglaterra del medievo.

Naves vikingas

Distinguimos por una parte las que usaban para el comercio y por otra las que construían para las actividades bélicas.

El barco vikingo de Oseberg. Fuente

a) Barcos para el comercio. Eran más altas y anchas. Portaban dos medias cubiertas a ambos lados y la parte central estaba abierta, porque se usaba como bodega. Las que eran de carga estaban construidas principalmente para navegar a vela, por lo que llevaban pocos remos, que se solían usar en ciertas maniobras.

Barco para el comercio. Fuente

b) Barcos para la guerra. Eran bajos y estrechos, y su cubierta ocupaba toda la nave. Los orificios por los que se pasaban los remos estaban distribuidos uniformemente en los costados. Se usaban tanto a vela como a remo, dependiendo de las necesidades.

Buque de guerra grande. Fuente

Colonias vikingas

Los asentamientos formaban parte de la costumbre vikinga de ganar nuevos territorios, pero sin perder la comunicación con su región natal. Así colonizaron muchas de las regiones costeras europeas, se establecieron en Islandia, llegando incluso hasta Groenlandia. También sus viajes a Constantinopla fueron un éxito, aunque muchos volvían a Escandinavia pasado un periodo.

Asentamientos vikingos. Fuente

A Groenlandia llegaron en el siglo X y comenzaron a habitar las zonas costeras de la parte sur, que eran las únicas que no estaban cubiertas de hielo todo el año. Tras una prosperidad que duró varios siglos, las colonias vikingas de Groenlandia fueron abandonadas misteriosamente. Aunque existen varías teorías sobre el motivo, pruebas recientes indican que fue una compleja interacción de fuerzas políticas y culturales externas lo que causó su desaparición.

Los vikingos, en su denominación continental (varegos, rus o rhos), estaban presentes en el imperio romano de Oriente, especialmente en Constantinopla, como mercenarios y también desempeñando el papel de comerciantes y en ciertas ocasiones como enemigos. Su altura, aspecto fiero y carácter, así como sus conocimientos del ámbito ofensivo y defensivo, tanto naval como terrestre, impresionaron profundamente a quienes comerciaban o luchaban con ellos. De esta manera, fueron apreciados como una fuerza de élite en las tropas bizantinas y formaron la denominada «guardia varega». También se establecieron en otras zonas de la parte Este del continente europeo, como en tierras de la actual Rusia.

Galera bizantina. Scylitza Matritense. Biblioteca Nacional de España

Sus ataques en las zonas costeras del mar del Norte fueron famosos, como el primero sobre el que se ha escrito, el realizado sobre la isla de Lindisfarne, en Inglaterra, en el año 793. No fue un caso aislado, ya que se tienen noticias de saqueos y rapiñas en Gales, Irlanda, Francia o en España (especialmente en Galicia y en el resto de la cornisa cantábrica), entre otros muchos sitios. Una vez que habían llegado a estos lugares, en muchos de los casos se establecieron en ellos, fundando pueblos, dando lugar a que surgieran importantes reinos como los normandos.

Con el paso de los siglos, algunos de sus líderes siguieron extendiendo sus dominios, como ocurrió en la península italiana y también cuando, en el siglo XI, un heredero francés como Guillermo de Normandía decidió atacar Inglaterra porque se consideraba sucesor del rey inglés que acababa de fallecer. Un tapiz encargado por uno de los miembros de su familia rememora la salida de Francia, la llegada a la mañana siguiente a la costa inglesa, la batalla posterior, así como la proclamación de Guillermo como nuevo rey de Inglaterra.

Una parte del tapiz expuesto en el Museo de Bayeux, que recoge el viaje que hizo Guillermo desde Normandía hasta las costas británicas. Fuente

Para acabar

La fuerza que permitió a los vikingos llegar tan lejos fueron sus magníficos barcos. Su carácter y costumbres sirvieron para colonizar nuevos lugares, asentarse y fundar familias mixtas. Ambos puntos fuertes les han hecho ganar un lugar de honor en la historia marítima.

Más información

ATKINSON, Ian. Los barcos vikingos. Ediciones Akal, 1990.

BRUUN, Per. The Viking Ship. Journal of Coastal Research, 1997, p. 1282-1289.

ELLIS, Caitlin. Remembering the Vikings: Ancestry, cultural memory and geographical variation. History Compass, 2021, 19, p. 1-15.

CABRERA-RAMOS, María Isabel. Los varegos de Constantinopla. Origen, esplendor y epígonos de una guardia mercenariaByzantion Nea Hellás, 2014, 33, p. 121-138.

CONTE DE LOS RÍOS, Augusto. La exploración del Ártico por los vikingosNaveg@mérica. Revista electrónica editada por la Asociación Española de Americanistas, 2017, 18.

ROWLEY, Trevor. An Archaeological Study of the Bayeux Tapestry: The Landscapes, Buildings and Places. Yorkshire: Pen and Sword, 2016.

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Los mejores navegantes medievales de la parte occidental del mundo, los vikingos, se establecieron en Groenlandia a lo largo del siglo X. Fue uno más de los territorios a los que llegaron en sus famosos barcos, los drakkar. Otros enclaves habían sido Islandia y la mayor parte de las islas del Atlántico norte.

El barco vikingo de Oseberg

Los asentamientos formaban parte de la costumbre vikinga de ganar nuevos territorios y colonizarlos, pero sin perder la comunicación con su región natal. Así llegaron a esta tierra helada y comenzaron a habitar las zonas costeras de la parte sur, que eran las únicas que no estaban cubiertas de hielo todo el año.

A pesar de eso, las tierras tenían un pasto muy bueno y el lugar parecía adecuado para cuidar el ganado y cultivar de cara a poder subsistir.

Todavía quedan restos de algunas de las construcciones que levantaron, como la iglesia de Thodhilde, la casa comunal adyacente, la sede episcopal en Gar∂ar y la iglesia en Hvalsey. La comunidad vikinga en su máximo apogeo estaba formada por unas 6000 personas.

Restos de la iglesia de Hvalsey. Fuente

¿Cómo es que los vikingos llegaron al Ártico?

Eran un pueblo aventurero a quienes el mar no les parecía un obstáculo. Llegaron a múltiples lugares del mundo entonces habitado, aunque se quedaron sólo donde a ellos les parecía que las condiciones eran adecuadas para la supervivencia. Otras veces sólo estuvieron de forma temporal, como ocurrió en una parte de las tierras rusas y en Constantinopla.

Viajes vikingos. Fuente

Durante siglos, la navegación se basó en la tradición oral y en la experiencia (como ocurría en otros muchos pueblos). Para cruzar el Atlántico los nórdicos se guiaban por las vivencias acumuladas y transmitidas por los viajeros que les precedieron. Los vikingos realizaban navegación de cabotaje y deducían su posición teniendo en cuenta los accidentes geográficos. Una frase muy descriptiva, transmitida de generación en generación y recogida en las sagas nórdicas decía “pasaréis tan cerca de las islas Shetland que quizás podáis verlas en días despejados”.

¿Por qué se fueron?

Se sabe que se establecieron en el siglo X y tras una prosperidad que duró cientos de años, las colonias vikingas de Groenlandia fueron abandonadas misteriosamente. Existen varías teorías sobre el motivo. Los especialistas siempre han considerado que su declive obedeció a una obstinada negativa a adaptar sus costumbres europeas a las condiciones árticas. Pero los últimos hallazgos muestran que los vikingos de Groenlandia sí que cambiaron sus tradiciones.

Durante la pequeña Edad del Hielo las temperaturas bajaron hasta 2 grados de media. Esto supuso acabar paulatinamente con los magníficos pastos verdes que les sirvieron para alimentar al ganado, y que florecieron ampliamente gracias a la época de calor de la alta Edad Media, que la había precedido. Se sabe que tuvieron que cambiar su dieta, ya que primeramente su sustento estaba formado por un 80% de carne y un 20% de pescado, pero que en los últimos años se volvió justo al contrario (Arneborg et al., 1999).

Pruebas recientes indican que fue una compleja interacción de fuerzas políticas y culturales externas lo que causó su desaparición. Queda todavía mucho por investigar para saber a ciencia cierta qué ocurrió en Groenlandia hace ya más de 600 años para que los vikingos la abandonaran. Mientras se ha convertido en una excelente historia, cuyo auténtico final todavía no se conoce.

Más información

ALLEY, Richard B. & BENDER, Michael L. Testigos de hielo de GroenlandiaInvestigación y Ciencia, 1998.

ARNEBORG, Jette, et al. Change of diet of the greenland vikings determined from stable carbon isotope analysis and 14C dating of their bones. Radiocarbon, 1999, 41 (2), p. 157-168

CONTE DE LOS RÍOS, Augusto. La exploración del Ártico por los vikingosNaveg@mérica. Revista electrónica editada por la Asociación Española de Americanistas, 2017, 18.

FORBUS, Jason R. Vikingos: Entre la historia y la leyenda. Ali Ribelli Edizioni, 2021.

KELLY, M. & GRÁDA, C.Ó. The Waning of the Little Ice Age: Climate Change in Early Modern Europe. The Journal of Interdisciplinary History, 2014, 44, 3, p. 301–325.

LOGAN, F. Donald. Los vikingos en la historia. México: Fondo de Cultura Económica, 2021.

MORENO MARTÍN, Álvaro et al. Recuperación de la comunidad vegetal tras 600 años de abandono de la agricultura vikinga en Groenlandia. 2019.

NADAL YUSTE, Francisco. Groenlandia: la» tierra verde» que hace mil años descubrieron los vikingos es hoy uno de los últimos paraísos salvajes del planeta. Viajes National Geographic, 2012, 148, p. 92-101.

Vikingos en Groenlandia. Barco Vikingo. s.f.

ZORICH, Zach. Los vikingos que desaparecieron de Groenlandia. Investigación y Ciencia, 2017, 492, p. 42-49.

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Existe la idea de que los vikingos vivieron en el norte de Europa y desde allí navegaron por mares y océanos, pero que su única base eran los actuales países escandinavos. Sin embargo, su carácter viajero les llevó a vivir, temporal o definitivamente, en distintos lugares alejados de su tierra natal. Como eran grandes navegantes y magníficos guerreros tuvieron cabida en muchos ejércitos y armadas, que necesitaban hombres como ellos. Hoy vamos a ver cómo encajaron en el imperio romano de Oriente, Bizancio, cuya capital, la gran Constantinopla, los acogió con agrado.

La larga relación de los vikingos con Bizancio debió iniciarse en el siglo IX. La primera noticia documentada llega con ocasión de la embajada que el emperador bizantino envió al rey de los francos en el año 839. El motivo era que unos «hombres del norte» necesitaban atravesar sus tierras para volver a su patria en Escandinavia. Según los embajadores griegos, estos hombres habían servido en Bizancio. Podían haber formando parte de las flotas bizantinas o de la llamada «guardia de los rus», una precursora de la reconocida guardia varega. Todos éstos, con variaciones como rhos, son los nombres con los que eran conocidos los vikingos.

Drakkar vikingo dibujado en un manuscrito de Northumbia (Inglaterra) S. X. British Library

Cómo veían los bizantinos a los guerreros del norte

Su imagen impresionaba a los pueblos latinizados como los del imperio de Oriente, y posiblemente también lo hiciera al resto de naciones contra las que lucharon. Eran de aspecto y pose fiera, de ojos azulados y de carácter impetuoso, encarnizado y furioso, además portaban armas letales, como la enorme hacha de mango largo, la espada de un solo filo, lanzas, jabalinas o arcos. Solían usar escudos redondos, cotas de malla, arneses de cuero, grebas de hierro, cascos, brazales y armaduras laminadas.

El barco vikingo de Oseberg. Fuente

Estos hombres se relacionaron con los romanos de Oriente a través del comercio y de la guerra. En esta última, los vínculos fueron tanto enfrentados como actuando de mercenarios para el imperio bizantino.

Enemigos

En el año 856 la llamada “Crónica de Néstor” menciona un ataque de los vikingos situados en las estepas del norte del mar Negro contra Constantinopla.

Restos de una nave del museo de los barcos vikingos. Fuente

El ataque más formidable conocido es el que en 941 lanzó Igor de Kiev. Según la Crónica de Néstor, los rus reunieron 10.000 embarcaciones, aunque las fuentes bizantinas recogen que fueron unas 1.100 naves de todo tipo, desde drakkar a pequeñas barcas. La flota debió contar con unos 50.000 hombres, que saquearon casi sin traba alguna las provincias de Bitinia y Paflagonia y la región más cercana a Constantinopla. Pero entonces el ejército bizantino concentró sus tropas y, aunque los primeros combates fueron favorables a los rus, en cuanto la flota bizantina entró en acción se cambiaron las tornas gracias al “fuego griego”.

Representación del fuego griego. Fuente: Scylitza Matritense. Biblioteca Nacional de España

El comercio de la «ruta de los varegos»

En el año 860 dos jefes varegos atacaron Kiev con una flota de 200 barcos. Parece que la idea era inquietar al emperador Miguel I lo suficiente como para que firmara un tratado comercial. Se sabe que la “ruta de los varegos”, consecuencia de este ataque, se estableció cerca del año 872, lo que significó la presencia de éstos en el contexto comercial bizantino.

Desarrollada a través de lo que hoy es espacio ruso, supuso la fundación de factorías mercantiles sobre las que se apoyaba un activo comercio, en el que los varegos vendían pieles, madera, cera y esclavos. En Bizancio adquirían vino, especias, joyería, vidrio, telas costosas, iconos y libros, entre otras. 

En la flota imperial

En los documentos bizantinos se constata que, ya desde comienzos del siglo X, había centenares de rus llegados desde todos los países del Norte. Se relata que embarcaban en la escuadra imperial con base en Constantinopla.

Galeras bizantinas medievales. Fuente: Scylitza Matritense. Biblioteca Nacional de España

Bizancio, a inicios del siglo X y hasta mediados del siglo XI, fue la principal potencia naval y se hallaba empeñada en una lucha sin cuartel contra las flotas piratas (de Creta, Sicilia, Trípoli, Provenza, Al-Andalus y Túnez) y también contra las naciones islámicas.

Millares de guerreros y marineros varegos sirvieron a Bizancio en su armada. Así, en 911, la flota dispuesta para aplastar a los piratas cretenses contaba con 700 rus entre las filas de la escuadra central, con base en Constantinopla, siendo el total de integrantes de ésta de 12.700 hombres. Los rus cobraban más y mejor que los propios bizantinos. En el año 949 se repitió el ataque, con el mismo número de varegos, lo que nos permite suponer que podía existir un cuerpo de élite vikingo en la flota bizantina.

Restos de otra nave, Museo de los barcos vikingos. Fuente

Este continuo alistamiento de grandes contingentes de rus se prolongó durante casi tres siglos. Eran contratados como infantería de marina y cubrían una de las carencias de la flota bizantina: su debilidad en el abordaje. Los vikingos eran, sin embargo, temibles en estas acciones y completaban así el poder ofensivo de los dromones. Probablemente los rus estaban en torno al capitán del dromon, y según las crónica iban provistos de yelmo, coraza, cota de malla, escudo, espada, hacha y jabalina, y debían constituir la primera línea, tras la cual debían de formar el resto de la tripulación, armada con arcos y jabalinas y provista tan sólo de yelmos ligeros y una tela hecha con una doble capa de fieltro acolchado. Los varegos llevaban unas planchas de abordaje provistas de ganchos en su extremo, que al caer sobre la borda enemiga, quedaban sujetas a ésta, ofreciendo así una pasarela a la infantería de asalto.

La guardia varega

Desde finales del siglo X muchos varegos sirvieron en una famosa guardia imperial bizantina, formada en 988 por Basilio II, compuesta por seis mil hombres procedentes de los habitantes afincados en Kiev y en Novogorod, así como entre sus descendientes, pero también entre los aventureros provenientes de los reinos y pueblos de Suecia, Noruega, Dinamarca, Islandia e Inglaterra.

Constantinopla en el Civitates Orbis Terrarum

Esos guerreros constituían un cuerpo de élite y como tal también embarcaban a menudo en las flotas bizantinas. Además, se ocupaban no sólo de custodiar el palacio de Constantinopla, sino también de otros edificios y lugares vitales, entre ellos los arsenales del puerto militar de la ciudad.

Para concluir

Todo lo expuesto muestra que los vikingos, en su denominación continental (varegos, rus o rhos), estaban presentes en el impero romano de Oriente, como mercenarios y también desempeñando el papel de comerciantes y en ciertas ocasiones como enemigos. Su altura, aspecto fiero y carácter, así como sus conocimientos del ámbito ofensivo y defensivo, tanto naval como terrestre, impresionaron profundamente a quienes comerciaban o luchaban con ellos. De esta manera, fueron apreciados como una fuerza de élite en las tropas bizantinas, que tuvo un nombre propio: la «guardia varega».

Más información

BENEDIKZ, Benedikt S. The evolution of die Varangian regiment in the Byzantine army. Byzantinische Zeitschrift, 1969, 62, 1, p. 20-24.

BLÖNDAL, Sigfús. The Varangians of Byzantium. Cambridge: University Press, 2007.

CABRERA-RAMOS, María Isabel. Los varegos de Constantinopla. Origen, esplendor y epígonos de una guardia mercenariaByzantion Nea Hellás, 2014, 33, p. 121-138.

SOTO CHICA, José. Los vikingos y el fuego griego. En ESPINAR MORENO, Manuel, et al. Los vikingos en la Historia 3. 2018, p. 229

VARONA CODESO, Patricia. Las crónicas griegas y la entrada de los rusos en la Historia. Minerva: Revista de Filología Clásica, 2007, 20, p. 93-109.

YÁNIZ RUIZ, Juan Pedro. Los varegos. El pueblo vikingo que fundó Rusia. Clío: Revista de historia, 2006, 53, p. 36-41.

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