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Archive for the ‘– Batallas navales’ Category

Estos pueblos nórdicos son muy conocidos por sus magníficos barcos, los drakkar. Una parte de su sociedad, durante los siglos VIII y IX, decidió atacar los lugares que tenían más cercanos navegando por el Báltico y el mar del Norte. Ellos mismos los denominaban «hacer el vikingo» o, lo que es lo mismo, asociarse con otros para salir en misión comercial y de ataque, usando sus embarcaciones para desplazarse al continente europeo o a las islas que lo rodean.

Es ya famosa una de las primeras incursiones en las islas británicas, en el año 793, cuando atacaron, dieron muerte a muchos de sus monjes, robaron y quemaron la abadía de Lindisfarne, situada en una pequeña isla cercana a tierras inglesas. De la misma manera, llegaron a la actual Irlanda.

El continente no se libró de sus ataques y pronto se enfrentaron tanto al poderoso imperio carolingio como a los reyes y nobles de los territorios hispanos.

La llagada a las costas francesas

En el último año del siglo VIII los vikingos llegan por primera vez a la costa francesa, a Bretaña. El canal de la Mancha fue su primer objetivo, ocupando el estuario del Loira y las islas de la región, para pasar al Sena en el siglo siguiente.

El líder de los hombres del Norte era Sigurd Ragnarsson, también llamado Sigfrido (un nombre que luego se utilizaría en una de las leyendas europeas más conocidas). En el año 885 se reúnen en Ruan para asolar la campiña y llegar a la zona de Borgoña, situada en el centro-noreste de la Galia, conocida por atesorar grandes riquezas. Pero para ello debían atravesar y tomar París, donde tuvieron una honda resistencia. Dos factores influyeron: una era que Francia era cristiana, mientras que los vikingos eran para ellos infieles. Otra la defensa de su tierra, en la que habían vivido durante siglos. Caer en manos de sus atacantes significaba perder la libertad y todos sus bienes, poder ser vendidos como esclavos o incluso ser asesinados. Para la defensa de París se construyeron y fortificaron dos puentes: uno mayor que unía la isla de Francia con el continente por el margen superior y otro, algo más pequeño, al sur.

Cuando unas 700 embarcaciones vikingas amenazaron con pasar por el Sena en la región parisina, se les hizo frente con todas las armas disponibles.

Dibujo de un puente fortificado. A. Robida. Fuente

La ciudad estaba defendida por el conde Eudes y el obispo Gozlin. Sigfrido, ante las potentes defensas francas, se vio obligado a sitiar la ciudad. Ello significaba tener que invernar en la región, en lugar de volver a su tierra natal. También suponía tener tiempo para pensar cómo rendir la plaza y seguir por el río hasta Borgoña. Eudes solicitó ayuda al rey del imperio carolingio, pero incomprensiblemente este monarca pagó a los vikingos para que no atacaran París y, además, les permitió seguir navegando hasta Borgoña. Esta decisión le costó la corona y también la vida. Le sucedió el conde Eudes como nuevo rey.

En los años siguientes, ante la continua amenaza vikinga, se pudieron establecer en Ruán y ocupar la Normandía a cambio de que rechazaran cualquier ataque de otros vikingos. Este es el origen de los normandos, un pueblo escandinavo que echó raíces en la costa francesa y con el tiempo instauró una dinastía. Uno de su herederos más famosos es Guillermo el Conquistador, que terminaría atacando Inglaterra y ocupando su trono a partir del año 1066.

Una parte del tapiz expuesto en el Museo de Bayeux, que representa la flota normanda navegando por el Canal de La Mancha, para tomar Inglaterra. Fuente

Más información

GANDOY MUÑOZ, Laura. El ducado de Normandía en los siglos X y XI: de la conquista escandinava a la integración en el reino franco. TFM Universidade de Santiago de Compostela, 2015.

SERDÁ, Luis. Despertar de la Europa medieval. Revista Ausa, 1957, 21, p. 481-484.

VAN HOUTS, Elisabeth MC. The history of the Norman people: Wace’s Roman de Rou. Suffolk: Boydell Press, 2004.

VELASCO, Manuel. Breve historia de los vikingos. Madrid: ed. Nowtilus, 2012.

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La historia naval de la primera mitad del siglo XX es muy distinta a la de épocas anteriores. Dos guerras mundiales protagonizaron un panorama que inicialmente se presentaba como halagüeño. Son múltiples los acontecimientos que tuvieron lugar en el período de entreguerras. Por ello vamos a ir explicando en sucesivas entradas algunos de los más impactantes, y no sólo porque en ellos se ganaran o perdieran batallas navales, sino porque el desarrollo de los hechos fue distinto y se sucedieron acciones relevantes dignas de ser conocidas fuera de los ámbitos bélicos.

SMS Moltke en Scapa Flow (B. Forbes Collection). Fuente

El fin de la flota alemana de la I Guerra Mundial

Esta semana dedicamos la entrada a tratar uno de los hechos más sorprendentes que tuvieron lugar durante la Primera Guerra Mundial (I GM). Sucedió en el puerto de Scapa Flow (Islas Orcadas, al norte de Gran Bretaña). Esta localidad era la base de la flota británica y tras firmarse el tratado de paz por el que Alemania perdía la guerra, se acordó que ésta entregaría toda sus buques de guerra.

Imagen de época de Scapa Flow en la que se pueden ver algunos de los buques alemanes. Fuente

Así, en las afueras del puerto estaban reunidos más de 70 buques alemanes, tripulados por una pequeña parte de la dotación habitual, a la espera de que los responsables de los países aliados decidieran su destino y cómo se iban a repartir entre los vencedores. Entre ellos había 10 acorazados, 13 cruceros y 44 destructores.

Localización de la flota alemana retenida en Scapa Flow. Fuente

Como esta decisión tardó en llegar, a la flota alemana allí reunida le dio tiempo a reaccionar, y ante la mirada atónita de los marinos ingleses, los tripulantes germanos decidieron hundir sus propios barcos para evitar que cayeran en manos de los que ellos consideraban sus enemigos. A la orden de «Párrafo once. Confirmar», el 21 de junio de 1919, fueron hundidos casi todos, aunque los británicos consiguieron salvar unos cuantos. No era la primera vez que un hecho así acontecía (ni tampoco la última), pero sí que fue la mayor pérdida de barcos en un solo día ocurrida hasta ese momento.

Situación de algunos de los buques más grandes de la flota alemana retenida en Scapa Flow. Fuente

Pero esta historia verídica no acaba aquí. Años después los restos de los buques fueron izados del fondo. Durante las décadas de 1920 y 1930, muchos de los barcos fueron rescatados por contratistas comerciales, posteriormente desguazados y vendidos como chatarra. Los siete barcos hundidos que quedaron están clasificados como monumentos o sitios arqueológicos de importancia nacional que reciben protección.

Material para submarinos de la II Guerra Mundial

Triste fin que tendría un diabólico uso cuando Hitler adquirió parte de esos restos para fundirlos y con ellos poder construir los famosos U-boats, los submarinos que volaron más barcos aliados que ninguna otra máquina de guerra. Uno de ellos, que se supone hecho con algunos de los restos de la flota alemana de la I GM, el U 47, entró en el puerto donde años atrás estuvo retenida la flota germana y hundió uno de los barcos británicos allí fondeados, el acorazado HMS Royal Oak, que además era uno de los pocos que había sobrevivido a la batalla de Jutlandia (I GM).

Más información

ÁLVAREZ, Jorge. Cómo Alemania hundió toda su flota al final de la I Guerra Mundial. La Brújula Verde, 2020.

HEATH, Kevin, et al. Scapa Flow Underwater Salvage Sites Survey: Phase 2 Report. 2019.

KONSTAM, Angus. Scapa Flow: The defences of Britain’s great fleet anchorage, 1914-45 [Fortress title 85]. Osprey Publishing 2009.

MARDER, Arthur. From the Dreadnought to Scapa Flow: Volume II: To The Eve of Jutland 1914-1916. Seaforth Publishing, 2014.

McCARTNEY, Innes. SCAPA 1919: The Archaeology of a Scuttled Fleet. Bloomsbury: Osprey. 2019.

MOLLÁ AYUSO, Luis. El tesoro de Scapa FlowRevista General de Marina, 2018, 274, 1, p. 17-29.

OXLEY, Ian. Scapa Flow and the protection and management of Scotland’s historic military shipwrecks. Antiquity, 2002, 76, 293, p. 862-868.

VAN DER VAT, Dan. The Grand Scuttle: The Sinking of the German Fleet at Scapa Flow in 1919. Edinburgh: Birlinn Limited, 2012.

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«Entretenidos» eran una parte de las personas armadas que servían en las embarcaciones del rey. Formaban parte del séquito de los capitanes generales en tierra y mar. Tenían un buen sueldo, que estaba entre los quince y cuarenta ducados al mes, que era una suma muy importante para la época (s. XVI). El entretenimiento era, en realidad, un paso previo hasta alcanzar la capitanía de un buque. Se trataba de un cargo al que accedían personas pertenecientes al estamento de los caballeros. Sin embargo, con el tiempo, no sólo se valoraron su posición social y círculo de amistades, sino también sus méritos y experiencia en el mar y en la guerra.

Los requisitos que se solicitaban eran juventud, valor y adaptación a la vida en el mar. También se suponía que iban a aprender mucho de la experiencia adquirida durante la navegación, ya que estaban cercanos a personas muy hábiles en esta materia. Solían ser siempre hijos o familiares muy allegados de personas destacadas en cargos públicos de relevancia. Los entretenimientos eran concedidos exclusivamente por el rey tras recibir las recomendaciones del capitán-general respecto del celo y la valentía del soldado peticionario, o en reconocimiento a los servicios prestados con anterioridad por su familia, como sucedió con Antonio de Oquendo.

Matacapitanes, uno de los cañones de la galera de D. Álvaro de Bazán

A lo largo del tiempo ha habido una serie de instrucciones y reglamentos para su identificación, atribución y regulación. Los entretenidos podían embarcar tanto en las galeras, para defender o atacar, en el Mediterráneo, como en los galeones de la Carrera de Indias, navegando por el Atlántico hasta el continente americano.

En el Océano Atlántico

Los entretenidos tuvieron que hacer frente a los problemas de piratería que tuvo la flota española durante todo el siglo XVI, y esta figura se empezó a regular en 1526, fecha en la que los mercantes iban ya escoltados por embarcaciones de guerra, con la «Armada de la guardia de la Carrera de Indias». Para que los oficiales adquirieran la práctica necesaria para poder ejercer sus labores de la manera más eficiente, se crearon primero las plazas de caballeros entretenidos y después las de capitanes entretenidos. A partir de 1563 se dotan dos plazas de aspirantes al mando de la Armada, también dentro de este tipo de puesto. Uno iba como agregado del general y otro del almirante. Inicialmente eran seis, y más tarde se aumentaron a ocho, quedando ya esta cantidad estable durante todo el siglo XVI. Estos ocho caballeros, por su condición social y por su situación al lado del alto mando, formaban parte integrante de las primeras planas, y como tales debían ser respetados y atendidos.

Dibujos que describen las partes y elementos del esmeril bastardo. Fuente: Elaboración propia a partir de la pieza original identificada.

El aumentar los galeones de la Armada de ocho a doce, por el asiento que celebró el consulado en 1627, se crean cuatro nuevas plazas, aunque con características diferentes a las ya establecidas. A los ocho caballeros previamente nombrados no se les exigía ninguna graduación, sin embargo estos nuevos debían ser elegidos entre soldados de servicios y experiencias de la navegación de la carrera de las Indias en quienes concurriese el grado de capitán, según Flores Moscoso (1981).

En el Mar Mediterráneo

Dos instrucciones de la Armada (1557 y1564) reglamentaron cómo debían ser las personas armadas que servían en las galeras, tales como los gentiles-hombres y los entretenidos. En la siguiente centuria las Ordenanzas de galeras de 1607 aluden a ellos de esta manera:

“Los entretenidos se han de proveer por cedulas mias y si hubiera vacantes me ha de avisar mi Capitan General de las dichas galeras nombrando dos o tres personas de las que sirven en ellas, que pareciesen mas a proposito, para que yo provea el entretenimiento en la persona que lo merezca y sea de servicio. Los entretenidos han de asistir de ordinario cada uno en su galera y para esta primera lista de Entretenidos, el Capitan General debe escoger los que le parezcan mas a proposito, y enviar una Relacion a mi Consejo de Guerra para que se les nombre. Y para evitar las diferencias, mando que de aquí adelante asistan y anden embarcados todo el tiempo que las dichas galeras navegaren a cualquier viaje, sea corto o largo, y que duerman en ellas mientras estuvieren armadas” (art, 17 y 18. Texto adaptado).

En estas Ordenanzas se asignaban un número concreto a cada tipo de galera: cuatro entretenidos a la Capitana, tres a la Patrona y dos a cada galera ordinaria.

Es muy probable que la profesionalización surgiera debido a la falta de hombres con experiencia en la mar. Y curiosamente existen testimonios de personas recién nombradas en este puesto que al poco de pisar una nave empezaban a pedir otro destino, porque no se adaptaban a ese tipo de vida.

Artillería de la corulla de una galera en la primera mitad del siglo XVI. Los tojinos de madera (en color naranja) clavados sobre el yugo de proa servían para evitar que el roce de las gúmenas amarradas a los ferros desgastasen el yugo. Fuente

Algunos «entretenidos» cuyas vidas han trascendido

Uno de ellos fue Antonio de Oquendo de Zandátegui, vasco nacido en 1577, que cuando cumplió dieciséis años logró plaza de entretenido en las galeras de Nápoles, con un sueldo de veinte escudos. Era un muchacho sin ninguna experiencia previa, pero con este nombramiento se reconocía la brillante trayectoria de su padre (que había sido general de la escuadra de Guipúzcoa). En 1632 pasó a la Armada de la Carrera de Indias.

Otro fue Juan de Fayos, del que sabemos que en 1593 fue nombrado entretenido de las Galeras de España, que tenían su invernadero en el Puerto de Santa María.

El Capitán Diego Escala lo fue en las Galeras de Nápoles (Capitulación y asiento de raciones de pan, Barcelona 1652).

Antonio Fernández de Rojas, canario nacido en 1671. De él sabemos que en 1703 era piloto mayor entretenido de la flota fondeada en Cavite. Su cargo se renovó a principios de 1705, hasta que en abril de ese año pasa a ser teniente de Gobernador y capitán general en la armada de galeras.

Más información

DÍAZ-TRECHUELO, María Lourdes. Antonio Fernández de Roxas y su» Topografía de la ciudad de Manila». Anuario de Estudios Americanos, 1958, XV, p. 225-271.

FONDEVILA SILVA, Pedro. La artillería de las galerasBlog de la Cátedra de Historia y Patrimonio Naval. 2018. 

GRACIA RIVAS, Manuel. Los Oquendo: historia y mito de una familia de marinos vascos. Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 6, 2009, p. 699-724.

FLORES MOSCOSO, Ángeles. Entretenidos en la armada de la carrera de las Indias en el siglo XVII. Anuario de Estudios Americanos, 1981, 38, p. 117-145.

DE MESA GALLEGO, Eduardo. Soldados de “naciones” para la armada del mar océano: las compañías irlandesas de los Tercios embarcados, 1604-1639. Ohm: Obradoiro de Historia Moderna, 2015, 24.

MARCHENA GIMÉNEZ, José Manuel. La vida y los hombres de las galeras de España (siglos XVI-XVII). Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid, 2010.

REBOLLAR BARRO, Manuel. El teatro breve de Francisco Antonio de Monteser: estudio y edición. Tesis doctoral Universidad Computense de Madrid, 2015.

RUIZ IBÁÑEZ, José Javier. La misión jesuita en Calais: entre espiritualidad militar y proyección imperial de la Monarquía Hispánica (1596-1598). En: ZÚÑIGA, Jean-Paul. Negociar la obediencia: autoridad y consentimiento en el mundo ibérico en la Edad Moderna. Edit. Comares, 2013, p. 113-129.

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Este espectáculo nació en los primeros tiempos del Imperio romano y consistía en la reproducción a escala reducida de las batallas navales más importantes de la Antigüedad. Había enfrentamientos a muerte como en la realidad. En algunas ocasiones, y ya en plena Edad Moderna, se han celebrado con motivo de algún hecho importante, como una boda real o de la alta nobleza.

Representación del siglo XVII de una naumaquia. Ilustración incluida en el libro Hieronymi Mercurialis … de 1673. Biblioteca Nacional de España. Fuente

Para llevarlos a cabo algunas veces se construían edificios (también conocidos como naumaquias) o se adaptaban algunos existentes, como los circos. Para su celebración se precisaba una depresión en el terreno y un curso de agua.

La primera naumaquia de la que tenemos noticia se debe a un historiador romano, Suetonio, y sabemos que tuvo lugar en el lago artificial que Julio César hizo preparar en el Campo de Marte, en el año 46 a.C. Se simuló el enfrentamiento entre tirios y egipcios, con unos 6.000 hombres en el campo.

Edificios del campo de Marte. Fuente

Sabemos, por el historiador Tácito, que Claudio también celebró una:

«Claudio mandó abrir y cortar un monte entre el lago Fucino y el río Liris, para que más gente pudiese ver la grandeza de aquella obra. Se preparó en el mismo lago una batalla naval, como hizo antes Augusto con bajeles más pequeños y en menor número. Claudio mandó preparar cien naves de tres y de cuatro órdenes de remos por banco, tripuladas con 19.000 hombres. Construyó en torno a las orillas del lago una calzada, como si fuera tierra firme y para quitar a los combatientes la esperanza de la huida puso gruesas estacas trabadas y reforzadas entre sí alrededor. El lago estaba ocupado por las dos armadas que debían de pelear, con las naves empavesadas y a punto de guerra; y una multitud innumerable llenó las riberas y cerros, como un teatro, de los pueblos más cercanos y otros de la ciudad misma» (Anales del Imperio Romano, libro XII, Tácito)

Otra naumaquia memorable fue la celebrada por Augusto, cerca del año 2 a.C. En aquella ocasión 3.000 hombres a bordo de birremes y trirremes reprodujeron la batalla de Salamina. Para llenar de agua todo el edificio construido al efecto hicieron falta unos quince días, llegó a lo largo de 33 kilómetros del acueducto Aqua Alsietina y procedía de los lagos Bracciano y Martignano. El estanque tenía una longitud de 556 metros y una anchura de 357 (Monumentum Ancyranum IV, 43-44, 2).

Detalle de la ilustración de 1673 en el que se puede ver una embarcación en el enfrentamiento naval. Fuente

Existen noticias de otros edificios erigidos para estas fiestas, como la naumaquia que había detrás de la actual iglesia de San Cosimato y de San Francisco de Ripa y el Giancicolo (Coarellli) o la construida por Calígula. Trajano, en el año 109, inauguró un edificio de más de 100 metros de ancho y de unos 3.000 de longitud, pero fue destruido y sus restos diseminados. La última naumaquia de la época antigua parece que fue la que levantó Domiciano en el Campo de Marte, aunque no está suficientemente demostrada su existencia.

Detalle de la ilustración de 1673, donde se aprecia cómo se iba llenado el circo con agua procedente de las tuberías. Fuente

Varias de las naumaquias más famosas se celebraron en el conocido Coliseo romano. En sus sótanos había conductos que recogían el agua para llenar el circo, y también tuberías que, tras la batalla, hacían que el agua fuera bajando paulatinamente hasta volver a dejar el terreno seco, para dar paso a las luchas de gladiadores.

Dibujo que representa una naumaquia en el Coliseo romano. Fuente

En otras ciudades del imperio romano existen evidencias de la celebración de naumaquias, tanto en la península Itálica como fuera de ella, como es el caso de Apamea (Siria), según Finlayson.

Naumaquias en la Edad Moderna

Ya en el siglo XVI se llevaron a cabo varias naumaquias en distintos lugares de Europa, todas vinculadas con fiestas o bodas de renombre. Una de las más conocidas fue la que se presentó como el evento final de un festival organizado en Florencia en 1589, en el palacio Pitti, para conmemorar la boda del Gran Duque Fernando de Toscana y la Gran Duquesa Cristina de Lorena, nieta de la reina francesa Catalina de Médicis (descrita por Shewring).

Una pintura de Scarabelli que muestra cómo pudo ser la Naumaquia de 1589 en el Palacio Pitti. Fuente: Shewring 2017

En España, el rey Felipe IV las organizaba en el estanque del Palacio del Buen Retiro. Durante los siglos XVII y XVIII eran conocidas las del río Turia, entre ellas la celebrada en 1755.

Otras se hicieron fuera de España. Una con motivo de la celebración de la boda de Víctor Amadeo I de Saboya, Príncipe de Piamonte y Marie Cristina de Borbón, princesa de Francia, en 1619 en los Alpes, en el lago de Mont-Cenis. También sabemos que hubo otra con motivo del matrimonio de Mª Adelaida de Saboya y Luis, duque de Borgoña en 1697, padres del futuro Luis XV de Francia. Y que el Duque de Orleans mandó construir una villa sólo para las naumaquias.

Dibujo del siglo XVIII de una naumaquia. Biblioteca Nacional de Francia. Fuente

Más información

ARENA, P. Gladiatori, carri e navi. Gli spettacoli nell’antica Roma. Rome: Carocci Editore, 2020.

ASTHON, N. G. The Naumachia near Amorgos in 322 B.CThe Annual of the British School at Athens, 1977, 72, p. 1–11.

BERLAN, Anne. Les premières naumachies romaines et le développement de la mystique impériale (46 av. J.-C.–52 ap. J.-C.)Hypotheses, 1998, 1, 1, p. 97-104.

FINLAYSON, Cynthia. New Excavations and a Reexamination of the Great Roman Theater at Apamea, Syria, Seasons 1–3 (2008–2010). American Journal of Archaeology, 2012, 116, 2, p. 277-319.

GARELLO, Francesca. Sport or showbiz? The naumachiae in the Flavian amphitheatre. Dio, 2000, 66, p. 3.

LlBERATl, A. Le Tibre et les Naumachies. En: Le Tibre, Paris, 1985, p. 228 y ss.

MÍNGUEZ, Víctor. La Naumaquia del Turia de 1755: un hito en el espectáculo barroco valenciano. Millars: geografia i història, 1988, p. 55-69.

SHEWRING, Margaret. Arbitrary Reality: Fact and Fantasy in the Florentine Naumachia, 1589. En Waterborne Pageants and Festivities in the Renaissance. Routledge, 2017, p. 169-202.

SHEWRING, Margaret. The Savoy Naumachia on the Lake Mont Cenis: A Site-specific Spectacle in the ‘Amphitheatre’of the Alps. En Waterborne Pageants and Festivities in the Renaissance. Routledge, 2017, p. 327-338.

TAYLOR, Rabun. Torrent or Trickle? The Aqua Alsietina, the Naumachia Augusti, and the TranstiberimAmerican Journal of Archaeology, 1997, 101, 3, p. 465–92.

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La «flota de piedra» surgió en plena guerra de Secesión en Estados Unidos (1861-65). Consistía en una flota de barcos, balleneros en su mayoría y ya bastante envejecidos, cargados con piedras y enviados hacia el sur por la armada unionista para bloquear el puerto de Charleston (Carolina del Sur). Lo hicieron pensando en cerrarles a los confederados la posibilidad de conseguir suministros por vía marítima.

Esta flota, adquirida previamente, se dividió para poder ocupar tanto la zona norte como la del sur. Por ello, una parte fue hundida frente a la actual «Isle of Palms» y la otra cerca de la isla Morris.

Contamos con varios testimonios de lo ocurrido, ya que un periódico, The Harper’s Weekly publicó las notas de uno de los marinos allí presentes. El capitán Davis mandó hundir 24 balleneros en el puerto de Charleston a partir del 19 de diciembre de 1861. Una segunda flota, compuesta por unos 20 barcos fue hundida en 1862, cerca de la isla Sullivan. La operación se llevó a cabo bajo la dirección del oficial Samuel F. DuPont. Uno de los generales confederados, R.E. Lee, calificó la medida como «una expresión abortada de la malicia y la venganza» del Norte.

Una vista de la ciudad de Charleston publicada en The Harper’s Weekly

Hemos extraído la información más sustancial de la descripción del testigo, adaptando parte de los textos para una mejor comprensión. Es un magnífico testimonio de como ocurrió todo:

«A las cuatro y media de la tarde del 19 de diciembre, con la marea casi llena, volvimos a cruzar la barra y pasamos una pinza hasta la barca Theodosia, de New London, que iba a ser la primera víctima, y ​​la remolcamos a través de la barra hasta el lado izquierdo del canal. Cuando la tuvimos en una buena posición, el capitán Stevens, a través de una trompeta parlante, ordenó al capitán que «soltara el cabo» para hundirla. La vieja corteza temblorosa avanzó lentamente hacia el lugar exacto que fijamos, luego golpeó el fondo y su ancla cayó por última vez en el agua. La cadena tintineó alegremente voceando su último recorrido y el viejo casco se instaló en su propia tumba«. 

Dibujo publicado en el Herald que representa el hundimiento de uno de los barcos de la flota de piedra

«En un momento, los botes balleneros bajaron y se colocaron al costado, y los oficiales y la tripulación se fueron alejando. No los esperamos, sino que salimos apresuradamente para remolcar a otro antes de que oscureciera. El primer barco tocó fondo cuando se puso el sol. ¡Pobre de mí! que una embarcación, gastada al servicio de su dueño, se vendiera y llegara a tan innoble fin«.

«El Rebecca Simms fue remolcado y anclado al otro lado del canal y el agua pronto llenó su bodega, y se hundió lenta y dignamente, meciéndose incómoda, sin duda, mientras el agua entraba, pero bajando con cada cuerda y cada palo en su lugar, como un valiente cae en la batalla, con su arnés puesto«.

Grabado que representa el puerto de Charleston en el siglo XIX

«El Capitán Davis pidió que se remolcaran y hundieran todos los barcos que pudieran después de que la luna se elevara lo suficiente como para que pudiéramos ver la luz. A las ocho en punto estábamos de nuevo en el trabajo. Remolcamos y hundimos cuatro más antes de que la marea hiciera imposible que los barcos cargados se colocaran en posición, y luego salimos corriendo nuevamente«.

Al día siguiente escribe de nuevo:

«Con frecuencia he oído acerca de los mástiles que pasan junto a la borda en los barcos en el mar en un vendaval de viento, pero nunca vi que se realizara la acción hasta hoy. Ciertamente vale la pena presenciarlo, donde no tiene el acompañamiento de un vendaval aullante, un mar salvaje de montaña y un barco gimiendo, goteando en cada articulación debajo de usted. En esas circunstancias, los mástiles cortados pueden proporcionar una sensación de alivio, pero nada de gratificación o placer«. 

Fuerte Walker o Welles, en Charleston. Fuente: The Harper’s Weekly

«La mayoría de los barcos hundidos se habían inclinado hacia un lado y los mástiles formaban un ángulo sobre sus costados. Los tirantes y obenques del lado de la intemperie fueron cortados por el hacha afilada del ballenero, y los mástiles altos, balanceándose por un instante, cayeron juntos con un fuerte estrépito, los palos se partieron como tubos quebradizos cerca de la cubierta y golpearon el agua como una avalancha, convirtiéndola en espuma y lanzando el rocío al aire. Durante una o dos horas, este estruendo se escuchó por todos lados, y uno tras otro los barcos se convirtieron en un mero casco sobre las aguas. Todos fueron desmantelados excepto el Robin Hood, que se salvó para otro propósito«.

Canales existentes antes de que se hundiera la flota de piedra a la entrada al puerto de Charleston. Fuente: The Harper’s Weekly

«La escena que se presentó en el puerto cuando se realizó el trabajo fue novedosa: había cascos desarmados, en todas las posiciones posibles, tendidos al otro lado del canal, unos a babor, otros a estribor. Algunos estaban bajo el agua a proa, otros a popa. El mar barrió a varios de ellos; otros se pararon sobre sus quillas y arrojaron agua por los costados, mientras las fuertes marejadas los levantaban y los dejaban caer pesadamente sobre la arena de nuevo«.

Para acabar

Muchos de sus antiguos ocupantes fueron los que allí hundieron sus naves. Lo hicieron voluntariamente, pero con mucha pena, ya que en ellas habían pasado años. No era el fin que hubieran querido para estas embarcaciones, pero allí acabaron, depositadas en las arenas del fondo del puerto, como testigos mudos de la llamada «flota de piedra».

Vista del puerto de Charleston en 1863. Fuente: Library of Congress

Lo que posteriormente ocurrió es que, a pesar del aparente bloqueo, muchos barcos sureños lograron saltárselo y pudieron navegar libremente para vender y comprar productos en países del Caribe, con objeto de abastecer su ciudad de origen. A pesar de este fallido intento, el norte terminó ganando la guerra y los Estados Unidos de América siguieron siendo un solo país.

Más información

Lista de barcos hundidos

MALLOY, Mary. The Old Sailor’s Lament: Recontextualizing Melville’s Reflections on the Sinking of» The Stone Fleet«. The New England Quarterly, 1991, 64, 4, p. 633-642.

SPIREK, James D. The Archaeology of Civil War Naval Operations in Charleston Harbor, 1861-1865. Legacy, 2012, 16, 2, p. 4.

SMITH, Steven D. Christopher Amer RetiresLegacy, 2012.

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En sus inicios Roma era un imperio terrestre, y sólo cuando el enfrentamiento con Cartago estuvo cerca empezó a pensar en construir una flota. En su incipiente desarrollo como potencia, tenía sus miras puestas en el dominio de la península itálica y de otros territorios continentales europeos, mientras que Cartago, que poseía una magnífica armada y destrezas heredadas de los antiguos fenicios, iba colonizando tierras africanas y algunas islas europeas. En estas últimas fue donde surgió la chispa del enfrentamiento a muerte en las denominadas guerras púnicas.

Situación de los dos imperios antes del primer enfrentamiento. Fuente

El punto de partida

Los dos contendientes, que libraron varias de las batallas más duras de la Antigüedad, inicialmente no eran enemigos. Sus intereses no coincidían. Eran como poderosos árbitros situados al norte y al sur del Mediterráneo, que se miraban pero no se odiaban. Sin embargo, sería ese poder y su influencia el que los llevaría a enfrentarse en las guerras púnicas. Visto desde el siglo XXI parece que estaban condenados a batallar sin descanso hasta que uno de ellos desapareciera.

Dibujo de Cartago realizado por Rocío Espín

Hasta ese momento el imperio romano había hecho uso de las capacidades marineras de pueblos aliados suyos o colonizados. Los griegos y los etruscos habían proporcionado naves y pilotos para el comercio durante muchos años, por lo que no se veía necesario contar con una flota propia. Esta situación inicial cambió cuando surgió la posibilidad de una guerra, porque era necesario trasladar tropas a las islas mediterráneas que estaban en poder de Cartago y también al continente africano.

Trirreme romana dibujada por Rafael Monleón

Los preparativos

Un historiador romano, Polibio, escribió que en pocos meses las autoridades romanas habían conseguido que se construyeran cientos de naves. Previamente se habían apropiado de un trirreme cartaginés y de él tomaron cuantas innovaciones les parecieron relevantes:

«Como el Erario no podía prestarles auxilio alguno para esta empresa… el celo y generosidad de los principales ciudadanos al bien público halló mayores recursos que los que necesitaba el logro. Cada particular, según sus facultades, o dos o tres juntos, se encargaron de equipar una nave de cinco órdenes, provista de todo, con sólo la condición de reintegrarse del gasto si a la expedición acompañaba la fortuna. Así se juntaron doscientas naves de cinco órdenes, para cuya construcción sirvió de modelo la embarcación incautada». (Historias de Polibio, libro I, tomo I. Fuente: Imperium).

Las primeras derrotas romanas

Sin embargo, se hizo tan rápido que ni dio tiempo a formar a los pilotos, ni a que las maderas se prepararan adecuadamente, por lo que a pesar de lo que las crónicas han transmitido, fue un desastre. El historiador romano escribía que los barcos estaban mal construidos y eran difíciles de maniobrar. Así, en el primer enfrentamiento el comandante romano quedó bloqueado en el interior del puerto de Lipari (una de las islas que hay en el mar Tirreno, al norte de Sicilia) y las tripulaciones se asustaron tanto que abandonaron la nave.

Roma reacciona

Pero sobre este resultado negativo reaccionaron rápidamente, mejorando condiciones, dejando secar las maderas el suficiente tiempo como para que las naves fueran mucho más sólidas, formaron a quienes las debían manejar y el éxito fue suyo.

Casco romano. Fuente

Las batallas decisivas fueron navales y la primera tuvo lugar en Eknomos (Sicilia), en el año 256 a.C. La flota romana estaba compuesta de más de 200 barcos, mientras que la cartaginesa contaba con unos 350 según cronistas, aunque posiblemente fueron menos. Sabemos que lucharon unos 150.000 hombres en ella y que fue la mayor batalla naval de la historia conocida hasta ese momento.

Rostrum romano (arma de ataque que estaba montada en la proa de las naves para embestir y hundir barcos enemigos). Fuente

En la última, la de las islas Égadas, en el año 241a-C., parece que las cifras eran similares, aunque un poco menores que la otra. No obstante varios historiadores hablan de que el mar estaba teñido de sangre, porque la batalla fue también una masacre, donde murieron miles de romanos y de cartagineses:

de este modo se concluyó la guerra que hubo entre romanos y cartagineses sobre la Sicilia, tras de haber durado sin interrupción veinticuatro años; guerra la más larga, más continuada y de mayor nombre de cuantas tenemos noticia; guerra en la que, sin contar otras expediciones y preparativos de los que anteriormente hemos hecho mención, se combatió una vez, unidas ambas escuadras, con más de quinientas naves de cinco órdenes, y otra con pocas menos de setecientas. Los romanos perdieron setecientas, contando las que perecieron en los naufragios; y los Cartagineses quinientas. A la vista de esto, los admiradores de las batallas navales y flotas de Antígono, Ptolomeo y Demetrio, al leer este pasaje, no les será posible mirar sin sorpresa la magnitud de estos hechos. (Historias de Polibio, libro I, tomo I. Fuente: Imperium).

Localización de las islas Égadas, muy cerca de Sicilia. Fuente

Algunos autores hablan de innovaciones como el Korax (o corvus romano) para aferrarse al buque enemigo, perforar su cubierta y permitir el abordaje. Era un mecanismo que manejaba una rampa oscilante, que en la punta llevaba un garfio o una lanza. Una vez que la nave enemiga estaba cerca, se movía hasta llegar a la cubierta y dejarlo enganchado en ella, con objeto de formar una pasarela, para que el ejército romano pudiera abordar la nave cartaginesa.

Tapiz que representa el enfrentamiento en tierra, con los famosos elefantes del ejército cartaginés. Fuente: Museo del Louvre, inv. OA 5394

Para concluir

El tesón que mostraron, la capacidad de analizar las derrotas y aprender de ellas, fue lo que convirtió a un pequeño grupo de hombres perdidos en medio de una península, en un gran imperio. De él se vanaglorian que proceden multitud de pueblos que en otros tiempos formaron parte de su enorme dominio.

Más información

AGUILAR CHANG, Víctor Manfredo. Galeras de guerra: Historia de los grandes combates navales (480 aC-1571 dC). Editorial Almuzara, 2020.

DIAZ SÁNCHEZ, Carlos. Breve historia de las batallas de la Antigüedad. Ediciones Nowtilus SL, 2018, p. 185 y ss.

MORALES SERRAT, Guillermo y MARTÍN LÓPEZ, Alejandro. La batalla de Actium: es posible un estudio técnico a partir de la iconografía?. La batalla de Actium: es posible un estudio técnico a partir de la iconografía?, 2015, p. 99-104.

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