Por John Rodríguez Asti, Capitán de Navío de la Marina de Guerra del Perú y alumno del Máster en Historia y Patrimonio Naval
Durante el siglo XVIII
En tiempos virreinales el puerto del Callao era frecuentado por algunos viajeros. Así, en 1713, el francés Amédee Frézier haría lo propio a petición de la corona española, dejando un breve testimonio, en el que dirá que
“La rada del Callao es sin duda la más grande, la más bella y la más segura de todo el Mar del Sur. Allí se puede fondear en cualquier sitio con suficiente profundidad en un fondo de limo color olivo, sin temor de encontrar bajos o rocas a excepción de un bajío que está a tres cables de tierra hacia la mitad de la isla San Lorenzo, frente a la galera”.
Luego, refiriéndose de manera más específica a su uso como puerto, escribiría
“Hay en el puerto del Callao todas las comodidades necesarias a la navegación; la aguada se hace con facilidad en el riachuelo de Lima, que desemboca al mar bajo los muros del Callao; buscar la leña da más trabajo, es necesario ir media legua al Norte, a Bocanegra, donde se la corta pagándoles a los Jesuitas de 25 a 30 pesos por chalupa». Para el desembarco de éstas hay al pie de los muros tres escalas de madera y un muelle de piedra destinado a la descarga de los cañones, anclas y otras cosas de peso, que se levantan con una especie de grúa. Este muelle no durará mucho, pues el mar lo va gastando día a día”.

Carta del Callao, 1713. Plan de la Rada del Callao en 1713. Elaborado por el francés Amédee Frézier. (Copia del original existente en la Bibliothéque Nationale de France, Archivo Histórico de Marina, Perú)
Aquellas facilidades portuarias, que progresivamente habían ido en aumento desde el arribo español, fueron destruidas el 28 de octubre de 1746, a raíz de un violento movimiento sísmico que afectó al primer puerto y a la capital, el mismo que fue acompañado minutos después de un maremoto de catastróficos resultados para el Callao. De esta catástrofe tampoco se salvaron las murallas defensivas, desapareciendo todo lo existente dentro de ellas, incluyendo a sus habitantes.
Tras la catástrofe, el virrey José Antonio Manso de Velasco, llamado conde de Superunda (“sobre las olas”), fue quien se hizo cargo de la tarea titánica de reconstruir el primer puerto, encargando al francés Luís Godin la reubicación y construcción de una nueva ciudad, la misma que fue ubicada en el lugar denominado Bellavista, que al estar situado a media legua del mar, no fue alcanzado por las olas del tsunami. En agosto de 1747 se inició la construcción de un nuevo muelle, el que sin embargo, al poco tiempo de ser concluido quedó inutilizado al arenarse su perímetro. Esta construcción fue acompañada de almacenes y oficinas para el resguardo y guarda mayor. Luego, en 1779, se autorizó la construcción de otro muelle, pero las obras no se iniciaron hasta diez años después debido a la demora en asignar los fondos necesarios.
En cuanto a las defensas, en agosto de 1747 el virrey Manso de Velasco dio inicio a la construcción de una fortaleza, de planta pentagonal semirregular abaluartada, bautizada “Fortaleza del Real Felipe” en homenaje al recientemente fallecido rey Felipe V. Las obras de construcción tardaron 27 años, siendo culminadas durante la gestión del virrey Manuel de Amat y Junient, en 1774.
Otro hecho importante hacia fines del s. XVIII, lo constituyó la creación el 1° de noviembre de 1791 de la Capitanía de Puerto del Callao, destinada a controlar las actividades de la marina mercante. Esta medida estuvo acompañada de la creación de la Academia Real de Náutica de Lima, que iniciaría sus actividades en el palacio virreinal, para trasladarse posteriormente al antiguo local del hospital de marineros del Espíritu Santo en Lima.

Plano de la Plaza y Fuertes y Población del Callao, hacia 1790. Se aprecia la Fortaleza del Real Felipe y el nuevo muelle. (Copia del original existente en el Museo Naval de Madrid, Archivo Histórico de Marina, Perú)
El Puerto del Callao en los últimos tiempos del dominio hispano
En su condición de principal puerto del Pacífico Sur, el Callao fue en tiempos virreinales el principal apostadero naval hispano de la época. Por ello, la Guerra de la Independencia trajo consigo que el tráfico mercante, desde y hacia el Callao, fuese un objetivo primordial de las naves del bando independentista que operaban desde Chile. Este país, tras independizarse logró establecer su propia Armada, y sus naves empezaron a hostigar y detener a los buques mercantes hispanos, que eran tomados como presas por los marinos patriotas chilenos.

El Puerto del Callao a principios del siglo XIX
Fuente: Archivo Fotográfico del Diario el Comercio (Lima)
Hacia 1818, la liberación de Valparaiso del poder español, y el empleo cada vez más frecuente de la ruta del cabo de Hornos, a lo que se sumó el permanente hostigamiento del Callao, hicieron que aquel puerto sureño se constituyese en el lugar de depósito más importante de la costa meridional de Sudamérica. La casi total paralización del Callao como centro de intercambio comercial se dio fundamentalmente durante el periodo 1818-1826, a consecuencia de la disputa entre realistas en independentistas.
Estos últimos habrían de incursionar a partir de 1819 sobre el puerto. Uno de los episodios más importantes fue la captura de la fragata española “Esmeralda” el 5 de noviembre de 1820, a cargo de marinos bajo el mando del almirante Cochrane, de las fuerzas navales expedicionarias que transportaron al ejército libertador. El desembarco se produjo en Pisco, al sur de Lima, el 7 de septiembre de 1820.
Uno de los objetivos de la escuadra libertadora fue establecer un bloqueo al puerto del Callao, y ante el avance del ejército libertador, a lo que se sumó la proclamación de la Independencia del Perú en Lima el 28 de julio de 1821, las fuerzas españolas a cargo de la plaza del Callao capitularon el 19 de setiembre del mismo año.
Sin embargo, dado que el control del territorio del virreinato peruano no logró consolidarse hasta la derrota de las últimas fuerzas españolas en la Batalla de Ayacucho, ocurrida el 9 de diciembre de 1824, antes de aquel suceso el Callao había sido recuperado por los realistas al mando del brigadier José Ramón Rodil, en enero de aquel año. Su terca resistencia desde la fortaleza del Real Felipe duró dos años, y finalmente en enero de 1826 capituló con las fuerzas a su mando ante el gobierno peruano. Con esta acción culminaría la presencia española en el Callao, y a partir de entonces retomó su papel de principal puerto, pero esta vez de la naciente República del Perú.
Bibliografía
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RODRÍGUEZ ASTI, John. El puerto del Callao. Revista de Marina, Lima, 2008, nº 3, pp. 32-50.
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[…] Chaín-Navarro, Celia. (19 de 01 de 2014). El puerto del Callao durante el Virreinato (II). Obtenido de Blog Cátedra de Historia y Patrimonio Naval: https://blogcatedranaval.com/2014/01/19/el-puerto-del-callao-durante-el-virreinato-ii/ […]
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[…] https://blogcatedranaval.com/2014/01/19/el-puerto-del-callao-durante-el-virreinato-ii/Aprovechamos para dar la bienvenida a Navalmil, joven y especializada editorial, que tiene como objetivo fundamental publicar textos de índole divulgativo para acercar al mayor número de lectores la Historia Naval y Militar, centrándose en los hechos, batallas, biografías de personajes, novelas y también traducciones o recuperación de textos poco conocidos dedicados a esta temática. […]
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