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Las Cícladas son un fascinante archipiélago que está constituido por un grupo de islas esparcidas por las aguas del Mar Egeo (Este del mar Mediterráneo). Su nombre deriva de la palabra griega cyclos (círculo) y tiende a identificar la posición alrededor de la isla de Delos, dedicada en la Antigüedad al dios Apolo. Algunas son muy conocidas, como Santorini y Mykonos.

Las Cícladas. Fuente

Las Cícladas fueron el lugar de nacimiento de una de las más importantes civilizaciones del Mediterráneo. Las islas tuvieron una cultura distintiva, tanto a principios como a mediados de la Edad del Bronce. Era esencialmente marítima y, aunque contaba con producción propia, también se encargaba de distribuir mercancías procedentes de otros lugares.

El comercio de cabotaje que practicaban hizo posible que algunos de los productos de elaboración cicládica llegaron a muchos otros puntos del Mediterráneo oriental, navegando incluso, según algunos autores, hasta las islas Baleares. A pesar de que el mar era un medio fundamental en las Cícladas, los isleños no dependieron completamente de la navegación, ya que buena parte de sus territorios eran suelos agrícolas muy fértiles, en los que cultivaban vid o trigo. La calidad de sus vinos era muy conocida y alabada.

Fragmento de obsidiana

Para el comercio y el transporte entre islas se usaban embarcaciones, de mayor o menor tamaño según el fin a que estaban destinados, y últimamente se ha descubierto que también tenían un uso ceremonial. Existen evidencias de asentamientos humanos desde el año 5000 a.C., muy probablemente eran viajeros procedentes de la zona de Anatolia (Turquía). Una de las materias primas más importantes de las islas era la obsidiana (o vidrio volcánico), que se utilizaba para cortar y se exportaba a todo el Egeo. Se intercambiaba además plomo, cobre y mármol, lo que condujo a una cierta prosperidad, que duró toda la Edad del Bronce. Vamos a conocer sus etapas:

  • Al principio de esta época (c. 3000-2200 a.C.) aparecieron pequeñas comunidades pesqueras y rurales en el archipiélago. El pescado era una fuente de alimentación importante, especialmente el atún y la perca.
  • En la Edad del Bronce media (c. 2200-1700 a.C.) se produjo un aumento del tamaño y la sofisticación de los asentamientos y se logró un urbanismo más regular.
  • En la Edad de Bronce tardía (c. 1700-1000 a.C.), la cultura de las pequeñas islas pierde su carácter distintivo y recibe una mayor influencia de la Creta minoica y, a partir del 1400 a.C., de la civilización micénica de la Grecia continental.

Las naves cicládicas

Esta cultura marinera usaba distintos tipos de naves. Lo que se conoce ha sido transmitido a través de los grafiti que dejaron en cuevas y refugios. Los investigadores concluyen que las pequeñas embarcaciones monóxilas (hechas con un solo tronco) se construyeron en las islas que contaban con pocos habitantes, mientras que los más grandes daban servicios a asentamientos más numerosos. La forma de avance utilizada eran unos remos.

Se ha hecho estudios acerca de los derroteros utilizados y parece que era habitual la navegación entre las islas y que en momentos propicios del año viajaban hasta los confines de su mundo conocido.

En la proa, según los dibujos, se situaba un prótomo (figura que adornaba la proa), que solían ser representaciones de peces, tal y como puede apreciarse en la figura siguiente.

Dibujos obtenidos de las fuentes primarias de época (grafitis). Fuente: Renfrew 2007

Dado que las islas estaban habitadas por pequeñas poblaciones, los barcos más grandes eran menos frecuentes, especialmente porque era necesario contar con un importante número de remeros. Las naves de menor tamaño eran mayoría, ya que las mercancías con las que se negociaba no requerían mucho espacio. Hay que recordar también que la navegación no era favorable en todas las épocas.

Así para las naves más grandes, de unos 20 metros de eslora, el tiempo para la navegación era corto, porque los remeros debían atender también sus labores agrícolas. Eso significaba que había dos periodos de unas dos semanas en los que era propicia, casi siempre con una navegación de cabotaje, que les permitía llegar a unos 200 kilómetros. Teniendo en cuenta que había muchas islas en las inmediaciones, era relativamente fácil ir de costa a costa hasta llegar al destino.

El nacimiento de un misticismo marinero

Existen indicios que nos hacen suponer la existencia de una religiosidad en el ámbito mediterráneo, surgida en torno a estas islas, y que se relaciona con las primeras expediciones de sus habitantes a través del mar que los rodeaba. Algunos autores afirman que en las Cícladas se practicaba el culto a una Diosa Madre, que garantizaba la fecundidad humana, de tierras y mares. Sin embargo, los hallazgos arqueológicos sólo han evidenciado de manera parcial estas prácticas religiosas. Son necesarios más trabajos de investigación y excavaciones para poder afirmar claramente su existencia.

Restos de las estatuillas encontradas. Fuente: Renfrew 2007

Más información

BROODBANK, Cyprian. Longboat and Society in the Cyclades in the Keros-Syros Culture. American Journal of Archaeology, 1989, 93, 3, p. 319-337.

Cícladas. World History Enciclopedia en español.

CLINE, E.H. The Oxford Handbook of the Bronze Age Aegean. Oxford: University Press, 2012.

DOUMAS, C.G. Santorini the Prehistoric City of Akroteri. Athens: Editions Hannibal, 2014.

RENFREW, Colin, et al. Keros: Dhaskalio and Kavos, early Cycladic Stronghold and Ritual Centre. Preliminary Report of 2006 and 2007 seasons. Annual of the British School at Athens, 2007, 102, p. 103-136.

RENFREW, Colin. The sanctuary at Keros: questions of materiality and monumentality. Journal of the British Academy, 2013, 1, p. 187-212.

RODRÍGUEZ LÓPEZ, María Isabel, et al. Arqueología y creencias del mar en la antigua Grecia. Zephirus, 2008, 61, p. 177-195.

SOTIRAKOPOULOU, Peggy; RENFREW, Colin & BOYD, Michael J. Selected sculptural fragments from the Special Deposit North at Kavos on Keros. Early Cycladic Sculpture in Context, 2017, p. 345-68.

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Los impresionantes portulanos que siguen apareciendo no dejan de asombrar a los investigadores por sus características, y a los ciudadanos por su belleza intrínseca. El que vemos aquí, de un autor muy poco conocido, que representa la zona oriental del mar Mediterráneo, posee, en sus detalles, una estética envidiable y nos ayuda a identificar múltiples características de su época, aparte de narrar gráficamente una parte de la historia del Mare Nostrum.

Carta mar Egeo mejorada

La carta del mar Egeo de A. Gramolin (1624). Fuente: Gallica

El autor

Su autor fue el veneciano Alvise Gramolin, cartógrafo que trabajó entre los años 1612 y 1630. En la carta, que se publicó en 1624, aparecen el Mar Negro, el Mar de Mármara y el Archipiélago (Mar Egeo), con una parte de la costa asiática.

Las características

La superficie de la carta, aunque en dimensiones es muy similar a otras, al estar dibujada longitudinalmente, es distinta al resto. Sigue utilizando los modos de representación usados en siglos previos por las escuelas «mallorquina y catalana». Contiene una rosa de los vientos central y varias más periféricas, con 16 rombos de varios colores, con la excepción de la que aparece en el centro a la derecha, que ya tiene los 32.

Rosa de los vientos mar Egeo

La magnifica rosa de los vientos central

Usa los colores verde, rojo y azul tradicionales para delimitar; rojo, morado, azul, verde y dorado para indicar islas, así como rojo y negro en los topónimos. Los nombres no son ni mucho menos los actuales, incluso hay denominaciones que es difícil encontrar hoy. Un buen ejemplo es el nombrado «Montesanto», que es el conocido Monte Athos (el lugar donde continúan 20 monasterios ortordoxos que conforman un territorio autónomo bajo soberanía griega), la parte montañosa de la Península Calcídica (al norte de Grecia). Otro es la isla de Creta, que durante muchos siglos se llamó Candía (porque en ella había una ciudad, la más importante, que se denominaba así, aunque hoy es Heraclión).

Varias isla del Egeo, como Chios en color dorado, Samos en color rojizo e Icaria bordeada de color verde. Todas cerca de Anatolia. En la costa griega, en la parte inferior, aparecen Andros (color oscuro) y Tinos (rojizo). Arriba Giaros y Tenos

El mar Egeo estuvo dominado durante la Edad Media por las repúblicas italianas de Génova y Venecia, pero ya en el siglo XV pasaron a tener un importante rival, el imperio turco. Parece que Gramolin estaba particularmente interesado en representar esta encrucijada. Como fuente tomó varios portulanos previos y también mapas de las islas del Egeo.

Candia, el nombre antiguo de la isla de Creta

Algunas ciudades han sido representadas en el interior, en Anatolia, Macedonia y Tracia, con viñetas de colores brillantes como el azul, naranja y púrpura. Son, probablemente, las últimas etapas de las caravanas de la ruta de la Seda que suministraron las escalas del Levante. La representación de la antigua Troya (Trogia)  se remonta a una tradición cartográfica medieval.

Troya

La ciudad de Troya dibujada en un lugar de la costa oeste turca. A su izquierda la isla de Lesbos.

Los escudos

El origen de la media luna en la heráldica es muy interesante, ya que a pesar de que es de uso generalizado para reconocer al Islam, tiene un origen bien distinto: la antigua Grecia. Surgió a partir de un intento de invasión de Filipo, rey de Macedonia y padre del gran Alejandro Magno. Su ejército pretendió, aprovechando la noche, escalar los muros de la ciudad de Bizancio (Constantinopla), pero según cuenta la leyenda, la luna iluminó de repente el paisaje y los perros comenzaron a aullar, dando aviso a los bizantinos de la invasión, que pudieron rechazar. A partir de este momento se adoptó la media luna como emblema favorito de la ciudad.

Cuando muchos siglos después los turcos conquistaron Constantinopla (que posteriormente denominaron Estambul), se dieron cuenta de que la media luna se hallaba colocada en todos los lugares, e imaginaron que poseía un poder mágico, por lo que la hicieron suya y tomaron por emblema.

Las tiendas

Una de las representaciones que más llama la atención, aparte de las rosas de los vientos y los escudos, es la aparición de tiendas de campaña lujosamente iluminadas, muy al estilo oriental. Muy influenciada por el misticismo medieval, la tienda se presenta como objeto estético digno de admiración, por lo que se dibuja y otorga protagonismo en esta carta. Se construía con los mejores materiales y su porte se corresponde con la categoría de sus componentes. La suntuosidad, la amplitud espacial y la maestría de los dibujos ya habían manifestado en otra época el poder de Adrasto, el rey de Argos o del gran Alejandro Magno (Rubio Tovar).

No debe resultar extraño este concepto de la tienda, porque desde la antigüedad clásica los campamentos formaban parte de la representación del poder en los enfrentamientos bélicos y eran el refugio de los reyes y grandes señores.

Las tiendas de campaña fueron testigos mudos de siglos de luchas, pero también de aventuras y descubrimientos, y este mapa del Egeo, con su riqueza artística, es una viva representación de ello.

Más información

COSTA, Modesto et alTratado completo de la Ciencia del Blasón ó sea Código Heráldico-histórico. Madrid: Librería española, 1858.

RUBIO TOVAR, Joaquín, et al. Geografía y literatura: algunas consideraciones sobre los mapas medievales. En: Iglesia Duarte, J.I. de la (coord.). Viajar en la Edad Media: XIX Semana de Estudios Medievales. Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 2009, p. 103-133.

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En la Antigüedad la navegación en el Mediterráneo no era fácil, ya que en poco tiempo podían levantarse olas que hicieran zozobrar cualquier nave. Esto ocurría incluso en los periodos de mare apertum, es decir cuando hacía buen tiempo y era recomendable iniciar los periplos. Aparte de estos peligros conocidos, existían costas terriblemente recortadas e irregulares que dificultaban el avance. En la antigua Grecia los barcos que se dirigían desde el mar Adriático a la parte este del Mediterráneo, debían recorrer toda la costa del Peloponeso hasta llegar al mar Egeo. Suponía un largo trayecto, que además era muy peligroso.

En la costa del Adriático había una ciudad, Corinto, que debido a su privilegiada situación se empezó a destacar por sus intercambios comerciales, tanto terrestres como marítimos. De hecho, hay quien la considera la urbe de origen del trirreme.

Su importancia comercial fue creciendo hasta convertirse en una de las ciudades estado griegas más ricas, lo que le dio fama para aparecer en la literatura, en la mitología e incluso en la Biblia. Los gobernantes de Corinto, concientes de esta privilegiada situación goegráfica, idearon una de las grandes obras de la antigüedad, que consistía en hacer una calzada con raíles para desplazar los barcos por tierra desde el Adriático (golfo de Corinto) hasta el mar Egeo (golfo Sarónico) y viceversa. Así nació el Diolkos, un camino pavimentado que fue utilizado para el transporte de embarcaciones por tierra durante siglos.

corinto rev

Las dos posibilidades para dirigirse al mar Egeo desde el Adriático, recorrer la costa del Peloponeso o pasar a través del Diolkos

Muy poco conocido, ignorado durante siglos, está ahora saliendo a la luz pública gracias a la Sociedad Arqueológica Griega, que en el siglo pasado llevó a cabo grandes excavaciones para descubrir el curso del Diolkos y restaurar esta maravilla de la ingenería. Actualmente siguen luchando para evitar que sea destruido.

Una vía terrestre para barcos

En Corinto había dos puertos, uno a cada lado, que daban a los dos mares, y que fueron importantes desde la Antigüedad: Lechaion en el golfo de Corinto, que daba al Adriático, y Kenchreai (kechrees) en las orillas del golfo Sarónico, en el mar Egeo. Entre ellos hay una distancia de unos 6 km.

Uno de los trazados del Diolkos

El Diolkos era una carretera pavimentada con piedra caliza que tenía dos profundos surcos paralelos, que corrían a una distancia de 1.50 metros uno del otro. Cada uno se denominaba olkos, lo que dio como resultado el nombre de Diolkos, por dichos surcos.  En el punto de partida, en el golfo de Corinto, llegó a tener un ancho de 10 metros, que iba disminuyendo a lo largo del camino, siendo su media entre 3,50 y 6 metros.

Antigua entrada/salida de los barcos al Diolkos

La ruta

Actualmente hay varias teorías sobre el camino que seguía el Diolkos. Lo que sí es casi seguro es que no seguía una línea recta, porque había muchos desniveles, con diferencias de hasta 90 metros.

Propuesta del camino del Diolkos sobre el istmo de Corinto. Fuente: Raepsaet, 1993

Se sabe que el inicio estaba en la bahía de Corinto (Adriático), donde hoy se sitúa el faro, y acababa en la antigua ciudad de Schoinunta (Kalamaki). Los barcos eran llevados al inicio del camino y desde allí se arrastraban hasta el Diolkos. Parece que las naves descansaban inicialmente en cilindros de madera y luego eran trasladadas a un vehículo especial con ruedas.

Teoría de Rapsaet sobre cómo se transportaban los barcos por el Diolkos

Para reducir el peso en la medida de lo posible, las embarcaciones se descargaban antes de situarlas en el Diolkos y las mercancías se llevaban por carretera hasta el otro punto del istmo. Así, la nave era arrastrada hasta llegar al golfo Sarónico. Una vez allí se cargaba nuevamente y el barco continuaba su viaje. Lo mismo ocurría en sentido contrario.

Los carriles que direon nombre al Diolkos. Fuente

La época

Fue construido durante el siglo VI a.C., probablemente durante la tiranía de Periandros en Corinto.  Se usó para el transporte de pequeñas embarcaciones, en su mayoría buques de guerra.

Restos del Diolkos en el puerto de Kenchreai

El Diolkos tuvo que ser reparado repetidamente en los siglos siguientes y se mantuvo en uso continuo hasta los días del emperador Augusto, aunque la aparición de barcos cada vez más grandes redujo su uso. Varias fuentes confirman su utilización para naves pequeñas hasta el siglo IX d.C.

Su sustituto: El canal de Corinto

Actualmente se puede atravesar esta distancia por mar, ya que durante el siglo XIX se empezó a abrir entre las montañas un paso marítimo inmenso: el gran canal de Corinto. De éste nos ocuparemos más adelante.

El canal de Corinto

Más información

PETTEGREW, David K. The diolkos of Corinth. American Journal of Archaeology. 2011, 115, 4, p. 549-574.

RAEPSAET, Georges. Le diolkos de l’Isthme à Corinthe: son tracé, son fonctionnement, avec une annexe, considérations techniques et mécaniques. Bulletin de Correspondance Hellénique. 1993, 117, 1, p. 233-261.

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