¿Quién pilotaba los barcos que navegaban a América en el siglo XVIII? El Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1847) se fundó para dar respuesta a la imperiosa necesidad de pilotos y marineros de las flotas ultramarinas americanas. El centro de náutica sevillano fue una de las instituciones más importantes de enseñanza de la navegación de la Monarquía hispana. Su desarrollo se halla estrechamente ligado a la Carrera de Indias y, a partir de 1787, a la jurisdicción de la secretaría de Marina.
Por Marta García Garralón, Dra. en Historia
El Colegio de San Telmo
A orillas del río Guadalquivir, más allá de la puerta de Jerez y extramuros de la ciudad de Sevilla, se yergue imponente y lleno de historia el Palacio de San Telmo, sede de la actual Presidencia de la Junta de Andalucía. Sin embargo, pocos saben que ese gran edificio barroco con cuatro torres, capilla y jardines fue construido por orden real para formar en el arte de la navegación a niños huérfanos, expósitos, o desamparados, y a los hijos de la gente de mar. La institución cumplió con una doble función, primero educativa, pero también caritativo-asistencial, consiguiendo apartar de la pobreza, la delincuencia y el analfabetismo a más de tres mil quinientos chicos, que pasaron por sus aulas durante sus ciento sesenta y seis años de existencia.

El modelo docente acogía a los muchachos bajo un régimen de internado, y les instruía en las profesiones de la mar. Aquellos que mostraban mayor talento ejercían la carrera del pilotaje, mientras que el resto se empleaba en las plazas destinadas a los oficiales de mar, como las de guardián o contramaestre.

Durante su primera etapa de estancia colegial, los santelmistas aprendían la lectura y la escritura, junto a unas imprescindibles nociones de doctrina cristiana. Con posterioridad, se adentraban en las disciplinas náuticas, entre las que se incluían las matemáticas, la cosmografía, la artillería, la maniobra, la navegación, el dibujo o el uso de los instrumentos náuticos y cartas de navegación. La enseñanza de la náutica se desarrolló considerablemente a lo largo del siglo XVIII en las aulas de San Telmo, incrementándose el nivel de matematización y tecnificación, sobre todo a partir de la segunda mitad de la centuria.

Una vez adquiridos los conocimientos teóricos suficientes, los muchachos de San Telmo iniciaban la etapa de prácticas trasladándose al puerto de Cádiz, en donde se embarcaban por cuenta del Colegio en los navíos mercantes que surcaban las rutas americanas. A bordo de aquellos bajeles los inexpertos seminaristas se iniciaban en la dura vida de la mar, inmersos en salitre y sudor. Sus navegaciones a bordo de navíos, urcas, fragatas o pataches les permitieron aprender desde las labores más sencillas, como la limpieza del barco, la vigilancia en las guardias, las subidas a las cofas, el remo de bateles y chalupas o el manejo del timón y los aparejos, hasta otras más exigentes, como el uso del cañón, la práctica de observaciones astronómicas o la redacción de los diarios de navegación.

La formación impartida en el Colegio de San Telmo en materia de pilotaje sirvió sobre todo a pilotos destinados en su gran mayoría a la navegación mercante, aunque una parte de ellos también trabajó en la Marina militar, cubriendo las necesidades de una Armada en proceso de crecimiento. La abundancia de conflictos bélicos y la proliferación de actividades protagonizadas por la Marina de guerra, como fueron las comisiones hidrográficas o las exploraciones científicas, favorecieron la integración de un grupo selecto de santelmistas en el Cuerpo de Pilotos de la Armada.

De la institución sevillana salieron conocidos maestros de matemáticas y navegación, así como un nutrido grupo de capitanes y pilotos que participaron activamente en el tráfico de la Carrera de Indias. Hacia la segunda mitad de siglo San Telmo fue objeto de importantes reformas estructurales que le permitieron situarse en la primera línea de las instituciones de corte ilustrado. Importantes marinos con ideas renovadoras, como Antonio de Valdés y Bazán, y estrechos colaboradores como los ilustres oficiales Francisco de Winthuysen y Pineda, Antonio de Ulloa o José de Mazarredo, impulsaron al centro docente hacia sus mejores años.

El Real Colegio de San Telmo cumplió un objetivo de gran importancia para “un negocio tan del servicio de Dios y de Su Majestad”, como fue el de proveer de pilotos hábiles a la Marina Real y al comercio de Indias.

Para más información: Marta García Garralón. Taller de Mareantes: el Real Colegio Seminario de San Telmo de Sevilla (1681-1847). Sevilla: Fundación Cajasol, 2007.
Se puede acceder a la base de datos que contiene la identificación de todos los chicos que estudiaron en el Real Colegio de San Telmo, así como a cada uno de los embarques realizados durante su estancia en la institución docente.

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Este palacio fué comprado por la hermana de Isabel II que vino con su marido Antonio de Orleans exiliada de París.
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De acuerdo, muchas gracias. Un saludo.
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