Con esta entrada iniciamos la temporada de septiembre y dejamos atrás las series del blog de la Cátedra que se han ido publicando a lo largo del mes de agosto. A quiénes han disfrutado de vacaciones, esperamos que éstas hayan sido de su agrado. Aprovechamos también para desear a todos nuestros lectores que el mes que comienza mañana llegue cargado de fuerzas y energía.
Aunque esta palabra ya ha dejado de usarse, un barco iba azorrado cuando portaba más carga de la que podía llevar. También podía suceder cuando llevaba más vela de la necesaria. «Igualmente se usa de este modo, hablando del tiempo, cuando aparenta mal semblante» (O’Scanlan, 1831, p. 70).

García de Palacio, en el siglo XVI, decía que esta situación se daba cuando iba «fuera de andana, muy sobrecargado, embalumado en tal manera que anda mal a la vela y govierna peor» (Instrución náuthica para el buen uso y regimiento de las naos, su traça y govierno, 1587, fol. 149r).
En esta situación puede apreciarse que el casco está más metido de lo que determina su línea de agua o de flotación. Es decir, que una parte de la obra muerta está sumergida. En náutica, la obra viva es la superficie sumergida de un buque (calado). Es la parte del casco que, de forma permanente y con la máxima carga admisible, está debajo del agua. En contraposición, se denomina obra muerta a la otra parte del casco que está fuera del agua, de forma permanente, cuando está a plena carga.

Una sobrecarga muy elevada puede suponer que la embarcación vuelque. Aunque antes era extraño ver esta situación, en la actualidad, debido a intereses espurios, a veces nos llegan imágenes de barcos que transportan más pasajeros o más carga de la establecida y suelen tener un mal final.
Naves que iban azorradas
Aunque hay más ejemplos en la historia de la navegación, una de las embarcaciones más conocidas es la que formó parte de la flota que circunnavegó la Tierra por primera vez con Magallanes y Elcano. Pigafetta, su cronista, narra que una vez que consiguen llegar a las Molucas, llenaron de clavo los almacenes de dos naos, Trinidad y Victoria, y a pesar de que recibieron instrucciones de no hacerlo, las sobrecargaron. La Trinidad pronto dio síntomas de no poder con tanto peso y debió ser descargada y reparada, lo que duró tres meses.
Otro buque famoso, que iba sobrecargado de inmigrantes, fue el Sirio, que naufragó en Cabo de Palos en el año 1906.

Origen del término
Pezzi habla del origen árabe del verbo azorrar, que parece que su sentido originario debió de estar referido al exceso de la carga soportada e incluso a la mala disposición de la estiba, puesto que el adjetivo zorrero sirve para calificar al ‘buque pesado’. Procede del verbo árabe zarra, tomado en su forma pasiva zurra «ser amontonado, apretado, ser reafirmado, haberse hecho más sentado», lo cual equivaldría a «ser cargado con exceso»; incluso zarra tiene una acepción muy concreta como «amontonar arrojando cosas en confusión, mezcladamente y deprisa», que constituye una definición exacta de cómo no debe hacerse nunca la estiba de un buque.

Otros significados
Fuera del ámbito marinero se refiere a una persona ebria, achispada, borracha, beoda, jincha o bebida, y a su vez el que toma cualquier bebida alcohólica de manera excesiva. En el Diccionario de Autoridades de 1726 se dice que esta voz era de uso familiar y está formada de la partícula A, y del nombre Zorra, que metafóricamente se toma por borrachera: y por eso comúnmente se aplica al que está borracho, definiendo al que está azorrado o que tiene zorra. También se considera azorrarse como estar dormido, y casi sin el uso libre y entero de los sentidos, por tener muy cargada la cabeza, por causa de alguna enfermedad o accidente o por razón de la pesadez del tiempo.
Por último mencionaremos a González Lechosa, que asimila el verbo azorrar con «achantar» en gallego y Martínez García, para el asturleonés, con «retraerse».
Más información
GONZÁLEZ LECHOSA, Fernán. Vocabulariu marineru de Cimavilla (Xixónl. Lletres asturianes: Boletín Oficial de l’Academia de la Llingua Asturiana, 1989, 31, p. 95-119.
MARTÍNEZ GARCÍA, María Hortensia, et al. Contribución al léxico asturleonés: vocabulario de Armellada de Órbigo. Lletres asturianes: Boletín Oficial de l’Academia de la Llingua Asturiana, 1985.
O’SCANLAN, Timoteo. Diccionario marítimo español, que ademas de las definiciones de las voces con sus equivalentes en frances, ingles e italiano, contiene tres vocabularios de estos idiomas con las correspondencias castellanas, etc. En la Imprenta Real, 1831.
PEZZI, Elena. Aportaciones árabes en el arte de navegar: voces náuticas de origen árabe. Granada: Universidad, 1985.
PUJOL PAYET, Isabel y ROST BAGUDANCH, Assumpció. Verbos parasintéticos neológicos en el español del siglo XIX: el Diccionario Nacional de Domínguez. Herencia e Innovación en el español del siglo XIX, 2017, p. 263.
VILLAAMIL, Fernando. Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus. Editorial MAXTOR, 2009.