Autor: Andrés García Espadas, Graduado en Derecho y Máster en Historia y Patrimonio Naval
La Antártida, la tierra de los hielos perpetuos, fue explorada hace ya siglos por insignes descubridores españoles. Hoy es un continente que se mantiene a salvo gracias a un tratado único que ha conseguido destinar esta helada masa a la ciencia y a la investigación.

Marinos españoles en el Polo Sur
Aunque esta tierra estuvo estrechamente vinculada a la corona española por su cercanía al continente americano, no es muy conocida la labor realizada, ni tampoco lo son sus primeros descubridores. Hacemos aquí un pequeño repaso de alguno de estos hitos importantes.

Base antártica española «Gabriel de Castilla»
En el siglo XVI Francisco. de Hoces navegó, quizás por primera vez para un europeo, el mar que la circunvala (por el que se denominó Mar de Hoces, aunque luego se llamó paso de Drake) y años mas tarde Gabriel de Castilla, otro marino español del que una de las bases científicas actuales ha tomado su nombre, la descubrió.
Avanzando en el tiempo un navío famoso, el San Telmo, naufragó en esas latitudes en 1819, arrastrando al fondo del mar a una dotación de 644 marineros, soldados e infantes de marina. Este terrible naufragio sigue siendo de interés y a fecha de hoy continúan apareciendo intentos de localizar sus restos.
Una localización geográfica determinante
La Antártida es el continente más meridional de la tierra. Se trata de una extensión de tierra situada al sur de los 60º S, que se encuentra cubierto por un casquete glacial (o Indlandsis) que alberga un amplio porcentaje de las reservas de agua dulce del planeta.

Mapa de la Antártida y su océano. Fuente
El casquete polar se extiende más allá de los límites continentales de la Antártida formando barreras de hielo permanente sobre el Océano Glacial Antártico.
¿Son iguales los dos polos de la Tierra?
A primera vista podría pensarse que ambos polos terrestres se someterían a una regulación similar; en atención a sus similares características. Ambas zonas se configuran como medios naturales únicos, sometidos a condiciones climatológicas realmente adversas.

El polo norte y el polo sur
Pero una vez se que analizan detenidamente estas características vemos que las similitudes se acaban muy pronto, ya que la Antártida, a diferencia del Ártico, cuenta con una base terrestre donde se asienta la capa de hielo formada por agua dulce y que, paradójicamente, a diferencia del polo norte, la Antártida se encuentra deshabitada (salvo por los equipos internacionales de investigación allí situados).

La tierra de los hielos perpetuos. Fuente
¿Tienen la misma legislación el polo norte y la Antártida?
En cuanto a su régimen jurídico también encontramos francas y notables diferencias, ya que el Ártico se configura como un grave foco de tensión internacional al encontrarse sometido a diferentes reclamaciones de soberanía nacional, a lo que se suma la consideración del Ártico como un espacio marítimo (como hemos dicho, bajo el hielo ártico no encontramos una capa terrestre que lo sustente). Por su parte, la Antártida goza de un tratado internacional propio, consagrando esta zona como un lugar para beneficio común de la humanidad a través de una inusitada cooperación pacífica internacional.

Una imagen idílica de la Antártida. Fuente.
TRATADO ANTÁRTICO
Este acuerdo es un instrumento jurídico de gran importancia internacional, ya que demostró que realmente es posible la adopción de normas que salvaguarden el interés común de la humanidad y de la ciencia por encima de los intereses económicos de los diferentes estados.
El tratado fue adoptado en Washington en 1959 y comienza con una clara declaración de intenciones por parte de los estados parte del mismo. Estos reconocen el interés que guarda la humanidad en su conjunto en preservar la Antártida, para lo cual consideran indispensable asegurar que todo uso de la misma se realice con fines pacíficos, detrayendo esta zona de cualquier disputa internacional que pudiera sobrevenir.
a) Prohibición de realizar actividades militares
A raíz de lo anterior, el artículo 1 del tratado antártico establece la prohibición de realizar en la Antártida cualquier actividad de carácter militar, como maniobras militares, establecimiento de fortificaciones o el ensayo con armas.
Ahora bien, el apartado 2 de este mismo artículo se asegura de que esta primera apreciación no sea malentendida; se prohíben las actividades militares, pero no la presencia de militares en la zona siempre que estos lleven a cabo una misión pacifica o de investigación. Ejemplo de esto podríamos encontrarlo en la dotación militar con la que cuenta el Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides, cuyo cometido es el apoyo a las tareas de investigación realizadas por España (y por científicos de cualquier nacionalidad) en la zona.

Buque Oceanográfico Hespérides en la Antártida. Fuente
b) La cooperación: instrumento básico para la investigación
Del mismo modo las partes reconocen que la cooperación es fundamental a la hora de cumplir con el objetivo de convertir la Antártida en una zona consagrada a la libre investigación. Es por ésto que se adopta el tratado, que servirá de base sobre la que fundamentar dicha cooperación. Esto cristaliza en los artículos 2 y 3 que prevén la necesaria cooperación internacional a la hora de asegurar la mencionada libertad científica que debe imperar en la zona.

Imagen de la Reunión sobre el Tratado Antártico celebrada en Argentina en el año 2011.
Por su parte, el artículo 3 establece un principio que sería altamente deseable que se aplicara en todos y cada uno de los ámbitos científicos actuales: la libre circulación de la información, el material y el personal científico, así como la posterior difusión de todos y cada uno de los resultados obtenidos; fomentando de esta manera el apoyo y conocimiento mutuo, en definitiva un trabajo conjunto con independencia de la nacionalidad con el objetivo de hacer progresar el conocimiento de la humanidad. Este artículo establece una serie de medidas concretas:
(a) al intercambio de información sobre los proyectos de programas científicos en la Antártida, a fin de permitir el máximo de economía y eficiencia en las operaciones;
(b) al intercambio de personal científico entre las expediciones y estaciones en la Antártida;
(c) al intercambio de observaciones y resultados científicos sobre la Antártida, los cuales estarán disponibles libremente.
c) Un ecosistema único
Los estados parte tomaron en consideración la necesidad imperiosa de salvaguardar un medio ambiente único como son los ecosistemas antárticos, para lo cual se adoptó en 1991 un protocolo dirigido a aumentar la protección brindada a este respecto.

Es de destacar en este punto el artículo 5 del tratado que prohíbe, con buena lógica, la realización de cualquier prueba de carácter nuclear (así como el vertido de cualquier material derivado) en la zona debido a los altos índices de contaminación que esto conlleva.

Ballena Minke
A MODO DE CONCLUSIÓN
Nos encontramos ante un tratado internacional verdaderamente excepcional, en que se prima el interés de la humanidad por preservar un medio ambiente singular y las posibilidades científicas que éste ofrece, por encima de las desaforadas ansias nacionales que podrían haber destruido la zona.
Un ejemplo contrario lo encontramos en el Ártico, donde los intereses estatales han depredado la zona poniendo en claro riesgo la supervivencia de éste. Debido a la manifiesta imposibilidad de adopción de un tratado para esa zona, que, al modo antártico, la dote de una base jurídica mínima que permita, al menos, equilibrar los diferentes intereses nacionales con el de toda la humanidad por preservar ambos casquetes polares.
Nota: para todos los interesados en la interpretación jurídica de este tratado recomendamos que accedan al documento completo (aquí).
FUENTES
–Tratado Antártico. Washington. 1 de diciembre de 1959.
–Protocolo al Tratado Antártico sobre protección del medio ambiente. Madrid. 4 de octubre de 1991.
–Anexo IV del Protocolo al Tratado Antártico sobre la protección del medio ambiente: prevención de la contaminación marítima. Madrid. 4 de octubre de 1991.
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