Por Garbo
En la entrada anterior se vieron las causas que provocaron el sitiado de Cádiz y los bombardeos con baterías de costa a la ciudad por parte del ejército napoleónico entre los años 1808 a 1810.
En esta entrada se verá el uso que se hizo de las baterías de costa en la ciudad de Cádiz entre los años 1810 a 1812 para defender la ciudad de los ataques del ejército napoleónico.
Es interesante destacar que, desde finales de febrero hasta principios de mayo de 1810, el rey José I recorrió Andalucía y percibió que el pueblo no le apoyaba, por lo que volvió a Madrid, dejando al mariscal Soult al mando absoluto de Andalucía, el cual ejerció de virrey. A finales de 1810, el mariscal Víctor reforzó el cerco de Cádiz y bombardeó la ciudad (1).
A continuación se verán los bombardeos que el ejército napoleónico realizó sobre la ciudad de Cádiz desde 1810 a 1812.
El 6 de noviembre de 1810 se fundió en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla el primer obús de Pierre-Laurent de Villantroys, de ocho pulgadas francesas y, tras unas exitosas pruebas, se trasladó con todo lo necesario para su servicio a Sanlúcar de Barrameda por el Guadalquivir, y, desde Sanlúcar, “por tierra, hasta el Parque de Artillería, de donde se envió a la Cabezuela para ser colocada en batería en el Fuerte Napoleón” (2).

Obús de Pierre-Laurent de Villantroys
Entre las 10:00 y las 13:00 horas del 15 de diciembre de 1810, se lanzaron diez granadas de plomo de ocho pulgadas, sin culotes, cada una con un peso de 75 libras y con una carga de 12 onzas de pólvora; de las cuales, siete u ocho llegaron a la ciudad y, de éstas, sólo dos estallaron dejando muy dañada una casa del barrio de Santa María.
“Sirvieron de referencias a los disparos las torres del convento de Santo Domingo y de Tavira” (2).
Los bombardeos fueron repetidos los días 18 y 21, provocando un terror tan enorme que las Cortes Generales y Extraordinarias, reunidas en la villa de la Real Isla de León, decidieron trasladarse a un lugar más seguro, barajando como posibles Ceuta y Mallorca.
En enero de 1811 “Napoleón ordena al mariscal Massena que eche a los ingleses de Portugal y a Soult que lo apoye” (1), y Víctor recibió órdenes de Soult de que enviara casi la tercera parte de su ejército para ayudarle en la invasión de Badajoz, provocando que solamente 15.000 soldados sitiaran Cádiz (3). Esto último fue aprovechado por las fuerzas aliadas para intentar liberar Cádiz. El general “La Peña” dirigió un ejército por mar desde Cádiz a Tarifa para atacar desde el norte a los franceses, mientras que las fuerzas sutiles de la Armada cambatían también por el norte al ejército francés de Rota y del Puerto de Santa María; y por el sur, establecieron un puente flotante en Sancti Petri, que se situó en el lugar que antes ocupaba la barca de Chiclana, para permitir el paso de las fuerzas aliadas con el objetivo de atacar la posición francesa de “las flechas”.
“Pero el mal tiempo y una fuerza enemiga superior a la esperada en Medina Sidonia, dio como resultado un retraso de dos días sobre el plan previsto” (3).
De esta forma, para el 2 de marzo de 1811 “la fuerza procedente de Cádiz, al mando del general Zayas, cruzaría el caño de Sancti Petri por el puente flotante, para establecer el atrincheramiento previo a la salida de las fuerzas que quedaban en Cádiz” (3).

Castillo de Santi-Petri (Cádiz)
Durante la noche del 3 al 4 de marzo de 1811, seis tropas francesas atacaron estas trincheras, forzando a los ejércitos aliados con España a retroceder y retirar el puente. Este retroceso provocó una concentración de soldados en la Punta del Boquerón que hizo sospechar al mariscal Víctor que algo se estaba fraguando.
El Estado Mayor francés, situado en la Casa del Coto, al saber que había una fuerza aliada con los españoles que venía desde Tarifa hacia Cádiz, ordenó a sus ejércitos que se ocultaran en los pinares de La Barrosa para sorprender a los aliados en su camino a Sancti Petri.
En la mañana del 5 de marzo de 1811, los aliados llegaron al Cerro del Puerco y fueron atacados por el ejército francés que les estaban esperando, pero el ejército aliado simultáneamente, concentrado en la Punta del Boquerón, cruzó el caño Sancti Petri, obligando el retroceso de los franceses, que con miedo de poder quedar aislados entre las fuerzas aliadas y la costa huyeron hacia el norte.

El pueblo de Cádiz contestando a las intimidaciones de Napoleón. Alegoría de Ramon Rodriguez
“La Peña” ordenó a las tropas inglesas, dirigidas por el general Graham, que adelantasen sus fuerzas hasta la torre Bermeja. Al hacerlo, el Cerro del Puerco se quedó con un solo batallón para su defensa, situación que fue aprovechada por los franceses para atacar con seis batallones y tomar la posición sin resistencia. Cuando Graham vio que los franceses estaban atacando, se olvidó de las órdenes que había recibido y decidió volver al cerro para enfrentarse a los franceses, produciéndose un sangriento combate con muchas bajas en ambos bandos. Esta se conoce como la batalla de Chiclana o la batalla de Barrosa, en la cual salieron victoriosos los españoles, obligando a los franceses a retirarse hacia el norte.
Durante la batalla, el general “La Peña”, enfadado con Graham por haber desobedecido las órdenes que le pidió, no quiso ofrecerle ayuda, a pesar de la continuada insistencia del General Zayas, hasta el punto en que pidió al resto que no escucharan los planes de Graham para avanzar contra los franceses en Chiclana y se negó a enviar jinetes exploradores para ver lo que hacía Víctor.

Arsenal de La Carraca
Esto provocó que, en la mañana del 6 de marzo de 1811, Graham recogiera a sus heridos y marchara hacia Cádiz, muy enfadado con el general “La Peña” por no haberle auxiliado.
El 13 de marzo de 1811 se lanzaron cincuenta granadas sobre Cádiz desde las 21:00 a las 2:00 horas, disparándose los proyectiles de cuatro en cuatro, y de cuarto en cuarto de hora, llegando la mayoría de ellos a alcanzar la ciudad y a estallar ruidosamente, dañando seriamente algunos edificios (2).
Estos resultados dejaron muy satisfechos a los artilleros napoleónicos. No obstante, decidieron fabricar, en el mismo mes, un nuevo obús Villantroys de mayor calibre (10 pulgadas francesas) fundido también en Sevilla, que era capaz de alcanzar mayores distancias con granadas más pesadas que podían contener bastante pólvora en su interior.
En marzo de 1812, los sitiadores terminaron una nueva batería en la Cabezuela, llamada del Ángulo, compuesta por cuatro obuses Villantroys, que estuvo comunicada con el Fuerte Napoleón por medio de un camino cubierto, situado a escasa distancia y que utilizaron para dirigir sus tiros por elevación contra Cádiz.

Vista de Cadiz y de la flota
Durante toda la noche del 13 de marzo de 1812, ambas baterías bombardearon Cádiz con una descarga cerrada de ocho tiros, provocando grandes destrozos. Las granadas dirigidas contra Cádiz desde el día 13 al 31 del mismo mes, llegaron a superar el medio millar.
El miedo generado ante tantos bombardeos continuados hizo que el día 19 de marzo de 1812, día de la promulgación de la Constitución, se trasladase la Misa y el Te Deum de acción de gracias desde la Catedral a la iglesia de los Carmelitas, debido a que dicha iglesia estaba fuera del alcance del fuego enemigo.
En la noche del 20 de marzo, los franceses volvieron a atacar la ciudad, cuando se estaba efectuando la iluminación general. En los días sucesivos, los bombardeos continuaron y los proyectiles alcanzaron la calle del Consulado Viejo, cerca de la de San Francisco, y otros puntos paralelos a ésta.
El Jueves Santo, día 26 de marzo de 1812, volvieron a entrar granadas en el recinto de la ciudad, de las cuales, una cayó en el Seminario y otra en la calle de la Verónica.
“El día 29, Domingo de Resurrección, un proyectil alcanzó la plazuela de las Cestas, detrás de San Juan de Dios, cerca de una taberna que estaba muy concurrida, sin causar daño alguno; y otro, la Pescadería junto a un vendedor de huevos, quien también quedó indemne” (2).
A principios de abril de 1812, los franceses tenían once obuses Villantroys para atacar Cádiz: diez, de 8 pulgadas y uno, de 10 pulgadas.
El 16 de mayo de 1812 cayeron varias granadas en distintos sitios de la ciudad y, en concreto, una de ellas cayó junto al convento de la Candelaria, y otra enfrente de la iglesia del Rosario.
Uno de los proyectiles lanzados el día 26 de mayo por la tarde alcanzó la casa episcopal.
En la mañana del 28 de mayo, fue celebrada la procesión del Corpus Christi, a la que asistieron muchas personas, además de las Cortes y la Regencia con el acompañamiento correspondiente, tentando completamente a la suerte, sabiendo el riesgo que suponía celebrarla con los franceses alrededor, y más teniendo en cuenta que el cortejo salió de la Catedral y toda la carrera estaba comprendida en el radio de acción del fuego enemigo. Algunos diputados no asistieron a la misma por miedo a que pudieran bombardearlos en ese momento.
A principios de junio, los habitantes de Cádiz empezaron a inquietarse cuando vieron que entraban más proyectiles a la ciudad, que avanzaban sus alcances, y que eran más los que estallaban.
Al atardecer del día 9, se extendió el rumor de que los barrios de Santa María y la Merced tenían que ser desalojados inmediatamente, sacando los vecinos los objetos más valiosos de sus casas, provocando disturbios que tuvieron que ser mitigados con la intervención directa del Gobernador y otros comisionados del Gobierno.
“La tarde y la noche del día 12 las baterías de la Cabezuela desataron un fuego intensísimo. Una granada cayó en la plazuela de la Fonda de los Ingleses, junto a la Alameda” (2).
El 17 de junio de 1812 el viento soplaba de poniente, siendo contrario a la dirección de las baterías enemigas, cuando una granada provocó la muerte de un hombre en la plaza de San Juan de Dios y otras, heridos en distintos lugares. Esto aterrorizó a la población que, fruto del pánico, decidieron abandonar los barrios comprendidos en la línea de acción de los proyectiles y marchar más allá de la plaza de San Antonio, huyendo del peligro.

Monumento a las Cortes de Cádiz en la ciudad gaditana
No obstante, “lo peor aún quedaba por llegar en los meses de julio y agosto, cuando los levantes recios y secos aumentaban el alcance de los proyectiles” (2).
El 22 de julio de 1812 el Duque de Wellington gana la batalla de los Arapiles a los franceses, cerca de Salamanca, consiguiendo que el rey José I, hermano de Napoleón, desalojara Madrid y que los ejércitos de Soult evacuasen Andalucía, para reunirse e intentar derrotar a Wellington (4). Por tanto, en este día se levantó el asedio de Cádiz y fue un día muy importante para los gaditanos, porque vieron que todo estaba acabando.
Sin embargo, el sitiado de Cádiz no estaba completamente anulado. Cuando el mariscal Soult fue al norte para enfrentarse con Wellington, no quiso dejar totalmente libre la ciudad de Cádiz, porque hubiese sido como una retirada y Europa sería consciente de ello y, por eso, dejó a unos pocos hombres encargados de continuar los bombardeos a la ciudad.
Durante el mes de agosto de 1812, los pocos franceses que quedaban sitiando Cádiz, trabajaron en reforzar y mejorar las fortificaciones y siguieron lanzando granadas desde la Cabezuela que fueron contestadas por las baterías aliadas de tierra, las fuerzas sutiles y bombarderas.

Real Obsevatorio Astronómico de de San Fernando
Pero, el 24 de agosto de 1812, como Wellington estaba ganando al mariscal Soult, éste último vio que tenía que dejar el sitio a Cádiz y sacó a la mayor parte de la fuerza de allí para que le ayudase y dejó al mando del general Semellé unos 3.300 individuos que se “enjaularían” en determinados puntos fuertes de la línea para seguir atacando Cádiz, aunque avisó a toda su tropa de que debería estar preparada para partir, en cuyo caso se enviaría caballería para cubrir la retirada.
Durante este día, los franceses siguieron bombardeando desde la Cabezuela, el molino de Guerra, el castillo de Chiclana y desde la batería del Angulo a los gaditanos, mientras que los prisioneros que estaban enjaulados estaban construyendo una nueva batería a la orilla del río Arillo.
Las fuerzas aliadas contestaron con las baterías españolas de tierra, las fuerzas de mar sutiles y las bombarderas inglesas al ataque francés.
Nadie pensó que la retirada estaba cerca hasta que en la madrugada del 25 de agosto de 1812 los sitiadores incendiaron los castillos, fuertes y baterías, volaron los depósitos de pólvora y abandonaron el lugar.
Este día termina definitivamente el asedio a la ciudad de Cádiz (4).
Bibliografía citada
(1) Andrales, A., (2012). Movimientos imperiales para el sitio de Tarifa según la versión francesa.
(2) Torrejón, J., (2012a). “Los bombardeos de Cádiz 1810-1812” en diariodecadiz.es.
(3) C., (2011). “Batalla de Chiclana (5 de marzo de 1811)” en Kayak de Mar, Sancti Petri.
(4) Torrejón, J., (2012b). “25 de agosto de 1812: ¡Se retiran, se retiran!” en diariodecadiz.es.
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