Uno de los mayores cementerios de barcos perdidos se halla en la costa Oeste de África, en Namibia. Se conoce como la Costa de los Esqueletos, debido a que en ella se pueden hallar muchos restos óseos de ballenas. La lista de naufragios empezó a partir del siglo XVI, cuando marinos portugueses y holandeses doblaban el cabo de Buena Esperanza, en el sur del continente africano, para dirigirse a la India y a las islas de las Especias.
La costa de Namibia se encuentra en ese trayecto y presenta una serie de condiciones adversas para la navegación. Se dan, por una parte una serie de fuertes vientos que soplan desde el interior del continente hacia el mar. Por otra, suele existir un constante e intenso oleaje en las playas, provocado por la fría corriente de Benguela. Esta dualidad genera una combinación de corrientes cambiantes, densas nieblas y vientos furiosos que son muy peligrosos para navegar por esta zona. Con naves pequeñas es posible desembarcar atravesando la marea, pero imposible volver a zarpar.
En las playas se pueden ver los restos de varias embarcaciones, aunque por el momento no todas han sido identificadas. Entre los que sí se conoce su procedencia y nombre están el Eduard Bohlen, los restos del Otavi, hundido en 1945 y del MV Dunedin Star, que tenía destino a Sudáfrica desde Liverpool. A esto se pueden sumar el Montrose, Gethen, Suiderkus, Gertrud Woermann y el remolcador Sir Charles Elliot, hundido tratando de rescatar al MV Dunedin.
El carguero Eduard Bohlen, de 95 m de eslora, naufragó en el año 1909, hoy se puede ver semienterrado en la arena y a casi 400 metros del mar, lo que muestra el avance de la arena del desierto sobre la costa. Otro muy conocido es el Dunedin Star, un carguero británico que encalló en la costa tras una tormenta en 1942. Después de este accidente hubo varios intentos de rescate, que terminaron en un desastre. El Zeila se hundió en 2008 y sus restos actualmente sirven de refugio a gaviotas y cormoranes.
Además hay cientos de trozos de madera y hierro que todavía no se han identificado, y sirven para evidenciar lo crítica que fue la navegación por estas costas en siglos pasados. La zona se halla dentro de un parque nacional, reconocido como tal desde el año 1971.
Estos restos de naves tienen un nivel de protección legal, ya que se hallan bajo la declaración de la UNESCO (2004) para la protección del Patrimonio Cultural Subacuático, porque Namibia ratificó el acuerdo en el año 2011. Sin embargo, están a merced de los fuertes vientos, las mareas y las violentas tormentas de arena que se suceden a menudo en esta zona.
Más información
BLISS, Susan. Landscapes and landforms: Deserts: Namib desert. Geography Bulletin, 2018, 50, 1, p. 37-52.
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OWEN-SMITH, Garth. Namibia’s most valuable resource. Quagga, 1984, 7, p. 8-11.
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