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Posts Tagged ‘Egipto’

La civilización egipcia es sobre todo conocida por sus inmensas pirámides. Esta pericia arquitectónica también fue utilizada para elevar magníficas fortalezas que custodiaran los pasos fluviales por el Nilo. De las que se levantaron en el Bajo Egipto todavía quedan restos, pero no de la mayoría de las que se establecieron en la frontera Sur, porque a mitad del siglo XX una enorme presa, la de Asuán, las inundó y hoy están sumergidas en las profundidades del lago Nasser.

Fortalezas en el antiguo Egipto Fuente: Sales 2015

En la región más desolada, pero también las más espectacular de la Nubia sudanesa, se levantaron, en la orilla occidental del Nilo, una parte de estas magníficas unidades fortificadas. Tenían un doble objetivo: por una parte, defender y controlar la frontera egipcia y, por otra, facilitar la circulación de las naves que comerciaban en sus cercanías.

Representación de la fortaleza de Uronarti. Fuente

Las quince fortificaciones de Norte a Sur, con su extensión, fueron:

  1. Ikkur (82x110m)
  2. Kuban (70x125m)
  3. Aniba (87x138m)
  4. Toshka (no calculado)
  5. Faras (75x85m)  
  6. Serra East (no calculado)
  7. Buhen (215x460m)
  8. Khor (250x600m)
  9. Mirgissa (190x295m) o Mirguissa
  10. Askut (77x87m)
  11. Shalfak (47x95m)
  12. Uronarti (57x114x126m)
  13. Semna West (135x135m)
  14. Kumma (70x117m)
  15. Semna South (no calculado)

Eran tan espectaculares que llamaron la atención de los viajeros europeos, que ya en el siglo XIX estaban acostumbrados a observar catedrales y castillos en su lugar de origen. Cada fortaleza contaba con una defensa interior y otra exterior. Las murallas que daban al Nilo tenían unos 10 m de altura, puertas fortificadas, fosos, bastiones avanzados y aspilleras, entre otros muchos. Incluso en algunos lugares había construcciones en ambos márgenes del río y en otras, como en Semna, llegaron a tener hasta 5 fortalezas.

Dibujo de los muros de Buhem. Fuente: Lawrence 1965

Los planos de los edificios estaban perfectamente adaptados al terreno irregular. También contaban con jardines para el cultivo de legumbres y fruta. Se han hallado restos de las habitaciones, tanto de los soldados como de sacerdotes, escribas y artistas.

Fuerte de Chafalk. Fuente: Sales 2015

La mayor parte de ellas fueron construidas en los tiempos de la XII dinastía (2000 a. C- 1785 a. C.), aunque hay indicios de que alguna ya estaba en uso durante la IV dinastía.

Fortaleza de Mirgissa. Fuente: Sales 2015

Consolidación de la frontera meridional

Estaban destinadas a proteger y controlar las rutas fluviales que conducían al África interior y a sus recursos. También eran la base de partida de las expediciones y de los «exploradores del desierto», unidades formadas por un militar egipcio y un ojeador nubio.

Puerta principal de Buhem. Dibujo de Emery

Las fortalezas servían como excelentes puestos de vigilancia y torres de señales, que permitían avisar sobre las naves que se aproximaban por el Nilo, y también de los posibles agresores que llegaban por tierra. 

Ruinas de Buhem antes de la inundación. Fuente: Lawrence 1965

Hay pruebas de que se procesaba cobre en bruto en las fortalezas de Buhen y Mirgissa.

Mantener la libertad de circulación de los egipcios en la frontera sur del imperio

Existen diversos ejemplos de construcciones dirigidas a mejorar este tránsito, como la corredera de Mirgissa, que facilitaba el paso de los barcos por la Gran Catarata, o el dique construido en Semna para ampliar la comunicación fluvial.

Fortaleza de Semna. Fuente: Lawrence 1965

Para acabar

Estas magníficas fortalezas hoy están en ruinas. Algunas se pueden visitar, mientras que otras yacen bajo el fondo del lago Nasser, resultado de la creación de la presa de Asuán (1970). La subida del nivel de las aguas hizo necesarios una serie de proyectos de reubicación de algunos restos arqueológicos, como por ejemplo el templo de Abu Simbel, mientras que otros no tuvieron esa suerte y quedaron inundados, como muchas de las fortalezas aquí descritas.

Más información

AMPÈRE, Jean-Jacques. Voyage et Recherches en Egypte et en Nubie. Paris: Editions Homme et Littérature, 2023.

BESTOCK, Laurel. Forgotten fortress: returning to Uronarti. Near Eastern Archaeology, 2017, 80, 3, p. 154-165.

BELZONI, Giovanni Battista. Voyages en Égypte et en Nubie, contenant le récit des recherches découvertes archéologiques faites dans les pyramides, temples, ruines et tombes de ces pays; suivis d’un voyage sur la côte de la Mer Rouge et à l’oasis de Jupiter Ammon. Paris: Galignani, 1821.

CHAMPOLLION, Jean-François. Monuments de l’Egypte et de la Nubie: d’après les dessins exécutés sur les lieux sous la direction de Champollion et les descriptions autographes qu’il en a rédigées. Notices descriptives conformes aux manuscrits autographes rédigés sur les lieux. Paris: Didot, 1844.

DALTON, Matthew, et al. Three thousand years of river channel engineering in the Nile ValleyGeoarchaeology, 2023, 38, p. 565-587.

DE MORGAN, Jacques et alCatalogue Des Monuments Et Inscriptions de L’Egypte Antique: Haute Egypte. De la frontière de Nubie à Kom Ombo. Vienne: Holzhausen, 1894.

DESROCHES-NOBLECOUR, Christianne. Le secret des temples de la Nubie. Paris: Editions Stock/ Pernoud, 1999.

FERREIRA, Eduardo. Fortificar o Nilo. A ocupação militar egípcia da Núbia na XII dinastia. Lisbon: Chiado Editora, 2016.

FERREIRA, Eduardo. The Lower Nubian Egyptian Fortresses in the Middle Kingdom: A Strategic Point of ViewThe Athens Journal of History, 2019, 5, 1, p. 31-52.

LAWRENCE, Arnold Walter. Ancient Egyptian Fortifications. The Journal of Egyptian Archaeology, 1965, 51, 1, p. 69-94.

SALES, José das Candeias. A Fortaleza de Buhen: um ponto estratégico para o Egipto do Império Médio. Gaudium Sciendi, 2015, 8, p. 73-97.

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En la Prehistoria la agricultura dependía de las aguas que caían del cielo. Siglos más tarde la humanidad empezó a dominar la canalización de estas aguas para facilitar el cultivo. Ya en época antigua se inició la costumbre de medir las crecidas de los grandes ríos. Los egipcios fueron los primeros de los que tenemos noticia que medían el caudal del Nilo para conocer cómo sería la cosecha ese año, si abundante o si por el contrario habría escasez de alimento, y con ello hambre y también muertes.

Actualmente para quienes viven en grandes ciudades alejadas de las prácticas agrícolas no es fácil entender bien esta dependencia, pero para una de las civilizaciones antiguas más importantes, la egipcia, el río Nilo era la fuente de vida. De hecho, muchos investigadores afirman que fue el río el que hizo al gran Egipto faraónico. La importancia era tal que en varias ciudades situaron unos medidores de la corriente fluvial llamados nilómetros. Éstos fueron probablemente los primeros dispositivos utilizados para medir la subida y bajada de un río. 

¿Cómo era?

Un nilómetro solía ser una cámara con una columna graduada para medir la profundidad del agua del río, y conociendo el nivel alcanzado poder predecir cuándo ocurrirían las inundaciones. Existen datos de estas medidas desde la primera dinastía egipcia, bajo el rey Djer. Algunos eran más sencillos y en lugar de una columna, lo que se hacía era grabar las marcas de medición en las paredes de la cámara, como se hizo en el de Elefantina.

Nilómetro de Elefantina. Fuente

¿Dónde se situaban?

Estaban en las orillas del Nilo, por lo que recibían el caudal, que era lo que proporcionaba las medidas. En esta sencilla forma de medición para conocer la importancia de la inundación, solía haber una escalera que recibía el flujo de agua. También se podía construir una edificación que la protegiera, con la cima redondeada o rematada por un piramidión (pieza de forma piramidal que se situaba en la parte más alta de la edificación), aunque luego se evolucionó a edificios más complejos.

El caudal medido

La mayoría de los autores consideran que una inundación de 14 a 16 codos era el nivel óptimo. De acuerdo con los registros, una cifra más alta supondría daños, mientras que una más baja sería causa de hambruna. La famosa descripción de los 16 «codos afortunados», hecha por Plinio el Viejo, dice así:

… cuando el ascenso alcanzaba tan sólo los doce codos (unos seis metros), habría hambre; en trece supondría escasez; catorce trae alegría; quince seguridad y dieciséis abundancia gozo o placer. Por encima de esa cifra era un desastre porque suponía un gran inundación que podía arrasar con cultivos, casas, pajares… (Adaptación de la frase de Plinio).

El número de codos que podría marcar iba del 11 al 16 (en griego era IA IB ΙΓ ΙΔ ΙΕ ΙҀ). Es necesario saber que el río Nilo es uno de los más largos del globo (más de 6600 km.), y que por lo tanto el caudal cercano a donde recibe las aguas de inundación es mucho mayor que el que se mide en su desembocadura, con lo cual no está claro dónde estaba situado el nilómetro que podía dar esa medida adecuada en el intervalo de los 14 a 16 codos. Algunos investigadores afirman que pudo ser el que había en Memphis, la que fue capital del imperio faraónico durante mucho tiempo.

Grandes ciudades egipcias situadas en las orillas del Nilo. Fuente

En Egipto es posible que llegara a haber hasta 15 nilómetros repartidos por el cauce del río en época farónica. Incluso también los hubo portátiles, como el que tenía el emperador Teodosio. Uno de los últimos descubiertos ha sido localizado en las ruinas de Thumis, antigua ciudad egipcia del delta del Nilo. Los arqueólogos egipcios y estadounidenses que lo han desenterrado creen que su estructura fue construida en el siglo III a. C. y que estuvo en uso durante unos 1000 años. Es un pozo que consta de una serie de escalones que bajan al subsuelo. Está construido con grandes bloques de piedra caliza y alcanzó los 2,40 metros de diámetro.

Usos posteriores

A pesar de que era una invención egipcia, civilizaciones posteriores lo usaron, tales como griegos, romanos y posteriormente otros países mediterráneos. En Egipto, bajo dominio musulmán, el más famoso fue el del Cairo, que se usó hasta el siglo XIX. Tenía 9,5 metros de profundidad, por lo que se comunicaba con el río a través de túneles. En su centro había una columna que servía para medir las crecidas. Hasta el momento se han hallado unos veinte, recuperados de distintos lugares del cercano Oriente.

Dibujo de un nilómetro. Fuente

Para concluir

En el antiguo Egipto el nilómetro era la herramienta utilizada para conocer el caudal del rio y de esta manera saber cómo serían las crecidas del Nilo. Podía ser desde uno sencillo compuesto por una serie de marcas en la piedra que bañaba el cauce o columnas levantadas con las marcas precisas, hasta una edificación más compleja que se realizaban para este uso.

Con el paso del tiempo parece que su representación se asoció a la prosperidad, por lo que se han encontrado nilómetros en pinturas, esculturas, monedas y documentos, aunque de los construidos en época antigua queden pocos ejemplos.

Más información

BELL, Barbara. The oldest records of the Nile floods. The Geographical Journal, 1970, 136, 4, p. 569-573.

KATARY, Sally LD. Nilometer. The Encyclopedia of Ancient History, 2013.

KRAFT, Kate. The Nilometer and the Sacred Soil: A Diary of a Tour Through Egypt, Palestine, and Syria. Carleton, 1869.

Nilómetros. 2019.

PREYS, René. Hathor, maîtresse des seize et la fête de la navigation à Dendera. Revue d’Égyptologie, 1999, 50, p. 259-268.

SANDRI, Sandra. Nilometers–or: Can You Measure Wealth?. En The Nile: Natural and Cultural Landscape in Egypt. Verlag, 2017, p. 193-214.

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Trajano, uno de los emperadores romanos originarios de Hispania, quiso emular al inmortal Alejandro, y en su campaña bélica llegó hasta el Golfo Pérsico, pero distorsionó mucho las débiles relaciones entre el Occidente europeo y la parte entonces conocida del oriente asiático, por lo que la Ruta de la Seda, la que desde tiempos inmemoriales recorría desde China las estepas asiáticas hasta llegar a la Europa Occidental, se resintió mucho.

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Las rutas de la seda. Fuente

Sin embargo, había una parte del oriente asiático que parecía inmune a los enfrentamientos, y que a partir de ese momento ganó fuerza. Era la ruta oceánica que siglos antes se había abierto para comerciar entre el Egipto faraónico y los señores malabares (de la costa occidental india). Así, los romanos se convirtieron en los herederos directos de esta ruta marítima.

Agassaim, un puerto cerca de Goa, en la parte occidental de La India

Los extranjeros

Para los romanos, el territorio, los habitantes, las costumbres, y los monumentos de lo que hoy es la India (y resto de la península del Indostán) debían ser tan evocadores como durante mucho tiempo lo fue “el lejano oriente asiático” o las islas del Pacífico Sur para cualquier europeo. Un sinfín de fantasías y sueños se confundían en el imaginario, dando lugar a mitos como hombres con cabeza de caballo, monstruos terrestres y marinos, sin contar con otros temas más terrenales.

En la costa india pasaba algo parecido, y la literatura tamil ha dejado evidencias de ello, de las impresionantes naves egipcias y romanas, de sus marinos (conocidos como yavana) y del oro que llegaba (se estimaba que en época romana era de unos cincuenta millones de sestercios al año).

Un viaje anual a la costa Malabar (India)

Quienes iban por mar a la India no sólo tuvieron que enfrentarse al viento, las corrientes y tormentas. La piratería es también muy antigua, y la zona del Océano Índico estaba plagada de piratas que veían el asalto a estas expediciones como una forma de vida.

Pero ¿quiénes se atrevían a cruzar el Índico?, pues inicialmente los comerciantes, que una vez al año hacían el viaje de ida en primavera y de vuelta en otoño. Los vientos monzones facilitaban, si se conocían bien, la navegación, tanto la salida como el tornaviaje. En el tiempo que había desde la llegada hasta la salida, se instalaban en el sur del Decán (India) y vivían allí cómodamente.

Fuente: Elvira, M.A. 1992.

La viajera hispana Egeria ya hablaba de esta ruta en el S. IV, y se refiere a un puerto que había en el norte del Mar Rojo:

«Clesma está en la misma orilla sobre el mar. Allí hay un puerto cerrado que despacha y recibe las naves de la India. Hay allí muchos y muy grandes navíos, por lo que es un puerto de gran nombradía entre los comerciantes que llegan allí desde la India. El jefe de los negocios se llama logotetema. Es el que todos los años por encargo del emperador romano tiene allí su residencia y sus naves” (Viaje de Egeria del S. IV, p. 153-54. Traducido y adaptado por B. Ávila. 1935).

La ruta

Tras llegar desde el Mediterráneo hasta Egipto, el periplo tenía una parte inicial fluvial a través del Nilo hasta llegar en unos 28 días a Berenice (un puerto muy importante en el Mar Rojo). Otras veces salían de Clesma.

Berenice, un lugar importante en este periplo

A partir de ese momento el trayecto se hacía marítimo, pero de cabotaje, y en un mes aproximadamente se llegaba a una zona de la costa arábiga (Cane o Ocilis).

Una vista de Ormuz dibujada tiempo después

Allí el monzón ofrece una fuerza tal que permite adentrarse ya en mar abierto, y en unos 40 días alcanzar Muziris (suroeste de la India).

El puerto de Muziris (India) en la Tabula Peutingeriana.

Los intercambios comerciales

Los barcos romanos conseguían especias, marfil, piedras preciosas, muselina y conchas de tortuga en el mercado indio, a cambio de oro, plata, vino y vidrio del imperio.

Otro puerto de la ruta, ya en la costa india

Las fuentes

Existen fragmentos de Megástenes, Eratóstenes, Dámaco, Estrabón o Posidonio, que tratan estos viajes, pero las fuentes más completas están en la obra de Plinio (narra los trayectos con cierto detalle) y en el Periplo del Mar Eritreo, que describe las costas, puertos y productos.

Síntesis

No deja de ser sorprendente que mientras los reinos estaban en guerra, el comercio, en especial el marítimo, seguía su curso, proporcionando todo tipo de productos exóticos a los pueblos implicados en el intercambio. Esta será una constante que, aunque tiene sus orígenes en el mundo antiguo, permanecerá hasta la actualidad en cualquier lugar del mundo.

Esposorios en la India

Seda, metales preciosos y especias, los productos estrella de esta Ruta de las Especias antigua, serán quienes durante siglos definan el estatus de los hombres ricos y poderosos de la zona occidental entonces conocida de la Tierra.

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Confección de la seda. Museo de la Seda.

Más información

ELVIRA, M.A. Los romanos en el lejano oriente. Historia 16, 1992, XVI, 196, p. 82-88.

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Por Jorge González Crespo, Licenciado en Historia y Máster en Historia y Patrimonio Naval

Pese a que el barco asociado a la antigua Grecia es el rápido, ligero y eficaz trirreme, durante el período helenístico se construyeron embarcaciones cada vez más grandes y pesadas. Los soberanos vivían en un mundo de lujo, extravagancia y despilfarro, pero también de continuas guerras, por lo que crearon inmensas estructuras que a la vez que reflejasen su poder y grandeza también sirvieran para intimidar al enemigo. En el fondo, se trataba de trasladar al mar la carrera mantenida por ver quién construía el palacio más lujoso o la biblioteca mejor surtida. Tenían establecida su capital en Alejandría y desde allí gobernaban su mundo.

Alejandría según el mapa de Piri Reis

Ptolomeo IV de Egipto (un antecesor de la famosa reina Cleopatra) que gobernó durante el S. III a. de C., mandó construir embarcaciones de proporciones monstruosas.

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La Tessarakonteres, junto a un soldado para comparar la escala. Fuente: el supercatamarán de la Antigüedad.

Una de ellas fue la Tessarakonteres (τεσσαρακοντήρης, “nave de cuarenta remeros”). Pese a que no se conservan imágenes de ella, los autores antiguos la describieron como un coloso de más de 120 metros de eslora, cerca de 17 de manga y con 20 metros de altura sobre el agua. Los remos del banco superior (los más largos) medían más de 17 metros. Necesitaba 4.000 remeros para ser impulsada, 400 hombres de tripulación y era capaz de transportar a casi 3.000 soldados. Tenía poco calado y llevaba a bordo catapultas. Otros aspectos no están tan claros, y fueron diversos autores de la Antigüedad los que se refirieron a ella, como Calíxeno de Rodas, que sostiene que en un testimonio recogido por Ateneo de Náucratis en El banquete de los sabios, afirmaba que tenía dos proas y dos popas, por lo que se debate si tendría forma de catamarán, con dos cascos unidos por un puente central. Tampoco está claro cómo se aplicaría el llevar 40 remeros por banda, pues no hay más que indicios sobre cuántos remos manejarían, o de su disposición.

Hay un aspecto que los escritores de la Antigüedad sí que dejan claro: su inutilidad. Plutarco afirma que “no sirvió mas que de espectáculo, pudiendo ser mirada como un edificio fijo destinado a la vista y no al uso, por ser muy difícil de mover, y aun no sin peligro”. Calíxeno relata su viaje inaugural, en el que quedó en evidencia lo engorroso e inmanejable que resultaba: tuvo que moverse mediante un andamiaje empujado por una multitud, y después tirado por un remolcador, siendo necesario incluso excavar un canal para que pudiera llegar al mar. Pese a que El banquete de los sabios es una obra que presenta muchos detalles, jamás se menciona que se usase en batalla.

En definitiva, la Tessarakonteres, tal vez la mayor embarcación de la Antigüedad, era hija de su tiempo: un navío gigantesco, inmanejable, carísimo y pomposo. En teoría era militar, pero no se hizo para participar en la guerra: su única utilidad en tal caso sería la de una fortaleza flotante demasiado lenta y frágil para poder funcionar adecuadamente; existía para demostrar el poder y la grandeza del monarca que la hizo construir.

Bibliografía

  • El Tessarakonteres, el barco a remos más grande de la historiaMemento Mori!.
  • García Fleitas, Luz María y Santana Henríquez, German. De la guerra marítima a la suntuosidad de Ptolomeo Filopátor. Cuadernos de filología clásica. Estudios griegos y europeos, 2001, volumen 11.
  • Tessarakonteres, el supercatamarán de la AntigüedadLa Brújula Verde – Magazine cultural independiente.

Información mas detallada sobre esta nave aquí

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Hay obras que fueron creadas en la época en la que el Mediterráneo era uno de los centros de la Humanidad, cuando las grandes civilizaciones clásicas dominaban el viejo mundo. La Geografía de Ptolomeo es una de ellas. Su importancia y valor están fuera de dudas, pero su trascendencia fue tal que incluso muchos siglos después Cristóbal Colón se equivocó en sus cálculos al basarse en ella.

El autor

Ptolomeo fue un astrónomo, matemático y geógrafo de origen griego, que vivió y trabajó en la mítica ciudad egipcia de Alejandría durante el siglo II d.C.

Mapa de todo el orbe conocido en la época de Ptolomeo

Mapa de todo el orbe conocido en la época de Ptolomeo

La Geografía

En la copia de la obra que aquí reproducimos, que su autor denominó Geografía, reunió todo el conocimiento geográfico disponible en el mundo greco-romano. Utilizó un sistema de cuadrículas para representar la latitud y longitud de unos 8000 lugares y los situó en un mapa que abarcaba el mundo conocido en el apogeo del imperio romano.

España

Hispania y parte de los países francos. Al norte aparece una parte de la isla de Albión

La obra está compuesta de 8 libros y contiene una parte ilustrada con 27 mapas, cada uno impreso en dos hojas separadas y enfrentadas

Alejandría

Alejandría, el gran puerto del Mediterráneo africano

Tiene datos inexactos, atribuibles en parte al error en el cálculo del tamaño de la Tierra, que él creía más pequeña de lo que realmente es. Los lugares mas alejados, como el continente asiático, no aparecen bien dibujados.

La actual península de Indochina

La actual península de Indochina, que tiene un perfil muy distinto en este mapa de Ptolomeo

El viaje de Colón

Como resultado de este error de cálculo, Cristóbal Colón se equivocó a la hora de estimar el tiempo que tardaría en navegar en dirección Oeste, hasta llegar a lo que él creía que era Asia. Con el tiempo los navegantes europeos completaron y corrigieron los mapas de Ptolomeo, pero los métodos del antiguo geógrafo continuaron siendo durante mucho tiempo una importante base para la práctica cartográfica moderna.

las actuales Gran Bretaña e irlanda, representadas como Albion e ibernia

Las actuales Gran Bretaña e Irlanda, representadas como Albión e Ibernia, en el denominado Oceanus Occidentalis, hoy Océano Atlántico.

Como ocurrió con muchas de las grandes obras de la humanidad, la de Ptolomeo no se conoció en Europa hasta el siglo XIV, cuando algunos eruditos bizantinos comenzaron a introducir copias de sus mapas y escritos. La edición que aquí se presenta es de 1478, que contiene algunos de los primeros y más finos grabados en cobre, ya que no nos llegado el original.

Un detalle de los mares y costas del Mediterráneo mas clásico

Un detalle de los mares y costas del Mediterráneo mas clásico

La importancia de la Geografía

La obra fue un modelo para los cartógrafos renacentistas y posiblemente también sea el primer atlas conocido. Sentó las bases de la moderna cartografía introduciendo la orientación de los mapas al norte y empleando la latitud y la longitud para situar un punto en una carta, para lo que generó un sistema reticular de paralelos y meridianos distribuidos regularmente.

mar caspio

Mar Caspio

La utilización de la proyección cónica, para intentar mitigar la diferencia que existe entre la superficie esférica real y la representación de ésta en un plano en el papel, fue otro de sus logros.

El Estrecho de Gibraltar, señalado con una columna, bañado por el Mar Hispanicus.Aparece Cádiz como una isla

El Estrecho de Gibraltar, señalado con dos columnas, una al norte y otra al sur, bañado por el Mar Ibericus. Aparece Cádiz como una isla

Los dibujantes y geógrafos renacentistas adaptaron sus técnicas de representación para dar a conocer los nuevos descubrimientos geográficos. Hasta que no surgió una nueva generación de cartógrafos como Ortelius o Mercator, la Geografía fue el modelo a seguir y por eso de ella se hicieron múltiples ediciones, algunas de las cuales han llegado hasta nuestros días.

Los mares y las ciudades de Ptolomeo

La copia de este atlas del viejo mundo no sólo es una joya patrimonial mundial y una fuente para la Historia y la Geografía. Cualquier ciudadano que tenga cierta curiosidad puede acceder a él, y conocer los nombres de los mares y océanos que en la época clásica se daban a las masas de agua conocidas. También es muy interesante, desde el punto de vista divulgativo y didáctico, poder encontrar algunas de las 8000 poblaciones marcadas en los mapas, muchas de ellas actualmente habitadas.

Los ejemplares digitalizados de la obra

Hay varias ediciones disponibles, pero recomendamos dos:

  • Para acceder a la parte ilustrada de la obra, puede ver la digitalización de la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, la parte 2.
  • También la Biblioteca Nacional de España cuenta con un ejemplar iluminado, publicado posteriormente, pero estéticamente impresionante. Acceda aquí.

Mas información

La Geografía de Claudio Ptolomeo. Web de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid.

La Geografía de Ptolomeo [en inglés]. 2000.

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La civilización egipcia, uno de los pilares culturales mas importantes de nuestra historia, rendía culto a cientos de dioses, pero tenía una especial dedicación al agua del Nilo, porque era la fertilizadora de campos, la que otorgaba la vida.

Escena de pesca en una mastaba de la VI dinastía

En el friso inferior se puede apreciar una escena de pesca que apareció en una mastaba de la VI dinastía

En ese fervor al gen vitalizador se generó una creencia mística, que luego tendría importante reflejo en culturas posteriores, sobre la noche y el día, y, en paralelo, sobre la muerte y la vida.

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Cuando la luz del sol se apagaba, comenzaba la lucha contra los monstruos del averno en un canal que conectaba con el río Nilo. Quienes podían resistir y vencer, alcanzaban el don de la vida eterna. Navegando se encontraban con serpientes marinas y otros monstruos que surgían de las aguas. Si conseguían seguir el canal, cuando amanecía ya se encontraban a salvo, iluminados por el dios sol que fertiliza sus tierras y provee abundante comida en Kemet, el nombre con el que sus habitantes conocían el antiguo Egipto.

El río Nilo

El río Nilo

Era un ciclo que cada noche se repetía, y hasta el faraón debía pasar por él cuando moría. Iba en una barca, le llevaban sus remeros, y para conseguir pasar desde el inframundo, la noche, a la luz del sol, debía superar una serie de pruebas. La lucha del faraón era crucial, porque de su victoria dependía la salvación del mundo. En caso de que no lograra llegar al otro extremo del túnel, Egipto se sumiría en el caos, en la destrucción eterna.

Viaje en barco por el inframundo

Viaje en barco por el inframundo

El viaje del faraón: una nave para cruzar el inframundo

El faraón una vez que ha muerto tiene que atravesar el río Nilo y debe superar doce pruebas.

Llega a una puerta protegida por serpientes, que la defienden de cualquier ser impuro que quiera atravesarla. Para pasar al otro lado es necesario tener el conocimiento mágico, y en esta ocasión éste consiste en pronunciar correctamente el nombre de las serpientes cancerberas.

Seti I en su viaje por el inframundo. Barca y serpientes.

Seti I en su viaje por el inframundo

Los nombres de estos ofidios aparecen en las paredes de su tumba, que en la cultura egipcia son uno de los pasaportes para poder alcanzar la vida eterna. Una vez que el faraón pronuncia sus nombres, éstas se retiran.

Escena tomada del libro de los muertos.

Escena del libro de los muertos

Otra importante prueba que tiene que superar desde su embarcación es la del fuego del infierno, en ella debe demostrar su pureza en el lago de fuego. Es preciso entonar las palabras mágicas para ahuyentar a Apofis, el demonio serpiente que amenaza con sumir al mundo en el caos.

Una representación de Apofis

Una representación de Apofis

Mas tarde se encuentra con Osiris, el que juzga a todos los muertos, el señor del inframundo. El corazón de cada uno de los difuntos se pone en una balanza, si pesa mucho se castiga, siendo devorado por Ammyt, un animal que tiene formas de cocodrilo, hipopótamo y león a la vez. El del faraón se salva y se funde con Osiris.

Imagen de Ammyt extraída de las paredes de una priámide

Imagen de Ammyt

Al llegar a la siguiente puerta Apofis, el demonio serpiente vuelve a atacar. Esta vez serán otros dioses menores los que aparecerán para salvar el alma de faraón.

Siguen atravesando puertas, ya casi al amanecer, desde el túnel que está atravesando, conectado con el Nilo, se empieza a ver la luz del sol. El faraón vuelve a ser atacado por Apofis, pero consigue salvarse.

Ya está amaneciendo y ve el sol, guiado por una procesión de dioses se acerca al cielo de la mañana. Ya puede ver el escarabeo, la señal del sol naciente.

El magnífico escarabeo del faraón Tutakamón

El magnífico escarabeo del faraón Tutankamón

El faraón ya ha podido atravesar el inframundo y se ha convertido en un dios, Egipto se ha salvado.

Sin embargo, este es el camino que en la mitología egipcia debe hacerse cada noche.

Los egiptólogos creen que las pirámides, las tumbas de los faraones, recreaban el cosmos, y sus textos eran la clave para poder atravesar cada una de las puertas, para hacer predecible ese último viaje, como si fuera una guía que se podía usar, una vez fallecido, para alcanzar la inmortalidad. Los jeroglíficos de las paredes y del techo de las pirámides que reproducían el libro de los muertos, eran como un guión sagrado.

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El Nilo (hapy o iteru en aquella época), además de proporcionar agua en abundancia, de permitirles desplazarse entre sus tranquilas aguas, era además el portal hacia la otra vida.

Una imagen actual del milenario río

Una imagen actual del milenario río

 

Más imágenes sobre este tema se pueden encontrar en la Tumba Tebana (TT) 33, del escriba Potamenofis.

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