¿Los antiguos griegos veían y cartografiaban el mundo tal y como lo entendemos actualmente?. La respuesta es un no rotundo. En esa época comenzaron a surgir las teorías sobre las diferencias en la temperatura de las distintas zonas de la tierra. Algunas de ellas, con matices y actualizaciones (en la Edad Media se adaptaron y en el Renacimiento tomaron fuerza), se siguen hoy manteniendo.
Vamos a explicar cómo se fueron gestando en el mundo Mediterráneo las ideas sobre la tierra, sus habitantes, el mar y las zonas geográficas, que durante siglos se utilizaron en la tarea de levantar mapas. En el globo terráqueo se diferenciaban las zonas en las que se pensaba que la vida era posible y otras en las que era «imposible vivir» por las condiciones climáticas adversas. Primero vamos a conocer las grandes zonas en las que se dividía la tierra, el papel de los mares y, posteriormente, los climas que se distinguían en los territorios habitables.
La división de la Tierra
El mundo griego comenzó describiendo diferencias espaciales en el globo terráqueo. Esta distinción respondía sobre todo a un criterio astronómico, por zonas, que oscilaron según la época y el autor.
Ya por entonces el mundo se considerara redondo o esférico (aunque algunos lo veían plano), y se dividía en zonas, vinculadas con la temperatura y la inclinación del sol. Parece que el primer filósofo que dejó escrito este tema fue Parménides (siglo V a.C.), que decía que la esfera terrestre se podía dividir en 5 grandes zonas: una tórrida central, a la que seguían dos templadas y 2 frías, que coincidían con los polos. La zona templada era dos veces mayor que las otras dos. Posteriormente Aristóteles, Polibio, Posidonio, Estrabón y Macrobio asumieron, con matices, esta división.

Otro dibujo de las zonas de Macrobio publicado posteriormente
Macrobio (siglo IV), por ejemplo, mantenía que eran 5 y les dio nombres; la parte helada (frígida) en los polos, dos templadas (temperata) y una tórrida (perusta) en el centro. De todas ellas creía que sólo era posible la vida humana en las zonas templadas, por lo que se distinguía la que estaba habitada, denominada oikumene, y la que se consideraba que no lo estaba. La zona templada austral era la «anti-tierra», donde vivían los antípodas. Su idea tuvo mucho eco en autores posteriores, como podemos deducir tras la lectura de algunas de las denominaciones que propuso.
En época medieval esta teoría estaba muy extendida, especialmente en el mundo musulmán, aunque el número de zonas podía variar de 5 a 7 según autores.
La Tierra estaba rodeada de agua
Se puede apreciar en el mapa siguiente que la tierra aparece rodeada de mar por todas partes. En la ancha franja ecuatorial también se puede distinguir un mar entre dos partes continentales, al norte y al sur. El Alveus Oceani era un mar (a veces se traduce también como río) que unía el Océano Occidental (Atlántico) y el Mar Índico.

Las 5 zonas de la Tierra según Macrobio. Edicion de Brescia s. XV. Fuente: Olcina, 2016.
La tierra que aparece al sur formaba parte de otro continente, al que nadie podía pasar por el extremo calor que hacía, y también por las corrientes y tormentas que se producían en ese océano, que hacían casi inevitable el naufragio. En el caso de que alguien atravesara el Alveus Oceani, no podría regresar para contarlo, porque «desde el precipicio del otro mundo no se podía subir al nuestro».
«Ves cómo la tierra está rodeada y envuelta en bandas, por decir así, y que dos de ellas, completamente opuestas y orientadas de cada parte hacia los polos mismos del cielo, son regiones heladas; y aquella que está en medio de las dos y es la más grande, es abrasada por el ardor del sol. […] Pues la tierra habitada por vosotros, estrecha hacia los polos, y más ancha por los lados, es una pequeña isla rodeada por aquel mar que en la tierra llamáis Atlántico, Grande, Océano, y que a pesar de estos nombres altisonantes es tan pequeña como ves». (Cicerón. El sueño de Escipión, traducción de Vilam Correa, Bogotá 1963).

Mapa de Ptolomeo. Fuente
Otra peculiaridad era que el Océano Índico se representaba en algunos mapas como un mar cerrado, como se puede ver en el de Ptolomeo. Posteriormente esta idea fue variando, especialmente cuando los navegantes españoles y portugueses demostraron que no era así.
La tierra habitada
La zona templada, donde la vida era posible, se podía dividir en diferentes franjas, dependiendo también de supuestos astronómicos, y a cada una de ellas en época griega se les denominó klimata (aunque no coinciden exactamente con el concepto actual de clima que tenemos).
La primera representación de la situación de cada klimata (que eran franjas paralelas al Ecuador que comprendían porciones de tierra) que nos ha llegado es de Eratóstenes. Éste dividió en 7 franjas el mundo habitado, cuyo nombre coincidía con las ciudades más importantes de cada una de ellas (eran de sur a norte, Aromates, Meroe, Siena, Alejandría, Helesponto, Boristhene y Thule). Hiparco las subió a 11, añadiendo como puntos de referencia Babilonia, Sidón, Rodas, Atenas e Hibernia (Irlanda). Estrabón mantuvo esas 11 diferencias.
El gran Ptolomeo, ya en el siglo II, añadió 26 líneas equidistantes a partir del Ecuador, desde oriente hasta occidente, para dividir la Tierra y retomó los 7 klimatas de las zonas habitadas, delimitadas por un criterio horario (horas de sol recibidas), siendo menor conforme aumentaba la latitud. Cada uno tomaba el nombre de la ciudad más importante, con el prefijo dia (por ejemplo Dialexandria).

Las divisiones que estableció Ptolomeo y los 7 klimatas. Fuente: La Geografia di Claudio Tolomeo 1574. Fuente: BNE
Su obra tuvo mucha influencia en las épocas medieval y moderna, por lo que se encuentran múltiples referencias a ella, tanto en tratados cristianos como musulmanes.

Las siete franjas en uno de los mapas del atlas Queen Mary (S. XVI). Fuente: British Library
Con el Renacimiento, y sobre todo con las grandes expediciones marítimas hispano-portuguesas, esta forma de ver el planeta cambió radicalmente. Una división más actual y detallada de los climas se puede encontrar aquí.
Más información
GÓMEZ ARANDA, Mariano. Teorías astronómicas y astrológicas en el «Comentario de Abraham Ibn Ezra al libro del Eclesiastés». Sefarad. 1995, 55, 2, p. 257-272.
LEWIS, Martin W. Dividing the ocean sea. Geographical Review. 1999, 89, 2, p. 188-214.
OLCINA CANTOS, Jorge. El clima: factor de diferenciación espacial. Divisiones regionales del mundo desde la antigüedad al S. XVIII. Investigaciones Geográficas. 1996, 15, p. 79-98.
PÉREZ FERNÁNDEZ, Isacio. Brevisima relacion de la destrucion(sic) de África: preludio de la Destrucción de Indias: primera defensa de los guanches y negros contra su esclavización. Editorial San Esteban, 1989.
[…] mundo, tal y como se concebía en esos momentos, era el ecumene y las aguas formaban el Océano, dos conceptos aparentemente simples, que la Teología terminó haciendo mucho más complejos. […]
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[…] Así este inmenso océano, ha recibido muchos nombres, según la cultura de los navegantes que llegaron hasta él. Durante la época antigua y medieval en Europa formó parte del “Alveus Oceani”, que separaba la tierra habitada del precipicio en el que se podía caer…. […]
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