Recientemente se ha publicado un libro que relata con exquisito detalle y excelente capacidad analítica el uso que se le dio a la madera procedente de la Sierra de Segura en los arsenales militares españoles durante la época ilustrada. Titulado La Provincia Marítima de Segura y la Marina de la Ilustración. La contribución de las maderas de Segura de la Sierra a la construcción naval del siglo XVIII, es fruto de años de búsqueda incansable en archivos y de un concienzudo trabajo de análisis e interpretación de las fuentes, realizado por el Dr. Vicente Ruiz García. Aunque se circunscribe preferentemente al ámbito geográfico-administrativo de la que fue la Provincia Marítima y a los años de 1733 a 1836, el análisis de los distintos aspectos y variables que realiza le dan a la obra una proyección más allá del espacio natural y cronológico que abarca. Se trata de una monografía que pone de manifiesto importantes claves para el entendimiento de temas tan relevantes como la explotación forestal, el poder naval o la resistencia popular en la España del Antiguo Régimen.

El autor, además de realizar un magnifico estudio sobre el alcance y la contribución de las maderas de Segura de la Sierra a la construcción, y sobre todo el mantenimiento de los buques de la Real Armada en la segunda mitad del siglo XVIII, tiene entre sus objetivos desterrar algunos mitos y tópicos que una pobre historiografía sobre el tema ha permitido que se perpetúen a lo largo del tiempo, llegando incluso hasta nuestros días. La contundencia y la calidad de la documentación que utiliza, junto con un estudio pormenorizado y preciso, da luz sobre, por ejemplo, a la manida aseveración de que la Marina fue la culpable de la devastación de los montes de Segura, demostrando en un análisis comparativo y en perspectiva, dónde han estado realmente los hechos que han sido determinantes sobre estos espacios naturales a través del impacto humano, destacando sobremanera la puesta en marcha y el desarrollo del ferrocarril, ya en el siglo XIX.

La construcción naval
A comienzos del siglo XVIII, con la llegada de los borbones a España y las reformas llevadas a cabo, entre muchas otras, en el ámbito de la Armada, los Reales Arsenales fueron los principales consumidores de este indispensable género y el auténtico corazón de la nueva política naval. Pero lo que realmente daba vida a estos enclaves era la llegada de un correcto abastecimiento de materiales a través de las distintas arterias que irradiaban a su alrededor, o más allá de estas instalaciones y su Departamento. De esta manera, eran sus latidos y el ritmo de éstos, en cuanto a la construcción y el mantenimiento de los buques de rey, los que podían determinar, en un alto porcentaje, el éxito o fracaso de las estrategias y tácticas navales marcadas por los acontecimientos bélicos.

Podemos resumir en tres los problemas fundamentales del abastecimiento de maderas en esta época:
- a) si los recursos forestales existentes cubrían las necesidades, especialmente de arboladura y tablazón;
- b) la distribución, ya que es más costoso el transporte hasta los arsenales que la propia corta y preparación de la misma; y
- c) la política, donde se ponía de manifiesto la autoridad a través de los problemas jurisdiccionales y sociales que iban surgiendo, a partir de los distintos intereses sobre las demarcaciones de los espacios naturales creados.
Una nueva Armada
El estado y puesta a punto de esta nueva y reorganizada Real Armada, cada vez con más unidades, se reflejaba en el de sus arsenales peninsulares y el de La Habana, siendo el objetivo prioritario avituallarlos. Se hizo un gran esfuerzo por disminuir el tiempo de llegada de los distintos géneros y el abastecimiento regular de éstos. También se mejoró notablemente la calidad en la construcción de los buques, gracias a los nuevos aportes técnicos, y comenzó la preocupación por mantener en buenas condiciones la flota, como lo reflejan las continuas alusiones al control y realización de carenas, recorridas o cambio de zapatas, sobre todo en navíos y fragatas.
Cuando Felipe V puso en marcha toda la maquinaría de reformas que pretendían cambiar la organización del Estado, no sabían las poblaciones de la comarca histórica española de la Sierra de Segura que iban a pasar a jugar un papel importante y estratégico en ciertos ámbitos económicos, y sobre todo marítimos de la Monarquía. La universal Sevilla, a través del establecimiento del Negociado de Maderas dependiente de la Real Hacienda en 1733, y los arsenales de Cádiz y Cartagena, con la promulgación de las Ordenanzas de Montes y la creación de la Provincia Marítima en 1748, tendrán un protagonismo relevante en sus bosques y sus gentes.

Las maderas de la Provincia Marítima de Segura
Esta obra deja también patente que la contribución de las maderas de Segura para la construcción y mantenimiento de las embarcaciones de la Real Armada española, no fue anecdótica. Ahora bien, sería erróneo pensar que ésta supuso cuantitativamente una cifra muy importante y que se mantuvo presente a lo largo del todo el período. Esta masa forestal, sobre todo los pinos salgareños, se convirtieron en determinados momentos históricos en piezas, y nunca mejor dicho, fundamentales. De ello dan prueba irrefutable los arsenales de Cádiz y Cartagena, auténticas factorías navales que fueron de los principales consumidores, en distintos momentos y cantidades, de un recurso tan indispensable como estratégico.
Con un gran rigor científico y con una exposición clara, se analiza todo el complejo proceso de selección, corta, preparación y traslado de la madera, tanto en sus aspectos legislativo, organizativo como sobre todo práctico, éste último desde las propias raíces del bosque de la Sierra de Segura. El autor, nos va guiando y descubriendo todos y cada uno de los parajes y lugares por donde discurren las nobles pinadas, en complejas expediciones de hombres, animales, carros, entre otros, bien por los cauces fluviales o por tierra, con unas magníficas y realistas descripciones de los espacios naturales que recorre tan preciada carga, así como las innumerables dificultades y vicisitudes que acontecen en cada uno de los trayectos y poblaciones por donde discurren, hasta su destino final en los arsenales de la Carraca o Cartagena durante buena parte del siglo XVIII.
Algunos de los buques construidos
Varias partidas de maderas llegaron desde la Sierra de Segura en la década de los cuarenta a Cartagena para la construcción y el mantenimiento de las unidades de la Escuadra de Galeras, pero la supresión y desarme de ésta en 1748 hizo que la ya almacenada se empleara en la fábrica de un tipo de embarcación mediterránea por excelencia, el jabeque. Tenemos noticia que durante los años de 1751 a 1753 seis fueron botados en el Arsenal: Cazador, Volante, Liebre, Galgo, Aventurero y Gitano. También se construyeron los primeros navíos de dos puentes, Septentrión y Atlante. Este último, uno de los que tuvo una mayor vida activa, con 67 años de servicio en la Armada (1754-1817).
Para concluir
Estamos seguros que esta obra, contribuirá a que se comprenda mejor un esfuerzo complejo, costoso y titánico, de unas gentes y unos recursos naturales de tierra adentro que se vieron inmersos, sin tener conciencia de ello, en una época tan convulsa como apasionante. Uno de sus primeros reconocimientos ha sido el Premio “Cronista Alfredo Cazabán”, concedido por el Instituto de Estudios Giennenses de la Diputación Provincial de Jaén en el año 2017 y que ve la luz gracias, también, a dicha institución.
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¿Alguna ves te has preguntado cómo fue posible construir las inmensas flotas de las grandes batallas del XVIII? Con un cuidado sistema de localización, cuida y transporte de maderas.
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