En el día Internacional de los Archivos.
Autora: Dra. Celia Chaín Navarro, Catedrática de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Murcia
Los archivos son nuestra memoria escrita. Entre sus valiosos fondos se hallan las raíces de la identidad de un pueblo y, por lo tanto, quienes los conservan, gestionan adecuadamente y difunden, contribuyen a hacer más patente su relevancia.
Se ha dicho muchas veces que un pueblo sin Historia no es un pueblo, pues sin archivos difícilmente podrá probar que lo es. Hacemos Historia con sus documentos, disfrutamos encontrando los hechos acaecidos en otro tiempo, buscamos nuestras raíces en ellos una y otra vez. A cambio sólo nos piden un estado de conservación digno, un tratamiento propio y un cuidado que debía ser primoroso dada su importancia.
Tampoco debemos olvidar (para no imitarlos nunca) a quienes, en un intento de doblegar conciencias, han querido borrar los hechos ocurridos destruyendo archivos, a aquellos que desde su ignorancia han acabado con recuerdos milenarios, a los que han consumido bajo el fuego de su odio pergaminos y legajos, y los que, teniendo bajo su tutela una parte importante de nuestro Patrimonio, no quieren sacarlo a la luz pública por temores infundados.
Una Historia que no está basada en fuentes archivísticas es fácil de manipular, de llevar por el camino estrecho y tortuoso de la intransigencia; en resumen, de hacer a gusto de quien la escribe o de quienes la pagan.
Un niño pequeño si ve un legajo rápidamente pensará que es papel viejo, pero si le enseñamos la historia que transmite soñará con él, se verá en una isla de piratas buscando un tesoro o se creerá guardiamarina aprendiendo a interpretar un derrotero y luego navegará como capitán en el Santísima Trinidad. En su viaje verá sirenas y monstruos marinos, descubrirá nuevos territorios lejanos, se alumbrará por faros milenarios. Cuando se despierte ya nunca más pensará que un legajo es un papel viejo, porque le recordará las historias soñadas y, por un momento, de mayor querrá ser historiador, geógrafo, navegante, archivero, arquitecto naval, descubridor… y todo gracias a un simple papel escrito hace siglos y a una persona que en pocos minutos lo ha llevado a ese maravilloso destino.
Para comprobar la riqueza interminable referida al patrimonio documental que tenemos disponible, y que, por regla general, es bastante desconocida, adjuntamos dos tablas con parte de las estadísticas del Censo Guía de Archivos de España e Iberoamérica.

Nº de archivos españoles, por Comunidades Autónomas, según Censo Guía de Archivos de España e Iberoamérica.
La primera se corresponde con el número total de archivos censados, divididos por Comunidades Autónomas Españolas, y la segunda recoge los que se hallan en países hispanoamericanos. Hay que advertir que se incluyen tanto los históricos como los administrativos (aquellos que, pasado el tiempo, se convertirán en históricos).
También incluimos aquí alguna muestra de la belleza de ese patrimonio documental, que según la Constitución es de todos los españoles, pero que muy pocos conocen, por lo que es difícil que puedan apreciar su valor, y lo que es más importante: contribuir a su preservación y difusión.
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Un artículo super interesante. No hay que dejar que desaparezcan estos pequeños tesoros.
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