Este «tratado de calafatería» expone muy detalladamente las labores necesarias para que el casco de las embarcaciones esté en perfecto uso. El calafate tenía la misión de impermeabilizarlo cerrando las junturas de las maderas con estopa y brea, alquitrán u otra sustancia semejante, como la fibra de coco. El tratado explica que tenía que ser marinero y cuidadoso en las cosas de su profesión.

Cuando estaba embarcado, el calafate se debía encargar igualmente de mantener estanco el buque (para que no entrase el agua por ningún agujero ni rendija) y cuando existían bombas de achique a bordo también las tenía a su cargo. Entre otros deberes estaba, según este tratado, el de adrezar la lancha y chalupa si se lo ordenaba el capitán.
En combate debía estar abajo de la cubierta, para ir tapando los balazos que recibiera la nave. Su alojamiento estaba con la gente de mar.
Cuando trabajaba en carena debía recibir la mitad del jornal de lo que ganaba un oficial.

Herramientas
Su herramienta más común es el «mazo (mallo de meter)», y junto a ella debía tener «dos (mazos) de recorrer, tres hierros de cortar, seis de galafatear, dos magajos, una sierra de mano, cuatro martillos, dos grandes y dos pequeños; dos hachas y una azuela, un juego de barrena».

Vamos a conocer con más detalle dos de las funciones más importantes que tenía:
Mantener estanco el casco del buque
En su primera función de mantener la madera del casco en perfecto estado, debía recorrer las cubiertas y altos por donde había goteras para taparlas.

Las directrices principales de actuación que señala el libro son las siguientes:
La pernería (genéricamente clavos) debe ir conforme a las maderas que van a sujetar.
El reclavado. Los clavos deben ser dos veces más largos que la tabla de afuera. Para las naves construidas con lata deben ir a «filo de cuchillo», un tercio en la tabla y el resto en la madera. Cuando las latas están tableadas, la clavazón debe ser más corta y gruesa.

El barreno (agujero) y el clavo deben ser proporcionados.
- En la costura de la embarcación hay que abrir un hueco entre tabla y tabla para impermeabilizarlo con estopa o cáñamo.

Una vez metida la estopa (la parte gruesa del lino o del cáñamo), se moja y luego se pone la brea (mezcla de pez, sebo y aceite de pescado) sin dejar espacio alguno. No debe rebosar. Hay que picar el cáñamo dentro para que absorba bien la brea.
Recomienda usar el cáñamo para el roble y la estopa negra para el cedro.
Para luchar contra la broma (el molusco que agujerea las maderas y hace que los barcos de madera dejen de ser útiles) recomienda emplomar. Enumera las maderas que más se ven afectadas por ésta, que son cedro, alborne, caoba y pino de Flandes. El teredo navalis les afecta en menor medida a la encina y el caravallo (roble). Y las que no dejan pasar la broma son el cedro de Jamaica y el roble de La Habana.
Encargarse de las bombas de achique
El agua puede entrar en el barco debido a múltiples factores, como que haya marejada, que llueva, que se creen fugas o por otras razones. Como resultado, el líquido se va acumulando en la sentina, la parte más baja. Por este motivo se debe evitar poner carga en esta zona, y hay asegurarse de que el agua acumulada sea achicada lo antes posible, porque si se acumula puede suponer un peligro para la estabilidad de la nave, pero también para la salubridad de sus tripulantes. Por lo tanto, tener bombas de achique en buen estado era, y sigue siendo, vital para asegurar que la nave flote de manera adecuada, pero también para la seguridad y para el mantenimiento de ésta. El calafate debía ocuparse de ellas.

Las bombas de achique más antiguas eran manuales y se usaron durante siglos en la navegación, aunque actualmente sólo las llevan algunas embarcaciones para usarlas en caso de que la eléctrica falle, o como apoyo para cuando hay demasiada agua, como en el caso de un temporal.

Para concluir
Este tratado del siglo XVII, recuperado por Fernández Duro, es una de las pocas muestras escritas de las actividades de esta profesión tan importante, cuando los barcos estaban construidos en madera. Básicamente sus funciones eran que el casco de la nave estuviera siempre estanco, para que el agua no entrara en el interior, y hacerse cargo de las bombas de achique. Actualmente quedan ya muy pocos y los que siguen están vinculados a las embarcaciones de madera que todavía existen, tareas de pesca a pequeña escala y a traslados turísticos o deportivos.
Más información
BARROS, Amândio Jorge Morais. Barcos e gentes do mar do Porto (séculos XIV-XVI). História: revista da Faculdade de Letras da Universidade do Porto, 2019, 14.
FERNANDEZ DURO, C. Tratado de galafateria. Edición Facsímil, ya que el original es del siglo XVII. Barcelona: Llagut, 1995. Se puede leer en el libro VI de las Disquisiciones náuticas del mismo autor.
GONZÁLEZ CRUZ, David e IZQUIERDO LABRADO, Julio. Astilleros, Barcos y construcción naval en tiempos de los descubrimientos: Palos de la Frontera y puertos del litoral onubense (Huelva, Saltés y San Juan del Puerto). En Barcos y construcción naval entre el Atlántico y el Mediterráneo en la época de los descubrimientos (siglos XV y XVI). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 2018. p. 51-87.
Muchas gracias. Muy ameno e interesante. Como siempre
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Gracias a usted. Un saludo.
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