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Posts Tagged ‘Embarcaciones de remo’

Si existe una embarcación característica en el Mediterráneo, fácilmente identificable por sus formas y sistemas de avance, esa es la galera. En este blog hemos dedicado numerosas entradas a explicar su origen, construcción, formas, tripulación y navegación, entre otras muchas. También hemos comprobado que estas contribuciones han generado mucho interés en los lectores, lo que nos hizo plantearnos la necesidad de compilar el conocimiento generado entre los miembros de la Cátedra de Historia y Patrimonio Naval acerca de estas impresionantes naves. Fruto de ello es esta monografía:

La galera fue durante varios siglos una de las máquinas de guerra más importantes para el mantenimiento del poder naval de reinos y repúblicas en el Mediterráneo. A pesar de su importancia histórica y de que las españolas fueron probablemente de las más avanzadas, de las mejor construidas y armadas, éstas no han sido muy estudiadas, ni muchas de sus fuentes analizadas. Aunque existe cierta historiografía, que en los últimos años se ha incrementado, en lo referente al tema técnico de la arquitectura y la navegación es escasa.

Para dar forma a las galeras no había planos, sino que se utilizaba el gálibo maestro como plantilla, o sistema básico, que define las dimensiones a partir de su número de bancos, con una interescalamia de 1,20 m (que determinaba la parte de la eslora correspondiente a la cámara de boga), y el número de remeros por banco (que marcaba la manga). Definidas las dimensiones de la cámara de boga, se les sumaban la longitud de la popa, de la corulla y del tamborete, obteniendo una embarcación tipo de unos 26 m de eslora sobre la cubierta y unos 3,7 m de manga.

Galera del Adelantado Mayor de Castilla, finales del S. XVI Fuente: Biblioteca del Palacio Real

Hubo galeras de diferentes tamaños, tales como las capitanas, patronas, grosas, bastardas, bastardelas, medianas, sutiles, ordinarias, entre otras, pero no hay homogeneidad en las medidas de cada tipo hasta la segunda mitad del siglo XVII. También se van construyendo más naves de la familia de las galeras, tales como la galeota (galera más pequeña), y otras como la fusta, el bergantín y la fragata. La de mayor tamaño era la galeaza, una modificación de la galera de mercancía, que se estrenó en Lepanto, y que marcó el cenit de éstas como buque de guerra en el Mediterráneo.

Galeaza veneciana rompiendo la línea turca en Lepanto. Extraído de KONSTAM, Angus; BRYAN, Tony, Lepanto 1571. The greatest naval battle of the Renaissance. Oxford: Osprey Publishing, 2003

El éxito de estas embarcaciones rémicas fue tal que muchos reyes y gobernantes quisieron contar con expertos carpinteros de ribera en sus astilleros y arsenales. Esto provocó una migración profesional de maestros de un lado al otro del Mediterráneo, con una técnica común que terminó creando una cultura de construcción naval que iba más allá de la fabricación de naves. Incluía medidas muy parecidas, prácticamente las mismas herramientas, un gran secretismo sobre las técnicas de construcción y un lenguaje común, la lengua franca marinera mediterránea, extendida a ambas orillas del Mare Nostrum, que hablaban no sólo carpinteros y calafates, sino también los navegantes y comerciantes. Hoy podemos encontrar rastros de ella en cada una de las lenguas de los distintos países ribereños. En español, por ejemplo, tenemos voces como azuela, betún, calafate, estopa, gálibo o garlopa, procedentes de esta antigua forma de comunicación marítima.

Modelo de galera construida por Félix Moreno Sorli, asesorado por el Dr. Fondevila. Fuente. Fotografía: Francisco Cabezos Almenar

La técnica que había sido común en los países ribereños del Mediterráneo se traspasó a América. Allí estos conocimientos se mezclaron con los de los constructores aborígenes del nuevo continente. Además, las maderas americanas y asiáticas recién descubiertas enriquecieron el acervo con el que éstos contaban, favoreciendo una fábrica naval más diversa.

Para completar este análisis, en el desarrollo de los capítulos, se han realizado más de 120 dibujos que representan no sólo las piezas más importantes de esta embarcación sino, sobre todo, su arquitectura, es decir, la forma, acoplamiento y función de cada una de ellas, así como su arboladura. Todos son inéditos y se han realizado a partir de la información recogida e interpretada en la documentación de archivo, junto con las representaciones iconográficas de época (cuadros, frescos y bajorrelieves, entre otros). Ha sido Antonio Soler Pagán, delineante y miembro de la Cátedra de Historia y Patrimonio Naval, quien ha llevado a cabo los dibujos que ilustran este libro, al que agradecemos su paciencia ante los innumerables bocetos que le presentamos y las múltiples modificaciones que posteriormente le propusimos que llevara a cabo.

Por desgracia, uno de los autores ya no está entre nosotros, porque falleció en el año 2020. El Dr. Pedro Fondevila fue el adelantado en esta línea de investigación en la Cátedra, y nos contagió su entusiasmo e interés. Este texto también queremos que sea un sentido homenaje, en reconocimiento a todo el trabajo que desarrolló en la búsqueda incansable de otorgarle a las galeras el papel preponderante que se merecen tener en nuestra Historia Naval.

FONDEVILA-SILVA, Pedro; CHAÍN NAVARRO, Celia y SÁNCHEZ BAENA, Juan José. Las galeras españolas en la Edad Moderna. Evolución, arquitectura y navegación. Madrid: Editorial Silex, 2023.

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Durante el mes de agosto hacemos recopilaciones temáticas, basadas en las series de esta bitácora. Esta semana hemos dedicado especial atención a un tema de enorme interés, algunos de los tipos de naves utilizadas a lo largo de la Historia. Su evolución casi siempre ha ido dirigida a mejorar prestaciones en cuanto a la navegación y, en siglos posteriores, a hacer más cómodo (dentro de lo que cabía) el viaje.

Época antigua

Una de las primera y más conocidas es el arca de Noé, que según algunos de los textos que nos han llegado podía ser como un coracle, similar a los que todavía existen en Basora (Irak) o en la India, pero mucho más grande.

Coracle actual. Fuente

En el antiguo Egipto se construyeron multitud de naves, unas para navegar por el Nilo, otras para pasar al Mediterráneo. La influencia del medio marítimo fue tal que a los faraones se les enterraba con sus barcos muy cercanos, que el largo viaje al inframundo se cruzaba en una pequeña nave y que en las procesiones para sacar a los dioses, éstos iban en embarcaciones.

La enorme barca solar de Keops. Fuente

Los “barcos de Biblos” o las “naves de Tarsis” eran las que los egipcios usaban en alta mar, es decir, las que se adentraban tanto en el Mediterráneo como en el Mar Rojo.

Barco de Biblos o de alta mar. Fuente: Historia National Geographic

Uno de los pueblos mejor preparados para la navegación fueron los fenicios, que dieron distintos usos a los productos de la construcción naval. El barco destinado al comercio era la gôlah (en griego gaulos). Su evolución se inicia a mediados del segundo milenio y debió influir en los modelos empleados por los griegos a partir del siglo VI a.C. La fisonomía del casco es la habitual de las naves mercantes, curvo y panzudo. Su proa y popa son idénticas y para  gobernarla se utilizaba un timón de espadilla. Había una baranda protectora hecha de tablillas o cañizo.

Mercante cananeo dibujado por Guerrero. Fuente

Los barcos fenicios para la guerra (hippoi) tenían una eslora que podía oscilar entre los ocho y doce metros, sin bodega ni cubierta de carga, aunque sí que llevaban sentina. El sistema de propulsión era mixto, vela cuadra y remos. El número de remeros embarcados dependía mucho del tipo de empresa marinera.

Moneda fenicia que representa un barco de guerra (Castro). Fuente

La antigüedad clásica fue cuna de multitud de naves como las birremes, trirremes o cuatrirremes, entre otras muchas. Como en la cultura anterior, existían ciertas embarcaciones preparadas para el comercio, el traslado de tropas, de caballos y otras especialmente equipadas para la guerra. Un buen ejemplo son las naves romanas de Maguncia, restos de madera de cinco embarcaciones militares romanas del siglo IV d. C. y sus reproducciones. Se pueden dividir en dos tipos, una más grande (navis actuaria), para el transporte de tropas a mayor escala y las otras cuatro, más pequeñas, que también servían para llevar soldados (navis lusoria).

Reproducción de una navis lusoria. Fuente

La voluntad de reyes y príncipes de destacar influyó en la construcción de naves peculiares y casi únicas, como las que mandaron hacer algunos de los miembros de la familia de los Ptolomeos (por ejemplo thalamegos y tessarakonteres) o las que Calígula tenía para pasear por el lago Nemi, destruidas por el ejército nazi.

En el continente asiático varios tipos de barcos, algunos muy conocidos, entre los que se encuentran los lenjes persas, los dhows árabes como el que se encontró en el estrecho de Malaca o los juncos, han servido durante milenios a multitud de civilizaciones para navegar por mares y océanos.

Reproducción de un junco asiático. Fuente

Época medieval

La embarcación que durante una parte de la Edad Media y hasta entrado el siglo XVII cruzaba el Mediterráneo fue la galera. Heredera de los dromones bizantinos, en su estructura se fueron añadiendo elementos y sistemas que la convirtieron en la nave de guerra más poderosa durante siglos. En el blog le hemos dedicado dos series (I y II), dado que es una de las líneas de investigación que llevamos desarrollando desde hace años.

Época moderna

Galeras y galeazas fueron protagonistas en la batalla de Lepanto. Pero con la llegada a América por parte de Colón, las expediciones a territorios lejanos inexplorados y la ruta de las Especias, las necesidades en la navegación comenzaron a variar. Los océanos Atlántico y Pacífico exigían a las embarcaciones características muy distintas a las que tenían la mediterráneas. El alto bordo, por ejemplo, era una nueva necesidad que las galeras no cumplían. Así fueron desarrollándose nuevos barcos, entre los que merece la pena destacar naos, carracas, carabelas o galizabras, que terminaron fraguando en los tipos que son más conocidos actualmente como fragatas y navíos.

De los grandes buques de guerra españoles construidos en el siglo XVIII se dispone de planos, iconografía variada y modelos de arsenal (que son reproducciones a escala realizadas para mostrar detalles o variaciones de sistemas en la construcción de un navío, fragata u otro barco bélico). En la serie Navíos españoles del siglo XVIII, escrita por J.C. Mejías, un colaborador de la Cátedra, se proporcionan las líneas básicas para identificar este tipo de buque, los sistemas de construcción que se emplearon y sus fechas de realización.

Navío Santísima Trinidad

Uno de los más conocidos es la fragata Mercedes, que saltó a la fama tras descubrirse que una empresa cazatesoros estadounidense estaba espoliando el pecio, hundido a principios del siglo XIX en aguas de la bahía de Cádiz.

Fragata Nuestra Señora de las Mercedes

Existen naves de naturaleza más específica, como las dedicadas al transporte de caballos, las que sirven para hacer arder a otras (los barcos de fuego), o los precursores de los acorazados como la barcaza espín, entre otros muchos. También extraños buques redondos como la popovka.

Ilustraciones

Aunque no han sido muchos los artistas que en sus obras han recogido naves históricas, ha habido uno en España que siempre ha destacado por su especialidad en ellas. Es Rafael Monleón, un pintor valenciano del siglo XIX, que representó multitud de embarcaciones de todas las épocas.

Para concluir

Éste ha sido un breve repaso a la tipología de embarcaciones utilizadas por la Humanidad que se han tratado en el blog. No están todas, aunque en esta bitácora seguiremos recogiéndolas a partir de septiembre. Son maravillas de la técnica que han ido apareciendo a lo largo del tiempo para intentar «dominar» las grandes masas de agua que nos rodean. Todo un logro.

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El fanal era un farol de gran tamaño que iba en las embarcaciones y que, aparte de servir para iluminar, se convirtió en el elemento principal que distinguía a las galeras capitanas y patronas. Empezó a ser conocido por este nombre a partir del siglo XVI. Se situaba en la popa de la galera y albergaba la luz que permitía mantener el contacto visual nocturno entre las diversas naves integradas en una escuadra.

Origen

Según O`Donnell esta costumbre ya estaba en vigor a mitad del siglo XIV, y aparece en las Ordenanzas de las Armadas navales de la corona de Aragón. Así, la necesidad de identificación especial del bajel del que partían las órdenes, determinó el mayor tamaño como forma de distinguir el fanal perteneciente a este tipo de buques, reservándose posteriormente el uso de tres simultáneas para la nave en la que hubiese embarcado el general, que se denominaba capitana.

Estructura

Un fanal estaba formado por un armazón de cristal de estructura de madera o metálica (o ambas) que servía de protección de la lámpara principal del buque. Por su forma, podían incluir tallado artístico tanto en su arquitectura como en su decoración, por lo que se fueron enriqueciendo y adoptando formas diferenciadas en concordancia con la categoría del mando de la nave con la misión que éste debía realizar. También en las galeras de otras naciones variaban algunos elementos.

Fanales venecianos del siglo XVII

Las cajas de vidrio adoptaron múltiples formas, ya que podían ser circulares, prismáticas, poliédricas o cilíndricas, e iban adornadas con los elementos decorativos más acordes con los gustos de la época.

Fanales de distinta forma. Los dibujos se corresponden, de izquierda a derecha, con el fanal de la galera de A. de Bazán, de una nave musulmana y de otras galeras cristianas. Lámina del libro Museo Español de Antigüedades. Madrid, 1872-1878.

Las galeras de fanal

Por este término eran conocidas las galeras más importantes, ya que sus capitanes eran autoridades que, en función de su rango podían usar este distintivo. El número y la posición de los fanales variaba, ya que durante el reinado de los Austrias cuando un monarca iba en una galera, ésta tomaba temporalmente el nombre de real y la disposición de los fanales cambiaba. También si la nave era la capitana o la patrona era distinto el uso de estos grandes faroles. Veamos más detenidamente esta cuestión, que además de que en su época era un elemento distintivo, ahora nos puede ayudar a identificar las galeras que se encuentran en pinturas, dibujos y grafitis. Mientras que estas embarcaciones estuvieron en funcionamiento, especialmente a partir del siglo XVII, se mantuvo el siguiente orden, con la disposición y número de fanales:

a) Las capitanas reales llevaban tres fanales iguales en línea sobre la pertigueta.

La Galera Real de Juan de Austria. Fuente

b) Las galeras capitanas de las diferentes escuadras llevaban tres fanales en triángulo, el fanal central más alto y de mayor tamaño que los laterales. Fadrique de Toledo mandaba en 1630 «que la capitana general debe encender los faroles y una vez que ésta se encienda deben hacer lo mismo el resto de las naves con el suyo».

c) La patrona real dos fanales centrados de igual tamaño.

d) Las galeras patronas de las escuadras portaban un fanal centrado.

Fuente

e) Las galeras sencillas llevaban una figura o santo en el centro, que podía ser de carácter religioso o profano, y que identificaba a la galera, y, en cada extremo de la pertigueta, un pequeño fanalete.

Algunos fanales famosos

En el Museo Naval de Madrid se conservan diversos fanales, réplicas en su mayor parte de los que posee el marquesado de Santa Cruz en su palacio de Madrid, que pertenecieron a su antepasado D. Álvaro de Bazán. El fanal de la galera «La Loba», que perteneció a éste, es una pieza artística de madera dorada, adornada en su base por ángeles, que aparece rematada por una figurilla de bronce de la Fama. Tiene más de metro y medio de alto, y está hecho de madera de peral muy bien tallada.

Fanal de la Galera La Loba de A. de Bazán. Fuente

También son conocidos los de la galera de Juan de Austria, descritos por Mal Lara. Otra estructura más voluminosa y menos estilizada, poliédrica, también cerrada por cúpula, con cariátides en las aristas, corresponde a una presa famosa, la capitana francesa de Felipe Strozzi, derrotada por el primer marqués de Santa Cruz en la batalla de las Azores en 1582. Algunos fanales de galera, tomados a los turcos en Lepanto, muestran líneas semejantes a los de «La Loba», aunque sin figuras humanas, ya que su religión lo prohíbe.

Fanal de galera turca del S. XVI

Más tarde, ya en el siglo XX, tenemos noticia de que en Zaragoza sale en procesión un enorme fanal, realizado en el Arsenal de Cartagena, tomando como muestra uno de los que capturó D. Álvaro de Bazán a los turcos, que se conoce como «fanal de la Marina».

Para concluir

Como hemos visto, el fanal empezó en el siglo XIV a adquirir un significado nuevo, que añadió a su función de adorno y para la iluminación, el de ser símbolo que identificaba a la autoridad naval del buque, y consecuentemente se convirtió en máximo botín de guerra juntamente con enseñas, estandartes y banderas.

De esta forma, una pequeña lámpara que servía para iluminar se terminó convirtiendo en un fanal, de mayor tamaño, que era además un elemento de distinción. Para saber si iba el rey en ella había una forma de anunciarlo, situando los fanales en paralelo, ya fueran los tres de la capitana o los dos de la patrona. Igualmente, a partir del siglo XVII, el número y la posición servían para identificar si la nave era la que capitaneaba la escuadra, si era la segunda o si por el contrario, por su ausencia, era una galera sencilla.

Más información

Cómo montar un fanal. Foro de Modelismo Naval. 2016.

FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo. A la mar madera. Libro quinto de las Disquisiciones Náuticas. Madrid, 1880.

O’DONNELL, Hugo. Las colecciones del Museo Naval de Madrid. Cuadernos del Instituto de Historia y Cultura Naval, 1991, 13, p. 7-16.

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Roma, uno de los mayores imperios del mundo antiguo, no sólo ocupó naciones y pueblos mediterráneos, sino que llegó hasta las frontera de la actual Alemania. Allí se encontró con los feroces guerreros germanos, que atacaban continuamente sus asentamientos. Una de las opciones de defensa y ataque más rápidas que tenían era patrullar los territorios a través de los inmensos ríos de la Europa central, y el Rin era uno de los mayores y más caudalosos. Era la frontera norte del imperio romano y como tal debía ser protegida y vigilada. Para navegar sobre él utilizaron unos barcos bastante grandes, algunos de cuyos ejemplares se encontraron enterrados en Maguncia, al oeste de Alemania, en la ciudad donde nació Gutenberg.

Hallados por casualidad, cuando se estaba excavando para hacer los cimientos de un hotel en los años 80, se localizaron los restos de cinco embarcaciones fluviales. Vamos a explicar cómo eran estas naves, sus elementos y el uso que se les daba.

Las funciones de las naves fluviales

Desde finales del siglo III apareció un nuevo modelo, en el que se combinaba el uso de defensas fronterizas estáticas, bajo el mando de un jefe (dux), junto a contingentes de tropas móviles (Luttwak, 1976). Partiendo de dicho marco, las flotas eran un componente sustancial de la defensa limítrofe en los ríos, actuando en coordinación con el resto de los elementos integradores, situados en la ribera. En casos de ataques de mayor entidad, o invasiones, se requería el apoyo de los destacamentos móviles.

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Una imagen actual del enorme cauce del Rin

Así, las patrullas fluviales de ríos como el Danubio, el Rin, el Mosa o el Nilo desempeñaron funciones variadas. Las flotillas actuaban como un elemento disuasorio y ofrecían asistencia a las tropas terrestres en campañas y acciones militares en un área próxima, pero, de igual manera, efectuaban cometidos de suministro y transporte de unidades a través de cursos fluviales (Campbel, 2012). A esta relación de funciones debe añadirse la asistencia ocasional en la construcción de pontones. En cualquier caso, la constitución imperial no ofrece dudas acerca de la capacitación de las embarcaciones patrulleras para entrar en combate y no limitarse únicamente a tareas de observación y vigilancia.

Los cinco barcos romanos que navegaban por el Rin

El museo de la navegación antigua de Maguncia tiene expuestos los restos de madera de cinco embarcaciones militares romanas del siglo IV dC, acompañados con réplicas a gran escala (con mayor o menor acierto). Se pueden dividir en dos tipos, uno más grande, para transporte de tropas a mayor escala y los otros cuatro, más pequeños, que también servían para llevar algunos soldados:

a) Los buques de menor tamaño, que eran los denominados navis lusoria, Tenían 22 m. de eslora, casi 3 m. de manga y aproximadamente 1 m. de altura. Eran muy estrechos y rápidos, y contaban con una fila de remos a cada lado, en las que bogaban 30 remeros. Pertenecen al tipo denominado Mainz A. Los análisis muestran que se construyeron en el año 385.

Reproducción de una navis lusoria

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Otra vista de la reproducción de una navis lusoria

Los restos hallados se encuentran expuestos cerca de las réplicas.

b) Un buque mucho más grande, llamado navis actuaria. Tenía también una vela más potente y era para transporte de efectos y efectivos militares de mayor importancia. Se denomina Mainz tipo B.

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Reproducción de una navis actuaria

Barcos para transportar carga muy pesada

Un poco más tarde, los restos de dos naves salieron a la luz cerca del punto de localización. Eran de fondo plano, con extremos inclinados en forma de rampa (del tipo Zwammerdam). Estos barcos a menudo se encontraban al norte de los Alpes y podían medir hasta 40 m. de eslora. Se utilizaron para transportar cargas pesadas en los ríos.

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Nave de fondo plano para transporte de grandes mercancías

El museo

La institución que los expone abrió sus puerta en 1994 en Maguncia, en el antiguo taller de reparación del ferrocarril del siglo XIX, cerca del teatro romano de Mainz. Hay relieves con representaciones de barcos, reconstrucciones de modelos y una galería dedicada a la historia de la navegación y a las técnicas de construcción de la antigua gente de mar. Tiene un taller, donde los visitantes pueden ver al personal que trabaja construyendo las réplicas de las antiguas naves.

Nota: todas las imágenes proceden del Museo de la navegación antigua de Mainz.

Más información

CAMPBELL, J. B. Rivers and the Power of Ancient Rome. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2012.

CORONA, Álex. Administración y renovación de flotas fluviales en el Danubio oriental durante época tardía. Revista de Derecho UNED, 2010, 6, p. 209-212.

D’AMATO, Raffaele. Imperial Roman Warships 27 BC–193 AD. Bloomsbury Publishing, 2016.

FERKEL, Hans; KONEN, Heinrich; SCHÄFER, Christoph. Navis Lusoria: ein Römerschiff in Regensburg. Scripta-Mercaturae-Verlag, 2004.

LUTTWAK,  E. The Grand Strategy of the Roman Empire: From the First Century A.D. to the Third. Baltimore / Londres: Johns Hopkins University Press, 1976.

WAWRZINEK, Christina. In portum navigare: römische Häfen an Flüssen und Seen. Walter de Gruyter GmbH & Co KG, 2014.

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Uno de los primeros pueblos conocidos por ser grandes navegantes y atrevidos comerciantes son los fenicios. Inicialmente estuvieron asentados en el este del Mediterráneo, en una amplia franja costera que estaba muy expuesta al oleaje, al viento y al resto de fenómenos atmosféricos. Su ímpetu comercial les llevó por todo el Mare Nostrum, que fueron capaces de cruzar hasta el temido océano Atlántico (lo llamaban mar tenebroso), llegando incluso a las islas británicas. De su primera época surgieron núcleos urbanos como Biblos, Tiro y Sidón. Otros pueblos se habían establecido allí siglos antes, como demuestra el yacimiento de Tel Hreiz.

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Principales asentamientos fenicios. Fuente

Tras la expansión, cuando desplegaron todo su poder por el litoral mediterráneo, fundaron importantes ciudades en la parte oeste del continente europeo (como por ejemplo Gadir) y en el norte de África (Cartago).

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Rutas comerciales fenicias. Fuente

Una vez establecidos en este último continente, se les empezó a llamar cartagineses y también púnicos (derivado del término griego que denominaba a los fenicios).

Mercante fenicio (Museo de Beirut)

Mercante fenicio (Museo de Beirut)

Han quedado algunas evidencias de las embarcaciones que estos pueblos usaron. Los antiguos egipcios, por ejemplo, utilizaron la denominación de barcos de Biblos para referirse a un tipo de nave concreto que procedía de esta ciudad y que surcaba las aguas del mar.

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Ánforas de cristal elaboradas por los pueblos fenicios. Fuente

Desde principios del siglo XIV a.C. la marina fenicia estuvo preparada para llevar a cabo grandes empresas comerciales ultramarinas. Los pecios de Gelidonia y Ulu Burum, así como las fuentes iconográficas procedentes de las pinturas de Tebas, apoyan esta idea. Las naves descubiertas en Mazarrón y en el Bajo de la Campana (en la región de Murcia, España) han abierto una nueva vía de investigación en este sentido.

Recientes trabajos han sacado a la luz muestras de dos tipos de naves, de uso y porte distinto, que utilizaban en el mar. Unos eran grandes barcos mercantes (gaulos o gauloi), utilizados en el comercio a grandes distancias para los intercambios en las costas mediterráneas. Los otros, conocidos por su nombre griego como hippos o hippoi, eran naves para la guerra, pero que también se utilizaban para el comercio a menor escala, como los pecios encontrados en Mazarrón. Guerrero ha investigador mucho sobre estas naves fenicias, y gracias a sus trabajos podemos ofrecer una síntesis de cómo eran.

Las grandes naves onerarias: gaulos

El barco mercante fenicio tipo es la gôlah (en griego gaulos). Su evolución se inicia a mediados del segundo milenio y debió influir en los modelos empleados por los griegos a partir del siglo VI a.C. La fisonomía del casco es la habitual de las naves mercantes, curvo y panzudo. Su proa y popa son idénticas y para  gobernar la nave se utilizaba un timón de espadilla. Había una baranda protectora a modo de escalamote de tablillas o cañizo.

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Dibujo de una nave fenicia cuyo casco aparece excesivamente curvado, pero sirve de muestra

Su eslora podría variar entre 18 y 25 m., la manga entre 5 y 8 m., con un puntal de 3 a 4 m. Era un barco armado con cuadernas y quilla. El desplazamiento estaría sobre las 150 toneladas. En la cubierta contaba con una empalizada que iba de proa a popa, en ambas bandas, para almacenar la mercancía menos pesada.

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Mercante cananeo (Guerrero, 98)

Tanto la roda como el codaste se elevaban sobre cubierta y posiblemente algunos de ellos llevasen figuras ornamentales. Sobre la proa había un ánfora, atada a la roda. Esta vasija podría ser una lámpara de aceite para encender fuego en la noche, con objeto de iluminar la cubierta y también para señalar su posición a otras naves de la flota.

Los barcos para la guerra: hippoi

Eran los barcos fenicios que tenían en la roda, a modo de mascarón, una cabeza de caballo. En la Antigüedad la procedencia de los navíos se identificaba por determinadas figuras, en un principio tal vez eran signos totémicos de los distintos clanes, que se colocaban en los lugares más visibles de la nave, principalmente en la roda (llamada akroteria).

Moneda fenicia

Moneda fenicia (Castro) en la que se puede apreciar una nave tipo hippos

Teniendo en cuenta todos los datos disponibles, Guerrero calcula que eran naves que tenían una eslora que podía oscilar entre los ocho y doce metros, sin bodega cubierta de carga, aunque sí que llevaban sentina. El sistema de propulsión era mixto, vela cuadra y remos. El número de remeros embarcados dependía mucho del tipo de empresa marinera.

Para concluir

Como todos los pueblos que se dedicaron al comercio, los fenicios tenían una amplia gama de embarcaciones, desde pequeñas canoas hasta grandes naves para el comercio. Son conocidos por dos grandes logros que han llegado hasta nosotros: la escritura y la navegación a grandes distancias.

Moneda fenicia con navio

Fuente: GARCÍA-TALAVERA CASAÑAS, Francisco. Purpurarias y Afortunadas. La Macaronesia Central en la Antigüedad. Makaronesia, 2006, 8, p. 60-82.

Más información

CARRILLO, M. Proyecto ITINERA (XXII): Fenicios, el comercio del lujo en el Mediterráneo. Zenda, 2020.

DIES CUSI, Enrique. Aspectos técnicos de las rutas comerciales fenicias en el Mediterráneo occidental (S. IX-VII aC). Archivo de Prehistoria Levantina, 1994, XXXI p.

Fenicios. The pheniciens.com, 2018.

GUERRERO AYUSO, Víctor M. La navegación en el mundo antiguo. Mercantes fenicios y cartagineses. Aldaba: revista del Centro Asociado a la UNED de Melilla, 1998,  30, p. 141-192.

MARTÍN RUIZ, Antonio. Barcos mercantes fenicios en el Mediterráneo occidental. Revista de Historia Naval, 2013, 31, 121, p. 37-54.

MAURO, Chiara M. Los pecios fenicios en época arcaica, estado de la cuestión. Ab Initio, 2014, 10, p. 3-29.

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Las formas tradicionales de construcción de barcos han existido en las costas de todo el mundo. Aunque ahora la fibra de vidrio ha reemplazado a la madera, todavía quedan algunos pueblos donde esta antiquísima tradición no se ha perdido del todo. Una de esas técnicas ha recibido la denominación de la UNESCO como patrimonio inmaterial en peligro desde el año 2011, y por ello le dedicamos la entrada de esta semana.

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Aunque hoy nos puedan parecer muy lejanos, los persas fueron una de las primeras civilizaciones establecidas en la parte euroasiática. Tuvieron reyes y emperadores muy conocidos como Ciro el Grande o Darío, el que se enfrentó con Alejandro Magno y fue derrotado.

Los barcos tradicionales del golfo Pérsico

La carpintería de ribera de tradición persa es una técnica con miles de años. Los barcos denominados lenjes, construidos tradicionalmente con medios artesanales, han sido y continúan siendo, utilizados por los habitantes de las costas septentrionales del golfo Pérsico para los viajes y el comercio marinos, así como para la pesca y la recolección de ostras.

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Fuente: UNESCO

Eran muy resistentes, por lo que se usaron igualmente para transportar grandes cargas, también se utilizaron en viajes más largos y expediciones comerciales a lugares tan lejanos como India y Zanzíbar.

Como en Europa sucedió durante siglos con las galeras, los lenjes iraníes se construían conociendo la carga que iban a transportar:

“Podemos determinar las dimensiones físicas de un lenj en función de la cantidad de carga que el cliente quiera transportar. Por ejemplo, si alguien quiere un lenj con una capacidad de 600 toneladas, sabemos que la longitud debe ser de 30 m, el ancho de 10 m, etc. A partir de eso, tenemos en mente lo que debemos hacer ”, dice un constructor de lenjes de Qeshm (Irán).

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Construyendo un enorme lenje. Fuente: Busuttil 2017

Los conocimientos para pilotar esos barcos se transmitían directamente de padres a hijos. Las naves podía llegar a tener 100 años de vida útil y se tardaba cerca de dos en construirlas.

La navegación

Los navegantes persas determinaban la posición de sus embarcaciones en función de la del sol, la luna y las estrellas, y recurrían a fórmulas especiales para calcular la latitud, la longitud y la profundidad de las aguas. El examen de los vientos, del color del agua y de la altura de las olas les servía para pronosticar el tiempo.

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Construyendo un lenje. Fuente: Busuttil 2017

Otras costumbres vinculadas con la carpintería de ribera

Por otra parte, la navegación en el Golfo Pérsico estaba íntimamente ligada a músicas y ritmos específicos, ya que los marineros acostumbraban a realizar sus faenas cantando. Hoy en día, la comunidad de profesionales es muy reducida y se compone esencialmente de personas de edad avanzada.

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En esta imagen se pueden ver los andamios de madera tradicionales. Fuente: Busuttil 2017

Los conocimientos tradicionales en torno a los lenjes abarcan diversos ámbitos: literatura oral, artes escénicas, festividades, técnicas de navegación, terminología marítima, previsiones meteorológicas sobre el estado del mar y competencias técnicas para la construcción de barcos de madera.

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Construcción de lenjes. Fuente: Busuttil 2017

La fibra de vidrio sustituye a la madera

Los lenjes de madera se están reemplazando por embarcaciones construidas con un material menos costoso, la fibra de vidrio, y el papel de los astilleros en los que se construían estos barcos se está reduciendo al de mero taller de reparaciones de los más antiguos.

Con su desaparición se están desvaneciendo también paulatinamente la filosofía, los ritos, la cultura y los conocimientos tradicionales vinculados a la navegación en el Golfo Pérsico, aunque todavía se siguen practicando en unos pocos lugares algunas ceremonias rituales relacionadas con ella.

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El interior del lenje. Fuente: Busuttil 2017

Sólo queda esperar que la UNESCO tenga éxito en su tarea de intentar que no desaparezcan los lenjes, ni las manifestaciones etnográficas con ellos vinculadas. Ésta es una muestra más de cómo la Humanidad en tiempos pasados surcaba los mares y generaba una parte de su cultura y tradiciones sobre ello.

En este ámbito, la Cátedra de Historia y Patrimonio Naval acaba de poner en marcha un proyecto de investigación para recuperar la carpintería de ribera en Europa. Cuenta con otros socios españoles como CETEM, así como de Italia, Grecia, Polonia y Bélgica.

Más información

BUSUTTIL, S. The Last Shipbuilders of Iran: Saving a Legacy From the Sea. Morning Calm Magazine, agosto de 2017.

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