Gerardo Mercator (1512-1594) fue un cartógrafo flamenco hábil que protagonizó una profunda renovación cartográfica, de tal relevancia que sus técnicas se mantienen hasta hoy con algunas modificaciones, como la UTM (proyección mercatoriana universal transversal). Google Maps, por ejemplo, utiliza una variante de la de Mercator para facilitar el acceso a las distintas regiones del globo.
El punto de partida
Esta carta que traemos aquí es el epicentro de esta innovación, que le supuso el reconocimiento posterior, ya que en su época tuvo poco éxito. Se titula «Nueva y más completa representación del globo terrestre adaptada para el uso de los navegantes» y fue realizada en el año 1569. La escala es de 1: 20.000.000, cubre la zona comprendida entre los 80º N y 66º S, y está dedicada al duque Guillermo de Cleveris, al que elogia largamente en varias de sus cartelas.

Sus características
Presenta, además de multitud de textos, una gran variedad de figuras (como el magnífico Neptuno de la imagen). De hecho, es una de las más documentadas del momento. Añadió anotaciones históricas, geográficas y náuticas, pero también le unió leyendas y mitos, como el del abismo existente en el Atlántico norte:
No lejos de las islas (Hébridas, Islandia, etc.) hacia el norte hay un golfo prodigioso donde confluyen cuatro brazos de mar hacia el que fluyen las aguas marinas procedentes de todas partes. Se precipitan sobre los abismos misteriosos de la naturaleza y son así devoradas. Si un navío pasara por allí sería atrapado con una violencia tan potente que sería irremediablemente tragado por las aguas (leyenda 7, traducida por Alfredo Surroca, 2012).

Dibuja multitud de monstruos marinos, cuyas imágenes nos recuerdan a serpientes, ballenas, iguanas y delfines, entre otros (se pueden ver algunos de forma detallada al final de esta entrada).
Aunque se basó en la geografía de Ptolomeo, incluyó muchos conocimientos adquiridos con posterioridad, especialmente los que procedían de algunos cartógrafos hispanos y holandeses. Una muestra es la inclusión de los patagones en la parte sur del continente americano. Sin embargo, no tuvo en cuenta algunos tratados de navegación contemporáneos como el de Alonso de Santa Cruz o el de Martín Cortés, y éste puede ser uno de los motivos por los que la carta tuvo poca trascendencia en su época.

Pequeños errores
Como el resto de sus coetáneos presenta errores, tales como incluir la isla de Frislant (también llamada Thule), el reino del preste Juan en África o la isla de los Romeros (al sur de Madagascar, que también situaron en sus cartas prestigiosos cartógrafos como Apiano, Ortelius y J. Teixeira). Hay inexactitudes propias del desarrollo cartográfico del momento, especialmente en los continentes menos conocidos, como ocurre en Asia, con la desembocadura del Ganges, que acaba en la Bahía de Bengala y Mercator la sitúa en el mar de China, las denominaciones de varias islas del sudeste asiático o la extraña forma del continente americano.
Sólo incluye el polo magnético del norte, ignorando el otro que existe en la parte austral del planeta.

Un ábaco de rutas para facilitar los desplazamientos marítimos
Para facilitar que los navegantes pudieran llegar desde un punto a otro en medio del mar, creó un ábaco de rutas (un instrumento que permitía calcular la distancia y el rumbo a seguir con una operación matemática breve). Alfredo Surroca explica detalladamente cómo hacerlo (vid obra en la bibliografía).

La aportación
Lo más destacable, y que eclipsa sus pequeños errores, es que levanta los paralelos con un espaciamiento creciente que aumenta conforme lo hace la latitud. Esta innovación fue un paso de gigante, ya que abandonaba las cartas planas previas, donde los paralelos aparecían representados por recta paralelas equidistantes. Estaba poniendo, sin saberlo, la semilla de las futuras cartas esféricas.

El paso de tres a dos dimensiones para levantar un mapa mundi
La representación sobre el papel, que sólo tiene dos dimensiones, del globo terrestre, que tiene tres (alto, ancho y largo), supuso durante siglos un enorme problema. Mercator puso la primera piedra para mejorar la representación gráfica del planeta Tierra en una superficie bidimensional.
Las proyecciones de Mercator y sus derivadas muestran todo el globo en dos dimensiones, por lo que se generan grandes distorsiones en las zonas de latitud elevada, como es el caso de las regiones polares. Así por ejemplo, Groenlandia parece ser casi tan grande como África, cuando la isla es unas catorce veces más pequeña, y algo similar ocurre con Alaska, cuyo tamaño se asemeja al de Brasil en el mapa, siendo la primera casi cinco veces menor.

Para concluir
Aparte de lo importante que es que ya en el siglo XVI alguien se atreviera a dibujar el mundo, hay dos hechos incuestionables que sitúan a Mercator como un precursor: la proyección de la carta se ajusta exactamente a lo previsto por la teoría matemática rigurosa que se puede aplicar hoy, y que, aunque no explica cómo llegó a hacerlo, fue el primero en llevarla a la práctica (Surroca, 2012).
Actualmente hay tres originales de este mapa, que se encuentran en el Museo Marítimo Príncipe Enrique de Róterdam, en la Biblioteca Nacional de Francia y en la Universidad de Basilea. En el Museo Naval de Madrid existe una copia facsimilar, editada por el museo de Róterdam.



Mas información
ALVES GASPAR, Joaquim y LEITÃO, Henrique. Squaring the circle: how Mercator constructed his projection in 1569. Imago Mundi, 2014, 66, 1, p. 1-24.
BEDOYA BENÍTEZ, Eduardo. El sistema cartográfico de Mercator. Revista Estudios, 1995, 12, p. 193-201.
COLOSSI SCOTTON, Giovanni y NOGUEIRA, Ruth E. Um outro paradigma para análise do mapa-múndi de Mercator de 1569. Geosul, 2016, 31, 62, p. 39-58.
CUESTA DOMINGO, Mariano. La imagen del Nuevo Mundo en Mercator. El trazado de mapas hasta 1569. Revista Complutense de Historia de América, 2013, 39, p. 257-270.
SURROCA CARRASCOSA, Alfredo. Quinto Centenario de Mercator. Traducción comentada de su Carta Naútica de 1569. Revista de Historia Naval, 2012, 30, 118, p. 5-66.
RICHARDSON, William. An Indian Ocean pilgrimage in search of an island. The Great Circle, 1989, 11, 2, p. 32-51.
Muy instructiva e interesante. Muchas gracias
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